𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭

Desde que sus padres se habían divorciado, Julian solía pasar las fiestas de fin de año en compañía de su madre, ya que, John siempre ponía excusas para estar fuera de Nueva york y, luego de su nuevo matrimonio, la palabrería no era necesaria, no cuando debido a que la familia de su nueva esposa residía en Brasil, él realmente dejaba su país para estar junto a ella y sus seres queridos. Y, sinceramente, al chico le era indiferente. Él, a pesar de haber sido criado como católico por su madre, nunca le había dado mayor importancia a la navidad, sobre todo debido a que, durante esas fechas, en las que por razones obvias la familia se juntaba, la fingida armonía no era suficiente para calmar los álgidos ánimos de sus padres cuando de manera obligada debían pasar tiempo juntos. Por lo mismo, él solía rondar los alrededores de Manhattan durante el día, muchas veces visitando a un viejo amigo, Nikolai, un taciturno y algo tímido chico a quien conoció a los seis años cuando ambos estudiaban en el Lycée Français de Nueva york.

―Tengo algo para ti ―comenta el castaño con su característica suave voz, ello mientras busca en el pulcro armario de su cuarto. Julian, distraído con la hermosa vista hacia la nevada calle, tarda en realizar que su silencioso amigo ya había vuelto a su lado―. Ten.

―¿Qué? ―dice mirando el instrumento con algo de desconcierto.

―Te lo regalo. Feliz navidad.

―¿Es en serio? ―el chico asiente sincero y Jules recibe agradecido el bajo que le era entregado―. Dudo que a tu abuelo le agrade saber que regalaste el instrumento que te dio para tu cumpleaños.

―Es cierto. Pero, supongo que más le desagradaría que no se usase. Y, bueno, pensé que a ti te gustaría ―se encoje de hombros cuando toma puesto sobre su cama en posición de loto―. Eres bastante bueno con la guitarra. Así que supuse que no te costaría mucho aprender el bajo.

―Gracias...

El moreno se sienta sobre la silla de escritorio y se mueve hasta acercarse un poco más a su compañero; de esa manera pasan el rato intentando lograr una limpia melodía, ello hasta que parten en dirección al parque en las cercanías, en donde habían acordado juntarse con Nick y Fabrizio quienes fumaban cigarrillos y parecían algo húmedos a pesar de que no nevaba desde temprano.

―¿Qué mierda les pasó? ―consulta Jules al realizar de cerca que ellos también parecían embarrados sobre sus jeans.

―Nos caímos.

―¿Nos? ¡me arrastraste contigo! ―se queja Fab.

―Intentaba mantener mi equilibrio.

―¡Claro que no!

Julian y Nikolai observan al risueño aludido quien no puede fingir inocencia por mucho.

―Si yo caigo, quien quiera que vaya a mi lado, cae conmigo.

De esa manera, el cuarteto emprende relajada caminata a través del parque en dirección a un pequeño bar en las cercanías. Ahí, gracias a que raramente pedían identificación, los amigos piden una ronda de cervezas y esperan contemplando con entusiasmo el bajo que Nikolai le había regalado a Jules.

―Nuestro proyecto abandonado al fin retoma su curso ―anuncia el moreno―. Estoy bastante seguro de que tengo material para un par de canciones y unas cuantas melodías en mente. Deberíamos ensayar.

―Siempre decimos lo mismo, pero, al final del día sólo nos emborrachamos, Jules ―bufa Nick.

―Bueno... Podemos hacer ambas cosas.

―Yo puedo hacer ambas... O sea, estoy dispuesto, pero no sé si lo haga bien. Hace mucho que no practico en mi batería ―agrega Fab, dubitativo.

―Deberían comprometerse con un horario determinado y puntualizar sus objetivos a lograr. Organizándose es la única manera en que lograrán algo de verdad.

Los tres amigos observan al hablante de manera simultánea. Nikolai, pacífico y solemne como siempre, sólo pestañea lento.

―Y tú ¿por qué regalaste el bajo? ―le reprocha Nick―. Podrías haber aprendido y ser parte de nuestra puta banda.

―No creo que la música sea lo mío realmente.

―La música es para todos ―refuta Julián, convencido―. Y Nick tiene razón. Deberías unirte.

―Pero no sé tocar algún instrumento...

―Podrías aprender mientras nos ves avergonzándonos a nosotros mismos ―propone Fabrizio.

La mesera llega con las cervezas y cada uno se hace de la suya. Nikolai en tanto, aun luce reacio a la idea que anteriormente se planteaba, así que Julian decide intervenir.

―Yo creo que tú eres lo que precisamente le falta a esta banda. Porque, hasta hace un rato era solo una idea de la que venimos hablando hace mucho, pero, sabes muy bien que somos un asco para organizarnos. Con tu regalo me inspiraste. Nos podrías ser de mucha ayuda, amigo.

―Lo pensaré, Jules.

Dos cervezas después y ya era hora de emprender camino a sus respectivos hogares. Julian y Fabrizio toman la misma ruta debido a la cercanía de sus hogares y se distraen bromeando con la idea del éxito que podría brindarle una soñada carrera musical.

―Esos podríamos ser nosotros, pero más bonitos ―dice indicando una revista NME que era expuesta en un quiosco. Jules sonríe ladino.

―Sólo quiero hacer música. Lo que venga con ello, bueno o malo, bienvenido sea.

Fab sonríe y asiente como un niño, continuando así su contemplativa caminata, ello hasta que es Julian quien decide romper el silencio esta vez. Cuando aún se encontraban frente al quiosco, él se había visto distraído momentáneamente por su mirada periférica al haber confundido a una pelirroja cualquiera con June. No hablaban desde el baile de invierno y, de alguna manera, esa era la primera vez que se sentía ansiodo debido a eso. Es por lo mismo que no puede evitar verse sumergido en la curiosidad nuevamente.

―Y ¿qué hay entre tú y June? ―pregunta cuando da el rojo en el semáforo y ambos se detienen sobre la acera. El rizado, sonriente como siempre, suspira profundo y se encoge de hombros.

―Ni la menor idea.

―Pero te gusta ella ¿no?

―Sí, aunque ella no parece muy interesada en nadie...

―Nunca lo parece ―coincide Julian cuando retoman el paso. Fab asiente lento, pensativo―. Pero..
¿Por qué te gusta?

―¿Por qué no? ―refuta la pregunta con una propia de manera juguetonamente irónica―. Tú y Nick se guían por las apariencias. Yo por la indiferencia y el intelecto ―dice entre risas. Julian rueda los ojos―. Ella se sabe toda la puta tabla periódica y cuando trabajamos juntos en clase obtuvimos una A+. Eso, querido amigo, es sensual.

Ambos se separan finalmente frente al edificio de Jules y este se despide con un ligero abrazo, pronto subiendo hasta su piso. Aquella noche buena habría un nuevo integrante en la mesa, ese era el más reciente novio de su madre, Sam, de quien sabía poco debido a su usual falta de interés en el tema; Jeanette nunca solía presentarle sus parejas a él, por lo mismo, el hecho de que ella invitase a Sam a cenar en familia le advertía que habría algún tipo de cambio en la vida de todos.

Así, cuando el chico arriba a casa se sorprende al oír "Love me two times" de The Doors inundar con el eco de sus acordes los alrededores del gran apartamento. Él, curioso, camina hasta la cocina, encontrando ahí a su madre y Sam cocinando por ellos mismos mientras alegres se mecían al ritmo de la música. Julian, debido a la novedad de esa inusual postal, ello sobre todo por su siempre deprimida madre ahora luciendo rejuvenecida al lado de ese hombre, se mantiene quieto bajo el umbral de la puerta.

―¡Julian! ―exclama su madre y estira sus brazos hacia él. Al parecer, ya había bebido un par de copas de vino blanco―. ¡Acércate! ¡Él es Sam!

El joven obedece y se presenta con el moreno invitado a través de un seguro apretón de manos, pero, Sam termina brindándole un fraternal abrazo.

―Espero que no te moleste que haya tomado tu disco. Quería algo de buena música para acompañar la tarde.

―No hay problema. Es genial que también te agrade The Doors.

Sam sonríe sincero y sacude el hombro de él con ligereza, pronto volviendo a sus labores de cocina junto a su novia. Julian, en tanto, no tarda en comenzar a sentirse ajeno en su propio hogar, así que decide ir a su habitación en donde comienza a practicar con su nuevo bajo. Contemplativo, el chico continúa en lo suyo. Su madre lucía feliz como nunca lo había hecho en años. Su padre, ya tenía una nueva familia. ¿Él? Él aun ni siquiera tenía la menor idea sobre qué era lo que realmente haría con su futuro o, al menos, qué era lo que esperaba de este; ¿una familia? ¿una exitosa carrera musical? ¿felicidad pura? ¿desenfreno? ¿amor?

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