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Me gustas. Y mucho.

Las palabras hacian eco en la mente de Jisung, que se había quedado tieso y sentía que su corazón estaba al borde de abandonar su pecho, el aire de sus pulmones se había evaporado y su mente también se había paralizado, incapaz de seguir funcionando. Todo en él era un caos en ese momento. Su mano tembló y el yogurt casi estalló contra el suelo.

-¿Te vas a quedar ahí o qué?

-Ah...

Minho se lo quedó mirando y arrebatando el yogurt de sus manos, bebiéndoselo de un trago y pasando luego la lengua entre sus labios. Como notó que su criado aún seguía en un "estúpido shock" que él no comprendía, lo jaló violentamente del brazo y lo metió de un golpazo al enorme local, lanzando la botella de yogurt en una cesta vacía. Después de algunos minutos, ambos salían por donde habían ingresado. Jisung llevaba dos enormes bolsas pesadas sobre sus delgados brazos y Minho tecleaba en su celular.

-Mierda, creo que va a llover.

-Pero si hace mucho sol... -musitó el menor, aún sin atreverse a mirarlo a los ojos.

-Aquí dice que lloverá.

El atractivo muchacho le plantó la pantalla de su celular sobre su enrojecido rostro y el menor solo sonrió un tanto, mientras asentía con la cabeza y desviaba la mirada. Las bolsas estaban a punto de caerse de sus brazos al ser tan pesadas, pero aún así continuó caminando.

-Pediré el celular por interntet, éstas tiendas del demonio no saben ni vender.

-Sí es mejor eso... así no pierdes el tiempo viniendo acá como hoy.

-Contigo nunca se pierde el tiempo, precioso, eres tan divertido.

Minho quiso soltar una carcajada, pero la boca se le secó al ver dos imágenes familiares caminando hacia su lado.

Mierda, mierda, mierda.

Era Chris y Seungmin, ¡¿qué carajos hacian ellos ahí?!

Se ajustó las gafas sobre los ojos y aceleró sus pasos, aunque era demasiado tarde; los malditos ojos de Seungmin lo estaban mirando y ahora abría los labios con sorpresa, llamándole.

Oh, mierda.

Tomó a Jisung del brazo y lo arrastró hacia el lado contrario con brusquedad y rapidez. El menor casi tropezó con todas las bolsas aunque no logró caer, porque la mano de Minho alrededor de su antebrazo ni siquiera le dió tiempo para eso.

-¿Qué sucede?

-Vámonos por otro camino -Minho miró hacia ambos lados y luego hacia él.

-¿Por qué...?

-Porque se me antojó salir por otro lado.

Cuando estuvieron en el estacionamiento, lo soltó y exhaló, pasándose una mano por su cabeza mientras lo miraba y eleveba una ceja. Había estado cerca de que lo alcancen

-Te vas a caer sí sigues teniéndolo, dame eso a mí.

Extendió un brazo hacia Jisung, quién miraba hacia las bolsas con una especie de "segundo shock" en su rostro. Sus labios se habían abierto y formaban algo parecido a una avergonzada sonrisa. Minho le tocó la barbilla por un segundo.

-Oye, ¿vas a dármelo? -el menor despertó de su ensueño y asintió rápidamente.

-Sí, gracias.

Minho llevó las pesadas bolsas sin ningún problema y se dirigió hacia su auto, abriendo la parte trasera y lanzándolas en su interior.

-Sube, precioso -indicó, caminando para abrirle la puerta delantera.

El menor asintió con la misma sonrisa de antes y unas chispas en sus ojos, ¿estaba enfermo?, exhaló, metiéndose en el vehículo y poniéndolo a trabajar en un minuto. La lluvia empezó a caer en diez minutos.

-Ya comenzó la maldita lluvia.

-Tenías razón, Minho.

-Siempre tengo razón, nene, eso ni lo dudes, ¿cómo piensas sobrevivir con esa ropa?

Jisung volteó su mirada hacia su vestimenta, ruborizandose mucho más. Toda su ropa era una vergüenza y Minho se habia fijado en ella.

-Creía que haría calor.

-¿Quieres que te dé calor?

Minho soltó una carcajada, mirándolo de reojo, mientras giraba hacia la izquierda. Sus ojos oscuros volvieron a fijarse en esa camiseta femenina que llevaba el otro; le causaba risa, pero debía aceptar que lo hacía más tía de lo que parecía.

-No te había dicho que esa camiseta te queda preciosa, me pones así.

-¿Ah...?

-Qué lástima que la vayas a mojar con toda la lluvia.

-¿La camiseta? -Jisung miró timidamente al mayor, que asintió con interés-. Sí, creo que no parará cuando lleguemos.

El auto aumentó su velocidad.

-No lo hará, menos mal que vine con la campera encima.

-Eres muy inteligente al pensar en venir con el abrigo, Minho.

Después de decir eso, Jisung descendió la cabeza, cerrando los ojos de vergüenza, ¿por qué había dicho eso? siempre la estaba arruinando, siempre. Subió la mirada y se encontro con los divertidos ojos de Minho, que estaba riéndose a sus anchas.

-¿Inteligente, yo? no me cabrees, suspendo todos los malditos exámenes.

-Las notas no reflejan la sabiduría, no siempre...

El auto giró hacia la izquierda y aceleró la velocidad mucho más.

-¿Y tú? ¿cómo ibas con tus notas? -Minho se volvió hacia el menor.

-Siempre aprobaba, pero era porque estudiaba mucho, no porque sea inteligente.

El vehículo se detuvo, habían llegado a su destino. Cuando salieron al aire libre, la lluvia empapó a Jisung desde su cabeza hasta los pies. El muchacho cruzó los brazos alrededor de sí mismo, pero no logró nada con eso. Minho abrió la puerta y lanzo las bolsas al sofá, dejándose caer con cansancio. Había sido un día de mierda. Observó como el menor entraba y cerraba la puerta, mirándole con la misma sonrisa de antes.

-Muchas gracias por el paseo, fue entretenido ayudarte, iré a ver la cena.

La mirada de Lee Minho ahora estaba centrada en la camiseta de su criado, en la forma como el agua le había adherido a su cuerpo y sobresalían unos botones en la parte de su pecho. Se preguntó que pasaría se lo traía hacia su cuerpo, le quitaba la camiseta y después de comerle la boca hasta las últimas consecuencias y morderle todo el cuello, cerraba sus dientes también sobre esos botones que sobresalían ahora de su camiseta, ¿se le pondrían muy duros o no? sí, quería sentirlos duros en su boca. Sintió como la respiración se le aceleraba y su entrepierna empezaba a reaccionar. Lo quería tener sobre ese sofá ahora mismo.

-Bien -soltó mientras el muchacho sonreía de esa estúpida forma y se marchaba.

Lo siguió con la mirada y luego exhaló lentamente, maldiciendo en su mente.

-¿De dónde vienes? ¿ahora los clubs nocturnos abren en la tarde también?

¡Lo que faltaba! Nayeon entró carcajeándose y se lanzó al sofá más cercano. De todos los momentos, ¿tenía que venir justamente en éste? si no fuera su hermana posiblemente le destrozaría el cuello.

-Qué carajos te importa.

-Qué humor...oye, no sé sí te has enterado, ¡tengo novio!

Minho se le quedó mirando con indiferencia; en realidad, en lo único en lo que pensaba era en el cuerpo de Jisung y en lo divertido que seria tirárselo toda la noche. Oh, joder. El calor empezaba a expandir por su cuerpo. Miró a la muchacha y se levantó de su asiento.

&¿Se nota cómo si me importase, hermanita? anda y cuéntaselo a las zorritas de tus amigas.

-Es Kim Taehyung, el único hijo del dueño de la hostelería Kim, ¿lo conoces?

-No conozco estupideces.

-Taehyung es el hombre de mi vida, está decidido.

-Así dijiste de los quince anteriores -la muchacha abrió los labios, ofendida y rodó los ojos.

-Imbécil, ésto es real. Estoy muerta de amor, Minho.

-Eres despreciable -soltó, ignorándola y colándose en la cocina.

Cuando ingresó, se encontró con la mirada sorprendida de Jisung, que lo observó con una sonrisa y continuó sacando algunas cosas de la nevera.

Minho miró hacia atrás con cuidado y luego se lanzó sobre el cuerpo del menor, haciéndolo retroceder de golpe hasta acorralarlo contra la pared. Los ojos de Jisung se alertaron enseguida y la sonrisa de su rostro desapareció al tiempo que descendía la mirada y sentía que su corazón se detenía.

-¿Qué pasa...?

-Nada, precioso, no te asustes, te he dicho que no te voy a hacer daño.

La mano de Minho tocó su cabeza de nuevo, mientras el menor abría los ojos mucho más y sentía que los nervios lo atacaban con más fuerza al notar que alguien podría entrar y verlos. Sin embargo su garganta estaba entiesada al igual que sus pulmones. Minho se centró en sus labios. Quería besarlo, queria devorarlo ahora. Oprimió su dedos en un puño, sintiendo el cuerpo del menor temblar frente a sí.

-Solo quería ver lo hermoso que eres y repetirte que me gustas.

Jisung sintió en ese momento su corazón disparar a mil kilómetros por hora y la vergüenza lo cubría de pies a cabeza. Su rostro se ruborizó en tal extremo que hasta sus brazos le ardían y no podía moverse. Sintió como la mano del otro se situó ahora sobre su barbilla y la elevó con fuerza, impidiendo que éste la descendiera de nuevo.

-Te doy doce horas para que me respondas y el tiempo comienza a contarse desde ahora, nene. No rompas mi corazón, ¿sí?

Minho sacó sus brazos de ambos costados de su cuerpo y con un gran esfuerzo de voluntad, salió por la cocina a pasos rápidos y le importo un carajo que su hermana le quedara mirando extrañada. Cerró la puerta de su habitación y se metió al baño mientras solo repetía dos cosas en su mente:

Qué estúpido eres, nene. Qué estúpido y qué jodidamente atractivo.

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