☆ OCHENTA Y NUEVE

Jisung hizo un pucherito. Había como cuatro botellas grandes de jugo de manzana, y otras cuatro, del mismo jugo, pero de su marca favorita, lo que le llevó a pensar que, si solo les convidaba con las primeras, porque quería sus favoritas para el solito, y bueno, un poquito para Minho. ¿Acaso eso lo convertía en alguien egoísta? Cerró la heladera, observando a sus amigos jugar a algo que no entendía muy bien lo que era, pero si Felix y Jeongin se divertían, entonces era bueno. 

Tenía ganas de acercarse, pero Changbin le preguntó si tenía algo para beber, entonces preparó vasos con jugo de manzana, y eso se le había llevado una botella y ahora le quedaban tres. Sumando con sus deditos, notó que todavía no habían cenado, entonces, por ende, sumó dos botellas más y le quedaba una. ¿Tendría que poner su jugo favorito? 

—Pero yo no quiero ser egoísta... —susurró, haciendo un pucherito, en verdad le costaba dejarlas ir. 

Minho, quien de repente se colocó detrás de él, frunció su ceño, preguntadose a qué se refería, y no fue hasta que Jisung volteó, con su rostro asustado por la repentina presencia, que habló. 

—¿Por qué serías egoísta? 

Jisung señaló la botella casi vacía y abrió la heladera para hacerle entendera que se refería, pero no fue así, ya que eso lo hizo dudar más. 

—Si no hablas no se a qué te refieres, bebé... —sus ojos se encontraron con las botellas de la marca favorita del menor, medias escondidas—. Oh... ¿no quieres convidarles de tu jugo de manzana? 

—¡Baje la voz! —espetó, asustando al mayor. Miró para atrás, esperando que los otros chicos no lo hayan escuchado, pero estaban muy concentrados en el juego—. ¡Por algo se lo dije con señas! 

—Ya, ya. No serás egoísta si eso piensas. Convídale con lo que tienes, y sino están satisfechos con eso, que ellos vayan a comprar algo que les guste. Lo digo más por Changbin o Hyunjin, son medios zánganos. 

—Pero hyungcito, ¿qué es eso? 

—Que son perezosos —dijo, acomodándose el cabello mojado, ya que venia de darse una ducha. 

—¿Como usted? —Minho comenzó a asentir, pero una vez comprendió lo que había dicho el rubio, negó. 

—Oh, bebé, estás muy chistoso últimamente —susurró, a la vez que pasaba sus manos por la cintura ajena para terminar en un lindo abrazo. 

Jisung sonrió y lo abrazó enseguida. Ambos se quedaron allí un momento, hasta que Changbin pegó un grito por haber perdido contra Jeongin, ocasionando que el rubio se asuste y de esa manera, se aferrara a Lee. 

—Oye, si vuelves a gritar así, te saco de una patada —amenazó Lee. 

—Y yo de mi casa —contraatacó Seo. 

Felix lo miró con semblante serio, el cuál asustó a Changbin, además de que el menor le proporcionó un pequeño golpe en el hombro. 

—No grites así, amor, es que JiJi se asusta y puede causarle un ataque, eso no sería bueno... 

Seo asintió, comprendiendo cada palabra que su novio le decía. Bajó sucabeza y susurró. 

—Lo siento, no sabía eso. 

—Lo sé —le sonrió y comenzó a proporcionarle caricias en las mejillas—. Luego te enseñaré bien qué es lo que tienes que hacer, es mejor estar precavido cuando se trata de JiJi. 

—Entiendo, sí, será mejor que hablemos de eso —le dejó un pequeño beso en su mejilla. Seo se volteó y miró a Lee—. Tranquilo, no te echaré, aunque me contaron por la cucaracha que anduviste haciendo la compras del mes y cuando vas a casa, solo traes tu cara de culo. 

Todos rieron a excepción de Lee, que colocó la misma expresión que Seo describió. Pero cuando las risas cesaron, esa mirada fue a parar específicamente a Jisung, quien abrió la boca cuando le dijo que no fuese así. Sin embargo, terminó sonriendo al ver lo avergonzado que estaba, junto a sus cachetitos rojos y una sonrisa tímida. 

—Ven acá, mi niño travieso. 

Jisung quiso salir corriendo, pero Lee lo atrapó rápido y logró besarlo en cada mejilla. El menor le sonrió en grande y luego lo abrazó, de esta manera, pidiéndole perdón por meter la pata unas horas antes, ¿pero como iba a ocultar esos momentos con su novio? No podía, tenía que decirlo, tenía que contarlo a todas las personas que conocía, ¡todo el mundo debía enterarse que se sentía muy bien con Minho! Aunque solo sea estar tirados en la cama viendo una serie, se sentía como si todas las mariposas revolotearan en su estómago, ocasionándole unas preciosas cosquillas, las cuales le recordaba a sus primeros momentos. 

Jisung despegó su cabecita del pecho ajeno y en cuanto sus ojos se posaron sobre los de Minho, estos brillaron en demasía. Lee lo notó, podía observar esas pequeñas cosas que parecían imposibles, sin embargo, desde que aquel enano llegó a su vida, lo imposible no existía. Por más cursi que suene. 

—Ojitos brillosos —susurró sin pensarlo—. Eres precioso. 

Los cachetitos de Jisung se prendieron en un carmesí y logró esconder su rostro en el pecho ajeno, una vez más. Iba a decir algo, pero la interrupción repentina, lo asustó y se volvió a aferrar al cuerpo del mayor. 

—¡Aw! —exclamaron Changbin y Hyunjin, quienes entraban a la cocina—. Nuestro pájaro voló del nido —dijo el mayor, tomando un vaso con jugo. 

Minho entendió que se refería a que fue el último en tener pareja, aunque pensó que no tenía mucho sentido, pero lo ignoró cuando el rubio tiró de su sudadera, preguntando si le podía explicar lo que le dijo. Lee le tiró una mirada prácticamente asesina a Seo, quien con una reverencia mal hecha, se disculpó. 

—¿Tienen un pájaro? ¿Y por qué dice que voló del nido? ¿Se perdió, hyungcito? —preguntó con un tono de voz triste, señalando con su dedo índice a Changbin. 

—No, no, no. No le prestes atención a lo que dice, ¿sí? 

Jisung abultó sus labios, asintiendo a lo que su novio decía, aunque, por adentro, se sentía mal por aquellos pajaritos que volaban y volaban, sin saber como encontrar una casita. 

Cuando el trio arcoíris se situaba en la sala viendo una película, Minho pensó que estaban lo suficientemente lejos para contar lo que ha estado viviendo estos días, en especial Jisung. 

Al hablar, no quitaba la vista de la sala, tenia que observar si alguno de los tres aparecía. El rubio estaba bastante feliz con la compañía, así que no quería arruinarle la noche con el tema de Yunho. Y cuando Lee finalizó de contar, ambos chicos que lo miraban fijamente, bebieron del jugo de manzana que el dueño de casa les brindó. 

—¿Y ese loco esta suelto? —preguntó Hyunjin, mientras largaba un suspiro. 

Lee asintió. El frío le comenzó a calar los huesos, hasta congelarlos y no tener articulación en ninguna extremidad. Abrió la caja de cigarrillos y prendió uno, el calor comenzó a viajar por cada rincón, aunque eso no era suficiente para sentirse conforme. 

—Pero no lo estará por mucho tiempo —murmuró Lee, alzando una ceja. 

Exhaló el humo, notando como Jisung se daba la vuelta para observar y frunció enseguida su ceño, haciendo reír a Lee. Una vez que el menor volvió a prestarle atención a la televisión, Minho pudo volver a la seriedad de antes. 

—¿Qué tienes planeado? Porque no creo que lo vayas a matar, sino, ya lo hubieses hecho. 

—Lo golpeé, una vez, pero no fue suficiente —miró hacia el cielo oscuro y largó todo el humo que contuvo por unos segundos—. Me estoy aguantando las ganas. 

—Vaya Minhito —habló Seo esta vez—. Sí que tienes una razón para no ir a la cárcel y seguir viendo la luz del día. Si hubiese sido el mismo Minho de antes, estoy seguro que le hubieses partido hasta los dedos del pie —llevó una de las papas que habían comprado a su boca, degustando como hacía una buena combinación con el queso cheddar. 

—Lo destrozaría por completo. Dejaría sus riñones desplazados por el camino para que algún animal se lo coma —confesó sin pizca de remordimiento, pero negó enseguida—. Pero tienes razón, a Jisung no le gustaría la idea de pasar solo veinte años juntos, porque estoy seguro que a los otros, los pasaría encerrado. Le prometí que pasaríamos cien años juntos, y no pienso romper mi promesa —hyunjin y Changbin chillaron de la ternura, más aún, al ver la sonrisa en el rostro de Lee—. Es por eso que hablaremos con su madre, estoy seguro que lo sabrá resolver.

 Minho largó un suspiro, sintiendo que el calor insuficiente del cigarrillo al inhalarlo no le saciaba por completo. Buscó con la mirada a Jisung notando que solo sobresalía su cabellera, ya que estaba totalmente concentrado en la película que estaba sobre la gran pantalla. 

Entonces supo, que la necesidad que recorría en su cuerpo, era una de abrazarlo, de estrecharlo contra su cuerpo, sin importarle las quejas del menor, lo apretaría fuerte y lo llenaría de besos. Quería protegerlo, tenía que hacerlo. 

—¿Yunho conoce a Jeongin? —preguntó Hyunjin, más que molesto ante la pregunta que él mismo hizo—. Sé que no es igual con él, pero si mantiene alguna clase de relación con mi amorcito, será mejor que empiece a alejar a Jeongin de ese loco. 

Minho apartó la mirada y la dejó sobre su amigo. Pensó en una respuesta clara, nunca le había preguntado sobre esas cosas, ya que era un tema que prefería no hablarlo con profundidad, porque con el solo decir su nombre, el enojo golpeaba su cuerpo de una manera incomprensible. Sin embargo, supo que evitar aquello, fue un gran error. 

—No... No lo sé, Hyun —respondió, quería agregar alguna otra cosa, pero las palabras se ahogaron en un suspiro. 

—Si lo veo cerca de Felix, lo mataré —advirtió Seo, dándole un trago a su jugo. Sonrió—. Y pensar que solíamos tomar alcohol... Dios, nos dieron vuelta como a una tortilla. 

Rieron, ya que estaban más que de acuerdo con aquellas palabras. 

—Voy a dentro, ya hace frio y Felix no me va a dar besos si es que me enfermo. 

—Lo mismo digo —le siguió el más alto. Ambos chicos se pusieron de pie y tomaron los vasos y platos con comida que habían sacado para volver a guardarlo. 

Sin embargo, el mayor se quedo unos minutos más afuera, pensando en algo que no sea Yunho, ya que era una noche demasiado linda, a pesar de haber empezado completamente mal. Una cabecita asomándose por la puerta lo distrajo y sonrió. Jisung, dejando medio cuerpo adentro, ya que no quería congelarse como Minho lo estaba haciendo, lo llamó en un susurro, notando como el mayor sonreía. 

—Ven, rápido —exclamó, sintiendo su cuerpo temblar, ya que antes estaba envuelto en unas mantas—. ¡Levante el culito! 

Minho se carcajeó, pero le hizo caso y se puso de pie, para entrar en la casa. Cuando se encontró delante de Jisung, solo pudo acariciarle el cabello, ya que tenía las manos frías. 

—Si mañana amanece enfermito, yo lo cuidaré. 

—¿Y recibiré besitos?—Muy depende de lo que tenga, porque si nos contagiamos los dos, nos tendremos que separar, y yo quiero pasar el día contigo. 

Minho sonrió, enamorándose aún más de aquel chico, quien hacia expresiones locas y movía sus manitos para acompañar lo que decía. 

—No me enfermaré, pero si quieres puedo fingir —le guiñó un ojo ante la grandiosa idea. 

—Eso no, ¿cómo vamos a fingir algo, cuando sí hay gente que está enfermita? No podemos jugar con esas cosas, hyungcito... 

—Pero quiero que seas mi enfermero personal, ¿por qué no? Nadie va enterarse. 

—Debe estar enfermito de verdad —frunció su ceño, hizo un pucherito y se cruzó de brazos. 

Estaba para sacarle una foto, ¿donde carajos había dejado su celular? No pudo evitar llevar sus manos hacia su rostro, y a pesar de que la piel se erizó, siguió acariciando las mejillas suaves de su niño. 

—Gruñosito, no te enfades. Vamos al sofá —dijo, antes que las ganas de tomarlo y llevarlo a la habitación para estar solo ellos dos, creciera. 

Jisung solo sonrió y condujo al mayor hasta donde le dijo. Hizo una seña, indicando que el pelinegro se sentara primero y luego él se sentó sobre sus piernas, se acomodó también sobre el pecho ajeno, prestando atención a la película y amando las caricias que Minho le dejaba sobre su espalda. Una vez el sueño comenzó a instalarse en su cuerpito, no pudo más que cerrar sus ojos, ya que no podía luchar contra él, ni su rutina. Así que acomodó su cabecita en la curvatura del cuello de Minho, y precedió adormir como un oso, así como él decía. 

Minho notó la hora y era evidente que Jisung, no podía resistirse a pasarse de su horario, así que con calma, pasados unos treinta minutos, lo cargó hasta la habitación, la cual, por esta noche, la compartiría con Felix yJeongin. 

Una vez depositado en la cama, le acercó el peluche de gruñosito, con el que suele dormir cuando él no está, y cubrió con todas las mantas posible paraque no tuviese frio. Le dejó un beso en su cabeza, y se fue de allí, no sin antes corroborar que la luz tenue esté encendida. Al salir de la habitación, se encontró a dos somnolientos chicos, acompañados de sus novios. Quiso reír a carcajadas, burlarse, pero él era igual o peor con Jisung. 

—No hagan mucho ruido, acabo de acostar a Jisung.

—Aw, Minhito, estas muy... 

—¿Que parte de que no hagan ruido, no entendiste? —volvió a susurrar, queriendo matar a Seo. 

—Ya, ya, lo siento. 

Minho lo ignoró y simplemente se dirigió hacia la sala, importándole poco si es que alguna pareja se desviaba hacia la habitación de invitados. El tiempo pasó rápido, más que nada porque encontró algo que ver en la tele. Algo que le ayudo a que sus pensamientos se vayan por al menos cuatro horas, pero que el sueño, ni de señales de vida. Eran las tres de la mañana y solo estaba tirado en el sillón con su celular, notando como cada uno de sus amigos iba hacia arriba, donde sus novios estaban plácidamente durmiendo, pero que ya no volvían, por ende, ninguno iba a revisar si estaban bien, y ya sabia cual era el fin con el que Seo se levantó del sofá y le acarició el cabello antes de perderse en el segundo piso. Frunció su ceño, esperando a que ninguno despierte a Jisung. Pero por otro lado, Seo se espantó al ver al dueño de casa, en vuelto en varias mantas y un peluche entre manos. 

—¿Y mi hyungcito? —murmuró con una voz totalmente ronca. 

—En la sala... ¿Félix está contigo, no? —Jisung asintió, un poco perdido—. ¿Puedo dormir con él? Prometo que solo será eso. 

Jisung frunció su ceño estaba dormido, no entendía que decía, pero por más que trate, no sabía qué era lo que podían hacer a estás horas antes que dormir. Consideraba fielmente, que si se trataban cosas de adultos, había horarios para eso. 

No le dio mucha vuelta al asunto y solo dejó que Changbin entrara a su habitación, mientras él, agarrado de la baranda, bajó con cuidado las escaleras, hasta notar el celular con el brillo algo alto, dándose cuenta que Minho solo divagaba en redes sociales sin saber que hacer exactamente. 

—¿Hyungcito? —preguntó alzando la voz, y llamando por completo la atención del mayor. 

—Bebé, ¿qué haces despierto? —observó como venia tapado con varias mantas hasta la cabeza. 

—Es que... Te busqué y no estabas... quiero estar contigo, Min. 

Sus ojitos aún no se despegaban del todo y se restregaba con sus dedos para quitar la comezón. Jisung solo esperaba que le diga que sí, había traído muchas mantas para que ambos se puedan tapar y dormir juntitos como si estuviesen en su cama. 

—Son las tres de la mañana para morir de ternura —musitó—. Ven, nos podemos acostar los dos aquí. 

Jisung inmediatamente se tiró arriba y se acomodó en su pecho, al igual que al peluche que apretó con sus manitos hasta quedarse dormido. Y Minho solo pudo caer por él, perdiendo la cuenta de cuántas veces pasó eso en el día.

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