𝐟𝐨𝐫𝐭𝐲
Un par de horas después de haber hablado con su amiga a través del chat, el moreno se levanta temprano como pocas veces se motivaba a hacerlo para dirigirse directo hacia Lower Manhattan, más precisamente, al departamento de la familia de June. Él, como acostumbraba hace un año durante el tiempo en que pasaba las mañanas durmiendo y estudiando en el hogar de su amiga, aguarda hasta que se asegura que el padre y los hermanos de ella dejaran el lugar, para pronto colarse en el edificio. Durante la madrugada, June a pesar de haber respondido a su mensaje y las típicas triviales consultas por su día y estado actual, como siempre, había dado tan poco que él había decidido ir a ella para cerciorarse de su bienestar.
―¿Qué haces aquí?
―Quiero asegurarme de que estás bien ―dice él, relajado y afirmado de costado bajo el umbral de la puerta, pronto notando que ella aun llevaba puesto su ancho pijama de franela a cuadros―. ¿No irás a clases hoy?
―No se me da la gana.
―Oh, June...
―¿Qué? ―espeta defensiva―. Mis calificaciones no han bajado tanto, y he cumplido con todo lo que se ha pedido de mi a pesar de que no he asistido a Dwight tanto como debería ―el moreno se abre paso sin más dentro de la morada de su amiga y esta cierra la puerta, agotada, no tardando en arrastrar sus pantuflas hasta la cocina, en donde él se preparaba un sándwich―. ¿Pretendes quedarte por mucho tiempo?
―¿Tienes un mejor panorama por ti misma?
―Tú tienes clases en Five Towns.
―No la cátedra que realmente me importa. Hoy tengo un par de clases que podría fácilmente recuperar la próxima semana con apuntes prestados ―refuta antes de darle una mordida a su recién preparado sándwich de queso y pavo, continuando con la boca llena, ahora apropiándose una lata de soda desde el frigorífico―. Tal vez sea momento de que me ponga al día contigo.
―No hay nada que...
Pero él la ignora y camina decidido hasta la habitación de ella. June, crecientemente irritada, le sigue y ve como Julian lanza su bolso sin mucha delicadeza a un extremo del cuarto y se quita sus siempre sucias zapatillas sin siquiera desabrocharlas, pronto lanzándose sobre la cama y causando que una gran cantidad de migas de pan caigan sobre las sábanas. La chica respira profundo para reunir paciencia. Sinceramente deseaba estar sola, sobre todo luego de sus constantes crisis existenciales después de haber desperdiciado la oportunidad de probar suerte para ser becada en alguna universidad prestigiosa de la Ivy Leage. Aquellas últimas semanas había rendido exámenes de admisión especiales para diferentes instituciones, sin embargo, se sentía bastante insegura de sus capacidades a esa altura. Su indiferente ausencia de la realidad, su miedo al fracaso y deseo de libertad ante la presión de las expectativas de terceros la estaban transformando en lo que siempre había temido: Su madre.
―Entonces, June, ¿cómo te sientes? ―consulta irónico, pronto eructando debido a la gaseosa que bebía. La chica, a pesar de sus aprehensiones, no puede evitar sonreír para sí misma.
―Eres un cerdo... ¿Ahora también un psicólogo?
―Tú psicólogo personal ―agrega dándole un par de palmadas al colchón, limpiándole de las migajas e indicándole a ella que se recostara junto a él―. No tendré idea de nada cuando se trata de estabilidad emocional, pero, soy un excelente oyente cuando me lo propongo.
―No tengo nada que decir, Julian.
―Oh, vamos, todos tenemos algo que decir.
Una guerra de miradas comienza, tan expresiva sólo para ellos que casi parece una conversación telepática, ella perdiendo finalmente y rindiéndose ante las persuasivas cejas de su amigo para así tomar puesto en junto. Él, mientras continúa comiendo, le observa atento y la chica arruga el ceño, algo disgustada por la siempre irritante invasión a su espacio personal, pero Julian se mantiene sobre su posición, acercándose un acechante milímetro cada segundo.
―¡Eres irritante!
El moreno ríe malévolo y satisfecho, pronto bebiendo algo de refresco para tragar lo último de su sándwich.
―Bien... Esto tendrá que ser una interrogación entonces ―anuncia con tono resignado―. ¿Por qué pasas tanto tiempo con Lana?
―Ya no pasamos tanto tiempo juntas porque volví a la preparatoria, más que nada hablamos por chat. Se ha vuelto una muy buena amiga.
―¿De qué hablan?
―De ti, por supuesto ―replica irónica y él continúa observándole con una condescendiente sonrisa―. Cosas de chicas.
―¿Cómo qué?
―¡¿Qué te importa?! ―exclama ceñuda―. Julian, ¿por qué la insistencia?
―Debido a que quiero saber por qué fuiste a ella, a quien conoces tan poco, cuando podías haber acudido a mí como yo siempre lo hago contigo ―le reprocha―. Supuse que, después de toda la mierda que hemos vivido juntos pensarías de mí como alguien en quien confiar y, no lo sé, simplemente hablar de lo que sea que te cause problemas.
―Oh... ―musita observando sus pálidas manos con culpa; ella no había considerado esa arista de la situación―. Lo siento... Es que... Bueno... No quería ser yo un problema más para ti y...
―¡NO SALGAS CON ESO! ¡siempre dices lo mismo, June! ¡no eres un problema para mí o para nadie! ―Jules parece tan exaltado que casi voltea su bebida sobre el colchón mientras se sienta de rodillas junto a ella para intentar buscar su mirada―. Siempre, siempre has estado ahí para mí y yo, espero, haber hecho lo mismo ¡Debes entender que, si me importa lo que pasa en tu vida, mujer, deja de actuar como si no merecieras el tiempo de otros!
Ella continúa con su mirada baja, tensa.
―No me grites...
―¡No te he gritado! Sólo enfatizo lo suficiente para que entiendas de una vez por todas que nuestra amistad es MUTUA ―insiste―. Se supone que tú también deberías contarme tus cosas. No solo yo.
―¿Cómo qué? Mi vida no es muy interesante...
―En primaria te contaba sobre todos y cada uno de mis crushes, sin importar lo vergonzoso o irrelevantes de ellos. Después, cada vez que tenía algún drama familiar, tú eras la primera persona con la que hablaba para desahogarme y, cuando me enviaron a Suiza, a ti te escribía más seguido que mi mamá.
―Me escribías sólo tonterías...
―Tonterías con sentimiento. No me menosprecies ―se queja ceñudo y ella al fin alza su mirada, logrando captar esa típica mueca testaruda tan frecuente en él, y como aquella ya marcada línea de expresión vertical se formaba entre sus cejas―. Hace un año me tomó de fatal sorpresa que comenzaras a salir con Fab. No me lo esperaba.
―¿Aún resientes eso?
―Nunca lo perdonaré. Si tuvieses amigas cercanas, y yo quisiera salir con una de ellas, tendría la decencia de avisarte.
―Suerte de que no tengo amigas de ningún tipo ―suspira irónica―. Lana, quizá.
―Ya no la veo ―se apresura en agregar, amargo, tumbándose sobre el colchón para observar directamente hacia el techo. June le contempla en junto.
―Ella mencionó algo.
―¿Qué?
―Que eres demasiado intenso y que sueles matar el humor de algunos.
―Ah, eso... Lo sé, soy un maldito cascarrabias ¿y qué? ―se encoge de hombros, frustrado―. No siempre puedo actuar como un payaso. No existo para agradar al resto.
―Pensé que esa era tu estrategia de secundaria para suprimir a tu payaso interno con el objetivo atraer chicas con una curada "aura misteriosa".
―Bueno, parece que mi real personalidad es ser un idiota amargado y lo asumo ―añade casi rodando los ojos―. Créeme que la razón de por qué dejé de ver a Lana fue esa. Noté que ella sólo deseaba divertirse, mientras que yo buscaba si quiera tener una conversación seria con ella.
―¿Una conversación seria?
―Ya sabes, para conocerle mejor. Lana me interesó bastante en algún momento.
―Yo no sabía eso.
―Y yo te lo estoy diciendo ahora. Sin presiones, sólo compromiso a nuestra amistad. Aprende algo de esto ―le reprocha entrecerrando sus ojos, resentido, y tironeando de su pijama para que ella cediera su posición en noventa grados y se recostara en junto. June sigue la corriente y ambos se mantienen en silencio durante unos minutos.
―Creo que temo convertirme en mi mamá ―confiesa ella de pronto y su amigo, impactado por escuchado, se voltea sobre sí mismo para mirarle con atención.
―¿Cómo?
―Yo... Bueno, cada vez que hay algún problema que no pueda resolver o simplemente barrer bajo la alfombra, sólo pienso en desaparecer, quizá comenzar desde cero... Ser una nueva persona ―musita con debilidad lo último, su respiración pareciendo cada vez más agitada―. Es por esa razón que me sentía tan bien alrededor de Lana. Ella me permitía ser una nueva versión de mí misma a pesar de estar parcialmente aquí, en mi hogar casi a diario...
―No era Lana, precisamente. Eran las drogas, el alcohol ―agrega Julian dejando caer su frente sobre el hombro de ella como acostumbraba a hacerlo cuando se sentía abatido; él entendía muy bien esa sensación de inminente y química libertad―. Debes aprender a separar lo real de lo ficticio, June, tal vez encontrar un equilibrio ―dice lo último cuando realiza que ella le miraba condescendiente―. Sé que no soy un ejemplo moral, pero, debes entender que jugar con esa basura es siempre una ruleta rusa y si no calculas con frialdad todo lo que conlleva, puedes perderte en la mierda.
―«Soma es lo que ellos tomarían cuando los tiempos difíciles abrieron sus ojos. Ver el dolor de una nueva manera».
―Es tan sexy que me cites ―bromea halagado y abrazándola con fuerza desde el costado, casi como si ella fuese una delgada muñeca.
―Supongo que esa es la gran diferencia con mamá... Yo al menos busco la manera de ir y venir, manteniéndome en la vida de todos.
―Tú nunca serás tu madre. Tú no eres egoísta.
―Podría serlo.
―¿Cómo? ―refuta irónico y alzando su cabeza desde el pecho de ella en donde reposaba―. Eres tan desinteresada que suprimes todo para "no ser una molestia", raramente te niegas a algo y te desvives por tus hermanos, eres la figura materna no solo de ellos, sino que hasta la mía, a veces.
―No pensé que tú necesitaras una figura materna ―comenta con una sutil media sonrisa.
―Sabes que la original estuvo atrapada en sí misma durante mucho. Aun así, tú siempre encontraste alternativas para traerme de vuelta a la realidad cada vez que lo necesitaba.
June suspira profundo y mantiene su mirada fija sobre el blanco techo. Julian la libera y se acomoda nuevamente en junto, pero es ella esta vez quien busca el tacto, enlazando así su diestra con la zurda de él.
―¿Por qué de pronto tanta emotividad, Jules?
―Tu cumpleaños es la próxima semana ¿no? El sábado.
―Oh, si... ―responde desganada al recordarlo―. Lo es.
―Bueno, entonces libera tu agenda...
―Sabes que a nadie en realidad le importa y que no tengo agenda.
―... Porque ese fin de semana será nuestro. Ya se me ocurrirá algo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top