☆ OCHENTA Y DOS

Jisung se encontraba un poco triste. 

Sin embargo, pensaba que solo era una estupidez, pero estaba acostumbrado a que Minho lo tome del brazo mientras pasaba por el mismo salón vacío para llenarlo de besos. Pasó por ahí como cinco veces y ni siquiera un fantasma lo agarró, aunque, estaba feliz de saber que no había algo sobrenatural en su escuela. 

También, Minho no respondió su último mensaje, el cual expresaba sus serias ganas de tomar jugo de manzana. Era algo simple de ir a comprar, sí, pero Lee hace poco, compró un jugo exquisito, era de manzana, pero de una marca nueva. Le gustó tanto que terminó por comprar dos botellas más, pero el mayor, nunca dijo dónde lo compró, por ende, Jisung ya sabía que en la cafetería no vendían esa marca ¡Y ni siquiera tenían jugo de manzana! ¿Cómo era eso posible? Bufó, meciendo sus pies en el banco del patio. Felix estaba con Changbin, Jeongin con Hyunjin, y él no podía tener una respuesta de su hyung. 

A veces odiaba ser cómo era. 

Quizás, si no fuese autista, tendría una habilidad mas desarrollada para hacer amigos, porque a pesar de que tenía a Felix y a Jeongin, no quería interrumpirlos si estaban con sus novios. Seria una situación vergonzosa y no quería ser una persona pesada, ya que de por sí, lo era. Por eso, a veces odiaba ser cómo era. 

Caminaba lentamente por los pasillos, desanimado: sin juguito, sin amigos y sin su hyungcito. Ah, ¿por qué no le contestaba los mensajes? Si había algo que destacar del transcurso de su relación, es que cuando Minho comenzó a aceptar sus sentimientos, comenzó a contestarle más rápido los mensajes. Por eso, entre tanto pensar, pudo deducir, que fue luego de aquel día en donde se encontraron en el cementerio. 

Y como por arte de magia, el brazo de Jisung fue tomado con fuerza y jalado al interior de un salón vacío, y conocido.

—¡Hyungcito! —exclamó feliz, a la vez que lo abrazaba con fuerza—. ¿Por qué no me contestaba?

—Oh, lo siento bebé, me quedé sin batería, lo único que pude leer fue que estabas con ganas de beber el jugo de manzana y se me apagó. Nunca olvido traer el cargador, pero parece que hoy si.

—Eso es porque no me escucha, le dije esta mañana que estaba enchufado en la mesa de noche de mi lado, pero ni "ah" me dijo. Malo —reprochó.

—No recuerdo que hayas dicho eso, más que "hoy se estrena un capítulo con Song Kang" y blah blah, más cosas de él.

—¡Si le dije! —abultó sus labios en una expresión sumamente tierna para Lee, pero no podía perder en una de sus minis peleas.

—No te escuché y yo siempre te escucho.

—¡Le dije que estaba enchufado! —volvió a exclamar.

—Y yo te dije que te escuché toda la mañana hablar de Kango, y no te reprocho nada.

—¡Ja, hyung celoso! —señaló al mayor, quien alzó sus cejas—. Me está reprochando que hablé de él toda la mañana.

—Porque sí lo hiciste, pero no estoy celoso, enano. Estoy muy lejos de estarlo, tanto, que desconectaré el cargador cuando lleguemos y lo volveré a conectar en el enchufe de la televisión. 

Jisung de indignó y colocó la mejor expresión que pudo: frunció su entrecejo y lo miró fijo, esperando alguna clase de arrepentimiento, pero no había nada. Se alejó del mayor para poder contraatacar.

—¿Ah, sí? —Minho asintió—. Pues nada de besitos hasta el fin de semana.

Las facciones de Lee cambiaron, de tener una expresión victoriosa ante la pelea, esta cambió a una llena de dolor.

—Jisung... Es lunes, ¿como me vas a hacer eso? Me estás matando —colocó una mano en su corazón, estaba jugando, pero a la vez le afectaba porque, si había algo que caracterizaba a Jisung, era que siempre cumplía la que decía. 

¿Entonces no tendría besitos por cinco días?

—Si admite que está celoso, podría reducirlo a cuatro días y medio.

—Pero...

—¿Cuatro días? —lo pensó mejor, no podía estar tanto tiempo sin darle besitos

—¿Te parece tres? —trató de negociar, esperando a que Jisung le bajara un poco de tiempo a su propuesta.

—¿Tres y cuarto? 

Minho abrió en grande sus ojos, sin saber qué decir, pero luego de pensarlo un poco, era mejor no aceptar y seguir luchando por un mejor trato.

—¿Que tal dos minutos? 

Jisung lo miró de nuevo con esa expresión confusa.

—¿Dos horas, dijiste? —trató de hacerse el sordo, pero lo único que escuchó enseguida fue un suspiro, así que dio el trato por finalizado.

—No, dije un minuto y medio... Empezando desde...

—¡Eso no se vale! —bajó su manito, ya que estaba dispuesto a estrecharla junto a la ajena para sellar el pacto.

Sin embargo, ni bien terminó de quejarse, Minho colocó ambas manos en su rostro para unir lo más rápido posible a sus bocas.

—Muy cursi, pero no puedo estar sin tus besitos. 

Las mejillas de Jisung se incendiaron enseguida y la timidez logró ganarle esta vez al bajar su cabecita.

—No es cursi, es lindo de su parte. Pero va a ser mucho más lindo, si acepta que dejó el cargador conectado...

—Ah, Jisung, lo aceptaré cuando lleguemos a tu casa, ¿sí? Ahora, bésame. 

Jisung estaba a punto de acercar su rostro para darle un besito, pero sus ojos se desviaron al ver dos botellas conocidas.

—¡Juguito de manzana! —chilló feliz, abrazando a Minho, quien se quedó con las ganas de otro beso.

—Oh, sí. Luego de leer el mensaje, fui a comprarlas, así que son para ti.

—¡Gracias, hyungcito! —agradeció antes de abrir una.

Minho iba a decir algo más, pero la imagen de Jisung, rodeando el pico de la botella con sus labios, le jugó una mala pasada por su cabeza, notando como la calentura comenzaba a subir. 

Así que sacudió su cabeza, borrando toda clase de imagen mental, que alterara su estado, o al menos ahora que estaba con Jisung. 

La hora de lectura había comenzado. Hace una semana que terminaron de leer el Principito, por ende, esta semana habían empezado con uno nuevo que no le llamaba mucho la atención, aún así, trataba de leerlo y comprenderlo. 

Esta vez, era un libro que ganó por votación: uno de romance. Si bien, no tenía nada en contra del género, prefería ver el romance en las series y leer algo de fantasía o ciencia ficción, pero la historia que su compañera estaba leyendo en este momento, no sonaba tan mal. Una vez terminado el capitulo y siendo ya hora de irse a casa, el profesor habló para dar una tarea.

—Como son talleres extracurriculares, no es necesario aprobar, pero si hacer un pequeño trabajo grupal para saber sobre su avance. Será de a dos, y no voy a aceptar reproches cuando escuchen con quién les tocó. Sera demasiado fácil, por ende, tiene fecha de entrega para el viernes. Les daré una guía con las preguntas para que sepan qué hacer. 

Jisung pareció pensarlo, no estaba tan mal... Pero estaba acostumbrado a hacer los trabajos con Minho, pero él no estaba en el taller de lectura, así que sería imposible lograr aquello. Además, extrañaba hacer tareas con él, cómo ya no tenía nada pendiente y todo fue entregado con sumo éxito, se entristeció un poco. 

Así fueron sus inicios...Sus labios formaron un pequeño puchero, pero en cuanto escucho su nombre, se esfumó. El profesor le entregó la hoja con la guía, además de que allí tenía el nombre de su compañero de trabajo.

—Jisung, espero que te vaya muy bien —nombrado miró a su profesor e hizo una reverencia, agradeciendo—. Lee te está esperando a fuera, por si no te diste cuenta. De nuevo, esperó como treinta minutos. ¿Hubo avance desde la última vez? —preguntó interesado.

—Oh... Pues... Estamos juntos, él es mi hyungcito y yo soy su niño. 

Los ojos de Jisung brillaron y sus mejillas se incendiaron. Aquello sonaba tan bien.

—Entiendo, entiendo, no lo hagas esperar entonces —dijo con una sonrisa. 

El rubio asintió e hizo otra reverencia para darse la vuelta e irse, pero no contó con que una persona esté detrás de él.

—¿Eres Jisung, no? —preguntó el chico, esperando no haberse confundido. El rubio asintió, confundido—. Oh, pues, soy Sunghoon, somos pareja. 

Han se quedó pensando. Debido a lo que el profesor le dijo, lo del trabajo en pareja se le olvidó por completo y se quedó pensando en que Minho estaba fuera. Sin embargo, Lee se hallaba detrás de su compañero, con una ceja en alto.

—De trabajo, supongo —espetó Minho, colocándose de lado su novio.

—Hyungcito, ya iba a salir... Pero sí, tenemos que hacer un trabajo juntos. 

Sunghoon sentía la mirada penetrante del pelinegro, pero no dijo nada, sino que permaneció sonriendo. Pero aquella expresión del mayor se esfumó cuando Jisung lo miró con aquellos ojitos brillantes, y fue el menor, quién tomó la mano ajena para apartarse un poco.

—Hyung, ¿por qué lo mira así? Da miedo.

—¿Doy miedo, bebé? Entonces estoy haciendo bien —rio—. Bromeo, solo que lo conozco por Wonwoo y sé que hasta hace unos meses se juntaba con él, solo es una ligera preocupación. ¿Sabes? Arregla con él para hacer el trabajo y nos vamos al supermercado.

—¡Es verdad, la compra del mes! Ya regreso, hyungcito. 

Y observó como Jisung iba en camino a Sunghoon, para intercambiar sus números de teléfono.

 Sí, Sunghoon se juntaba con Wonwoo. Y ante aquel pensamiento, la ligera preocupación caló a algo más. ¿Y si le hacía algo? 

Minho conducía tranquilamente rumbo al supermercado. Notaba como Jisung estaba realmente feliz debido a aquello, ya que le encantaba estar allí. Era un supermercado demasiado grande, en donde había hasta lo que no te podías imaginar. 

Estaba muy entusiasmado, porque esta vez, su madre le dejó la compra a cargo, obviamente, con una lista que debía seguir al pie de la letra, pero su emoción venía más por el lado de Minho, era la primera vez que salían a hacer las compras... Parecía como si viviesen juntos y eso lo ponía muy feliz, a pesar de que no fuese así. Pero Jisung lo tomaba como una práctica para el futuro.

—¿Tienes la lista?

—Sipi.

—¿El dinero?

—Sipi —afirmó, sosteniendo las tarjetas.

—¿El documento también? —Jisung asintió—. Entonces, niño, estamos listos —dijo, aparcando el automóvil lo más cerca posible de la entrada—. Llévate el abrigo, adentro hace frio, siempre.

—Mmh... Está bien —sonrió y lo tomó para llevarlo colgado del brazo.

Minho, ni bien salió del auto, fue en busca de un carrito de compras para poner las cosas que iban eligiendo. En cuanto se acercó a Jisung, notó como este peleaba por no poder prenderse su abrigo, así que aparto las manitos y dejó que las suyas se encargaran de poder cerrar el cierre, siendo deslizado hasta el final, llegado hasta el cuello del rubio. Al finalizar, dejó un pequeño beso en su frente, sintiendo su piel sumamente fría, así que no tardó en elevar sus manos y acunar su rostro.

—Estás frio... ¿seguro que estas bien abrigado?

—Lo estoy hyungcito, pero si empiezo a temblar como gelatina, le aviso.

Minho rió, sintiendo una inmensa ternura al ver el puchero que Jisung había formado con sus labios, el cual, no tardó en besar.

—De acuerdo niño, estaré al tanto.

—Oh, hyungcito, ¿volvimos al niño? —el mayor pareció pensarlo, para finalmente terminar asintiendo—. Entonces, ¿puedo llamarlo idiota?

—¿Qué hice ahora? —alzó sus cejas, expectante a la respuesta.

—¡No hyungcito, no piense eso! Pero si vamos a volver a los apodos de antes, el mío era idiota.

—No, tú me decías Minho hyung. No es un apodo, pero era como me llamabas, aunque, prefiero hyungcito. Ahora vamos, que nos estamos congelando.

Jisung asintió, pero en cuánto notó cómo Minho tomaba el carrito de compras lo detuvo, fue sorprendido por un besito en sus labios. 

La fila era larga y solo querían un poco de carne. Minho ya iba por el sexto suspiro y con las ganas por el cielo de sentarse a fumar, aunque sea medio cigarrillo. Pero cada vez que observaba a Jisung, no podía creer que él no estaba molesto, ni siquiera largaba suspiros que indicaban que estaba cansado, incluso bostezos o algo. Por el contrario, estaba sonriendo y observando qué cosas llevaba las personas que estaban delante de él, pero para su sorpresa, fue el rubio quien interrumpió sus pensamientos. 

—Hyung, ¿y si nos dividimos? Así podemos hacer las cosas más rápidas. Si quiere yo puedo ir por el resto de las cosas, o al menos lo que mis bracitos puedan aguantar, elegimos el carrito con las ruedas falladas... —aquello hizo reír a Minho, quien lo miró enseguida con una sonrisa. 

—Está bien, pero no te vayas muy lejos y ve por las cosas que están por esta zona, ¿sí? No quiero que te pierdas... Me perdí yo y no es muy lindo que digamos. 

—Está bien, pero esté atento al celular hyungcito, que le mando un mensaje por si surge algo, ejemplo: perderme. 

Minho rodó los ojos y en cuanto Jisung se giró para irse, colocó su celular con sonido. Al menos diez minutos habían pasado y la fila aumentó bastante, pero lo que más le preocupaba es que Jisung no fue ni siquiera una vez a dejar los productos al carrito de compras. Además que el rubio le mandaba un mensaje para que supiese en qué góndolas estaba. 

Recibió tres mensajes al respecto: las de los dulces, de las bebidas y de los peluches, siendo esta la última. Al fin fue su turno en la fila y pudo conseguir la cantidad de carne que se le indicaba en la lista y fue en búsqueda de Jisung, pasando en orden por las góndolas anteriormente dichas, pero no estaba allí. Una ligera presión se instaló en su pecho y sentía como la preocupación calaba por su cuerpo agrandes pasos. 

Le mandó un mensaje, pero no contestó, así que siguió su búsqueda. Sus oídos dejaron de escuchar murmullos para escuchar una música infantil en un área un poco alejada. También habían juegos para niños y algunas tiendas, tanto de comida como de artefactos. Había una actuación infantil, en donde personas disfrazadas de los Ositos Cariñositos bailaban y actuaban. Una cabellera rubia resaltó y pudo respirar cuando logró verlo bien. Jisung estaba sentado allí, un poco alejado, disfrutando de la función, a pesar de que a su alrededor estaban otros niños saltando eufóricos. 

Respiró de nuevo. Y sonrió. Quería ir hasta allí y abrazarlo, pero lo dejó continuar con el espectáculo, mientras él fue en busca de las pocas cosas que quedaban en la lista. Una vez completada, simplemente fue a pagar, importándole poco que era su dinero, aunque, se sorprendió al oír que le monto final, era mucho menos a lo que imaginaba. Dejó las compras dentro del carrito y se acercó ala zona del espectáculo, notando como Jisung sonreía, mientras sostenía un paquete de dulces, que seguramente se lo dieron por participar, ya que todos tenían lo mismo. Esperó allí, a que el espectáculo terminara para que Jisung disfrutase un poco más. Y en cuanto acabó, el rubio se levantó del suelo, feliz. 

—Mamá, ¿viste ese chico grande? No entiendo que hace en un espectáculo para niños —exclamó algún pequeño, aquella pregunta había llegado a los oídos de Lee. 

—No lo sé, debe estar enfermo. 

Minho giró inmediatamente su rostro para poner su típico semblante serio, tanto que aquella mujer sintió miedo e hizo una reverencia. Solo esperaba que Jisung no haya escuchado eso. Sin embargo, fue sorprendido por unos bracitos rodeando su torso con fuerza. 

—¡Hyungcito, lo siento! —exclamó—. Lo abandoné —hizo un pucherito que logró conquistar a Lee para dejar un beso. 

—Tranquilo, bebe. ¿Estuvo bueno? ¿Te divertiste? —preguntó, esperando que no haya escuchado absolutamente nada de lo que dijo esa mujer. 

—¡Si! No sabía que hacían esa clase de espectáculo, fue una linda coincidencia. Lamento haberme distraído, veo que ya pagó todo. 

—Hey, no te preocupes, te divertías, por eso no te llamé y me encargue de todo. Así que vamos a casa, muero de hambre. 

—Hyungcito barril sin fondo —se burló mientras salían del supermercado. 

—Lo tomo, pero me ofende —espetó, logrando que Jisung largara una carcajada. 

Mientras dejaban las bolsas en el maletero, escuchó un ruido que le llamó la atención: un auto pasó sobre algo que le pinchó la rueda y cuando el conductor salió a verificar, se dio cuenta que era la misma mujer que había insultado a su niño. 

Se rió, mientras la mujer lo miraba, pidiéndole ayuda, pero alguien más había llegado. Sí, era un buen día. 

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