☆ SETENTA Y OCHO
Los ojitos de Jisung brillaron al ver la playa, a pesar de que estos se estuviesen cayendo por el sueño. Minho notó un ligero entusiasmo en él, pero no sabía el por qué, cosa que luego le preguntaría, quizás de esta manera tendrían más salidas a la playa.
Al bajar del auto, una brisa de viento congeló el cuerpito del menor, logrando que comenzara a temblar como gelatina. Pensó en decirle a Minho o no, pero considerando que hace mucho no venia, estaba bien pasar un poquito de frio. Además, tenia una chocolatada calentita y los brazotes de su hyungcito, así que estaba más que cómodo.
Pero por estar admirando la vista no se dio cuenta que Minho tenia entre manos una manta, y cuando lo hizo, esta ya cubría gran parte de su cuerpo, al igual que los brazos del mayor, rodeaban su torso.
—Quién te vea diría que estás cagado de frio.
—Uh, atrapado —dijo, cuando no podía liberarse de sus brazos a modo de juego.
—Sí, más que eso. No dejaré que te congeles mucho tiempo, ¿entendido? Cuando terminemos la merienda nos vamos, al menos al auto.
—¡Entendido, hyungcito!
Exclamó, saliendo disparado hacia la arena. Minho negó, había sido mala idea abrazarlo tan ligeramente.
—Ven, siéntate aquí.
Y en vez de dejar la manta debajo de él, la dejó entre sus piernas, así taparía a Jisung en cuanto se sentara.
—Su culito se congelará...
El mayor largó una carcajada y observó cómo se acercaba.
—Mi culito estará bien, no quiero que el tuyo se congele. Ven, que también quiero abrazarte.
Jisung hizo caso y se acercó con la merienda entre manos. Lee, quién recordó que tenia los resultados de los análisis en el bolsillo de su chaqueta los buscó y los dejo en las piernas del menor, de esta manera le hizo a acuerdo que debían leerlos.
—Oh, ya ni los recordaba...
—Yo tampoco, pero el doctor nos dijo que todo estaba más que bien y que no había señales de nada peligroso. No sé porque hicimos tanto drama de venir aquí a abrirlos, pero no está demás darle una ojeada.
—Hyungcito... —llamó antes de girar su cabeza para poder verlo—. Eso fue la excusa.
Sonrió tímidamente cuando Minho esbozó una preciosa sonrisa, antes de que hundiera su rostro en su cuello para darle besitos y provocarle cosquillas.
—Hyung... —llamó riendo a causa de lo que provocaba en él.
—Mi niño salió travieso. ¿Quieres saber algo? No hay necesidad de poner excusas, solo dilo y lo haremos, no tiene por qué darte vergüenza el pedirme cosas.
Jisung lo pensó seriamente mientras daba un sorbo de su deliciosa chocolatada. Se acomodó en el pecho de Minho, mientras disfrutaba de la vista del mar y sus olas, cuando una pregunta seria, que debía ser seriamente charlada y aclarada sus dudas, se instaló en su cabeza.
—¿Cuándo tendremos sexo salvaje?
Oh...No lo quiso soltar así como así, pero era inevitable.
Eran cosas que debían ser tema de conversación dentro de poco, porque ninguno de los dos era un niño, y ambos sabían lo que los "adultos" hacen. Hace bastante se conocían y hace un mes estaban juntos, y Jisung consideraba que lo del sexo era muy natural, pero que ninguna pareja se animaba a hablar hasta que el momento pasara, o que nadie daba el primer paso, ¿pero si no lo hablaba como iba a saber que se sentía listo? Así que decidió hacerlo él mismo, sin conjeturas ni vergüenza.
Bueno, ese pensamiento se le fue al ver la reacción de su hyung. Minho, en vez de tragar el café, lo escupió, provocando que el aire no pudiese pasar por su garganta. No dejaba de toser, logrando preocupar a Jisung quien comenzó a darle golpecitos en la espalda para que pase.
—Hyung, no era mi intención...
—Tra-tranquilo, estoy bien —dijo, tratando de recuperarse.
Su corazón comenzó a latir y a desesperarse por completo, claramente, no solo su corazón. Pero Minho ignoró todo aquello, y trato de responder la pregunta cómo si fuese la más normal del mundo.
—Cu-Cuando quieras. Hoy, mañana, pasado, en una semana, un mes... En resumen, cuando te sientas listo —soltó, tratando de que su voz no salga en un tono desesperado para que ese momento llegase.
—Mmh... Bien, pero... ¿será salvaje? Porque no sé si me gustan esas cosas...—ladeó su cabeza, pensando en cómo hacen las personas a las que les gusta eso, siguiendo la definición que el mayor le dio hace un tiempo.
—Bebé, no hace falta pensar en eso ahora, lo descubrirás cuando lo hagas, así que no te sientas presionado —se acercó a su oído y susurró—. De todas las formas... o como elijas hacerlo, será precioso porque tú eres precioso.
Han sonrió pero una pequeña duda se instaló nuevamente en su cabeza, logrando que una ligera tristeza se apoderara de él.
—¿Usted tiene mucha experiencia, no es así? Cómo es mi primera vez...Puedo parecer un poco terco, además de que no sé qué se hace exactamente...
—Sí, bebé, lo he hecho un par de veces antes. Pero no quiero que te preocupes por eso, que yo te guiaré para que ambos disfrutemos.
Minho largó un suspiro. Desde que descubrió que estaba enamorado del menor y que comenzó a tener varios cuidados sobre él, se había olvidado del hecho de que Jisung era más inteligente de lo que aparentaba.
Es decir, detrás de esa inocencia que poseía, se encontraba una persona bastante madura para la condición que Jisung tenia. Y entonces se dio cuenta que se sumió tanto en cuidarlo como a un niño, que no se dio cuenta que era una persona que sabía casi todo, o al menos lo primordial. Pero, por un lado, estaba un poco aliviado de que fuese Jisung quién dio aquel paso, porque sí, al hablar de ese tema o dar inicio a la conversación, le daba un poco de miedo.
Le causó gracia, ya que Jisung estaba preocupado por hacerlo bien, y la coincidencia era que Minho también estaba preocupado por hacerlo bien. Ya que era su primera vez, no solo con él, sino con un hombre.
Debía informarse sobre varios temas.
La noche había caído y consigo un muy somnoliento Jisung. Pero no se podía quejar, a pesar de las cositas malas que habían pasado, fue un día maravilloso, ya que pudo pasar un rato con su hyung en la playa.
Por otro lado, Minho, quien regulaba la calefacción para que estuviese calentito. Notó que Jisung se quedaba dormido lentamente mientras veía algún capitulo de los Osos Cariñositos. Una vez cerrados sus ojos, Lee no dudó en acomodar la manta para que no pasara frio. Sacó el capítulo y colocó música a un bajo volumen, al menos para distraerse.
El viaje no era tan largo, pero prefería entretenerse al menos con algo. Apenas eran las nueve de la noche y Minho no supo por qué Jisung estaba tan cansado como para andar en el quinto sueño. Pero debido al día y debido a cómo era el niño, supuso que los nervios se llevaron toda su energía y ahora que toda clase de preocupación se disipó, el cansancio atacó su cuerpo. Cómo deseaba estar en su lugar. Sin embargo, para no pensar en esas cosas, su mente pensó en algo que podía hacer y con precaución, tomó su celular y marcó el número de su madre, paraque al tercer tono contestara.
—Hola, Minho. No sabes cuánto me alegra poder escucharte.
El nombrado sonrió. Su relación era bastante difícil, pero no iba a negar que amaba su madre, al fin y al cabo, fue la única persona que lo amó desde que nació, a pesar de tomar malas decisiones.
—¿Cómo estás?
Aquella pregunta desconcertó a su madre, ya que a veces, Minho solía ser muy directo, saltándose esa parte.
—Oh, pues bien. El caso de tu padre me mantiene ocupada, con muchos abogados con los cuales hablar... ¿Y tú? ¿Estás bien?
Una ligera preocupación se instaló en el cuerpo de la mujer.
—Sí, depende del día. Lamento que te llame solo para esto, mamá.
—¿Quieres que te haga un favor, no?
Minho largó un suspiro, ¿tan obvio era o solo llamaba a su madre para pedirle favores? Ni él lo sabía.
—Si es posible, sí.
Al decir aquello, un silencio se instaló, uno que lo colocó en un estado medio incómodo entre él y su madre. Miró de reojo al menor para chequear que aun seguía dormido, y sí, aún lo estaba.
—Trataré de cumplir, pero será con una condición, hijo...
—¿Me dirás la condición antes del trato? ¿Cómo sabes que lo que tengo para decirte no es malo?
Trató de mantener el volumen de voz bajo, para no provocar que Jisung escuchase entre sueños.
—Minho, has cambiado. Tus notas, tu comportamiento... No fue hace mucho que has venido a pedirme un auto para una mejor comodidad, tanto para ti, como para tu novio... Por cierto, ¿él está bien, no? Solo me dijiste que era autista, no pudimos hablar más...
Ahora el desconcertado era él.
—Uhm... sí él está bien, está aquí conmigo... En realidad, está más en el quinto sueño que conmigo, pero está.
Largó una pequeña risa cuando lo miró, algo sorprendido de escuchar la misma reacción por parte de su madre.
—Mamá, ¿tienes contactos en el hospital privado de Seúl, no es así?
—Sí, ¿Pero por qué me preguntas esto?
—Necesito que trates de despedir a alguien.
—¿Qué, cómo? ¿Minho, en qué diablos estás metido?
—En nada mamá. Solo quiero que despidas al doctor Choi, encargado de las resonancias, tomografías... no sé cual es la diferencia.
Dijo con total sinceridad, tratando de respirar profundo para que el nerviosismo en él se disipara.
—Eso no importa. ¿Por qué quieres que haga algo cómo eso? Además, ¿cómo?
—Porque cometió negligencia. ¿Acaso en el protocolo del hospital dice que deben atar a los pacientes que tienen ataques de pánico? No, dice que en ese caso, se requiere la ayuda de un familiar, y ellos no hicieron eso.
—¿Quién fue? ¿Tu novio?
—Si, Jisung.
—En ese caso, es él quien debe denunciar, yo no puedo hacer nada...
Minho golpeó el volante con su mano, sintiendo un dolor conocido en sus nudillos, pero se tranquilizó enseguida. Detuvo el auto y miró a Jisung, quien no se había movido de su posición. Le acomodó el cinturón de seguridad, para que este no le lastimara el cuello.
—Por eso te estoy pidiendo que me ayudes. No hará la denuncia, lo lleva ocultando meses, no creo que lo haga. Además, ¿Sabes que sé que te acuestas con el dueño?
—¿Qué?
—Que te acuestas con el dueño, lo sé. Los vi cenando la otra noche, los encontré en un restaurante... quiero que sepas, que es tu vida y tú haces loque quieras con ella, pero ayúdame con esto.
No quería elevar la voz para que Jisung no se despertara, pero entre más recordaba cómo el menor se lo había dicho y la cara del doctor aparecía en sus pensamientos, lo único que quería era golpear algo. Específicamente la cara de aquel hombre. Pero tampoco sabía si aquello que estaba pidiendo estaba bien. Solo quería que Jisung ya no tuviese miedo de hacerse esos estudios.
—Está bien, está bien. Haré lo posible... Pero ¿Puedo pedirte una cena en donde comamos tranquilos? Y quiero conocer a ese chico, Lee Minho.
El nombrado frunció el ceño tras escuchar el tono de voz.
—¿Te enojaste porque descubrí tu amorío?
—No, me enojé con ese doctor, ¿cómo diablos le hace eso a un niño?
Lee asintió.
—¿Ahora sientes lo mismo que yo? ¿Me ayudarás entonces?
—Haré lo que puedo. Te llamo cuando tenga noticias.
—Gracias, mamá. Solo dime cuando quieras ir a cenar.
—Claro que sí.
Ambos colgaron la llamada y por fin, un sentimiento de felicidad, invadió su cuerpo.
Estacionó el auto en la entrada de la casa. Se retiró el cinturón de seguridad e hizo lo mismo con el menor, salvo que este ni cuenta se dio, solo cuando Lee accidentalmente cerró la puerta con fuerza demás.
Abrió los ojos asustado, ya que no era un lugar que conocía mucho, además de estar todo oscuro. Se irguió del asiento, tratando de no entrar en pánico.
—Hyungcito... —llamó preocupado.
El mayor lo escuchó y se apresuró en rodear el auto para abrir la puerta del acompañante y así poder hacerle saber que no estaba solo.
—Aquí estoy, bebé —dijo en un tono cálido y tranquilo, que logró calmar al menor.
—¿Llegamos a casa?
—Así es —afirmó, sacándole lentamente la manta para que no tuviese frio de repente.
—¿Me dormí todo el viaje? —preguntó.
—No, nos teletransportamos desde la playa hasta aquí y tiene sus consecuencias, como perdida de memoria —bromeó.
Jisung inmediatamente frunció su ceño, totalmente enojado ante la sonrisita irónica de Minho.
—No me mires así... —suplicó el mayor, aún seguía averiguando porqué diablos aquella expresión era tan linda y tierna.
—No me responda con sarcasmo —exclamó desde el auto—. Ni menos ponga esa sonrisa...
—Es mi manera de sonreír, niño, ¿quieres que no sonría?
Jisung lo miró aún con su ceño fruncido y Minho pudo deducir que aquella expresión tenía fases: primero linda y tierna. Segunda graciosa y tierna, y la tercera estaba a punto de descubrirla.
—¡No! Su sonrisa es muy bonita como para que la oculte. Además, es nuestra forma de expresar la felicidad, si usted no sonríe, yo no sabré si es feliz conmigo... Así que sonría, hyungcito, pero no esa sonrisa irónica, se está ganando un golpe de mi parte.
Las piernas de Minho temblaron, ya que Jisung salió del auto, con su expresión enojona, sumando a su cara de dormido y las mejillas rojas.
—¿Tu lema no era amor y paz?
—Desaparece cuando sonríe así —espetó—. Pero bueno, que se le va hacer. No pienso golpearlo hyungcito, solo era para asustarlo. Una bromita —aclaró.
Jisung le sonrió y pasó por su lado, a lo que Minho creyó que lo abrazaría, pero no, quedó allí con sus brazos algo elevados.
—¿Se va a quedar ahí, hyungcito? Hace frio —preguntó, tratando de introducir la llave en la cerradura.
—Es que... Pensé que me ibas a dar un abrazo, no fue así y me quedé con las ganas...
Miro a Jisung con un puchero, siguiendo cada uno de los pasos que el menor hacía para conseguir las cosas cuando Lee le decía que no. Pensó que no serviría, pero para su sorpresa, Jisung fue corriendo hasta él, para abrazarlo fuertemente.
—Me gustan todas sus sonrisas, hyungcito, se ve bonito cuando sonríe.
—¿Entonces era bromita?
—Bromita, bromita —afirmó, acomodando su rostro en el pecho del mayor—. Lo amo mucho, hyung.
—Te amo también, enano.
El menor rodó los ojos. Lee tomó su rostro para alcanzar sus labios. De esta manera, ambos sellaban aquellas palabras que ambos sabían que durarían para siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top