☆ CINCUENTA Y OCHO
Jisung largó un estornudo y Minho le tendió enseguida el paquete de pañuelos descartables, que lo había dejado un poco lejos, y se volvió asumir en su tarea, o, tratar de terminar aquella respuesta de cien palabras, en la cual iba cincuenta, con la clara ayuda del rubio.
Suspiró, prefería hacer otra cosa que estar así, pero en serio quería terminar ese trabajo para por fin entregarlo y disfrutar de las vacaciones. Oh Dios, al fin dormiría todo el día, sin tener que despertarse con una odiosa alarma. Solo él, a la hora que quisiera. Lo ansiaba demasiado, pero por otro lado, no quería despegarse de Jisung. Sí, era un nuevo Minho, lo estaba admitiendo.
Ya no pensaba en sí mismo o le importaba todo una mierda. Sus notas en los exámenes habían cambiado para mejor, quizá no muy buenas notas, pero sí aprobaba y eso le funcionaba para poder terminar. Le funcionaba estar con Jisung.
Y eso hacía que el arrepentimiento golpeara con fuerza su cuerpo. No de estar con él, no de defenderlo, sino que recordaba los primeros días de haberse conocido, y todo lo que dijo en ese tiempo, le caía como agua helada en pleno invierno. Aún tenia en mente aquellas veces en donde lo insultó, en donde lo escuchó llorar y llamar a su madre para que venga por él. Y ahora que lo veía, haciendo cuentas con sus pequeños dedos y anotaba el resultado en los apuntes. O como buscaba algún video para entender mejor, lograba que una cierta tristeza y remordimiento se instale en su cabeza.
No quería que eso lo atormente, que lo haga sentir como si fuese una mierda de persona que, a pesar de que le hizo mucho daño, Jisung lo perdonó. Sabiendo que nunca pidió disculpas verdaderamente.
Lo sintió removerse, lo tenía arriba de sus piernas, por una parte, Jisung hacía una tarea de matemática, mientras que el seguía con su trabajo de biología. Entonces abrió su boca, dudando, pero finalmente largo:
—Lo siento.
El rubio dejó el lápiz y lo miró confundido. Frunció su entrecejo y se bajo delas piernas, sentándose en el suelo frio para estar frente a frente.
—¿Cómo dijo?
—Que lo siento, mucho.
El menor podía notar una ligera tristeza cargada de arrepentimiento, pero aún así no podía saber a qué se refería.
—No te entiendo, Min —hizo un pucherito, en donde el pelinegro dejó un pequeño beso enseguida.
—Solo perdóname —dijo, sin intenciones de explicarle, aún trabajaba en el tema de las palabras.
—Pero tú también.... Explícate —apuró, necesitaba saber que era lo que se traía.
—Ojo cómo me hablas —retó, llevando sus manos hacia la cintura del menor para acercarlo a su cuerpo y abrazarlo.
—No.
—Sí.
—No.
—Sí.
—Sí.
—Sí.
—¡Hyungcito! Con usted no funciona —frunció su entrecejo y sus labios, luciendo totalmente adorable ante los ojos de Lee.
—Ese truco no es muy bueno, niño.
—Oh, extrañaba ese apodo —confesó, escondiendo su cabeza en la curvatura del cuello ajeno.
—¿Sí?
—Sipi.
—¿Quieres que te llame así?
—No.
—Si.
—Dijo que esos trucos no funciona, hyung, sea inteligente —el mayor largó una carcajada, abrazando aún más el cuerpo de Jisung.
El rubio estaba tan contento con su don para poder dibujar, que pensaba que era el mejor dibujo que hizo en todos sus años de vida.
Sonrió, orgulloso de su trabajo y a la vez, aplaudiendo el de Felix que, era tan bueno, que podría enmarcarlo para ponerlo en el centro de su sala. Amaba los dibujitos de sus amigos, eso le hacía creer que los tres tenían una creatividad enorme.
Dejó el pincel en el agua, así la acuarela utilizada se limpiaba bien y podría usar otro color. Le encantaba pintar, prefería los lápices, pero con pinturas no estaba tan mal, solo que era algo desprolijo en eso y terminaba manchando sus manos más de la cuenta, y ni siquiera sabía cómo lo hizo, parecía que las manchas de pintura aparecían porque sí, pero él no le daba mucha importancia, eso era parte del proceso de un gran dibujo.
Miró su dibujo y el de Felix, sonriendo al instante al decirse a sí mismo, que ambos dibujos, deberían estar en el museo de artes, solo faltaba que Innie haga el suyo y ya estaban listos. Ambos chocaron los cinco, sintiéndose orgullosos de su creación, pero lo que Jisung no sabía era que Felix puso un poco de pintura sin secar en su mano, como parte de una pequeña broma para mancharlo aún más de lo que estaba.
Ambos rieron.
—Profesora, ¿podemos ir al baño?
—preguntó el rubio, luego de reír y versus manito más manchada de lo que estaba.
—Sí, pero el reglamento dice que solo debe ir uno.
Ambos se miraron con sus ojos entrecerrados, como si estuviesen comunicándose telepáticamente.
—Ve tú, JiJi, te la debo.
—Nop, me comprarás el almuerzo, ahí haré como si no hubiese pasado nada—elevó sus hombros, indiferente ante aquel movimiento.
—Mhm... —entrecerró más sus ojos, provocando una ligera risa en el menor—. Eres rápido para tener las piernas cortas, pero está bien, te lo compro.
—¡Changbin tiene piernas cortas! —acotó.
—Sí, él también.
Ambos estallaron en risas, hasta la profesora les hizo acuerdo que pidieron permiso para ir al baño. Jisung salió corriendo, no le gustaba tener sus manos sucias, sobre todo porque siempre andaba tocando algo, era como un tic que tenía, y no quería tocar y dejar una mancha verde, quizá no saldría luego. Además, su cabello se colaba por sus ojos y no podía ver muy bien, pero tampoco quería manchar su rubio cabello o su carita. Sí, muchas cosas.
Entró en el baño con una sonrisa de oreja a oreja, pero la misma se desvaneció al ver un grupo de personas que conocía bastante. Hoshi, Wonwoo y Mark, estaban en el fondo del baño, a punto de prender un cigarrillo. Bajó la mirada, se sentía tan débil cuando estaban ellos, que solo los ignoró y se dirigió rápidamente para el lavabo y comenzar a limpiar sus manitos.
Raro que Minho hyung no esté con ellos. Pensó, frunciendo su ceño.
Wonwoo sonrió y se irguió, dándole el cigarrillo recién prendido a Hoshi, quién lo miró con un semblante preocupante.
—No hagas nada estúpido, no quieres que Lee te golpee de nuevo —advirtió el peliblanco.
—Lee no esta aquí. No le haré nada malo, solo quiero molestarlo —aclaró su garganta y comenzó a caminar lentamente hacia Jisung, mientras una sonrisa de sorna adornaba sus labios—. Hay algo que Minho no me dejó en claro... —habló en alto, y Jisung levantó su rostro para mirar por el espejo, esperando que no este atrás suyo—. ¿Cómo diablos puede soportar semejante puta? Todo tú es terriblemente ridículo, solo mírate...
Cada paso resonaba por todo el baño. Se estaba acercando y Jisung no podía hacer nada. Quería salir corriendo, pero Wonwoo le daba tanto miedo que sus músculos se le congelaban y no podía hacer nada más que dejar sus lágrimas salir.
El más alto se acercaba cada vez más, a paso lento, tratando de intimidar al rubio, pero no tomó en cuenta cuando un cubículo fue abierto y la puerta fuese parar a su rostro, golpeándolo sumamente fuerte en la nariz. Ahora sí, el coro de risas de sus amigos resonó por todo el lugar.
—Uh, no te vi —dijo, con ganas de darle una buena paliza, pero se detuvo.
No lo haría delante de Jisung. Minho sonrió con sorna y obligadamente, se alejó de Wonwoo. Tomó del brazo a Jisung y lo sacó a rastras de ahí, para poder llevarlo a un lugar alejado.
El problema era que no sabia a donde llevarlo, así que se dirigió con algo de temor al lugar en donde se juntaba con sus amigos a fumar. Lo sentó en una banca y él se colocó a su lado, abriendo su mochila para sacar una botella de agua y una toalla que traía para el entrenamiento. Mojó la tela blanca y comenzó a pasarla suavemente por la piel manchada con pintura, antes de mojar completamente las manos ajenas, al menos un poco.
—Hyung, su agüita —dijo en un susurro, sintiendo como las lágrimas saldrían en algún momento.
—Puedo cargar más —dijo, mientras mojaba la toalla una vez más y lo pasaba por la suave piel, limpiando en su totalidad la pintura.
—Su toalla...—Me importa tus manitos, quiero limpiarlas —dijo con seguridad.
Jisung no dijo más nada, solo se quedó viendo como Minho limpiaba sus manos con cuidado y lograba sacar la pintura con facilidad, pero sentía tanta pena por la toalla, puede que no vuelva a estar blanca como antes.
—Listo —avisó, tapando la botella y la guardó junto a la toalla—. Tengo alcohol en gel, ¿quieres? Hoy vine equipado por las... —lo interrumpió el cuerpo de Jisung arriba suyo, tratando de abrazarlo—. Dudas... —terminó su frase, sin ser capaz de no aprovechar la oportunidad y dejarlo arriba de sus piernas.
Así que lo sentó en su regazo, dejando que el rubio esconda su rostro en su cuello libremente, para luego sentir su cuerpito temblar a causa de los sollozos.
—¿S-Soy tan ridículo c-como ellos di-dicen?
Aquella pregunta lo descolocó, sobre todo por los recuerdos de él diciéndole eso, o pensando mal. Negó con su cabeza, las palabras no salían, así que lo abrazó más y dejó como pudo un beso sobre su cabeza, para luego decir lo primero que se le vino.
—No eres ridículo... Eres lo mejor que me pasó en la vida.
El rubio se sorprendió por aquello y no pudo evitar salir de su escondite preferido y mirarlo a los ojos, a pesar de estar hecho un desastre.
—¿En serio?
—Sí, Jisung —dijo, llevando sus dos manos para poder limpiarle las mejillas y acariciarlas a su gusto.
—¿Seguro, seguro, seguro?
—Seguro, seguro, seguro —confirmó por tercera vez, sintiéndose sumamente feliz al ver la sonrisa de oreja a oreja de su niño—. Estoy seguro de que eres lo mejor que me pasó en la vida.
Volvió a reafirmar lo ya afirmado por su corazón, solo que esta vez, lo estaba admitiendo en voz alta y frente a Jisung.
Su corazón palpitaba con desespero al sentir el pequeño beso que Jisung dejó en la punta de su nariz, ocasionando que muera de ternura. Sin embargo, lo que le hizo sonreír aún más, fue cuando sintió como el corazón de Jisung palpitaba con desespero, podía decir que compartían la misma velocidad.
El mismo sentimiento.
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