☆ SESENTA Y SEIS
La noche cayó y consigo, nieve llenando la acera y gran parte de la ciudad.
Sus ojitos brillaban cuando el copo de nieve se desvanecía sobre el cemento de la vereda, o se quedaba atrapado en alguna rama del árbol gigante que tenía en frente. Estaba sentado en un pequeño sillón que tenía junto a la ventana, su madre le dejó dormirse un poquito tarde para poder disfrutar de esa noche, helada, pero estrellada. En sus manos tenía una taza con chocolate caliente, la cual le daba el toque al momento y al lado de la chimenea, que calentaba casi toda la casa; parecía una escena de un drama.
De esas cuando la relación de los protagonistas estaba algo tensa, incluso rota, y uno de los dos se detenía a pensar en qué debía a hacer para ganar de nuevo la confianza de su amor, o lo que se haya perdido.
Pero... Todo estaba más que bien con su hyungcito, ¿no?
Lo que más le sorprendía es que aún no le contestaba los mensajes que hace dos horas le mandó, preguntándole si quería ver la nevada juntos. Tenía una magnifica idea: prepararían algo calentito y junto a la chimenea, se sentarían a ver la nieve caer. Mientras se ponía su pijama de ardilla y Minho uno de gatito... Pero se entristeció cuando se dio cuenta que su hyung no tenía uno. Sin embargo, se entristeció aún más cuando notó que Lee estaba en línea, pero aún así no le contestaba.
No pudo evitar formar un puchero y que sus labios temblasen al tener un mal presentimiento.
Bebé
Hyungcito, venga por favor
¡Está nevando, tenemos que verlo juntos!
Hice una chocolatada, está calentita
También hice pastel de chocolate
Hyuuuuung
Ohhh, ya vi la hora, debe estar descansando...
¡Buenas noches hyungcito! Ya tendremos otra nevada para ver juntos
Cierre sus ojitos y descanse ♡
Y así lo hizo, cerró sus ojos, pero no para descansar, sino para dejar que sus lágrimas bajen por sus mejillas. Si nada hubiese pasado, hubiese salido corriendo para poder ver la nevada junto a Jisung, pero allí estaba, sentado en el sofá de la casa de Hyunjin, dejando que la señora Hwang le limpie la herida.
Una vez finalizado, volvió a releer los mensajes, queriendo con todas sus ganas ir hacia él y abrazarlo, pero no quería que lo viese así.
Destruido, lastimado... ¿Loco, no? Porque si decides amar a una persona, debe conocer todos sus lados, ¿no es así? Entonces no era tan valiente como creía. No forjó una valentía que por años creyó haber armado, algo así como un muro ante su verdadera personalidad.
Y ahí estaba, atemorizado por demostrar su verdadera persona ante Jisung, a quién prometió proteger... No quería que se enterase del monstruo que era su padre, ¿pero, acaso le quedaba otra? No quería lastimar a Jisung, e ignorando sus mensajes como lo estaba haciendo, definitivamente estaba creando una brecha de dolor inconscientemente.
—¿Por qué tan nervioso? —preguntó Hyunjin, una vez que su madre se acostó a dormir.
Minho largó un suspiro, sin saber exactamente qué responder. Pensó, pensó y pensó, pero la bola que se estaba formando en su garganta, la cual le impedía que sus palabras salieran a la luz, crecía cada vez más. Odiaba sentirse así. Inútil, inservible, como si no valiese absolutamente nada.
—No estoy nervioso.
—Pues, algo te mantiene inquieto. ¿Has dormido bien estos días o el insomnio ha vuelto?
—Volvió. Hace un par de meses que estoy igual, pero sé que pasará.
Hyunjin lo observó y largó un suspiro. Le dio un par de palmadas en el hombro, para decirle que estaba ahí, aunque no sabía como expresarlo con palabras.
—Hay más gente a la que le importas de lo que piensas, Lee. Y aunque no lo creas, Jeongin te quiere también —bromeó y a pesar de que no lo esperaba, escuchó una risa salir de la boca de su amigo.
—Gracias por hacérmelo saber. A veces me juzga con la mirada... no lo culpo, yo también lo haría, él solo trata de proteger a Jisung de un idiota.
—¿Sí, no? —ambos rieron y Hyunjin notó que ya era bastante tarde, además de que sus ojos pesaban demasiado y quería cerrarlos cuanto antes—. Voy a descansar lo que tú no puedas dormir.
—Gracioso lo tuyo.
Hyunjin largó una carcajada y dejó las llaves de su auto arriba de la mesita y miró a su amigo directo a los ojos.
—No estás cómodo aquí... Ve con Jisung y me devuelves el auto mañana, en una pieza, por favor, ¡Y limpio! —gritó, yendo directo hacia su cuarto.
Minho rió y tomó las llaves del auto, marcando el número telefónico de Jisung, el cual curiosamente se prendió de memoria.
No le contestaba. Ya era más que media noche, y era más que obvio que Jisung se encontraba en el quinto sueño. Así que no le quedó otra que subir por el árbol y trepar hasta llegar al balcón.
Maldijo, una rama rozó su mejilla lastimada y le hizo ver estrellas. Se colocó delante de la ventana e intentó abrirla pero era obvio que estaba cerrada. La cortina estaba un poco corrida, así que podía ver directo a la cama de Jisung, y en como él dormía tan plácidamente que le dio pena tener que molestarlo, pero idiota tenía que ser, así que volvió a marcarle.
Observó como la pantalla del celular ajeno iluminaba toda la habitación y escuchó el sonido de una canción de Twice sonar. Rió, pues uno de sus ojitos se despegó unos segundos después que el otro, era algo gracioso, pero a la vez muy tierno.
—¿Hyungcito? Su voz sonaba tan linda cuando estaba adormilado que podía escucharla toda su vida.
—Sé que suena raro, pero... estoy afuera, en el balcón de tu cuarto, ¿me abres? Hace frio.
Jisung se apuró y abrió con desesperación. Tomó con fuerza la mano helada de Minho lo empujó adentro de la habitación. Cerró de inmediato para que no entre frio. Pegó sus ojos en el cuerpo de Minho y este traía poco abrigo, así que no tardó en buscar una manta y cubrirlo con ella para luego abrazarlo con todas sus fuerzas.
—¿Qué traes puesto? Te ves adorable.
—Es un pijama de animalito.
—¿Eres una rata? —preguntó al notar el color oscuro y las dos orejitas que sobresalían.
—¡Una ardilla, hyung! —retó e inconscientemente hizo un puchero.
—Oh, lo siento, no veo muy bien. Pero te ves adorable con cualquier cosa, así que no hay por qué saber qué es.
—¿Con cualquier cosa? —preguntó para saber de nuevo su respuesta.
Se despegó del pecho para ver sus ojitos, pero había algo que no podía distinguir muy bien.
—Quiero acariciarte, pero tengo las manos frías —dijo, para poder dispersar la mirada de Jisung sobre él.
Tampoco era mentira. El menor estaba tan calentito, que a pesar de que la manta estaba haciendo el trabajo de cubrirlo del frio, también lo hizo Jisung con el abrazo. Quería tocarle el rostro, tomarlo de las manitos, pero las suyas estaban tan heladas que no quería hacerle pasar frio.
—Hyungcito, ¿quién le hizo daño? —preguntó con sus ojos llenos de lágrimas.
Minho suspiró. Se alejó del menor para poder sentarse en la cama y hacerle una seña paraque se siente sobre sus piernas. Jisung frunció el ceño, no entendía lo que quería decir hasta que Minho lo tomó su cintura y lo atrajo, para que se siente entre sus piernas. Apoyo su espalda en el respaldar mientras sentía las caricias de Jisung en su mejilla sana.
—¿Si te lo digo... tú...?
—¿Eres batman? —preguntó de la nada, interrumpiéndolo—. Porque si me dices que si, sí que me voy a enojar.
—Sí, lo soy —confesó, siguiéndole el juego y sin poder aguantar las risas.
—Estoy muy enojado contigo —se cruzó de brazos y frunció su ceño, formando a la vez un puchero.
—Te ves tierno, enójate más —pidió, mientras llevaba sus manos hacia su cintura.
—¡Hyung! El rubio dejó aquel juego y volvió a hacerle caricias en su mejilla sana, dándole el tiempo que Lee necesitara para hablar.
—¿Recuerdas cuando dije que tenía mala relación con mi padre? Bueno, nonos hablamos y cuando lo hacemos, terminan en golpes... Yo... No quería que lo supieras... Que te enteraras de esto.
—¿Por qué? Somos novios... Y los novios se cuentan todo, porque son personas que confían el uno al otro... ¿no confía en mi?
El corazón de Lee dio un vuelco cuando notó las lágrimas salir de los ojos contrarios. Le importaba un carajo si tenia las manos frías, debía limpiar su precioso rostro.
—No llores bebé, confío en ti más que nada en este mundo. Son cosas difíciles de contar, amor... no llores.
—Pe-Pe-Pero su papá le hizo daño, ¿c-como quiere que no llore? ¿Du-duele mucho?
—Duele, pero mientras me hagas caricias, no siento nada.
—E-eso ya es a-aprovecharse, malo —escondió su rostro en el cuello de Minho, ahora era su turno de recibir tiernas caricias—. ¿Siempre le hizo golpes así?
—Desde que era niño.
Jisung abrió sus ojos como platos, recordando la cicatriz que vio sobre su estómago hace un tiempo atrás. Se levantó de su pecho y llevó sus manitos hasta el lugar y acarició la cicatriz por encima de la sudadera.
—Entonces... Su pancita... ¿Fue él?
Minho tragó saliva y las palabras salieron por sí solas.
—Hubo una discusión entre mis padres y un botella de vino se cayó. Luego me empujó y yo caí sobre un vidrio, cortó profundo, pero no ocasionó daños graves.
Jisung hizo otro puchero y las lágrimas volvieron caer. Abrazó a Minho tan fuerte como pudo, como si de alguna forma lo protegiese a su manera.
—No lo dejaré salir de esta casa nunca —sentenció, escuchando las risas del mayor—. Lo digo en serio.—Lo sé, precioso. Das miedo, definitivamente a mi padre le temblarían las piernas. Ven acá, mi osito gruñón —dijo, buscando sus labios para hundirse en un dulce beso.
Sin embargo, la idea de que Jisung pudiese estar delante de ese hombre, le revolvió el estómago, llegando a causarle náuseas.
—¿Por eso no contestó mis mensajes?
—Tenia miedo.
—Pues, no lo tenga... No lo voy a juzgar... Además, no podemos elegir a nuestros padres, pero si elegir alejarnos o no, y me alegra mucho que haya salido de ese ambiente. Ahora entiendo por qué se va a los golpes tan rápido cuando pasa algo... pero no es su culpa hyung, sino de quien te dio a entender que eso es bueno.
—Lo siento tanto.
—No hizo nada malo, hyungcito.
Y de nuevo, las palabras se quedaron atascadas en su garganta. Quería gritarle que lo sentía. Que estaba tan arrepentido por haberle hecho daño y de no haberle pedido ser novios como corresponde... ¿cuando haría las cosas bien?
Todos sus pensamientos se borraron en cuanto sintió un pequeño y suave besito en su mejilla lastimada, aunque muy lejos de la herida.
—Un besito porque con amor sana más rápido. Mañana le daré otro para que ya no duela tanto.
—Eres tan tierno... —susurró y señaló con el dedo índice su labio inferior—. Aquí también tengo lastimado... Un besito, rápido que duele.
Jisung negó repetidamente, sin embargo, le dejó un dulce beso. Minho, quien estaba lejos de estar satisfecho, señaló ahora su otra mejilla.
—Hay una herida pequeña, no la puedes ver con esta luz tenue —Jisung frunció el ceño y se quedó pensando—. Sin tus besos no va a sanar, apura.
Rió y dejó un beso allí también y por las dudas, uno en su frente, en la sien y uno en la punta de su nariz. Quería decirle en qué otro lugar quería más que un besito, pero no era el lugar ni la hora indicado para eso. El momento llegaría luego, ahora solo disfrutaría del proceso.
—Te amo, ¿sabes? Para mañana voy a estar mejor, pero ya sabes... Voy a necesitar más besitos.
Jisung rodó los ojos y se alejó para poder acomodarse en la cama. Minho lo recibió a gusto sobre su pecho, siendo su turno de dejar un dulce beso sobre su cabeza.
—Te amo mucho, Min.
Confesó algo ya sabido, pero que era necesario para los oídos de Lee y su sueño. Por fin, pudo dormir toda la noche, entre los brazos de Jisung.
Pudo dormir a gusto.
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