☆ CIENTO SEIS
El silencio que Minho estaba provocando en ese momento, lograba que toda inseguridad en Jisung, se apoderara de su decisión.
Él ya no tenia nada para decir y viendo que Lee no tenía respuesta, suponía que eso era un no. Así que como pudo, salió de entre sus piernas y se levantó, dispuesto a marcharse, al menos al auto. Sin embargo, el mayor lo detuvo, tomándolo del brazo y acercándolo a él de un tirón para poder tomarlo de la cintura.
—Claro que quiero acariciarte con mis manitos.
—¿Entonces por qué no dijo eso antes, hyungcito? —sus ojos se aguaron y un pequeño pucherito se asomó por sus labios, estaba algo triste—. Me cuesta mucho decir esas cosas y cuando me animo, suelo ser muy directo. Pensé que iba a decir que no, que no le gustaba mi cuerpito o...
—Hey, no hay nada más que ame en este mundo que a ti, y todo tú. ¿Entendido? Solo que me tomó de sorpresa, se que eres directo, pero casi me voy a otro mundo cuando me preguntaste si quería follar. Si me lo vuelves a preguntar, la respuesta sería sí. Y no tienes por qué ser hoy, eso lo sabes, solo quiero que estes seguro y te sientas cómodo, que no hagas nada por presión.
—No hago nada por presión... Estuve investigando y...
—Ah, con razón, de ahí vienen los gemidos que escuché en el baño.
Y fue Jisung quien palideció, si bien Minho estaba detrás de la puerta cuando la abrió, no dio señales de haber escuchado, solo tenía una sonrisa, pero como es la que siempre llevaba, no asoció la idea de que fuese por ello. Sus mejillas enrojecieron y lo único que hizo fue salir corriendo hacia el auto, seguido por Lee que se desinflaba de la risa.
—Espera, ahí te abro —avisó, elevando las llaves del vehículo para destrabar las puertas, ayudando a Jisung para que se escondiera.
Largó un suspiro y sonrió, todo le parecía tierno. Minho también se adentró en el interior, sentándose y colocando la llave donde iba, pero sin encender el auto y solo lo miró, observando detalladamente como respiraba agitado porque le costaba correr en la arena, y en como sus mejillas se volvían cada vez más rojas de la vergüenza.
—No me gusta que te ocultes... No cuando haces cosas que la gente normal hace. No está bien mirar pornografía, pero todo el mundo mira, y viendo que era para saber si estabas listo, es totalmente válido, bebé. No temas, nadie te dirá nada, ¿sí?
—Pero es que... Ya fue mucha valentía por hoy... ¿sabe cuánto me costó decir aquellas palabras? Mucho, y eso que no lo pensé tanto, si lo hubiese hecho, no estaríamos aquí en el auto sino, sentados en la arena... lo siento, hyungcito.
Se descalzó y subió sus pies para acurrucarse, contra el asiento, esperando que su nerviosismo bajara y su corazón termine de palpitar así de rápido.
Minho pensó y se giró un poco, estando recostado sobre el asiento y la puerta, teniendo vista perfecta hacia Jisung, mientras se acariciaba los labios, alzó una ceja.
—Si eso que dijiste te costó mucho, no me imagino lo que dirías con algo que no te cueste.
—¡Hyungcito! —exclamó, alargando la última vocal, queriendo que de esta manera se olvidara de todo lo dicho.
—Hey, bebé —se acerco a él y le dejó tiernas caricias en la espalda, logrando poco a poco que Jisung entrara en confianza de nuevo, lo supo cuando por fin pudo encontrarse con sus ojitos—. Eres muy lindo, ¿lo sabías? Me causas ternura.
—¡No es justo!
—¿Por qué? Es lo que más se acerca a lo que siento cuando te pones así, porque no me enoja, ni me da vergüenza, ¿que quieres que diga?
—No lo sé... Solo... olvídalo.
—¿Cómo olvidar cuando me pediste que te folle, Han Jisung?
—¡Caí en sus juegos!
—Seguro que sí. ¿Quieres sabes algo?
—¿Iremos a dar una vuelta al parque para contar a los animalitos? La última vez fueron como quince perritos y seis gatitos... El primero no terminó en número par...
Minho cerró los ojos, tratando de no caer en tanta ternura y en cómo el menor jugaba con sus dedos al decir aquello, así que prosiguió con su plan.
—Tengo muchas ganas de follarte.
Jisung palideció, pero antes de poder reaccionar sintió los labios de Minho sobre los suyos y torpemente pudo corresponderle, sin embargo, tuvo que fruncir su ceño en negación ante la separación que Lee llevó a cabo.
—No bebé, no dejaré que nuestra primera vez sea aquí.
—¿Y cuando será entonces?
—Eso es decisión tuya, o sea, cuando te sientas listo.
Se acomodó en su asiento para colocarse el cinturón de seguridad, haciéndole seña a Jisung para que haga lo mismo y encendió el auto.
—Iremos a dar una vuelta por el parque, para que los perritos terminen en número par. Y luego vamos a cenar, tengo ganas de una hamburguesa.
—Con eso y los dulces que acabamos de comprar, nos pondremos gorditos —dijo con la cabeza gacha. Lee no pudo evitar reír y mirar las piernas de Jisung, para llevar su mano allí y apretar el muslo—. Pero si la vida no se disfruta así, ¿cómo lo haremos? —agregó, frunciendo sus hombros.
—Ese es mi niño
La noche ya se acentuó, y cada uno pudo hacer lo suyo, acompañado del otro.
Jisung, comenzó a contar a los perritos y gatitos, terminando en un número par totalmente tranquilizante para él. Minho, pudo disfrutar de una gran hamburguesa con papas grandes, encantado de escuchar las historias de Jisung cuando era pequeño. Agradecía internamente haber esquivado las preguntas que le hacía acerca de su infancia, aquella no era para nada igual a la pacífica niñez del rubio, sino uno envuelta en puros golpes.
No quería ignorarlo, si fuese por él, lo diría, pero no era el día, ya que había sido uno muy lindo y no quería arruinarlo. Había sido un día bastante tranquilo, ignorando el hecho de que casi deja el mundo cuando escuchó aquellas palabras que no se esperaba para nada. Fuera de eso, en el trayecto del lugar en donde comieron hacia su auto, deseaba profundamente que el rubio se durmiera, porque si ambos tenían sexo en los próximos días, Lee no tenía lo necesario para cuidar de él, así que si se dormía, pasaría por una farmacia para comprar lo necesario.
Y como deseó, Jisung mantenía sus ojitos cerrados mientras él buscaba estacionar frente al lugar. Apagó el motor, dejando las llaves puestas para que la pantalla no se apagara, así los Ositos Cariñositos seguían sonando, para que no se asuste si es que llegaba a despertarse. Salió y se adentró en la farmacia, había más gente de lo que pensaba, siendo ya las nueve de la noche, pero quizás como ya era primavera, las personas no se iban a casa tan temprano y disfrutaban hasta tarde.
Pudo ver como algunas personas buscaban remedios, comidas y hasta productos para el cabello o la piel, y ahí él, viendo si llevaba una caja de preservativos pequeña o grande, y alguna marca de lubricante, porque si había algo que sabia, era que todas sus veces fueron con mujeres, lo que era mucho más fácil a la hora de lubricar, por ende, si no llevaba aquello, sería algo más que doloroso para el menor, porque no bastaba solo con el condón ya lubricado.
Sí, era la primera vez de ambos.
Y aquél pensamiento solo hacia que una enorme sonrisa apareciera en su rostro. Aún así, no esperaba con que fuera esa misma noche, sino que para cuando ocurriese, quería estar listo.
Salió del lugar y se dirigió a su auto, esta vez, abrió la puerta trasera para buscar su mochila y dejar las cosas allí adentro, para luego ir hacia su lugar. Se colocó el cinturón de seguridad, pero antes de arrancar, giró su cuerpo, recostándose sobre el asiento y la puerta, nuevamente acariciando su labio inferior y acomodándose un poco el pelo.
Todo esto, sin despegar su vista del menor y en cómo dormía. Además sus ojos divagaron por sus piernas, siendo que tenía una bermuda de jean puesta y dejaba al descubierto desdelas rodillas a sus pies, y quedó encantado con la forma que estás tenían. Se alejó un poco el cinturón y se acercó a dejarle un beso en la mejilla.
—Y después dices que no te duermes en cualquier lugar —dijo, riendo.
Emprendió camino hacia la casa del menor, pensando seriamente en cómo lograría calmar su corazón las próximas horas.
El trayecto no había sido en silencio, ya que decidió no sacar el capítulo de los Ositos Cariñositos, puesto que era uno que él no había visto, y creía que Jisung tampoco. Una vez finalizado el capitulo, apagó todo y retiró las llaves.
Fue directo a buscar la mochila y las bolsas con los dulces, que terminó por colocarlas adentro del bolso para poder cargar a Jisung. Una vez colgado en sus hombros, fue directo a buscar al rubio, que ni bien sintió que estaba en los brazos de su novio, acomodó su cabecita en la curvatura del cuello y dejó sus manos escondidas entre ambos torsos.
Se adentraron en la casa y como siempre, Minho quitó sus zapatos y luego los de Jisung, para luego subir cuidadosamente las escaleras. Al entrar a la habitación, Lee prendió las luces tenues, para apagar las otras, sin embargo, cuando fue a dejarlo sobre la cama, el menor se prendió de él.
—No quiero.
—¿No quieres qué, eh?
Jisung salió de su escondite y llevó sus manos hacia el cuello ajeno, para rodearlo. Minho se sorprendió al no ver el rostro totalmente dormido del rubio.
—No quiero ir a dormir.
—O sea, ¿tranquilamente pudiste bajarte del auto, quitarte los zapatos tú solo y venir a acostarte?
—Oh... Sí... ¡pero es que es muy cómodo cuando estoy así! Aunque... Debo estar más pesadito por todo lo que comí —y un pucherito se hizo visible, uno que Lee no tardó en besar, para luego negar ante lo dicho.
—En realidad, no. Pesas lo mismo desde que te conocí, no pienses así, ¿de acuerdo?
—Está bien... Pero como le decía, no quiero ir a dormir.
—¿Y qué quieres hacer entonces? —preguntó con una ceja levantada.
—Usted sabe lo que quiero... Y supongo que queremos, nunca le pregunté si usted estaba listo... —murmuró, con el mismo pucherito.
—Te amo demasiado, eres tan lindo. ¿Por qué diablos eres tan lindo?
—No lo sé... Lo hago inconscientemente... ¡pero no me respondió!
Minho rió y fue por ello que tuvo que dejar a Jisung en el suelo, mientras ello miraba sin deshacerse del puchero.
—Sí lo hice, no sé que es lo quieres.
—¡Qué me folle! —exclamó, notando como Minho abría sus ojos de par en par, sorprendido—. ¿Lo... Lo dije bien?
Lee sintió que algo más que su corazón palpitaba en ese momento y no pudo evitar sonreír, asintió, sin poder decir alguna palabra, simplemente se lanzó a sus labios, devorándolos. Era un beso que jamás han tenido, el ritmo desesperado por parte de ambos, la saliva escurriéndose o los mismos ruidos morbosos por besar cada belfo y la falta de aire.
Pero aquello se pudo recuperar cuando Minho dejó al rubio sobre la cama, debajo de él. Su boca terminó sobre su cuello, dejando suaves lamidas y besos, haciéndolo jadear. Fue descendiendo un poco más, o hasta que se chocó con la tela de la camiseta que llevaba puesta, siendo que sus manos subían por su pancita, dejándola descubierta.
Se alejó un poco, mirando al menor y juró que aquella inocencia característica de él, seguía allí de alguna forma que lo ponía cada vez más. Y cuando Jisung entendió que quería quitarle la camiseta, levantó su torso para que así sea, pero no pensó tener la boca de Minho en uno de sus pezones, y que este le brindara una sensación jamás sentida antes.
—Hyung... —gimió, sintiendo como su respiración se entrecortaba cada vez más.
—Jisung, si hay algo que no te gusta, solo dilo, ¿sí? No me importará parar.
El menor asintió, pero no había escuchado absolutamente nada, porque fue en el momento en que Lee se quitó su camiseta y pudo ver algo que ya había visto miles de veces, pero esta vez era de otra forma, y no pudo evitar sentir cosquillas en su pancita, siendo que estas se desplazaron hacia abajo, llegando a su zona íntima, logrando que se pusiera igual de dura que la otra vez.
Volvió a jadear en cuanto sintió la boca de su novio sobre sus pezones, pero esta no se quedó allí por mucho tiempo, sino que fue bajando, besando su pancita, haciendo que riera por la sensación. Hasta que sus manos tocaron el botón de su pantalón y los ojos ajenos lo miraron en busca de aprobación, asintió con toda la razón del mundo, queriendo sentir y disfrutar de algo nuevo, y si era con su hyungcito, sabía que estaba más que seguro.
Comenzó a deslizar la prenda, junto a su ropa interior, dejando al descubierto su zona, siendo apresado enseguida por las manos, en un vaivén lento de sube y baja. El rubio solo cerró sus ojos y disfrutó de algo totalmente desconocido para él. Sin embargo, aquello terminó luego de unos segundos, y cuando se dio cuenta de ello, notó a Lee buscar algo dentro de su mochila. Sacó una bolsa y dentro había una caja y un pote de crema, siendo que lo último, era lo que desconocía.
—Oh, hyung... ¿por qué usaremos crema... O para qué? —Lee rió, tomando un condón y abriendo la crema.
Negó, pero aún no respondió ya que se encargó de sacarse lo que le restaba de ropa, dejando a la vista su miembro, grande y totalmente duro. Jisung abrió sus ojos de par en par cuando logró verlo.
—Es para que no te duela mucho, además de que brinda más placer. Ahora lo que voy a hacer, será prepararte, ¿si? No puedo entrar en ti tan rápido.
—Pero si ya estoy listo...
—No de esa forma, bebé. Abre tus piernas —ordenó y el rubio acató como pudo. Sin embargo, Lee lo ayudó y lo acomodó mejor.
Tiró un poco en toda la zona ajena, para esparcirla al menos por la entrada y aprovechó a retomar el vaivén en el miembro ajeno, arrebatándole gemidos incontrolables, que literalmente, era música para sus oídos.
—Eso... ¿te gusta como se siente? —el menor asintió, cerrando sus ojitos, queriendo liberarse de algo pero no sabía de qué. Aquella sensación le estaba encantando—. Ahora, para prepararte, comenzaré con los dedos. Es decir, te penetraré con ellos para que el recto se vaya agrandando y cuando pienses que ya es hora, me avisas y empezaré con las otras penetraciones.
—O sea que va a meter su... En mi...
—Sí bebé —dijo, asintiendo junto a una sonrisa, mientras jugaba con su dedo índice en su entrada—. Así será —afirmó, adentrándose lentamente.
—¡Hyung, hyung! —escuchó y paró inmediatamente—. Me asusté, lo siento. Puede seguir —sonrió con timidez, pero en cuanto vio la sonrisa de Lee, supo que todo estaba más que bien.
El pelinegro comenzó a sacar y meter el dedo índice del interior de Jisung, mientras que con su otra mano, no dejaba de masturbarlo, observando con detalle cada expresión que el rubio le brindaba, la mejor era cuando abría la boca para gemir junto a sus ojos estaban mirándolo fijamente, y lo que le ponía más, era que aquellos orbes no dejaban esa inocencia característica de él de lado.
—Voy a ingresar otro dedo, ¿estás bien con eso?
—S-Si... H-Hyung, ¿está bien si digo que no quiero sexo salvaje ahora? Quizás la primera vez no está para eso...
—Tú tranquilo, sexo salvaje. No tendremos, ¿de acuerdo? Ya habrá otras veces para hacerlo y descubrir si nos gusta.
Lo vio asentir y eso le dio lugar a que tanteara la entrada ajena con dos dedos para introducirlos lentamente. Sus ojitos se cerraban y abrían, en señal de dolor, así que no pudo evitar inclinarse, hundiendo su mano sobre el colchón, al lado de la almohada en donde Jisung apoyaba su cabecita. Cuando el rubio vio eso, simplemente sintió una necesidad muy grande.
—Su manito, su manito —pidió, casi con la voz rota.
Minho murió de ternura, y antes de darle lo que pedía, le dejó un beso en aquellas mejillas regordetas un poco rojas, que tanto le gustaba. Enlazaron sus dedos y estaba claro que ninguno estaba dispuesto a soltarse.
El mayor se movía en el interior lo mejor que podía y hacía movimientos que creían que expandía la zona, porque pensaba que su miembro no iba a entrar con tanta facilidad, o al menos, solo haciendo un vaivén con el mismo ritmo. Así que cuando Jisung arqueó su espalda por haber tocado su próstata, se quedó allí, para formar círculos, rozando el punto dulce una y otra vez, haciendo que hasta se muerda el labio inferior por no querer gemir, pero él no iba a dejar que sea así, por ende, hundió sus dedos un poco más y cambió los círculos a uno de tijera, para expandir mejor.
Pensó en darlo vuelta y ponerlo en cuatro, porque tenía esas inmensas ganas de agarrar su culo y amasarlo como siempre deseó, pero la idea de ver cada expresión por cualquier roce que le produzca placer, o el mínimo beso que le podía propiciar, estando así; debajo de él y sumiso... sí, aquello le excitaba en demasía.
—H-Hyung... Ya. ¿Dolerá mucho?
—Siempre duele, pero pasará. Al principio es... Hasta incómodo, duele un poco pero te acostumbras y cuando eso pase, comenzaré a moverme. ¿Estas bien?
—Oh... sí, sí lo estoy... me gusta.
—¿Sí?
—Sip, por eso quiero que lo haga...
—¿Hacer qué? —preguntó, levantando una ceja y sonriendo.
—No se vale, usted sabe qué es lo que quiero —espetó.
—No, no lo sé.
—Malo.
Minho terminó por largar una risa, y procedió a buscar uno de los condones, para colocárselo, bajo la atenta mirada del rubio. Sin querer, pero con la intención de volver a unirlas, llevó ambas manos a la cadera del ajeno, casi tomándolo de los glúteos para acercar ambos cuerpos desnudos. Condujo las piernas alrededor de su cintura y alineó su pene con la rosada entrada, metiendo solo la punta, ya que buscó el lubricante para echar un poco más. Finalizado eso, volvió a inclinarse, enlazando ambas manos y llevándolas a la altura de la cabeza, sin embargo, fueron ocultadas por la almohada, ya que las dejó debajo. Cada vez, se hundía más, lentamente, y solo pensaba que se podía venir con esa sola intromisión, pero no fue así y se sintió totalmente bien dentro de él, ya que le apretaba a la perfección. Pero nada le daba más placer que el rostro de Jisung y aquella expresión de disfrutar al mismo nivel, nada se podía comparar.
Jisung veía todo aquello con adoración extrema. Se sentía tan cómodo con su hyung, que no le avergonzaba preguntar cosas que quizás cualquiera sabía. Sin embargo, a veces le daban ganas de terminar todo y de abrazar a Minho, porque estaba siendo demasiado lindo con él y lo estaba cuidando como nadie, pero el tenerlo cerca suyo, con besos por todo su rostro y en su boquita, le era más que suficiente para seguir con lo que deseó mucho en los últimos días, y eso le ayudaba a olvidar el dolor que cada penetración le causaba, pero como había dicho, el dolor se iba a acabando y le producía una sensación que jamás sintió, como las cosquillas y el placer combinado, dando a lugar las ganas de liberarse, pero no sabia muy bien de qué, como sucedió en el principio.
Los movimientos comenzaron a tomar ritmo, a uno no tan acelerado, sino que eran lentos, pausados, pero precisos y daban a un solo punto que hacía que Jisung arqueara su espalda y que se desarmara en gemidos. Mientras que Minho, sentía como la estrechez del menor lo volvía loco por liberarse, y en cuanto las manitos del ajeno lo apretaron con fuerza, supo que el orgasmo se estaba aproximando.
Soltó una, para llevarla hacia el miembro y masturbarlo, ayudando para que pueda llegar al punto extremo, y cuando eso sucedió, sintió como el semen terminaba por toda su mano y parte del abdomen del menor. Y cuando el efecto del orgasmo terminó para Jisung, quien le temblaban las piernas, Lee se retiró del interior, para sacarse el condón y terminar por masturbarse, para que su semen también terminara sobre la piel canela que el menor poseía.
—¿Qué... está pasando? ¿Por que me tiemblan las piernas, hyungcito?
—Es el orgasmo, fue uno muy fuerte eso pasa normalmente, no te preocupes —dijo, respirando agitado, mientras acariciaba las piernas temblorosas. Y sin esperarlo, Jisung largó un estornudo, o dos, mejor dicho.
—¿Los estornudos también son parte?
—No lo sé... Supongo que es una reacción y depende de cada quién. Realmente no lo sé, bebé.
—¿Y que hacemos ahora? Porque creo que quedarnos así no es opción —dijo, señalando con su pequeño dedo ambos cuerpos desnudos. Lee rió.
—Ducharnos. Primero ve tú, que yo limpio las sabanas. Y
cuando observó la sonrisa en el rostro de Jisung, solo le quedó inclinarse y besarlo.
Abrió la puerta del baño, con la intención de encontrarse a Jisung acostado en la cama, al menos viendo los Ositos Cariñositos, pero el hecho de que no lo esperó despierto para secarle el cabello, así como él lo hizo también, lo tomó como traición.
Terminó sacándose con la toalla, no lo iba despertar, tenia que descansar lo máximo que podía porque sabía que mañana era día de escuela, pero si le dolía como creía que iba a pasar, ninguno de los dos irían. Se acostó a su lado y pagó la televisión, corroborando que estén las luces prendidas antes de hacerlo. Apoyó su cabeza en la almohada, sintiendo las hebras doradas y su exquisito olor a coco en la punta de su nariz. Abrazó al menor por la cintura y metió su mano por debajo de la camiseta para hacerle caricias en su pancita, sabiendo a la perfección que aquello no fue pedido, pero sentía la necesidad de hacerlo. Sin embargo, Jisung se día la vuelta, y terminó por hacerle caricias en la espalda baja, mientras esos ojitos brillosos lo miraban.
—Gracias, hyungcito —susurró, acercando su cabeza con la del ajeno, es decir, uniendo sus frentes.
—¿Y eso? ¿Por qué?
—Porque fue una linda noche, la pasé muy bien y fue cómodo. No me puedo imaginar haber hecho eso con otro chico... Eso es porque estamos destinado a estar juntitos.
Lee esbozó una sonrisa y fue él quien rompió la unión, para dejar un dulce beso en su mejilla.
—Claro que estamos destinados, jamás dudé de eso. En todo caso, sería gracias a ti, porque antes era un imbécil, que si me lo topo, le rompo...
—Hyungcito, tuvo un desarrollo que personaje.
—¿Qué cosa?
—Cuando hay una serie o historia, el personaje del principio, no siempre es el mismo al final; crece, cambia de ideas y actitudes ante la vida, piensa mejor que antes y aprende de los errores, eso es desarrollo. Claro que eso depende de los productores, hay algunos que no tienen ese cambio, por eso la trama se vuelve repetitiva. ¡Hyungcito, lo amo mucho! —sin pensarlo, lo abrazó con fuerza.
Cuando aquella unión se rompió, Lee no pudo reaccionar, solo quedó con una sonrisa boba. Jisung besó la mejilla del contrario, y se dio la vuelta para ir a dormir, pero sintió que algo le faltaba.
—Su manito, su manito.
Lee le dio lo que pedía, nuevamente. Sintió que era envuelta por las suaves manos de su novio, como si la suya fuera la cosa más apreciada del mundo, confirmándolo con un beso sobre el dorso, que el menor le dejó enseguida. Luego se la llevó hacia su pecho, justo por encima de donde estaba su corazón palpitante, allí fue cuando el mayor pudo reaccionar.
—Te amo con mi alma, ¿sabes eso, no?
—Claro que lo sé, lo puedo sentir todos los días. Yo también lo amo, hyungcito.
Y ambos se fueron a dormir con una enorme sonrisa en sus rostros.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top