☆ CIENTO VEINTINUEVE

Jisung, que poco a poco iba abriendo sus ojos, se encontró con la luz del día, dándose cuenta que tenia que levantarse de la cama y eso no quería.

Tenia la idea de quedarse muchas horas allí adentro, haciendo maratón de cualquier tipo de drama y comiendo muchos dulces... aunque ahora que lo pensaba mejor, estaba seguro que Minho no querría aquello; en vez de cien dulces, le haría comer diez, por el azúcar, y eso mucho sentido, no tenia.

Largó un suspiro, debía hablar seriamente con él y decirle que eso no elevaba su hiperactividad, ni que tampoco iba a explotar por lo enano que era.

Se dio la vuelta sobre el colchón y se encontró con los ojos abiertos de Minho y una sonrisa totalmente preciosa, algo que lo contagió de alegría.

—Buenos días, bebé...

—¡Hoy se despertó conmigo!

Minho sonrió y aceptó el abrazo que Jisung quería darle, ya que este tenia sus brazos tendidos, muriéndose de alegría.

—Mi niño... —escondió su rostro en el cuello del menor, para dejar un beso en su cuello a la vez que acariciaba el cabello—. ¿Tú solo querías despertar junto a mi?

—Sip, porque hay veces en donde no está, y veces que yo me despierto mal, entonces ninguno puede disfrutar de despertarse así de juntitos. Pero hoy sí, y será el mejor desde que llegamos aquí... —que a lo último lo haya dicho en un susurro, logró que Lee se aleje un poco y lo mirase confundido.

—¿Por qué esa cara? si tienes razón

Jisung también se alejó y se sentó sobre el colchón, sintiendo la mano de Minho sobre su cintura, específicamente por debajo de la camiseta, algo que le ocasionó cosquillas, por lo que tuvo que apartarla, pero al menos las enlazó.

—Tengo miedo de decir que será un día alegre y termine siendo lo contrario. Solo quiero pasar un día tranquilo contigo y con los demás.

Minho sonrió, era una sonrisa que no sabias comprender, si expresaba ternura, porque le encantaba verlo todo despeinado, o tristeza, por lo que estaba diciendo. Se acercó y le dejó un beso en los labios.

—Guacala —se apartó de inmediato.

—¿Disculpa?

—No hay forma de catalogar su mal aliento. Lávese los dientecitos, porque sino, se le van a caer y que yo sepa, el Ratón Perez, no existe.

—¿Qué tiene que ver el ratón?

—Que no hay recompensa si se le caen, así que no tiene sentido. ¡Vaya a lavárselos! —exclamó, señalando la puerta del baño.

—Ya, ya, tú también lávatelos... luego haremos el desayuno.

Jisung asintió y salió de inmediato de la cama, ganándole lugar en el baño a Minho.

A pesar de que la mañana estaba medio nublado, el sol hacia sus actos de presencia calentando un poco el día, y eso lo frustraba, porque se sacaba la sudadera por el calor, pero luego le daba frio, y se la tenia que poner. Hasta Jisung le decía que deje de suspirar y cierre las ventanas, así al menos estaría mas tranquilo, pero la verdad era que estaban disfrutando de la vista desde la cocina, porque afuera estaban las otras dos parejas, cada una por su lado, desayunando a su gusto.

Al menos ahora solo quedaba de disfrutar de la verdadera vista que quería, y era los mofletes de su novio llenándose con comida, justo como ahora.

—¿Otro? —dijo sin con ocultar su risa, mientras le entregaba otro pedazo de pastel de chocolate.

—H-hyung, no... —se tapó la boca con su mano y con la otra lo golpeó suavemente.

Lee se acercó, con cuidado de no caerse, ya que estaban sentados en la isla, sobre sillas altas, pasó ambas manos por la cintura del menor, mientras le dejaba un beso en la mejilla abultada.

—Te ves lindo... no, no te ahogues... toma un poco de agua —le alcanzó el vaso cuando pensó que iba a comenzar a toser—. ¿Estás bien?

—Pero si no me estaba ahogando... —dejó el vaso de agua devuelta sobre la mesada, sin necesidad de beber.

—¿No? hiciste un ruido extraño —Jisung negó.

—No lo sé... quizás porque me quería dar pastel cuando estaba mas que lleno —Minho elevó sus hombros totalmente indiferente.

—Es que te ves tierno, me gustan tus mejillas, pero a eso ya lo sabes, ¿no? —indagó, antes de dejarle un beso en cada mejilla.

—Oh, sí, no me olvidaré cuando me las apretó y me dejó todo rojo, tuve que ponerme hielo... — Minho asintió, un poco nervioso y, sin saber qué decir, apartó las manos de sus mejillas. Se alejó por inercia al recordar aquel momento.

—Pensé que estaba perdonado... sabes que estaba comparando cual era la mas suave y me deje llevar.

Jisung le sonrió en grande, asintiendo ante lo que decía, porque si, lo había perdonado enseguida. Así que se acercó para darle un beso, notando como Minho también lo estaba esperando, pero las voces de sus amigos lo interrumpieron.

—¡JiJi! —el nombrado se apartó y los miró con una sonrisa entusiasmada.

Lee largó un suspiro y bebió un trago de agua, algo molesto por la interrupción.

—Genial, chau atención para mi —bufó, notando la mirada confusa de Jisung.

—¡JiJi vamos a ver el nuevo capitulo del drama! —pidieron los hermanos, tomando los brazos del menor para que este saliese.

—Ya voy, no me tiren de mis bracitos —dijo, y los dos lo soltaron.

—Je, lo sentimos. Te esperamos en la sala —los dos salieron de la cocina y se instalaron en el sofá.

Jisung se bajó de la silla y se giró para mirar al mayor, quien tenia un semblante bastante molesto. Juntó la taza con la que tomó el té y la dejó en el lavabo, volviendo hacia Minho, que aun tenia esa cara que no le gustaba para nada.

—Hyungcito, luego lo acompaño al supermercado... —lo abrazó por la cintura, para que al menos haya una sonrisa.

—Bien.

Sintió como el ajeno le devolvía el abrazo y apoyaba el mentón en su cabeza, pero su voz se escuchaba muy fría.

—No se enoje, ya sabe que días y en que horario salen los nuevos capítulos...

—No me enojé, solo que olvidé ese detalle, y no estaba preparado para ya no tener tu atención, esperaba para que al rededor de las once sucediera eso, ya que en esa hora te vas con ellos. Solo eso.

—Parece un bebé. Vaya y disfrute con sus amigos, ayer hablaron de muchas cosas, supongo que aun tienen de qué hablar, vaya.

Rompió el abrazo que Minho estaba disfrutando, por mas que se escuchase de otra manera, y con su mínima fuerza comenzó a empujarlo hacia atrás, notando la mirada de confusión por parte del mayor.

—Muévase, hyungcito... —al escuchar eso, simplemente dejó que lo lleve hacia el umbral de la puerta, sabiendo a la perfección lo que quería hacer.

—¿Me estás echando?

—Nop... es que, para que no se quede solito, porque si lo invito a ver el capitulo, tendré que escuchar sus quejas, así que lo llevo con sus amigos... o al menos, lo dejo aquí —le sonrió.

El rubio se acercó un poco mas, observando el semblante sumamente serio de Minho, y lo supo arreglar con un pequeño beso en los labios.

—Lo amo mucho hyungcito, no se olvide eso.

Minho sonrió y cuando el menor amagó con irse, lo tomó del brazo y lo volvió a pegar a su cuerpo, uniendo sus bocas en un beso totalmente sorpresivo para Jisung.

—Cuando termine ese capitulo, me buscas, que iremos al supermercado.

—Sí, hyungcito.

Y salió de ahí corriendo, porque aquel beso, lo había puesto totalmente nervioso.

El viaje hacia el supermercado no iba en un total silencio debido a la música que sonaba, la cual opacaba una conversación entre ellos dos. Aunque Minho no se quejaba, de hecho, era lindo escuchar cantar al menor, verlo feliz y sin ninguna preocupación, al menos la conversación que tuvieron anoche, pudo ser resuelta en ese momento y no quedó nada escondido, así que estaba bien. Se sentía un poco culpable el hecho de habérselo ocultado bastante tiempo, pero también estaba contento de que Jisung se lo haya tomado bien, por mas que haya pensado en cosas que no eran, percibía en sí un peso menos.

—Hyungcito... —llamó, bajándole el volumen a la música, y sentándose casi en el borde del asiento.

—No, hazte para atrás... si llego a frenar de sorpresa, te lastimarás —exigió, notando como el semáforo estaba en rojo, así que fue frenando de a poco, justamente, para que no ocurra lo que mencionó.

Jisung hizo caso y se sentó como estaba antes, mirando a Minho fijamente, esperando que le devuelva la mirada para hablar. Y cuando así lo hizo, el menor habló.

—Me acabo de dar cuenta que olvidé mi dinero para los libros...

—Sabia que ni bien entraras al auto, te acordarías de algo —rió y avanzó cuando el semáforo dio luz verde.

—No fue mi intención, no lo haría a propósito... ¿no podemos volver? puedo buscarlo en dos segundos... —agachó la cabeza, totalmente avergonzado. Sin embargo, la mano de Lee en su pierna, lo asustó porque no esperaba ese apretón.

—Sabes que puedo comprarlo yo, no hace falta que volvamos.

—Es que no me parece justo que siempre este comprándome cosas, puedo comprarme las mías...

Lee sacó la mano del muslo ajeno y la llevó directo a la palanca de cambio, para indicar mas velocidad, notando de reojo como Jisung se acurrucaba contra el asiento, subiendo sus piernas al mismo, la misma posición con la que suele ver los Ositos Cariñositos desde la pantalla, asi que no tardo en colocárselo.

—Lo sé... en realidad, puedes con todo, de eso no tengo duda... pero me gusta comprarte cosas, ¿qué hay de malo?

—No hay nada de malo, hyungcito... solo que a veces pienso que gasta mucho en mi, y que yo siempre olvido el dinero muy fácil.

—Eso es verdad —rió y lo vio de reojo, concentrado en la caricatura—. Hacemos un trato: las veces en las que te olvides el dinero, déjame pagar por ti y luego me lo devuelves, ¿te parece?

—Me parece... pero... —el rubio se acomodó mejor en el asiento y vio como un supermercado quedaba atrás, y ellos que iban a uno, ni siquiera entraron al estacionamiento—. No al secuestro, hyungcito —Minho largó una carcajada.

—Jisung, no lo digas así —y ambos volvieron a reír—. Es que conozco uno que tiene bastante cosas y si tú quieres libros para colorear, lo podemos conseguir allí.

—Oh, está bien... de todos modos, sus secuestros son lindos, siempre me lleva a lugares preciosos...

—Si lo dices así, delante de cualquiera, lo podrá malinterpretar, bebé.

—Suena algo raro, lo sé, pero así empezó, ¿no? hablo sobre cuando me secuestraba... oh... bueno... me llevaba a un salón para besarme. Así que será algo entre tú y yo, ¿eso está bien?

—Entre nosotros sí, ya si lo haces con alguien ajeno a nuestro entorno, será difícil de explicar, ¿sabes a qué me refiero?

—Supongo, luego hablaremos de eso... ¿es aquí? —preguntó cuando esta vez sí entró a un estacionamiento, notando cuan gigante era el lugar.

—Así es —apagó el motor y observó como Jisung estaba encantado y como sus ojitos brillaban—. Oye, puedes ver mejor si sales de aquí.

El menor hizo caso y salió casi corriendo, aunque no muy lejos porque no quería entrar solo. Le gustaba porque era un lugar nuevo, pero le asustaba el hecho de perderse, ya que no era el mismo supermercado que iban en Seúl, este era mucho mas inmenso. Por ende, cuando Minho estuvo a su lado, lo agarró de la mano fuertemente, para no soltarlo.

—¿Tienes miedo? pero si hace minutos el lugar...

—No es miedo... o bueno, sí, es que no me quiero perder.

—¿Traes tu celular, no? —Jisung lo miró y asintió. Si te llegas a perder, me llamas y te quedas quieto hasta que yo llegue, ¿de acuerdo?

—Siempre ofrece una solución, me gusta... pero espero no perderme o que usted se pierda... aun recuerdo ese día.

—¿Cuál?

—Cuando se perdió en la feria... estaba esperándome en un rincón, fue gracio... —y al parar de reír, notó que Minho tenia aquel semblante serio que le hacia temblar las piernas a cualquiera del miedo. No, para nada gracioso, no me rio... no lo estoy haciendo...

Sin embargo, Jisung terminó riéndose mas fuerte que de costumbre, contagiando a Minho por completo.

Al entrar al enorme lugar, el rubio quedo encantado nuevamente. Tomó el carrito de compras y avanzó por el primer pasillo, sintiendo el peso del brazo de Minho sobre sus hombros. Fueron directo a la sección de carnes, agarrando unas cuantas, además de hamburguesas. Al encontrarse con las verduras, tomó varias bolsas transparentes, para llenarlas con lechuga, tomate, algunas zanahorias y papas. No harían comida coreana por algunos días, porque Changbin se le dio por comer algo que nunca hubiese comido, y prácticamente le pegó la idea a todos en la casa.

Al principio no le gustó, porque nunca había comido, y el que cocinaba en esa casa era él, por ende, tampoco sabia como prepararlo, pero cuando Changbin le dijo que lo único que quería era una parrillada, hamburguesas y pizzas al estilo estadounidense, se dijo a si mismo que no había mucha ciencia en ello, así que cedió al pedido.

—Jugo de manzana... —el menor señaló hacia las heladeras que contenían las bebidas y Lee lo observó.

—¿Quieres ir a buscarlas mientras yo termino aquí? y suma otras gaseosas también... o lo que quieras tú, los demás que se consigan lo suyo.

—Pero... —el mayor lo notó algo dudoso, así que no tardó en acercarse y dejarle un pequeño beso en su mejilla.

—Estás cerca, puedo verte, pero si no quieres ir, lo haremos después...

—No, no, iré y así avanzamos mas rápido en la compra... —Jisung miró las heladeras y amagó con avanzar, pero la voz de Minho lo interrumpió.

—Lleva el carrito, con esos brazos agarras dos botellas solamente —frunció su ceño, en señal de que estaba enojado y se acercó de nuevo para tomar el carro, sin saber qué decir, porque tenia razón.

—Hyungcito malo.

—Te escuché —dijo, mirando las manzanas y colocándolas dentro de una bolsa.

Y siguió haciendo lo mismo con otras frutas hasta que finalmente terminó. Se acercó con las bolsas a donde estaba Jisung, a quien no le quitó la vista los dos minutos que estuvo mirando no solo las bebidas, sino los yogurts.

—¿Solo esas dos? lleva mas —dijo, refiriéndose a los jugos de manzana.

—Pero llevo otras gaseosas para los demás...

—Bebé, hay que priorizarnos.

—¿Qué? ¿No está mal?

—Me refiero a que, puedes llevar mas de los jugos, no hace falta equilibrar —al ver que había tomado dos botellas de jugo y de cada gaseosa, volvió a abrir la heladera y cargó otras tres del jugo favorito del niño que tenia al lado, y que poco a poco también fue convirtiéndose en el suyo —. Además, Changbin se lo toma, ¿por qué no lo retas?

—Oh... lo sé, pero la casa es de todos, además, podemos comprar otras si es que se acaba.

Retomaron el camino, por el pasillo que los conducía hacia la juguetería y librería, por ende, estarían dentro de poco eligiendo los libros para colorear.

—No, rétalo.

—¿Por qué quieres que lo rete? yo no soy su mamá —mencionó, observando lindos ositos que, al principio, se les hizo conocido.

—Jisung, ya los tienes —le hizo acuerdo al ver los ojos brillosos, era obvio que le gustaron—. ¿Puedes decirle a Felix que lo haga? no... se lo diré yo.

—¿Por qué quieres retarlo? —lo miró totalmente confundido.

—Porque las compro para nosotros, no para él.

—Hyungcito egoista. Y sé que los tengo, los compré porque son muy bonitos, pero no puedo comprar repetidos ahora que estamos aquí...

—¿Y para qué quieres repetidos? —preguntó, mientras pasaban por el pasillo específicamente de los ositos, como si alimentara la tortura de no poder comprar para Jisung.

Hasta que de su lado notó uno de los Ositos Cariñositos que le faltaba, así que no tardó en tomarlo y dejarlo a su vista.

—¡Generosita! —dio unos saltitos con pura felicidad y enseguida se lo sacó de las manos a Lee, para abrazar al peluchito.

—Ya, ya, yo también quiero. Abrázame —intentó acerarse pero el menor se alejó un poco, restregando su mejilla contra la suavidad del peluche.

—A ti te abrazo todo el tiempo, puede esperar.

—No, no puedo, ven acá...

Jisung quiso ignorarlo a modo de broma, pero Minho fue mucho mas rápido y lo terminó abrazando con fuerza, para luego dejarle otro beso en la mejilla. Y ambos se separaron cuando pensaron que ya habían pasado varios segundos así, sabían que no era la posición, sino el lugar, porque sabían a la perfección que podian permanecer abrazados así, durante mucho mas tiempo.

—Me convenciste, llévalo.

—Pero, ¿y el aeropuerto?

—Podemos pensar en algo, tú no te preocupes.

Y cuando observó que Jisung estaba algo dudoso, se apresuró en sacarle el oso de las manos y dejarlo en el carrito, guiñándole el ojo una vez hecho.

—Vamos por tus libros.

—¿En serio me va a comprar eso también?

—Venimos por eso, ¿no? no veo por qué cambiar de planes solo porque llevamos algo imprevisto.

—¿Como le devolveré todo lo que hace por mi? —se detuvo y se giró para mirarlo.

La cercanía era demasiada, pero se centró en ver los ojitos brillosos. Aun así, condujo sus manos hacia la cintura, deslizándolas lentamente y llegar a su trasero, dándole un apretón que hizo saltar al menor del susto, porque no se lo esperaba.

—¡Lee Minho! —pero con aquel grito, el asustado era Lee. Apartó las manos y las enlazó entre si, agachando la cabeza ante la mirada aterradora—. No estamos en casa para que hagas eso. Y ni siquiera ahí, tienes que avisarme...

—¿Cómo? "¿oye Jisung, te puedo tocar el culo?" ¿así? —volvió a ver aquel semblante serio en el rostro del menor, ocasionando que vuelva a agachar la mirada.

—Minho —lo golpeó en el pecho—. A-algo así... pero no tan así...

—Ve por tus libros... yo me quedo aquí.

Jisung asintió, al menos se quedaba a dos pasos detrás de él, pero no era para que se quedara de esa manera como un niño regañado, así que lo volvió a abrazar, sintiendo las manos ajenas, esta vez, en su cintura, donde deberían ir.

—No me dejaste responderte... era algo romántico, pero cuando te toqué el trasero, se me olvidó todo...

—Por Dios, Minho, ¿cómo puede ser?

—No lo sé, pero sucedió. Cuando lo recuerde, te lo diré, ¿si? además, aun me siento regañado.

Jisung se alejó, sin poder creer lo que estaba escuchando.

—Venga, elija conmigo. Ahora, por eso, llevaré unos veinte libros.

—Me parece excelente. Ah, pero antes no querías llevar porque llevamos a Generosita, tu también sabes a provechar, ¿no es así? —susurró en su oído, notando como las mejillas del menor se ponían rojas.

—Hyungcito castigado.

Minho largó una risa, observando a cada costado que no haya nadie, aunque estaban las cámaras de vigilancia, debía hacerlo y simplemente lo hizo: palmeó los glúteos, teniendo esa mirada amenazante por parte del rubio.

—¡No toques mi trasero! —Minho asintió a cada palabra, llevándose las manos hacia atrás de la espalda.

—No me dices lo mismo cuando me pides que te folle, ¿eh?

Y sonrió, totalmente victorioso ante el rostro del menor, el cual estaba todo rojo. Y así, Jisung, creía que llevando como unos treinta libros para colorear, pensaba que le estaba haciendo pagar, a modo de castigo, Minho creía totalmente lo contrario.

Jisung le había preguntado con anterioridad como haría para devolverle todo lo que hacia, y la respuesta era tan obvia pero la olvidó con un simple toque; el verlo feliz. Ya era mas que suficiente, con todo lo que había pasado, verlo con esa felicidad e inocencia pura que tenia, no necesitaba nada mas. Y si eso era con treinta libros para colorear, él se los iba a comprar.

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