☆ CIENTO VEINTICUATRO

El sueño hace mucho se había ido. No sabia si era porque su cabeza dolía, o por la fiebre que se estaba yendo, porque si bien comenzó a bajar por el efecto del ibuprofeno, también había dormido toda la tarde.

En su defensa, el día estaba horrible, llovía a mas no poder y hasta las calles se habían inundado, aunque solo un poquito. Trató de ver una película en la sala luego de almorzar, pero se durmió en la mitad y luego se despertó en la cama, con Minho a su lado. Como no se había despertado solo, no se asustó, además de que podía notar lo cansado que estaba su novio, así que agradecía que no se hubiese despertado, ya que también durmió las mismas largas horas.

Ahora que eran las cuatro de la mañana, él no podía cerrar sus ojos y conciliar el sueño, pero al menos Lee sí, y por eso estaba feliz; debía dormir todo lo que no pudo meses anteriores, aunque realmente no sabia desde cuando tenia insomnio, y desde hace dos meses, que dormía bien. O al menos eso notaba cuando dormían juntos, ya cuando él se iba a su departamento, no sabia, aunque siempre le preguntaba que tal había pasado la noche. 

En la televisión había puesto una película de barbie que no había visto, porque no era muy fan de esa específicamente, pero tenia delfines, por ende le iba a gustar. Sin embargo, el dolor en su cabecita era un obstáculo, así que fue en busca del ibuprofeno que estaba en la heladera y bebió la cantidad necesaria, ahora solo debía esperar a que haga efecto. Y también le quedaba correr para que los fantasmas no se lo coman... si bien había ido con Gruñosito debajo de su brazo, con su celular y linterna prendida para tener luz, ya que, era una casa que le costaba encontrar una comodidad por mas bella que sea, debía ir equipado para cualquier cosa, porque despertarlo a Minho, jamás. O bueno, si es que tenia mucha fiebre sí, pero podía caminar con normalidad, así que no había necesidad de molestar.

—¿Y tú a donde fuiste a esta hora? —fue lo primero que preguntó Lee, ni bien escuchó que la puerta se abría y mientras, él se sentaba en la cama. 

Sintió la ausencia de Jisung poco después de que se fue, y si bien estaba apunto de salir a buscarlo, había regresado antes de lo esperado. Si tenia fiebre o al menos un poco, no era bueno que esté solo, además, ni siquiera sabia donde estaban los interruptores para prender la luz.

—Uy, atrapado. Acuéstese, no hay necesidad de levantarse, fui por ibuprofeno, porque me duele la cabecita —su voz sonaba en un susurro.

—¿Y por qué no me llamaste? —se acomodó de nuevo en la cama, junto a Jisung, quien trató de acercarlo a su pecho para que volviera a conciliar el sueño.

—Hyung, no siempre debe cuidarme, puedo ir por esas cosas... si necesitaba ayuda, lo llamaba.

—No es porque puedas o no puedas, Ji, solo que ni siquiera sabes donde está la cocina y te asustas si no hay luz, pero llevaste tu celular, así que no debo preocuparme mas. ¿Te sientes muy mal?

—No, no —Minho sintió las caricias que Jisung le proporcionaba sobre su cabello, y lo que estaba haciendo surgía efecto; se estaba volviendo a dormir, cuando el que debería dormir también era el menor—. Duerma, hyungcito, yo lo cuido.

—Eres tú quien está enfermito —sus ojos pesaban como nunca y poco apoco volvía a dormirse.

—Yo lo cuido —afirmó con una sonrisa.

Y así, entre caricias que no sabia hasta cuando duraron, el sueño golpeó de nuevo su cuerpo. 

Hace rato que estaba sintiendo leves caricias por todo su rostro, pero la idea de abrir sus ojos y que aquella sensación que sentía todo su cuerpo se acabase, no estaba del todo preparado.

Hace varios minutos que Jisung pasaba una de sus manitos por las mejillas ajenas y el cabello negro, pero seguía sin despertar, y eso que ya eran pasadas las nueve, por ende debía hacerlo pronto, y así poder disfrutar del precioso día que tenían por delante. Así que intentó con varios besos, primero en la mejilla, nariz y frente, pero nada.

—Te falta uno, aquí —señaló sus labios. El menor rio y le dio el besito que faltaba, para sentarse en la cama, totalmente entusiasmado.

—¡Si está despierto, hyungcito!

Sin embargo, el mayor no abría sus ojos, sino que se estaba haciendo el dormido, así que él volvió a acostarse a su lado, junto a una sonrisa que nunca deshizo, la cual iba de oreja a oreja. Minho no pudo evitar abrir los párpados, encontrándose con una preciosa imagen, pero, aun así, no debía ser débil ante eso.

—Hey, tú, sonrisotas, vuelve a dormir.

—¿Cómo que a dormir? son mas de las nueve, hay que desayunar.

—A dormir porque no pegaste el ojo en toda la noche —musitó con su voz ronca, acercándose al menor y percibiendo enseguida el olor a coco que emanaba de su piel, gracias a esas cremas.

—Porque lo cuidé.

—¿Y de qué? —negó constantemente, sin encontrar respuesta.

—Simplemente lo cuide, ¿está mal?

—No, no lo está, pero descuidas tus horas de sueño, cuando no debes preocuparte por mi, sino por ti. Te bajó la fiebre apenas ayer.

Jisung volvió a sentarse en la cama, mientras Lee se deslizaba por la almohada debido al repentino movimiento, literalmente tenia la cabeza apoyada sobre su hombro, así podía oler su cuello, cosa que ya no hacia. Abrió de nuevo sus ojos y observó los ajenos, los cuales tenían un dejo de tristeza.

—¿Se molestó, hyungcito?

—No bebé, para nada. Al contrario, me parece un gesto totalmente lindo y tierno, pero te estarás durmiendo para el almuerzo, ¿o piensas aguantar hasta la siesta?

—Si se puede, se puede, y sino, bueno... —dijo frunciendo sus hombros y logrando que Minho riera por primera vez.

—Cada día me sorprendes mas.

—No soy mago... quiero decir, la magia te sorprende, pero yo no soy mago, ni tengo magia.

Lee largó un suspiro, como si fuese el impulso para sentarse sobre el colchón. Le dejó un fugaz beso en su mejilla, ocasionando que el menor lo mirase con aquellos ojitos brillosos.

—Eres mágico en todo el sentido de la palabra. Quizás no puedas convertir lo que es una masa en un pastel, o madera en silla con una varita, pero si te propones, lo puedes hacer paso a paso. Es decir, no hace falta ser mago para tener magia. Te amo. 

Y no le dio tiempo a responder que Minho ya había salido de la cama, incluso de la habitación.

—¡Pero hyungcito, espere, que no le respondí! —exclamó, saliendo corriendo totalmente desesperado. 

No lo encontraba en ningún lado y bajó las escaleras lo mas rápido posible, tropezándose con sus pies. Había visto y escuchado tantos cuentos de princesas, que jamás pensó que su príncipe lo atraparía entre brazos, pero allí estaba, Minho lo había atrapado, y Jisung no lo podía ni creer.

—Eso te pasa por correr en una casa que no conoces aun.

—Pero no me rete... —se irguió y hasta Lee apartó sus manos de la cintura ajena, dejando que el menor se aleje un poco, para luego observar que señalaba la escalera—. ¡Fue su culpa!

—Opino lo mismo —se acercó de nuevo y llevó ambas manos hacia el cuello ajeno y atraerlo hacia si, para unir sus bocas en un dulce beso—. ¿Quieres que hagamos galletas?

—¡Si! ¿Sabia que vinieron los moldes de dinosaurio, estrellita, corazoncito, y de ositos? como que volaron con nosotros en el mismo avión.

Minho rio, amaba cuando se hacia el desentendido con cosas simples como lo eran un par de moldes, solo para no decir que los trajo a escondidas.

—Claro, me parece que un tal Han Jisung los trajo.

—Concuerdo —dijo, asintiendo a las palabras de Minho.

Ambos entraron a la cocina y Jisung se sintió un poco confundido. Había una isla tal cual como en su casa, pero la heladera estaba en otro lado, así mismo, con los cajones con platos, bowls, vasos, hasta los cubiertos estaban en otro lado. Quiso abrir un cajón para buscar los moldes, pero no sabia que allí habían manteles y servilletas de tela, busco en el de abajo y se encontró con una variedad de ollas. Lo cerró con fuerza, ¿donde estaban sus moldes? 

Minho se dio la vuelta y fue rápidamente hacia donde estaba. La respiración del rubio era agitada y el mayor hacia lo posible para calmarlo, por ende, lo tomó con fuerza de la cintura y lo subió a la isla, procurando que respirara hondo, para que las lágrimas no se aproximaran, pero era demasiado tarde.

—E-en casita... los cajones de al lado de la heladera, e-estaban los cu-cubiertos y aquí no. ¡Se llevaron mis moldes!

El pelinegro pasó sus manos por las mejillas ajenas para limpiarlas de cualquier rastro de lágrimas, intentando que así, se tranquilizara.

—Bebé, bebé. Respira hondo, ¿recuerdas lo que te enseñó Jeongyeon? tienes que aguantar cinco segundos la respiración —el menor repitió el proceso unas tres veces, y cuando Lee presintió que estaba bien, preguntó—. ¿A qué se debe?

—Me-me pone mal que no estén las mismas cosas en el mismo lugar que encasa. Y-y con lo de la escalera... es incómoda, los escalones no son iguales...no sé como hice para no caerme cuando bajé a buscar el ibuprofeno, cosa que me costó encontrar también, porque la heladera de casa es de una sola puerta, esta es de dos, y tampoco estaba en el mismo estante. 

—Entiendo... estás nervioso porque es un lugar que no conoces, pero no logro entender, por qué no te pones así cuando vas a mi departamento, ¿o yate acostumbraste a él? —Jisung asintió, sintiendo la necesidad de abrazarlo.

Cuando lo hizo, dejó su cabecita escondida en el cuello ajeno, sintiéndose bien por las caricias que Minho le proporcionaba en su espalda.

—Y me acostumbraré a esta casita, lo prometo.

—No, no tienes que prometer nada, poco a poco te iras amigándote con las cosas diferentes que hay. Si hay algo que se te dificulte, solo ven conmigo o con los chicos. Recuerda respirar hondo y sobre todo, no alterarte, te hace mal y eso no te dicen donde están tus moldes o lo que sea que estés buscando.

—Gracias, hyungcito.

—¿Y eso por qué?

—Porque a pesar de ser una persona bastante difícil, nunca me hace sentir menos y mas con una cosa simple como esa...

—Solo estás fuera de tu confort y apenas llevamos unos tres días, es totalmente normal. Además, nunca te haría sentir menos, aunque sea por la mas mínima cosa. Si para ti es algo importante, entonces para todos lo debe ser, y si alguien te dice lo contrario, yo me ocupo —le guiñó el ojo derecho.

—Pero yo no quiero que se lastime... quiero su rostro y manitos sanas.

—Es lo único que no te voy a prometer, Jisung —le dejó un beso en su mejilla, para luego alejarse y tomar sus mejillas con suavidad—. Haremos las galletitas, por allá están tus moldes.

Jisung notó que Lee había movido su brazo para señalar algo, así que volteó su cuerpo para ver, observando que estaban todos sus moldes. Volvió a mirarlo y le dejó un sorpresivo beso en la mejilla, notando enseguida el rubor en las mejillas del mayor.

—Bueno... —miraba para todos lados, menos los ojitos brillosos del rubio—. Empecemos.

—Y luego el bebé soy yo... —sin embargo, confirmó aquello estirando sus brazos para que lo cargue de nuevo—. Bájame.

Y cuando lo hizo, le regaló una preciosa sonrisa que colocó sus mejillas enrojo, por ende, tuvo que ir a mojarse la cara. 

—¿No vas a dormir la siesta?

Fue la primer preguntó que Minho le hizo luego de un largo rato en silencio, o básicamente mirando un drama que Jisung ya no le prestaba atención hace rato, sino que estaba dibujando algo que claramente, no podía ver.

—Nop.

—¿Seguro? no te quiero ver dormido a las seis de la tarde.

—Yo decido si romper mi rutina o no, hyungcito.

Minho iba a apartar los mechones de cabello que caían sobre su rostro, pero decidió alejarse y volver a poyar su espalda contra el sofá. 

—Así te pones cuando no duermes.

—No lo sé hyung, soporte, así como lo hago yo cuando está de malhumor.

Lee alzó las cejas y lo miró, lo abrazó rápidamente, tirándose arriba de él para terminar en el suelo. Llevó sus manos hasta la pancita ajena para hacerle cosquillas mientras le dejaba un par de besos en sus mejillas, y riendo a la misma vez que el menor.

—Hyungcito, hyungcito —colocó sus manos en los hombros, alejándolo. 

Olvidó todo lo que iba a decir, porque se quedó contemplando su bello rostro y sus rasgos. El cabello largo, aunque menos que antes porque fue a la peluquería y se cortó un poco, lo hacían ver mucho mas maduro de lo que era. Y sus ojitos brillosos no podían faltar, eran dos estrellitas preciosas, y le gustaba el hecho de que aquella mirada, sea solo para él.

—Hey, niño, ¿qué te sucede? —volvió a sentarse en el suelo, ayudando al menor a que también haga lo mismo.

No pudo evitar mirar de reojo al dibujo que estaba haciendo, pero, Jisung fue mas rápido y coloco su mano en su rostro, logrando que lo mirara.

—No... —dijo negando—. Es sorpresa, no puede mirarlo.

—Está bien, pero... ¿es para mi, o solo me lo mostrarás y luego lo pondrás en tu carpeta?

—Es para ti, falta poco para terminarlo —le sonrió y le dejó un beso en la mejilla.

—¿O sea que es eso lo único que voy a obtener por esperar? —Jisung negó, tan energéticamente, que hasta su cabello se movió.

—Puede pedirme lo que quiera, hyungcito.

Minho se acercó lentamente, con una sonrisa que el menor sabia diferenciar, pero cuando iba a hablar y sobre todo, decirle algo al oído, un par de risas interrumpieron el momento, por ende, noto como Lee bufaba, totalmente molesto.

—¿Irán a la playa con nosotros? —preguntó Hyunjin, poniéndose excesivamente protector solar.

—Hwang, no hay sol —recriminó Lee

—¿Y eso qué? —preguntó con el rostro totalmente en blanco por la crema solar.

Minho terminó negando, volviendo a ver la expresión confundida del menor, para luego, observarlo guardar perfectamente cada una de sus cosas.

—¿Quieres que vayamos?

—¡Sí! Hay que disfrutar del día, por mas que esté nublado, además, hace calor, por lo que seguro seguirá lloviendo, por eso debemos disfrutar —se dio la vuelta y se colocó de rodillas, para poder llegar a tomar el rostro de su novio entre manos, quien estaba sentado en el suelo. Minho asintió, aunque no muy convencido—. Hay que cambiarnos de ropita, quizás el agua está linda y nos podamos meter. 

Lee mínimamente pensó que recibiría un beso, pero el menor fue llamado por sus amigos para que vaya al piso de arriba, y este salió corriendo. Solo le quedó observar como Hyunjin desparramaba semejante cantidad de crema. 

Todos estaban en la playa, y a diferencia de la primera vez que estuvieron allí, había la misma cantidad de gente, y eso que el día estaba nublado, por ende, había aceptado ya que pensó que estaría prácticamente vacío. Ahora, creía que la mejor opción era haber convencido a Jisung de dormir al menos un poco, así las personas se iban y para cuando ellos llegaran, la playa era prácticamente de ellos. 

Sin embargo, estaba en duda si convencer a Jisung era un poder que él tenia. 

Era la misma imagen: el trio arcoíris brillando y haciendo castillos de arena, y ellos ahí sentados, para el colmo, vistiendo de negro y esperando a la merienda para poder comer algo. Lo único que agradecía era que quedaban pocos minutos para eso. Y como si fuese automático, ya que Jisung no llevaba celular, tampoco reloj, ni siquiera el resto de sus amigos, venia caminando, seguramente ansiando comer y tomar su chocolatada, la cual trajo ya preparada. Sin embargo, loque Minho vio, fue como señalaba los baños, avisando que iría hacia allí. 

—¿Y desde cuando te pones gorra? —preguntó Seo, iniciando un tema de conversación. 

—Desde siempre, ¿por qué? —contestó Lee, acomodándose la gorra hacia atrás—. Y mas con el cabello largo, creo que pronto me lo cortaré. 

—Oh, si yo soy feliz haciéndote trenzas, Minhonnie, Jisung es el segundo. 

Los tres rieron a carcajadas hasta que se quedaron sin aire o sus panzas comenzaron a doler. Por otra parte, Jisung salía del cubículo, feliz por comer las galletitas que hizo junto a su novio en la mañana, las que por fin las degustaría, ya que no las pudo comer cuando estaban. 

Sin embargo sus ojos se toparon con una persona que conocía bien, pero que no quería volver a ver, nunca mas en su vida. No quiso ponerse nervioso, así solo pegó su vista al suelo y avanzó rápidamente hacia la puerta, pero Yunho fue mas rápido y se colocó a su frente, acción que lo hizo brincar del susto. 

—Sunggie, me alegra encontrarte aquí. 

—Mi hyungcito me está esperando, tengo que ir a merendar. Por favor, córrete de la puerta para que pueda irme. 

Yunho negó, y el rubio sintió todo el temor. ¿Qué le haría? ¿se lo llevaría aun lugar en donde no estén su novio o sus amigos? ¿empezaría a hablar cosas totalmente erróneas de su hyungcito? ¿lo golpearía o quemaría sus brazos también? ¿le robaría sus pantaloncitos? 

—¿Podemos hablar? lamento que sea así, es que soy salvavidas en esta playa y... ¡qué casualidad encontrarte en Jeju! Me mudé hace poco, junto con mi madre, ella estará tan feliz. ¿Quisieras venir a cenar esta noche? 

—No esta noche, no. Tengo una pijamada programada con mis amigos. 

—Vamos, Jisung, puedes cambiarlo para otro día. 

—¡Te dije que no! —grito con todas las fuerzas que tenia, asustándose a sí mismo y a la vez retrocediendo—. Permiso, por favor, permiso —y las lágrimas comenzaron a fluir. 

Trató de acercarse, pero Yunho no podía dejar que se vaya, debían hablar de todo lo que ha pasado, y si no lo pudo hacer el primer día en que lo vio, fue por su trabajo, y si bien ahora estaba ignorando el hecho de que debía prestarle atención a las personas que estaban metidas en el agua, hablar con Jisung era lo mas importante. 

Tenia que convencerlo, así que cerró la puerta y se acercó a él. 

—Jisung por favor, escúchame. Te quiero, ¿si? por eso hago esto, y estoy seguro que te quiero mucho mas que el idiota de Minho. 

—N-no... hyungcito no me hace daño. Lo que se ama se cuida, no se rompe —sus manos ya estaban en su cabecita, golpeándose la misma, estaba nervioso y la respiración le faltaba, pero eso a Yunho parecía no importarle. 

—Yo tampoco te hago daño. Ya deja de golpearte así, deja de hacer teatro. 

Su corazón comenzó a palpitar con fuerza y era mas que obvio que el aire que entraba a sus pulmones era demasiado poco, pero la persona que estaba frente suyo, pudo tomarle de las manos y así tener acceso libre a su boca, uniéndolas en un beso forzoso, porque Jisung no supo reaccionar para correr el rostro.

 Y eso tal como pasó, fue lo que vio Minho, que salió corriendo ni bien vio que la puerta se había cerrado fuertemente. El rubio no reaccionó, pero él sí: lo alejó de Yunho con fuerza y estaba seguro de que si no hubiese sido por Changbin, el menor se hubiese caído, sin embargo, no pudo reparar su mala acción, porque prestó su atención en la persona que le estaba jodiendo su estadía en Jeju. 

—¿Hasta cuando, eh? ¿no te bastó con el golpe que te dio Jisung? ¿quieres mas? 

Yunho estaba debajo de él, ya sin fuerza. Sus golpes se detuvieron, logrando que un hilo de sangre salga de la boca de aquel tipo. Minho quería mas, quería saciar su enojo y que mas que con este imbécil, pero no le daría el gusto. Se puso de pie y se alejó, viendo de lejos como Jisung era abrazado por sus amigos. 

—Ya verás una denuncia, Lee, esto es abuso físico. 

—Hazla, pero quien rompió la orden de alejamiento eres tú. Ve con tu demencia a la policía, al fin y al cabo, te preguntarán el por qué también tienes una denuncia. 

Y con eso, se fue de ahí. Se acercó a Jisung que lloraba a mas no poder, y sabia que en su rostro había una mirada fría que el menor lo iba a tomar como una señal de que él tuvo la culpa, así que solo lo abrazó, sintiendo como se aferraba a él con todas sus fuerzas. 

—No tienes la culpa, ¿de cuerdo? tú no tienes la culpa de nada, bebé. 

—P-pero me-me besó y yo... yo no pude apartarlo, por favor créeme. 

—Tranquilo, bebé, sé que no es tu culpa. Lo sé. 

Y ambos se quedaron allí, abrazados, o mas bien aferrados el uno al otro, percibiendo como las ráfagas del viento se llevaban las sensaciones del mal momento. 

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