☆ CINCO
Jisung caminaba lentamente, con cuidado de que ese brochecito que tenía en su cabeza no se caiga, pues este tenia forma de corona, sabía que prendía muy bien su cabello, aún así sería una lástima que por algún movimiento brusco se caiga y se rompa. Le encantaba ese brochecito dorado como su cabello, recientemente regalado por su madre, así que lo debía cuidar con todas sus fuerzas.
Entró al salón correspondiente, y como de costumbre, Jisung era uno de los primeros en llegar. Sin embargo, esta semana, Minho había llegado primero, poniéndolo un poco nervioso: no le gustaba que lo mirasen mientras entraba. Era algo raro, sin embargo, solo él lo entendía.
Siempre tenía las miradas sobre él, a pesar de que no le importara, algunas eran tantas que lo hacía sentir incómodo. Lo experimentó el primer día en haber llegado tarde, por lo tanto, su alarma sonaba una hora antes, siempre. Podía ser algo exagerado a ojos de los demás, pero él más que nadie, sabe los comentarios que hay a sus espaldas y como estos se giraban para hablarse entre sí mientras él pasaba.
Odiaba eso. La escuela era un asco, un calvario en el que deseaba salir pronto.
No lo había notado, pero se había quedado parado en el centro, mirando a Minho fijamente mientras este escuchaba música con sus auriculares a la vez que la capucha negra tapaba toda su cabeza. El mayor al notar que sus patéticos pies no se movían, alzó su mirada, encontrándose con algo totalmente ridículo: Jisung tenía su cabello levemente rizado y un broche en el medio de la cabeza. Sus mejillas se habían puestos rojas y en ellas yacía otro sticker con forma de estrella. Pero lo más humillante, para Minho, era su atuendo: tenía un suéter rojo y por debajo una camiseta rosada que cubría el largo de sus brazos, su pantalón, algo holgado, era de color blanco, terminando con unas zapatillas azules. Claro que arriba traía un abrigo pero este lo hacía lucir más patético.
¿Acaso no sabe vestirse?
Jisung, al ver los ojos de su hyung sobre los suyos, su cuerpito tembló y solo amagó a realizar una reverencia, recibiendo la ignorancia de parte de su mayor, pues este devolvió su atención a su celular.
El de cabellos dorados, corrió hasta su asiento. Sí bien estaban lejos el uno del otro, Jisung sentía como una terrible tensión comenzaba a crecer entre ellos.
Desde un comienzo había notado como Minho era alguien no muy sociable. Si bien tenía a sus amigos, notó como era imposible que confié en alguien más. Y ese alguien, era Jisung. Él era amigable, lo contrario a Lee, por eso, lo que el pequeño Han quería hacer, era acercarse y ganarse su amistad. Quizá al principio seria muy difícil, teniendo en cuenta de que aquel chico, seguro sabía todo lo que se decía de su persona, pero mostrándole que no lo era, tal vez ellos llegarían a una linda amistad.
Ansiaba ser su amigo, así que tendría que sacar sus dotes.
Pero no ahora, tenia que pensar en su plan.
Los demás estudiantes comenzaron a llegar, sin faltar sus miradas en él, lo que ignoró completamente. También, Félix apareció, acompañado de Changbin, quienes entraron hablando muy divertidamente, lástima que eso se cortó por la llegada del profesor detrás suyo.
La hora de matemática había pasado bastante rápido, y consigo, un triste Félix a la hora del almuerzo.
—¿Qué es lo que haré? —largó un llanto fingido.
—Decirle lo que sientes, duh —Jeongin le golpeó son su dedo índice la frente de su hermano mayor.
—P-Pero yo no lo sé... es que... nosotros...
—Dijiste que te mira mucho, incluso que te sonríe, ¡¿qué esperas Lixie?! Solo dile que te atrae y sí te responde de la misma forma, pueden comenzar a interesarse más en el otro y luego ya pueden salir oficialmente.
—No lo sé... ¡ya, dejemos el tema! ¿Qué tal tú y Minho? ¿pudieron avanzar en el trabajo?
—Algo... aquel día en la biblioteca, ni siquiera llegó, lo esperé y esperé y no llegó. Lo peor fue cuando lo vi reír con sus amigos en el patio, entonces supe que lo había olvidado. Suele pasar, no lo culpo.
—¡Es un idiota! —gritó Jeongin.
Aquello hizo que los ojitos de Jisung se giraran automáticamente, encontrándose con los de Minho, quien ingresaba con el equipo de básquet.
—Tal vez sí lo sea...
Sin embargo, Jisung estaba dispuesto a verle la otra cara a la moneda.
El día martes había acabado, al menos el horario de escuela. Jisung sabía que esos días, su madre trabajaba hasta las ocho de la noche, por lo tanto se basaría en ver dramas, en este caso, acabar el que estaba viendo con su mantita de ositos y muchas palomitas, sin olvidar su chocolatada a las cinco de la tarde.
Salió de su salón, solo, ya que Félix fue retirado antes por su madre. El cumpleaños de su abuela se acercaba y tenían que viajar a Australia, por lo tanto, no estaría en casi toda la semana. Fue directo a su casillero, pero un par de risas lo interrumpieron: Minho y Hoshi. También estaban en sus respectivos casilleros, riéndose de algo.
Jisung, inocentemente se acercó a paso lento y silencioso dispuesto a hablar con Minho acerca del trabajo de biología.
—En serio, con todo lo que lleva puesto parece una chica, solo le faltan un par de tetas.
—Cállate, un profesor nos puede escuchar —dijo con un semblante serio Minho.
—¿En serio crees que un profesor tampoco se rió de Han? ¡Por favor, todo el mundo se ríe de ese ridículo chico!
Jisung, quien se encontraba con su libro de matemática sobre su pecho, el cual lo abrazaba fuertemente, sintió su cuerpo temblar por aquellas palabras tan crueles. Había escuchado ciertos rumores de las palabras que decían de él, pero jamás unas tan directas y dolorosas como esas.
Él no parecía una chica.
La sonrisa se desvaneció y una profunda tristeza se adueñó de él, pero sabía ignorar, lo había aprendido a las malas. Entonces, carraspeó, llamando la atención de los dos chicos.
—Hablando de Roma, el patético se asoma —susurró Hoshi.
Minho, quien se encontraba metiendo algunos libros para la clase de mañana, rió ante el comentario, mirando a Jisung de arriba abajo, recordando las palabras de su amigo.
—¿Se te perdió algo?-preguntó el peliblanco.
—Q-Quiero hablar con Minho hyung.
—Q-Q-Quiero...—imitó el leve tartamudeo, estallando en risas innecesarias—. Te dejo con la niña.
Rió por última vez, saludando a Minho con la mano para luego irse, no sin antes golpear "sin querer" a Jisung por el hombro, logrando que pierda un poco el equilibrio y que la zona quede un poco adolorida, ya que, sí comparamos el cuerpo de un futbolista con el cuerpo pequeño de Han, parecía una dura pared que no se podía derribar.
—¿Qué quieres? —preguntó de mala manera.
—Quería decirle que no es necesario juntarnos más para el trabajo, puedo hacerlo solo. Y no se preocupe, hyung, pondré su nombre.
Minho no contestó, no le dio el tiempo para hacerlo ya que Jisung se había ido a paso rápido.
No solo es un idiota, pensó Han, sí no que también habla mal de mí, será absurdo ser su amigo.
Qué plan más patético, así como él lo era.
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