┇𝟭𝟰
Minho encarcó una ceja con una media sonrisa, mientras observaba como Jisung se quedaba paralizado y su menudo cuerpo retemblaba sin respuesta. Cerró sus dedos en puños nuevamente y descendió la cabeza lo más que pudo, con el rostro ardiéndole más que nunca y sus ojos cerrados con adorable fuerza.
—¿Qu-Qué? —su voz salió entrecortada y su cuerpo se encogió un poco.
Oh, demonios, verlo de esa manera lo estaba poniendo más caliente todavía.
Minho cerró sus brazos alrededor de su delgada cintura y sus labios volvieron hacia su oído, lamiendo la extensión con deseo y ansiedad, mientras el muchacho suspiraba de nuevo.
—Solo estaba bromeando, precioso —susurró, dándole un rápido mordisco al lóbulo de su oreja—. Eso lo puedo hacer yo solo.
Notó como el menor se sacudía de pies a cabeza para luego lanzarse a tomar sus delicados labios con brusquedad, sintiendo que su lengua se apoderaba rápidamente de toda su dulce y caliente cavidad, mientras una de sus manos le elevaba la barbilla y la otra se encargaba de acariciar su cintura con tosquedad. Jisung se estremeció y retembló.
—Minho... —susurró el menor cuando Minho se separó un poco, mientras los latidos de su candido corazón se apresuraban más y mas—. Tu hermana puede entrar...
Minho se le quedó mirando durante un breve instante, admirando su rostro enrojecido, sus gruesos labios hinchados, sus ojos adorablemente cerrados y sus piernas empezando a flaquear. Se mordió el labio son fuerza, mientras sentia que su respiración nunca se normalizaria, porque se apresuraba cada vez más, al igual que cada milímetro de su sangre, que abandonaba su cuerpo para golpearse en su entrepierna. Durante ese momento, parecía que todos los problemas de su jodida vida habian desaparecido.
Oh, demonios.
Lo soltó y se movió en un solo paso hasta la puerta, asegurándola y volviendo a tomar a su tembloroso criado de la cintura, acercando sus labios a su oído.
—¿Así está mejor, eh?
Empezó a deslizar sus húmedos labios por su lechoso cuello, succionando lentamente y desviando sus ojos hasta su piel para observar como se enrojecia también ante el contacto. Succionó con mas fuerza y Jisung suspiró otra vez, entreabriendo los labios con vergüenza, mientras sentía como su corazón abandonaba su cuerpo del todo. Ladeó la cabeza, presionando sus ojos y frunciendo sus labios de una manera que a Minho le resultaba atractiva y excitante.
El mayor movió su mano desde su barbilla hasta su cintura, tomando el inicio de su colorida camiseta para empezar a elevarla con necesidad. Cuando sus dedos tocaron su suave piel, sintio que la erección que crecía en su cuerpo era imposible de detener.
—Tranquilo, no te tenses —susurró, elevándole la camiseta hasta lograr quitársela y lanzarla al suelo sin ningún reparo, pasándose la lengua por los labios.
Mierda, mierda, mierda.
El menor se encogió mucho más y la enorme vergüenza lo cubrió cuando se dió cuenta que ya no tenía camiseta, así que lo único que atinó a hacer fue pasarse los brazos alrededor de su cuerpo, descendiendo la cabeza y pegándola contra su hombro. Oprimió los labios cuando sintió que el aliento de Minho le acariciaba el oído y sus fuertes manos tomaban las suyas, intentando que las mueva de su cuerpo.
—Minho...
—Tienes el mejor cuerpo que he visto —masculló el otro con aspereza contra su sensible oído—. El mejor...
Jisung se ruborizó violentamente y su cuerpo se soltó en temblores. No entendía por qué su corazón se disparaba de esa manera y sus sentidos reaccionaban como lo estaban haciendo cuando Minho se acercaba o lo besaba. Solo sabía que quería salir corriendo o cubrirse el rostro para siempre. Exhaló y sintió como el miedo y la vergüenza latían por cada parte de su ser, haciéndolo desear que el mundo se lo tragase de nuevo.
—Honnie, te quiero —tartamudeó, sintiendo sus ojos humedeciéndose—. A mí no me gusta mi cuerpo.
—Vamos, nene, mira la preciosura que estás hecho. Me pone tanto ser el primero que lo toque. No sabes cuanto, Jisung.
Minho volvió a intentar que sus brazos cedan y estos finalmente lo hicieron, así que lo tomó con fuerza de la cintura y lo llevó hacia la cama, lanzándolo sobre el algodonado colchón en un solo movimiento. Se veía tan delicioso de la manera en que se encontraba; sus labios abiertos en sorpresa y su cuello enrojecido en algunas partes por sus labios.
Era tan inocentemente delicioso que solo quería devorárselo y disfrutar de su cuerpo todo o que puediese.
Al menos por esa maldita primera y última vez.
Sus ojos se centraron en su perfecto torso y en esos dos botoncitos rosas que sobresalian tan provocativamente que le hacía doler toda la entrepierna. No soportó más y se abalanzó contra sus labios nuevamente, acariciándole toda la boca con su lengua, absorbiendo todo su dulce sabor y luego moviéndose hacia su cuerpo, succionando con fuerza cada centímetro de su suave piel, mientras sus manos subían por su abdomen, acariciándolo y resguñándolo ligeramente. Lo sintió retemblar con más fuerza y entonces sus labios cayeron sobre uno de sus pezones, pasando la lengua tentativamente por su alrededor.
—¿Qu-Qué estás...? —Jisung cerró los ojos con toda la fuerza que pudo y suspiró prolongadamente, cubriéndose el rostro de inmediato con ambas manos—. Minho, no...
Minho continuó pasando su lengua alrededor de su pezón hasta que finalmente lo succionó con toda su caliente boca, sintiéndolo endurecerse contra sus labios. Subió su otra mano hasta tomar el otro entre sus dedos y le dió una breve mirada al menor.
—Deja tus manos ahí, nene, no te cubras el rostro.
Le agarró rápidamente de las manos y tiró de ellas hasta dejarlas sobre la cama nuevamente, deleitándose al ver su rostro enrojecido, sus ojos oprimidos y sus labios fruncidos en una mueca demasiado graciosa. Su criado intentó volverse a cubrir, pero Minho retuvo sus manos contra la cama, impidiéndoselo.
Era una imagen demasiado excitante de ver como para que esté cubierta.
Su boca volvió a tomar su endurecido pezón y la otra empezo a jugar con el sobrante haciéndolo rodar entre dedos, mientras Jisung oprimió sus labios y sentía que sus ojos se humedecian de vergonzosa desesperación. Minho sintió como el otro pezón se endurecía entre la acción de sus dedos y entonces empezó a dar rápidos lametazos al que tenía entre dientes para luego rasgarlo y mordérselo de golpe, escuchando como el menor soltaba un gemido ahogado y se removía, oprimiendo las sábanas entre sus dedos, casi aterrado ante el sonido que acababa de salir de su propia boca.
—Shhh, haz silencio —masculló Minho con una media sonrisa en sus labios, notando como el otro apretaba sus labios y volvia a cubrirse el rostro.
Se quitó su propia camiseta en menos de diez segundos y descendió su boca por su cuerpo, dejándole besos húmedos en su recorrido, hasta llegar a su hombligo, en el cual pasó su lengua sin ningún reparo, sintiendo como el menudo cuerpo de Jisung se removia y sus manos se aferraban mas a su propio rostro, como si no pudiese tolerarlo más. Sus ojos descendieron por su cuerpo y logró ver que su dulce erección tampoco podia ser cubierta.
Diablos.
Su boca reclamó la suya nuevamente y luego dejó caer todo su peso sobre su cuerpo, sintiendo como su entrepierna se rozaba con la suya, enviando destellos de placer en todo su brusco cuerpo, así que sin dudarlo más, empezo a frotarse contra él, mientras el menor se arqueaba y temblaba con violencia. Minho volvió a besar su cuello e intentó quitar las manos para poder visualizar todas las reacciones, pero Jisung había colocado demasiada fuerza y no se lo permitio, asi que volvio a intentarlo.
—Por favor... —rogó el menor, sujetándose el rostro con más fuerza.
Minho suspiró y soltó sus manos, lamiendo toda la extensión de su cuello, dando mordismos de vez en cuando. Lo que resultaba tan extraño era que ninguna otra persona con la que se había acostado antes se había avergonzado a tal extremo de cubrir sus propio rostro. El simple hecho lo cabreaba, porque todas se colocaban muy dispuestas en cuanto él las tocaba y empezaban a querer dominarlo también. Pero debía aceptar que Jisung era distinto y eso en lugar de cabrearlo, le ponia a cien. Rasgó uno de sus pezones nuevamente y este se lanzó un chillido que intento contener, pero que resultó saliendo de sus labios sin que la presión de sus manos pudiese evitarlo, así que Minho soltó una excitada risa y se dispuso a meter su mano por debajo de la tela de sus curiosos pantalones.
—¿Qu-Qué...? —tartamudeó el menor y negó con la cabeza muchas veces, pero Minho ya había tomado su miembro con su mano—. ¡Minho!
Sostuvo su endurecido miembro y empezó a mover su mano a través de su extensión, masajenadole el tronco empapado de líquido pre-seminal sin delicadeza alguna para después acariciar sus testículos. Jisung lloriqueó, mientras se apretaba los labios y sus manos se aferraban a su propio rostro con demasiada fuerza, sintiendo que la vergüenza y el placer estaban al borde de cegarlo. Ya no podia más; la vergüenza de lo que estaba sucediendo lo estaba carcomiendo. Se arqueó y se mordió los labios para cubrir otro chillido cuando la mano del mayor apretó su glande y sus labios mordieron su cuello.
—¿Qué...? ¡cielos, no, no...!
—Shhh, todo esta bien.
Minho volvió a morder su cuello y sintió como de repente el semen de Jisung caía sobre su mano, empapándole todo, mientras el muchacho soltaba el rostro y los labios de Minho caían sobre su boca para ahogar el grito que estuvo al borde de soltar.
—Lo siento, lo siento mucho... —jadeó el menor sin abrir los ojos, sintiendose morir por dentro—. Lo siento tanto...
—¿Por qué te disculpas, nene? eso es natural.
Minho mordió una de sus ardientes mejillas y esbozó una sonrisa repleta de lascivia. Verlo tan avergonzado le resultaba más excitante todavía. Llevó sus dedos hacia su boca, absorbiendo su dulce sabor hasta no dejar rastro de él en sus dedos. Hubiese deseado que el menor lo observase, pero como parecia destinado en no abrir los ojos, no lo logró. Exhaló con su entrepierna latiendole más fuerte que nunca. Eso todavía no habia terminado. Lo tomó de las caderas y se las elevó hasta pegarlo a su cuerpo.
—Siente como me pones —susurró en su oído, mordiéndole el lóbulo nuevamente y este solo atinó a pegar su cabeza en su hombro, suspirando—. Me estás volviendo loco.
—Minho, te quero...
Sus manos se detuvieron y lo soltó, ¿por qué demonios repetía tan seguidamente eso?, seguramente estaba loco o las neuronas que le faltaban todavía no regresaban a su cabeza. Quizá, el día de mañana, no le quedarían ganas de volver a repetirlo, aunque eso posiblemente no importase ahora. Sus hábiles manos empezaron a despojarlo de su pantalón y su ropa interior en menos de dos minutos, mientras Jisung se volvía a cubrir el rostro de vergüenza y se encogía lo más que podía. Cuando quedó desnudo frente a él, quitó las manos de su rostro y las colocó en su intimidad, sin despegar la cabeza de su hombro. Minho soltó una agitada risa y mordió su otra mejilla con más fuerza.
—Deja de cubrirte, porque tú y yo tenemos el mismo cuerpo, así que lo que veo en ti ya he visto miles de veces en mí. La única diferencia es que tu cuerpo es más bonito, más delicado y me hace desearlo de una forma que no te imaginas.
Lo observó negar con la cabeza y sus labios volvieron a reclamar los suyos antes de pasar su manos alrededor de su cuerpo hasta llegar a su precioso trasero y empezar a amasarlo con dedicación, elevándole poco a poco las piernas. Desde el primer momento, deseo tanto tocar ese trasero suyo y el hecho de hacerlo finalmente, lo estaba llevando a la locura.
Rayos.
Lo observó oprimir ambos labios y empezó a quitarse su propio pantalón, lanzándolo luego junto a sus bóxers negros. Sus manos se deslizaron hasta las de Jisung moviéndolas de su intimidad para luego dejar caer su cuerpo totalmente desnudo encima.
—Te deseo tanto, Jisung —masculló, escuchándolo lugar por no soltar un ruidoso gemido cuando su miembro todo el suyo—. Joder, te deseo tanto que duele.
Ingresó dos dedos a su boca, empapándolos de saliva, al tiempo que el menor se arqueaba nuevamente, frunciendo los labios en un gesto avergonzado, mientras él intentaba elevar más sus piernas y acomodarlas a ambos costados de sus hombros. Le besó todo el cuello, dejando que un hilo de saliva cayese sobre su enrojecida piel y entonces empezó a abrir las nalgas con su dedo indice, intentando ubicarse sobre su pequeño orificio.
Hasta que finalmente lo logro.
—¡Min...! —gimoteó su criado contra su hombro, intentando descender sus piernas—. ¡¿Qu-Qué haces...?!
Mierda, ¿cómo se supone que su erección iba a caber allí dentro?
Sus besos subieron hasta encontrar su boca y sus manos empezaron a separar sus nalgas, sintiendo que el solo ver ese perfecto agujerito le ponia tan duro que lo atolondraba. Su lengua empezó a cariciar su paladar y el muchacho suspiró, mientras Minho empezaba a meter su dedo índice en su interior con sumo cuidado. No logró entrar más que la mitad y Jisung ya estaba lloriqueando, asustado de repente.
—Estás tan deliciosamente estrecho —susurró el mayor, acariciándole el cabello y dejándole besos alrededor del rostro—. Me encantas.
Minho forzó el ingreso y Jisung soltó un chillido, así que empezó a besar sus labios con dedicación, intentando calmarlo. Estaba tan estrecho y le encantaba que se encontrase así. Le encantaba ser su primera vez en todo. Su dedo ingresó un poco más y el menor se quejó, con las lágrimas deslizándose por sus ardientes mejillas.
Cuando su dedo estuvo totalmente dentro, empezó a moverlo lentamente sin dejar de besar sus labios con la misma fogosidad de siempre, intentando alejar todo el dolor de él. Sintió como el menor se removia de dolor bajo su cuerpo, pegándose más a su hombro.
—Te quiero mucho, Honnie.
Movió su dedo con más rapidez, mientras el menor se quejaba y este momaba su miembro nuevamente, acariciando su longitud hasta que Jisung soltó un gemido de sorpresa. Se aprovecho para introducir un segundo dedo en su interior, mientras su mano coninuaba haciendo lo suyo en su miembro y el menor mordia los labios de la mezcla de dolor y placer que sentia invadiendo todos los rincones de su cuerpo en ese momento.
Lástima que esta sea la ultima vez.
Se acomodó mucho mas entre sus piernas y finalmente empezó a hacer movimientos de tijera con sus dedos, intentando prepararlo todo lo que le era posible, al mismo tiempo que acariciaba su glande y tiraba de su miembro con brusquedad. Jisung gimotea una vez más y Minho pensó que sus gritos eran como una melodía celestial para sus malditos oídos. Acercó sus labios hacia su oreja y le dió un suave lametazo por su alrededor.
—Voy a entrar, ¿está bien?
El menor gimió con vergüenza cuando Minho tiró de su miembro por segunda vez y retiró los dedos de su interior para empezar a posicionarse. La imagen de su desnudez y vergonzosa excitación es la imágen más preciosa que sus malditos ojos han visto alguna vez en su vida. Se dedicó a comerle la boca nuevamente y finalmente, lo tomó de las caderas con fuerza sin dejar de masturbarle con la mano.
—Te deseo tanto, Jisung.
Se acercó a su entrada con deseo e introdujo la cabeza de su notable miembro para después meterle el resto de una sola estocada, haciéndolo soltar de un grito arrebatador que estremeció las cuatro paredes, mientras sus lágrimas caían por todas partes.
—¡Ahh, no, no, no!
Minho presionó su boca contra la suya, mientras sentía como el placer lo embargaba y lo empezaba a volver loco. Estaba tan jodidamente estrecho que todos los músculos de su entrada rechazaban la nueva intrusión y aprisionaban su miembro en su pequeña cavidad, logrando que relámpagos de fogoso placer sea enviado a todas partes de su curpo. Soltó su boca y su mano se cerró sobre su miembro, empezando a masturbarlo de nuevo, al tiempo que hacía lentos movimientos en su interior. Sus labios absorbían todas sus lágrimas y su mano se movía a prisa sobre su miembro brindándole placer.
—Me vuelves loco, Han Jisung, demasiado loco.
Abandonó su interior y volvió a entrar, esta vez con menos fuerza, repitiendo este proceso hasta que finalmente dió con su próstata, ahogando el nuevo grito de su criado entre sus labios. Le presionó las nalgas y volvió a impactar contra su delicioso punto de placer, torturandole el lóbulo de su oreja entre sus dientes y sintiendo como el placer lo empezaba a cegar por completo.
—Dámelo, nene, dámelo —gruñó contra su oído, mientras el enrojecido muchacho intentaba no gemir y se deshacía de suspiros endulzados.
Volvió a impactar contra su próstata y finalmente sucedió. Jisung se estremeció y sus labios se entreabrieron. soltando un desgarrador grito de placer, mientras su semen humedecía su mano y los músculos de su entrada se contraían, aprisionando su erección con caliente y enloquecedora fuerza. Minho cerró los ojos también y lanzó un aspero grito, corriéndose en su precioso interior. El orgasmo es tan potente que estremeció todos sus sentidos y cuando retiró su miembro de su interior, no sabía muy bien donde demonios se encontraba. Soltó el menudo cuerpo del menor y este cayó sobre la cama, con la respiración amenazándole con detenerse en cualquier momento.
Minho se le quedó mirando un breve instante y entonces se levanto violentamente de la cama colocandose la camiseta y los jeans lo más rápido que le era posible. Cuando lo logró, se movió hasta la puerta, pasándose las manos por la cabeza, colocando la mano en el cerrojo.
—Quédate un momento, por favor, Honnie.
La susurrante voz de Jisung le hizo volverse y encarcó ambas cejas al encontrarlo cubriéndose el rostro y el cuerpo con una almohada, temblando en la soledad de la enorme cama. Minho se mordió el labio con fuerza y por un momento estuvo al borde de dejar la puerta y acercarse a su criado, pero finalmente se contuvo.
—No soporto dormir en otra cama que no sea la mía —soltó con fingido desinterés, abriendo la puerta mientras se encogia de hombros—. Nos vemos luego.
Y después de decir eso, salió del dormitorio lo más rápido que pudo.
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