┇𝟰𝟴
— Wow, es perfecto, Minho.
La voz repleta de entusiasmo abandonó sus labios cuando sus ojos se pasearon por su alrededor. Las luces tenues tintineando, la gente sentada sonriendo, la música lenta reproduciéndose y la mesa decorada de manera tan amena recibiéndolo con los brazos abiertos.
— Este lugar es perfecto –repitió, acomodando sus dedos en el borde de la mesa y volviéndose hacia él para sonreírle con la misma emoción–. De verdad que es perfecto.
Minho esbozó una sonrisa satisfecha, mientras movía la silla para que el menor tomase asiento y se sentaba finalmente frente a él. La gente cruzaba de un lado a otro, riendo y paseándose, copa en mano, con libertad por cada rincón del enorme restaurante.
— No creo que más que tú –acotó, todavía sonriendo y guiñándole un ojo–. Hoy estás realmente precioso, ¿te he dicho que hoy estás más guapo que nunca?
— Creo que sí –Jisung asintió, riendo con un ligero sonrojo-. Hace diez minutos.
Ambos se echaron a reír con ganas, mientras la música seguía sonando. Minho se mantuvo mirándolo, perdiéndose en esos ojos que lo miraban de esa manera que simplemente lo cautivaba cada día. Sí, realmente se veía más guapo que nunca. Con ese abrigo tan bonito, esa sonrisa enamorada, ese colgante rodeando su cuello, esa luz en sus mejillas...
Sintió su celular vibrando por centésima vez en el bolsillo y el porqué de la cena replicó en su mente. Lo había invitado a cenar para decírselo, esa misma noche se lo diría todo. Se levantó y sostuvo la botella de champagne, que yacía en el centro de la mesa, entre sus dedos, sin dejar de admirarlo.
— Pues ya que se demorarán en venirnos a servir, iré abriendo esto.
— Pero tienes que tener cuidado al abrirlo, es un poco peligroso –sus manos se extendieron hacia él y sus ojos se dilataron con preocupación-. Mejor deja que yo lo intente, Honnie.
— No te preocupes, todo está bajo cuidado, nene.
Le guiñó nuevamente el ojo y una media sonrisa le contorneó el borde de sus labios.
— Es que temo que algo suceda.
— ¿Algo cómo qué?
Minho tomó la gruesa servilleta doblada sobre la mesa y la presionó alrededor del cuerpo de la botella, encargándose de descubrir el pico con los dedos y finalmente hacer una presión sobre él para luego escuchar el click anunciándole que la botella estaba abierta.
— Nada –una mueca de alivio bañó el rostro de Jisung y sus risas volvieron a escucharse–. Temía que se nos cayera encima.
Dejó que el líquido vidrioso cayese libremente sobre ambas copas y tomó asiento, todavía sonriendo al centrar su mirada en su rostro.
— Sunggie, quiero decirte algo...
— ¿Sí?
Sus labios se entreabrieron para continuar con lo que había planeado, pero cuando los ojos de Jisung se posaron sobre los suyos, sintió que estaba perdido. Todo, absolutamente todo lo que había repasado en su mente durante las últimas semanas, desapareció de inmediato y en su lugar, apareció un creciente nerviosismo, que empezaba a carcomerle la médula espinal.
Oh, diablos.
— Sobre tú y yo... tú sabes que te amo... -el celular volvió a vibrar en el fondo de su bolsillo y lo vio asentir con una sonrisa algo extrañada-. Dame un segundo.
Se levantó y se dirigió hacía el baño, controlando el sonoro sonido de su respiración y del nerviosismo que ahora recorría su organismo a más velocidad que antes. Ni siquiera entendía cómo iba a lograr soltar esas dos palabras o cuánto tiempo pasaría hasta que las diga.
Tiene que ser ahora.
Ahora.
No te rechazará.
No lo hará.
¿Y si lo hacía?
Las relucientes losetas del lavabo aparecieron en su campo visual y apenas dio el primer paso en su interior, pudo distinguir las tres siluetas familiares moviéndose juntas hacia él.
— ¿Qué te ha dicho? ¿Qué es lo que te ha dicho, Minho? –los brazos apurados de Hyunjin le cayeron encima y su rostro se aproximó al suyo-. ¿Por qué no respondes el teléfono? ¡Íbamos a salir para ver qué sucedía!
Minho lo empujó con brusquedad, todavía atónito ante toda la situación que tenía a su delante. Seungmin se encontraba a solo un par de metros, mirándolo todo interesado, como si estuviese esperando una respuesta y Christopher daba vueltas con los brazos detrás de su cuerpo, silbando y mirando al techo.
— ¡Por Dios!, ¡¿de verdad están aquí?! –gritó estupefacto, sacudiendo la cabeza incrédulamente-. ¿Qué diablos hacen acá, eh? ¡Esto es el colmo!
Los brazos de Hyunjin volvieron a caerle encima y lo sacudieron del cuello de la camisa.
— Por supuesto que estamos aquí, ¿crees que nos perderíamos este día? –preguntó como si fuera lo más obvio del mundo y los dos restantes asintieron-. ¿Se los ha dicho ya? ¿Qué es lo que te ha respondido? ¿Qué te ha dicho?
— ¡No le he dicho nada! ¿Cómo diablos crees que voy a decirle si me estás llamando a cada segundo?
— ¿No le has dicho? –Hyunjin lo soltó, pero su rostro ansioso siguió analizándolo minuciosamente-. ¿Por qué?
Se encogió de hombros y se pasó una mano por la cabeza, dejándola luego reposar detrás de su cuello. Definitivamente, los latidos de su corazón se apresuraban cuando intentaba pensar en la enorme lista de razones por las cuales no había podido decírselo, aunque jamás se las contaría todas. Se sentía como un crío de cinco años, que estaba recientemente enamorado.
— No nos digas que te pone nervioso decírselo, Minho...- comentó Seungmin, cruzándose de brazos y arqueando una ceja.
— Claro que no, lo he intentado, pero no sé cómo hacerlo o exactamente cómo decírselo, ¿qué tal si no se lo toma a bien o cree que estoy siendo demasiado apresurado? ¿Y si me termina por eso? ¿Se imaginan que me termine por esto?
— No seas paranoico y solo escúpelo –la voz de Hyunjin se volvió a escuchar, tan ansiosa como hace algunos segundos-. Lo peor que puede hacer es rechazarte y si lo hace, lo vuelves a intentar hasta que acepte. Es tan simple.
Tan simple.
No, no era tan simple.
Chris se volvió prontamente hacia él, soltando carcajadas seguidas e imparables.
— ¡Es que esto es imposible de creer! Minho, tú, todo un rompecorazones, ¿estás nervioso por decir dos simples palabras? No me jodas... -una mano se colocó sobre su hombro y sus risas continuaron-. Te he escuchado decir todo tipo de cosas, ¿y no puedes decir algo como esto?
— Es verdad, se te nota muy nervioso, intenta tomártelo con calma... -Seungmin intervino de nuevo, acercándose hacia él con una amistosa sonrisa en el rostro.
Minho gruñó y empujó a Chris, colocando ambas manos en su propia cabeza.
— ¡Ya me cansaron! ¡Vamos, pónganse a caminar y desaparezcan de aquí! -señaló la puerta con su dedo índice y su mirada se clavó en el deportista-. Chris, puedo esperar todo este rollo de chisme de viejas de este par de idiotas, ¿pero de ti?
El nombrado elevó las manos, en señal de rendición y retrocedió unos cuantos pasos. No transcurrió ni medio minuto antes de que el rostro de Hyunjin apareciese frente a su vista.
— ¿Qué necesitas para decírselo, Minho? ¡Lánzale la pregunta!
— ¡Privacidad, mierda, necesito privacidad! –exclamó, apartando al otro con calma y esbozando una mueca parecida a una sonrisa-. Está bien, solo lárguense que me ponen más nervioso de lo que ya estoy. Sí, estoy jodido de nervios y ni siquiera puedo pensar claramente... no sé ni cómo se lo voy a decir...
— ¡Ánimo, todo va a salir bien, amigo, ya verás! No te olvides de avisarnos cuando te responda, nos llamas apenas te conteste. Esto se siente peor que un partido de futbol, ¿no, Christopher? –soltó, volviéndose al nombrado, que estuvo rápidamente de acuerdo-. Es como si estuvieses en penales y dependa de ese gol que tu equipo clasifique o se vaya a la mierda. Pero no te vas a ir a la mierda, Minho, no creas que estoy queriendo decir eso, es decir...
Minho se observó frente al cristal y se acomodó el cuello de la camisa, torciéndolo unos centímetros hacia la derecha hasta alcanzar el aspecto deseado, ignorando las palabras de su compañero, que seguían intentando hacer paso en su oído. Cruzó la puerta del lavabo masculino y se adentró nuevamente en la elegante sala del restaurante, que lo recibió con los brazos abiertos. Siguió colándose a través de la gente que se desplazaba de un lugar a otro y finalmente su mirada lo encontró. Estaba sentado en su mesa y sus ojos despiertos lo observaban con una cálida sonrisa en los labios; en esos labios que él conocía tan bien.
Tenía que decírselo.
Y el momento era ahora.
Se sentó sobre su asiento y colocó ambos brazos sobre la mesa.
— Jisung, en realidad, no sé cómo decir esto. He estado pensando las dos últimas semanas en cómo decirlo, pero si lo digo de una manera y no suena bien, no quiero que lo malentiendas o te asustes...
— ¿Qué es?
— Sé que tal vez suene demasiado apresurado, pero de verdad quiero decirlo... y si no lo digo ahora, no me sentiré bien y estaré matándome el cerebro muchas semanas más.
— Sí... -sus cejas se fruncieron y su rostro palideció al escucharlo-. ¿Sucede algo malo?
Negó inmediatamente con la cabeza y sus manos se movieron en señal de negación.
— No, no es eso, no es nada malo. Bueno, no creo que sea nada malo...Pero si sientes que estoy yendo muy rápido o quieres rechazarme, hazlo con toda la libertad posible. No retengas nada y solo dímelo.
— Minho, no entiendo nada de esto –él intentó sonreír, aunque la sonrisa tembló sobre sus labios y su cuerpo pareció paralizarse por un completo segundo.
Minho desvaneció la sonrisa de su rostro y su expresión se tornó más seria que antes, mientras sentía cómo el corazón le latía a una velocidad desconocida y la saliva se escaba de su boca.
— Jisunggie, entiendo que sea apresurado, pero estoy seguro sobre esto. Es la vez en la que más seguro me siento sobre algo en mi vida. Hemos pasado por tanto juntos, que creo conocerte desde siempre y me disculpo de nuevo por no ser la persona que te mereces, pero trabajaré en eso. Me convertiré en la persona de tus sueños, alguien que te merezca completamente, Sunggie, alguien que sea digno de una persona como tú. Me has sacado de mi propio infierno, has puesto mi cabeza al revés, has cambiado mi vida y conoces cada parte de mí. Y precisamente por eso... -inhaló profundamente, aunque el aire no llegó a tocar del todo sus pulmones-. Quiero que seas mío.
Y allí estaba el primer de sus intentos.
Los ojos gatunos de Jisung lo observaban con un toque de incomprensión bosquejándose sobre la seriedad pasada y la sonrisa volviéndose a colar entre sus labios.
— Pero ya soy tuyo, Minho.
— Lo sé, sé que eres mío, pero no de esa manera... quisiera... pasar todo el tiempo contigo.
— Lo haremos, Minho, pasaremos todo el tiempo juntos, eso no lo dudes nunca –sus manos atraparon la suyas y su sonrisa volvió a resplandecer en sus acorazonados labios-. En realidad, yo también tengo algo que decirte. Tú siempre dices que yo he cambiado tu vida y que he hecho mucho por ti, pero no es así. Creo que en todo caso, tú has hecho más por mí, porque me has hecho conocer el amor y eso es algo que vale más que todo.
Se levantó de inmediato y extendió un brazo, acercándolo hacia él.
— Ven acá –soltó, moviéndose entre las elegantes mesas y cruzando algunas puertas con gran velocidad hasta encontrarse en un amplio salón, donde algunas parejas se encontraban moviéndose al ritmo de la suave melodía.
Escuchó las suaves risas del menor, que lo miraba con sonriente emoción, y lo ubicó en el centro de la pequeña multitud, ignorando los vistazos que recibían. La refrescante sinfonía continuó repiqueteando durante los tres minutos siguientes y sintió los ojos de Jisung parpadeando hasta adecuarse a la luz y moverse hacia los suyos curiosamente.
— ¿No vamos a bailar?
Minho arqueó una ceja y su mandíbula inferior cayó, pensativo.
— No... -respondió y una rápida sonrisa se bosquejó en su boca.
— Entonces, ¿por qué estamos aquí?
— Porque quiero enseñarle a todo el mundo que eres mío.
Él se echó a reír y sus manos se movieron para golpear cerca de su pecho.
— Tonto.
— Soy tu tonto.
Se acercó lentamente hasta su rostro y su boca acarició sus labios, lamiendo su labio inferior como si se tratase de un suave dulce antes de tomarlo entre sus dientes, morderlo y soltarlo lentamente. Las pestañas de sus ojos chocolate acariciaron sus mejillas y Jisung sonrió ante el cosquilleo, rodeándolo con ansiedad y atrayéndolo hacia sus labios para besarlo como se debía.
Su cabeza, recostada contra la suya.
Sus labios, encajándose en su paraíso.
Sus manos, buscando su camino en su rostro.
Y su corazón... su corazón estaba exactamente en el lugar al que pertenecía: junto al suyo.
Se separó un poco y su boca buscó camino en su oído; permitiendo que su aliento cálido lo rozase.
— Déjame decirte que daré todo de mí para ser la persona que te mereces –indicó con seguridad, sintiendo a los latidos de su corazón avanzar peligrosamente de velocidad-. Sé que posiblemente dirás que no, pero lo intentaré todas las veces posibles.
El silencio los invadió y sintió que todas las miradas posibles se centraban en ellos, aunque tampoco les prestó atención. Solo existía él. Solo existía Han Jisung mirándolo y nada más importaba.
— Tú... -la voz rozó su garganta antes de abandonarla y convertirse en un susurro–. Han Jisung...
Pudo distinguir a las tres siluetas del lavabo aparecer junto a la puerta y hacerle señales exageradas. Hwang Hyunjin abría los labios enormemente, Seungmin fruncía el ceño y Christopher se daba media vuelta y cubría sus propios ojos, como si no quisiese ver lo que estaba a su delante.
Oh, diablos.
Oh, mierda.
Sus manos se aferraron a su cintura y lo movió hasta el enorme piano, ubicando en una esquina, recostándolo sobre la superficie y prestando atención a la forma en que su cuerpo presionaba las teclas, que instantáneamente emitieron un sonido desordenado. Sus labios se inclinaron entonces hacia los suyos y sus ojos serios lo miraron durante un eterno minuto antes de murmurar:
— Cásate conmigo.
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