☆ CUARENTA Y OCHO

Jisung se mordió el labio y con furia limpio su rostro, manchado por las lágrimas. Se dijo así mismo que no lloraría más. Se levantó de la cama, y sin mirar a sus dos amigos, dijo: 

—No le importo a Minho, ¿por qué debería él importarme? —Felix yJeongin se miraron—. Haré lo posible para olvidarlo, no importa cuánto tarde, lo haré. Así que, esta noche, ordenaré la doble cantidad de pizza que ordené para mi cumpleaños, comeremos muchos dulces, pero no los dulces que Minho me regaló. Y nos embriagaremos hasta perder la conciencia. 

Félix y Jeongin se miraron asustados, sin poder comprender lo que su amigo estaba diciendo. El menor de todos, abrió la boca para hablar, pero las palabras fueron ahogadas por la interrupción de Jisung. 

—Con jugo de manzana... Y a eso de perder la conciencia, me refiero a que nos podemos dormir tarde —aclaró, dándose la vuelta, algo nervioso. 

—¡Me apunto! —los hermanos se alegraron. Enseguida, Jisung se sentó en su escritorio y esperó a que Felix le quite el maquillaje, para volver a hacer uno nuevo y bonito. 

Adiós Minho.

El rubio largó un suspiro, dudando ante la idea de sus dos amigos: invitar a sus novios. No quería ser malo con ninguno, pero sí quería olvidar a Minho, ¿Cómo dejaría a los amigos entrar en su casa? Largó otro suspiro. 

—Ji, prometo que no habrá besos entre nosotros, solo pasaremos un momento como amigos —habló Jeongin. 

Jisung formó un pucherito, al final de cuentas, Changbin y Hyunjin eran sus amigos, así que era válido, ¿no? Además, Minho no anda pegado a ellos, así que capaz ni se enteraba

—Está bien, pero diles que nada de besos y que Minho no está invitado. 

Los hermanos asintieron, felices y comenzaron a escribir el mensaje a sus respectivos novios. 

Nada saldría mal, ¿no? 

Luego de poner un poco de música y ordenar las pizzas, los tres se dispusieron de poner unas luces en el patio, no hacía nada de frío así que deberían aprovecharlo. Colocó vasos, comida literalmente chatarra y jugo de manzana. Mientras que su mente, se repetía una y otra vez que todo saldria bien. 

Escuchó el timbre, pero ni se encargó de entrar a la sala que vio a Félix y a Jeongin jugar una carrera a ver quién llegaba primero. Ganó Jeongin, por sus piernas largas. Félix bufó y se quedó atrás, pero vio  a Changbin con su cabello complemente negro y con la frente descubierta, se enamoró aún más. El mayor se acercó a él, y notó como Jisung no estaba en la sala, así que le plantó un pequeño beso en los labios.

—Juro que será el único —pero no se resistió y volvió a besarlo—. Ahora sí, lo juro. 

La noche concurrió normal... A quién quiera mentir, pasaron solo veinte minutos y ya le dio sueño. No le gustaba que el sueño arruinara sus planes y era lo que estaba pasando en este momento. Por otra parte, se estaba divirtiendo, estaban jugando al uno e iba ganando. Prefería ver series o películas, mientras tenía comida en el medio, pero no se quejaba, al menos todos mantenían su promesa o no lo dejaban solo. 

El timbre sonó y Jisung se levantó con entusiasmo, pensando en que eran las pizzas. Pero al abrir la puerta, hasta el hambre que tenía desapareció.

—¿Qué haces aquí? No estás invitado.

—Changbin lo hizo —respondió Minho, sujetando las cuatro cajas de pizzas—. Le pagué al repartidor.

—Gracias... ¡Pero no crea que con eso se quedará! 

Han pensó seriamente qué era lo que hacía, y si le arrebataba las pizzas que pagó, le estaría robando, pero si lo dejaba entrar, estaría en contra de sus planes.

—¡Minho hyung!

—¿Por qué gritas?

—¡Porque arruinó mis planes! —le arrebató las pizzas y con sus mejillas rojas dijo alto y claro—. Dos rebanadas y se va, ¿entendido?

—Sí, señor —le guiñó el ojo y entró.

Le guiñó el ojo.

Le guiñó el ojo.

Le guiñó el ojo.

No sabía cuántos suspiros largó, pero ya iban más de diez y su paciencia se estaba agotando. Avanzó rápidamente a la cocina, sintiendo como Minho le seguía el paso. Estaba tan cerca, que los recuerdos golpearon su mente y todos se trataban de ellos dos besándose. 

De él mintiéndole. 

Minho notó como abría las cajas y dejaba las pizzas en los platos. Había uno en especial que tenía dos rebanadas y se lo dejó delante. Le dio una ojeada al mayor y luego dijo:

—Para usted. Espero que se ahogue.

Y salió al patio. Minho sonrió, cómo le gustaba ese carácter.

Dejó su mochila sobre la mesada y sacó la botella de vodka. Cómo ya sabía donde estaban los vasos, buscó uno en cuestión de segundos. Vertió un poco y le dio un trago, si la reconciliación sería dura, necesitaba un poco de compañía.

Ingresó al patio, las miradas cayeron en él: asombro y orgullo por parte de Hyunjin y Changbin, molestia por parte de los hermanos.

—Veo, veo —Jisung siguió el juego, viendo como Lee se sentaba en el pasto, al lado de Seo.

—¿Qué ves? —respondió Felix, llevando se la pizza a la boca.

—Un cara rota —espetó, mirando al mayor, quien esbozo una sonrisa delado.

—Veo, veo —se metió, queriendo darle un mordisco a la segunda rebanada, pero si eso pasaba seguramente lo echaba de una patada en el culo.

—¿Qué ves? —preguntó Changbin, esperando a lo que se aproximaba.

—Un enano.

Sus palabras hicieron el efecto que esperaba: no solo tenia su cara toda roja, sino que frunció su ceño y abultó sus labios en un piquito que no se podía ver, pero lo conocía, sabía que estaba ahí y las ganas de besarlo por horas aparecieron. Se moría por tenerlo entre sus brazos, aunque sea cerca, discutiendo o no. 

La noche continuó bien, salvo para Jisung, quién descubrió el plan que Minho tenía: como le dio la orden de solo comer dos rebanadas de pizzas y que luego lo echaría de casa, comió una, entonces no podía hacer nada para echarlo.

—Qué inteligente —susurró.

—¿Qué? —a su lado, Jeongin se levantaba con una gran idea en mente. Vio a su amigo negar

—¿Jugamos a las escondidas?

—¡Si! —dijo entusiasmado, haría lo posible para estar lejos de Minho.

Ambos chicos invitaron a sus novios a jugar, pero ninguno quiso, estaban de acuerdo con que no servían para esos juegos y lo que preferían hacer era mirarlos, además de querer hablar con Lee. Miraron al chico en cuestión, quien no despegaba los ojos de Jisung, aunque a veces era difícil debido a la oscuridad.

—¿Yo te invité? —preguntó Seo, algo indignado al respecto.

—Era lo primero que se me ocurrió. Cuando estaba usando tu celular, lo vi por error, pero pudiste invitarme —alzó las cejas, como si fuese algo obvio.

—El mensaje decía, literalmente, Minho no es bienvenido —agregó Hyunjin, bebiendo un trago del jugo—. Estás loco.

—Jisung lo dejó así —confirmó Seo, con una sonrisa traviesa.

—Jódanse —espetó Lee, sabiendo a la perfección que era verdad—. Estoy pensando en acercarme a él cuando esté solo y tratar de explicarle.

Hyunjin largó un suspiro, notando como Jeongin se escondía detrás de un árbol y lo llamaba con su mano. Miró a sus amigos y sonrió, yendo casi corriendo a donde su novio estaba. Lo mismo que Changbin, solo que Felix se escondió en una pequeña casa de madera, en donde Jisung solía jugar cuando era un niño. 

Jisung pasó por su lado, ignorándolo completamente. Sabía que había jugo en la mesa, pero no quería estar cerca de Minho, además, beber agua no le vendría mal. Entro a la cocina, notando como un vaso ya estaba lleno, así que bebió. 

Las ganas de ir al baño vinieron demasiado fuertes, por ende, Minho entró a la par del rubio, pero no se movió del marco de la puerta. Sus ojos se abrieron como platos al ver a Jisung bebiendo del vodka que accidentalmente dejó sobre la mesa. Corrió hasta él y le quitó el vaso, aunque ya era tarde: se bebió todo y la mueca de asco que hizo, probablemente en otras circunstancias se habría reído, pero como sabía que él era el culpable de que ahora el contrario esté mirando a su alrededor como si estuviese ido, decir que tenía el corazón palpitándole en la garganta era poco.

—Esto no es agua... ¿por qué todo da vueltas?

—Mierda —atrapó a Jisung, quien se trastabilló con sus pies al querer salir afuera.

—Te ves gracioso —dijo, sonriendo y arrastrando las palabras—. Escucho borroso. 

El sueño comenzó a caer más fuerte y se refugió en el pecho de Minho, quizás así todo pare, pero no engañaba a nadie, lo extrañaba. Bostezó, diciendo algo que Lee no pudo descifrar y cayó de nuevo en su pecho, totalmente dormido.

—Solo fueron cuatro tragos... Jisung, despierta —sacudió su cuerpo, pero no hubo respuesta. 

Lo cargó y con algo de dificultad lo llevó a su habitación y lo acostó. Le quitó los zapatos y lo metió debajo de las mantas, pensó en ponerle el pijama, pero eso no le correspondía. Vio como se acomodó, y notó que tenía varios brochecitos, así que no tardó en quitárselos. Se quedó observándolo, peinando su cabello para que no caiga sobre sus ojos.

—Qué estúpido —se dijo a sí mismo—. Espero que mañana te rías de esto y no me eches de una patada en el culo, porque te juro que no fue mi intención... Jisunggie. 

Salió de ahí, pero no lo iba a dejar solo, fue por un vaso de agua y corroboró que nadie vea el vodka, entonces subió y se adentró de nuevo en la habitación del menor, quien estaba en la misma posición. Dejó el vaso sobre la mesita de noche, decidido a quedarse sentado en la silla del escritorio, pero una manito logró tomar su camiseta, llamando por completo su atención.

—No se vaya... duerma conmigo, hyung —pidió, sin siquiera abrir sus ojos—. No se vaya...

—No me iré, tranquilo. 

Prendió la luz, esa por la que una vez se pelearon, la prendió antes de apagar la otra y mandar un mensaje a sus dos amigos explicando la situación. Se quitó los zapatos y se adentró en la cama, enseguida Jisung se acomodó en su pecho, pensando en que si es verdad que el rubio estaba borracho o solo era teatro, pero balbuceó algo y eso comprobó que sí, que estaba ebrio.

 Lo miró y susurró algo que solo quedaría entre él y las estrellas que anteriormente estaba viendo.

Te amo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top