𝐟𝐨𝐫𝐭𝐲 𝐧𝐢𝐧𝐞
Una semana había transcurrido desde el iluminador y literal viaje a la reserva natural del parque Letchworth y el moreno continuaba algo inquieto al respecto. Había sido un buen viaje, de hecho, uno más que excelente, entretenido, excitante, caótico; fue perfecto... Por sólo unos segundos. Tan pronto como recordaba aquellos brillantes fragmentos en su mente, la culpa volvía a incrementarle la ansiedad, la molestia consigo mismo y las ganas de ceder ante sus impulsos al igual que durante ese fin de semana, porque sabía muy bien que no era un sentir de un solo lado, sino que June debía estar igual de aterrada que él, de lo contrario no hubiese optado por su siempre evidente "táctica de supervivencia" cual consistía en barrer todo debajo de la figurativa alfombra y desaparecer. Su amiga, luego de trabajar con él el turno diurno como correspondía en el restaurante, sorpresivamente había cambiado al nocturno el día siguiente, limitando significativamente las posibilidades que ellos volviesen a cruzar incómodo camino, ya que, fue inevitable que durante el lunes los silencios entre ambos no se volviesen ensordecedores, y no era normal, la complicidad existía, pero, esta se ahogaba en la culpa e incertidumbre; aquel era un problema monumental y, debido a la química corporal, su amistad estaba seriamente comprometida.
―Luces hermoso con ese bronceado ―bromea Jules al ver a un colorado Nick integrarse a la cocina junto a Nikolai, en donde el moreno escuchaba a Fab mientras este le contaba sobre sus vacaciones.
―Ni me lo digas, hombre ―se queja―. ¡Duele mil demonios!
―¡Mira su espalda!
―¡Jódete, Fab! ―se queja el ojiazulado mientras su amigo alza su playera desde atrás con poca delicadeza, revelando así su roja piel. Julian y Nikolai quedan con sus cervezas a medio camino, impactados.
―¿Qué diablos?
―Me dormí junto a la piscina y mi primo me jugó una broma. Se robó la sombrilla.
Los risueños amigos pronto eligen algo de música para el ambiente, Pearl Jam, ello mientras fumaban en comunidad y los mayores contaban su mística experiencia en Letchworth.
―Nunca me había sentido tan sereno ―dice Nikolai con semblante ausente―. Era como si mi ego hubiese muerto... Como si existiera sin cuerpo, sólo en esencia.
―Y usó su puta playera como turbante ―ríe Julian―. Le saqué una foto.
―¡Maldición y me lo perdí! ―se lamenta Fab, zamarreando a Nick en junto.
―Recuperaste la cámara ¿verdad, Jules?
―Sí y fue una misión imposible. June y yo casi nos perdimos porque era de noche.
―Y les tomó una eternidad volver ―agrega Nikolai antes de darle un sorbo a su bebida. Jules le observa ceñudo, a la defensiva.
―¡Tú intenta buscar una puta cámara en el bosque durante la noche!
―Podrían haber esperado hasta la mañana.
―Claro que no. Esa cámara tiene valor sentimental para ambos ―refuta cortante. Sus tres amigos comparten miradas.
―Entonces... ―musita Fabrizio, intentando buscar desviar el tema de conversación―. ¿Algo interesante que deba saber antes de yo querer intentar un viaje como ese?
―Agua, mucha agua y debes sentirte tranquilo contigo mismo. Ah, y no recomendaría consumir hongos en la ciudad, no para alguien con hiperactividad como tú, Fab.
Nikolai continúa respondiendo las preguntas del rizado, ello mientras Julian decide volver a la cocina aun algo tenso con la alusión a June, sobre todo porque, desde el viaje de vuelta de la reserva natural, el chico había sentido la suspicaz atención del castaño sobre él y Jules conocía muy bien a Nikolai como para subestimar su poder de observación; el chico siempre había sido de aquellos que sabían exactamente lo que sucedía alrededor, pero, que sólo intervenía cuando no le veía otro remedio y a Julian eso lo inquietaba, se sentía expuesto de cierta forma, desnudo frente a un peligro que ni siquiera él mismo entendía por completo, sino que solo lo alborotada de sobremanera.
―¿Todo bien? Pareces más cascarrabias de lo común ―pregunta Nick, dejando su vacía botella dentro del fregadero, su amigo se encoge de hombros y saca cuatro cervezas desde la nevera, pronto entregándole una nueva al ojiazulado.
―Como siempre. Tus vacaciones fuera de Manhattan te acostumbraron a los buenos modales. Debes pasar más tiempo conmigo para que recuerdes como ser un maldito neoyorkino.
―Por supuesto ―rueda los ojos mientras bebe de su cerveza―. ¡Hey! ―dice cuando el moreno caminaba de vuelta a la sala. El aludido se gira hacia él―. He repasado las canciones y he practicado bastante. Di cuándo y retomamos los ensayos. Fab me dijo que, debido a trabajo, su mamá no está los martes o jueves en casa. Así que podríamos practicar sin riesgo de ser regañados.
Julian sonríe ladino y le hace un seguro ademán con la cabeza para que le siguiera a la sala. El moreno le entrega nuevas cervezas a sus amigos y pronto toma la palabra.
―Hay algo que quería hablar con todos ustedes ―comienza con tono serio―. Y esto, a pesar de inicialmente motivado por un nirvana espiritual causado por esos milagrosos hongos, luego de una semana de crítico análisis en las sombras mientras me acurruco a dormir absolutamente solo cada noche, entre llantos y en posición fetal... ―sus amigos ríen instintivamente. Él continúa en su papel y seguro se alza, alcanzando su instrumento―. He llegado a la decisión de que el bajo vuelve a su original dueño y que, Nikolai, formarás parte de esta banda. Así que comienza desde ya a ensayar para tomarnos el ritmo ―antes de que el castaño pudiese negarse a recibir o contradecir, Jules se libera y sigue―. Entonces, eso me lleva a hacer una proposición cual sólo puede ganar si hay mayoría porque esta es una banda en democracia.
―No si me estás obligando a formar parte de ella...
―¿Cuál es la propuesta? ―consulta Fab, tapándose juguetonamente la boca a Nikolai con su palma, ya que, estaba abordo con su inclusión en la banda. Jules frunce sus labios y vuelve a tomar puesto junto al expectante Nick sobre la alfombra.
―Postulo a Albert como guitarrista melódico, segundo. Tú sigues siendo mi guitarrista líder ―lo último lo dice para el ojiazulado quien, algo sorprendido por la propuesta, no sabe qué decir; así Fabrizio interviene por él.
―El sujeto es simpático, generoso... Me agrada, sí, pero ¿es bueno con las cuerdas? ¿podemos confiar en él?
―Es realmente bueno.
―Lo es ―asiente Nikolai―. Durante el verano le he escuchado varias veces. No es tan preciso como Nick, pero tiene un estilo que le sentaría bien a su banda.
―"Nuestra" banda ―le corrige Jules a su amigo y le da un ligero manotazo a su rodilla. El moreno vuelve a voltearse hacia el mudo y contemplativo Nick, quien sólo se limitaba a beber de su cerveza―. ¿Qué te parece la idea?
―Es buena onda, pero no lo conozco lo suficiente. No lo he escuchado tocar... Y, si lo aceptamos en la banda, seremos nosotros quienes debamos trabajar aún más juntos. Me refiero a dividirnos los solos y eso.
―Es cierto... Tienes razón ―asiente Jules, pensativo y cabizbajo―. ¿Qué tal si lo ponemos a prueba? Sin que nadie más que nosotros lo sepa. Lo escuchamos tocar cuando él así lo quiera y le invitamos casualmente a ensayos, no siempre por supuesto, pero tanteamos terreno ¿qué dicen?
―A mí me parece bien ―asiente Fab de inmediato y Nikolai se encoge de hombros con resignación, pronto todos miran a Nick.
―Si... eso suena bien, pero ¿le veremos tan seguido?
―Bastante ―asegura el moreno―. Ambos trabajamos como meseros en el mismo restaurante y nos mudaremos juntos la próxima semana. Así celebraremos mis diecinueve en el nuevo lugar; el apartamento doble del piso de arriba de este mismo edificio ―sonríe entusiasta y los tres le observan genuinamente sorprendidos―. ¿Qué?
―¿Estás seguro de eso?
―¿Por qué la pregunta, Niko?
―Digo... Albert es el tipo más agradable del mundo, pero también es un imán de problemas. Tú mismo lo has dicho desde que le conoces.
―Y es un buen amigo, al igual que ustedes ―de pronto un rítmico golpeteo a la puerta les interrumpe―. Y ahí está. Irá a darle un vistazo al apartamento nuevamente porque no recuerda el último recorrido. Ambos estábamos más que borrachos.
Albert pronto se integra burbujeante y de ojos rojos como era usual, no tardando en ofrecer un clásico cigarrillo verde de la paz como siempre lo hacía, pase mágico que le permitía integrarse con gracia a donde quisiera.
―¡Viejo, esas manzanas eran el cielo! ―ríe soñador y Nikolai asiente alzando su botella como un brindis―. Fue una locura bañarnos en el río hasta que oscureciera ¡Casi me congelo durante la madrugada! Si no fuera porque June me cedió sus frazadas, hubiese muerto.
―Sólo llevaste tu tienda y una bolsa de dormir.
―Al igual que tú, pero el calor corporal de otra persona es más que suficiente y yo no tenía eso ―bromea y pronto se alza energético, ignorando la ceñuda mirada de Nick y el resignado semblante de Nikolai―. ¿Iremos a ver ese apartamento? Porque, si nos demoramos, nuevamente volveré a perder la memoria de haberlo recorrido.
Así es como los amigos emprenden camino por las escaleras y Jules abre la puerta del apartamento dieciséis, de esa manera dejando a la vista un lugar similar al que habitaba el solitario moreno, pero, un poco más espacioso y con un pequeño corredor que separaba dos habitaciones cuyas puertas se encaraban, finalizando con el baño al final del pasillo.
―¡Esto está de puta madre! ―se alegra el rizado, recorriendo con entusiasmo el lugar.
―¡La habitación más grande es mía! ¡Soy mayor que tú! ―advierte Julian al notar dónde su amigo se dirigía en compañía de Nikolai. Fab y Nick, por su parte, miran por la ventana en la cocina.
―¿Qué opinan?
―Es un buen lugar.
―Entonces, ya saben dónde será mi cumpleaños ―sonríe malévolo―. Traigan chicas y alcohol. No me importan los obsequios. Tú invita a tu novia si quieres, Fab.
―Serena no es mi novia, pero la invitaré de todas formas.
―¿No lo es? ―consulta genuinamente sorprendido―. Bueno... Ella parece bastante diferente a ti, después de todo...
―Casi el total opuesto ―agrega Nick, risueño, pronto neutralizando su semblante al notar que Albert se integraba.
―... Pero eso es lo que me agrada de ella. Es muy graciosa sin siquiera intentarlo.
―Es sarcástica ―le corrige Jules.
―Es fascinante. Aun así, luego de June, no me tomaré las cosas tan rápido con ella. No quiero caer en lo mismo. Ya sufrí bastante corriendo a ciegas.
―¿June? ¿June-June? ―consulta un confundido Albert y Nick habla con algo de desdén.
―Salieron por un año cuando este se encaprichó con ella.
―¡Hey! ―alega Fab, ofendido y Albert, aun algo contrariado, observa a Julian en junto, quien decide llevarlo consigo hasta la sala.
―Regla se supervivencia de este grupo, no hacemos preguntas sobre la relación entre June y Fab.
―Lo siento. No sabía ―se encoge de hombros, pronto entrecerrando sus ojos―. Yo pensaba, digo, porque siempre has hablado sobre June, incluso en Suiza, que tú y ella...
―No...
―Pero, la semana pasada en Letchworth ustedes parecían bastante cómodos juntos. Incluso creo haber escuchado mucho ruido desde su tienda...
―No ―niega nuevamente, ya algo exasperado, así que le da un fuerte golpe sobre la espalda a su amigo, buscando distraerlo para cambiar de tema―. Entonces ¿cuándo comenzamos con la mudanza? Como ves ―se vanagloria alzando y sacudiendo el conjunto de nuevas llaves para ambos―. El arrendatario, el señor Hill, ya dio luz verde.
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