☆ CINCUENTA Y UNO

Minho largó el humo por la boca, percatándose de la sed que le provocó aquello. Fijó sus ojos en el pasto amarillo, estaba seco por el invierno, pero era raro, ya que la primavera estaba a la vuelta de la esquina, y es más, días de calor azotaron la ciudad, y el pasto de la escuela seguía igual: sin vida. Bebió un poco de la gaseosa de Seo, sin que él se diera cuenta, para saciar su sed, y volvió a dar una profunda calada que le hizo picar la garganta.

—Si te viera Jisung fumando marihuana, más en la escuela, te mataría y eso que no pasó ni un día desde que se reconciliaron.

—Y es por eso que no se va a enterar —dijo, convidándole a Changbin, quién negó.

—Felix se dará cuenta.

—Fue a tu casa que huele más a marihuana que a dulce hogar, ¿y se va a dar cuenta que fumaste?

—Algo sospecha —inquirió.

—Confirmo —agregó Hyunjin, guardando su celular—. Ayer salí con Jeongin y comenzó a hablarme de lo mal que hacía la marihuana, con el pretexto que lo vio en un documental. Algo saben, y me está asustando.

—Carajo, si ellos saben, seguro que Jisung también —pensó, tirando el cigarrillo que estaba recién armado—. ¿Qué? —preguntó al ver los ojos de sus amigos puestos en él.

—Acabas de tirar un cigarrillo, y no cualquiera. Dime, ¿Jisung realmente te dejó con los pajaritos en el aire? —bromeó Seo, recibiendo un golpe por parte de Lee.

—Sí, y ustedes también. Es más, desde que me mudé contigo, ni una sola vez limpiaste la casa y por arte de magia, anoche la inundaste, porque "querías los suelos relucientes". 

Minho alzó una ceja, dejando lo antes dicho como un jaque mate, ya que Seo siguió bebiendo de su gaseosa.

—Te odio —espetó, pero eso no provocó nada en Lee.

—¿Creen que ellos hablarán de nosotros? —preguntó dudosamente Hwang.

—Qué no —afirmó Minho, recordando aquel suceso en el baño cuando Seo se confesó a Felix—. Necesito saber de qué hablan. Expresó, sentándose en el viejo banco de madera, con las manos adentro de los bolsillos, sin sentir la caja de los cigarrillos ni el encendedor. Comenzó a tantear cada bolsillo que tenía, llamando la atención de los demás.

—Olvidé los cigarrillos en casa de Jisung... Mierda, ¿qué pasa si su madre viene y los ve?

—Te mete una denuncia —bromeó Hyunjin con una sonrisa—. Van a estar a salvo, tranquilo.

—¿Has sabido algo de Woonwo y Hoshi? —cuestionó Changbin, queriendo tener el chisme completo.

—No, ni quiero saber. Aunque, me quedé con ganas de golpearlos a ambos, dos golpes para Wonwoo no fueron suficientes. Pero mientras no se metan con Jisung, estaré tranquilo.

—Aw, ahora lo llama Jisung, ¿para cuando JiJi, Sunggie o Jisunggie? —Lee rodó los ojos ante lo que dijo Hyunjin y se levantó del banco.

—Me voy. Ambos chicos rieron, sabiendo que dieron en el punto correcto.

Ingresó rápidamente en el pasillo vacío del interior de la escuela,percatando enseguida como una cabellera rubia resaltaba, ya que era laúnica que estaba allí, entre los casillero.Se preguntó qué hacía ahí, porque él no era capaz de saltarse lasclases, siendo que ya pasó más de veinte minutos desde que tocó el timbre.Se escondió en el marco de la puerta de un aula vacía y, para mantener latradición, cuando vio pasar a Jisung, lo tomó del brazo y lo empujó hastaestar dentro del salón. 

—¡Minho hyung! 

—¿Qué? —preguntó trabando la puerta con una silla, ya era tema serio esode no haber picaporte. 

Se dio la vuelta y vio el rostro enojado de Han, este estaba con el ceñofruncido, sus mejillas rojas y un ligero piquito en sus labios. 

—Ya es la quinta vez que me secuestra y que me hace perder clases. 

—Que yo sepa no estabas en clase. 

—Estaba buscando un libro —bufó, notando como Minho se acercaba conuna sonrisa. 

—Pero estabas fuera... —susurró, deslizando sus manos por todo el contornodel torso de Jisung, hasta dejarlas en su cintura y ejercer fuerza para sentarlosobre la mesa—. Puedes tardar un poco más. 

—Mala influencia. 

—¿Yo? —alzó sus cejas, totalmente ofendido. 

—Sí, tú. Perezoso, holgazán y mala influencia. 

—Es lo mismo, pero me duele. 

—Ya sé que es lo mismo... —susurró triste—. Pero encontraré otra palabra. 

—¿Te gusta insultarme? 

—Si insultar es decir la verdad, pues sí, me encanta. 

Bufó, junto a un pucherito que Minho no tardó en besar. 

Jisung largó unquejido, ya que esa acción fue totalmente sorpresiva, sin saber por qué no seacostumbraba. 

—Bueno... Entonces tú... eres irresponsable y coloreas afuera de las líneas. 

—¡Mentiroso! —le golpeó el hombro, a lo que Minho fingió una mueca dedolor—. ¡Yo coloreo bien! 

—¿Quieres que te muestre? —Han asintió, totalmente convencido de que noera cierto—. Cuando vaya a tu casa, hoy. 

—No está invitado —espetó—. No lo dejaré pasar —dijo decidido,cruzándose de brazos. 

Minho rió, sin poder soportar la ternura que aquello le causaba. Sin duda,hacerlo enojar era una de sus cosas favoritas desde que lo conoció. 

—Te dije irresponsable y lo que más te preocupa es que coloreas afuera delas líneas, ¿loco, no? 

—No soy como tú, tú eres el irresponsable aquí, no me quieres dejar entrar aclases.—Podriamos irnos, ¿no crees? —dijo, mirando por la ventana, el díacomenzaba a ponerse gris. 

—Tengo mis cositas en el salón... Digo, ¡No! ¡No podemos irnos! —secorrigió, viendo la sonrisa de Minho—. ¿Ve, hyung? Me pega suirresponsabilidad. 

—Bien, me rindo —dijo, al notar que el rubio no aceptaría su pedido. 

Jisung largó un suspiro y se recostó en el pecho ajeno. Cerró sus ojos,sintiéndose a gusto con escuchar el tranquilo latido de su corazón, a la vezcomo una profunda paz inundaba su cuerpo, por ende, sabía que el sueñoestaba próximo a aparecer. 

—¿Wonwoo y Hoshi no volvieron a molestarte? —preguntó con algo detemor, esperando que la respuesta sea negativa. 

—Nop, no me crucé con Hoshi, pero vi que Wonwoo tenia un golpe feoen el ojo, ¿sabe por qué es? —Minho abrió sus ojos como platos y agradecióinternamente que su corazón siga palpitando con normalidad. 

—No, quizás se cayó y se golpeó —mintió, dejando sus manos en la espaldabaja del rubio, abrazándolo de vuelta.—Pero, hyung, tiene la manito lastimada, además, ¿cómo supo que estaba ahíadentro?Minho largó un suspiro, dándose cuenta que no podía mentirle en esto. Dejóun beso en su cabeza, sorprendiéndose al instante por aquella acción, perosonrió, queriendo repetirla. 

—Le di un par de golpes... —Jisung ni se inmutó, ya sabía la respuesta, asíque rodó los ojos—. Al idiota de Wonwoo, solo fueron dos, lo juro. Pero siquieres le doy otro par... 

—Ay, hyung. Claro que no, así no se soluciona —esta vez fue Minho quiénrodó los ojos, totalmente ofendido—. Ahora le dirán o harán cositas feas,por defenderme y no quiero eso. 

—Jisung, no me harán nada, tranquilo. 

Perezosamente elevó sus manos hasta dejarlas en las mejillas calientes,alejando su cuerpo del suyo. Miró los ojos cansados del menor y besó suslabios, quitándole todo el brillo labial que le quedaba. 

—Tengo práctica hoy, así que iré tarde —susurró contra su boca,manteniendo el rostro ajeno entre sus manos. 

—Le dije que no lo dejaré pasar —Lee rodó los ojos—. Aunque, si me traeuna hamburguesa... 

—Manipulador me saliste —sonrió y dejó un último beso—. Bien llevaré lacena, pero no le digas a Felix o Jeongin, de alguna manera Changbin seenterará y yo nunca llevo la cena para la casa. 

—¿Vive con Changbin hyung? 

—A él no le digas hyung. Y sí, vivo con él, te lo contaré más tarde, ¿si? 

Se alejó sin quererlo y lo ayudó a que bajara del banco. Sin previo aviso,tomó su manito y ambos salieron del salón vacío, agradeciendo de que nadielos viera.

Jisung bebió de su chocolatada. 

Estaba triste debido que el verano seacercaba, todo era muy lindo en esa época, pero no se comparaba con tomarchocolatada en invierno. O taparse hasta la cabeza para dormir la siesta,comer comida calentita en días feos o ver películas mientras llueve. 

Oh,como extrañaría aquellos días. 

Pero también estaba triste porque Minho aún no aparecía, eran las seis ytreinta de la tarde y tenía entendido que su práctica terminaba a las cinco ytreinta, por ende, estaba tardando una hora. 

No quería ser tan controlador con los horarios, pero su ansiedad no se lopermitía. Consigo mismo, con sus amigos, inclusive con su madre, trataba deno alterarse, de que su cuerpo no temblara ante la preocupación a latardanza, a veces le solían avisar para que se quedara tranquilo, y si Minhosabía que tenía horarios para todo, no sabía el por qué de eso. 

Escucho como el timbre inundó la sala, sin dejar escuchar el drama queestaba en la televisión. Dejó la lapicera y se levantó del suelo, pero antes deabrir, siguió los consejos de su madre, por ende, preguntó pegado a lapuerta: 

—¿Quién es? 

—Soy yo. 

Jisung rodó los ojos. Reconoció la voz, aún así no le abriría por tardar tanto. 

—¿Yo quién? 

—El amor de tu vida. 

—El amor de mi vida es Song Kang y que yo sepa no conoce donde vivo. 

—Soy Minho, abre que me duelen los pies. 

Jisung aflojó y abrió la puerta. Cuando lo vio, simplemente se lanzó y loabrazó con fuerza, tambaleando en el proceso. 

—Pensé que le había pasado algo —susurró, oliendo el perfume que sueleusar. 

—Fui por las hamburguesas, ¿tardé mucho? 

—Una hora exacta. 

—Oh, bebé, la próxima me meto en cualquier lugar de la fila —bromeó, acariciando su cabello—. Lamento tardar.

El apodó con el cual lo llamó, quedó rondando en la mente de ambos: en lade Minho, ya que no tenía previsto llamarlo de ese modo y simplemente se leescapó de los labios, y en la de Jisung, porque le había gustado que lollamara así. 

El rubio sonrió y lo invitó a pasar.Una vez instalados, dejaron las hamburguesas para la noche, claramente, fueidea del menor, ya que Mimho tenía planeado comerla e irse a dormir por locansado que estaba, pero literalmente fue arrastrado por el rubio hacia lasala para terminar con el trabajo.Y allí estaban: Jisung estaba leyendo atentamente el texto y Minho no sabiacomo concentrarse y comenzar a entender lo que tenía que hacer. Suspiró,totalmente cansado. 

—No entiendo. Hace como dos semanas que sigo en la misma pregunta,estoy estancado, literalmente —se quejó, rindiéndose. 

—Ay, hyungcito... —inventó aquel diminutivo. 

Dejó los cuadernos a un lado y se acercó a Lee que estaba en el suelo. Logróque la poca atención que el pelinegro tenía sobre los textos, se incremente yse posara en él, como si fuera lo más importante que tenia en este momento.Se sentó delante de él y lo obligó a que acercara su rostro. 

—No, besito no —dijo, cuando notó las intenciones del ajeno.Lee frunció su ceño y para cuando quiso preguntar, ya tenía la frente deJisung pegada a la suya, además de los ojos cerrados. 

—¿Qué haces? 

—Te paso inteligencia —dijo, como si estuviese profundamenteconcentrado en conectarse mentalmente. 

—¿Me estás diciendo idiota? 

—Nop, pero tonto sí —susurró, logrando que Minho largara una carcajada—. Bromeo. Una vez lo hice con Felix y pudimos terminar la tarea. 

—¿Y si mejor me pasas saliva? —el gesto era tan tierno, perodefinitivamente no podía dejar pasar el momento. 

—¿Ah...? ¿Cómo lo haría? La saliva está en la boca, no se puede pasar deeste modo, hyung —Minho sonrió, totalmente enternecido. 

—Conozco un método.

Aquello logró que Han abriera los ojos, para luego sentir las manos ajenasen su rostro y que sus labios sean tocados suavemente, con delicadeza. 

Leencantaba esta clase de besos con Han, pero sin duda, había algo que nodejaba de rondar su mente: 

¿Quién diablos era Song Kang y por qué le gustaba?

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