☆ CIENTO DOCE
Jisung largó un suspiro muy largo, estaba aburrido.
Cansado de leer y de dibujar, hasta de ver la serie nueva de Song Kang, quería dormir su siesta, pero la jornada estudiantil no terminaba aún. Todo porque su profesora de Artes no fue, y sobre todo porque quería esperar a sus amigos, así que andaba paseando por los pasillos de la escuela, completamente solo.
Felix estaba en su taller de cerámica, lo mismo con Jeongin, pero este de computación, luego Minho, Changbin y Hyunjin, quienes estaban en su entrenamiento. Ah, también era culpable el director, de decir que se podían ir libremente, hacía la espera mucho más pesada de loque ya era. No encontraba nada para distraerse, quería ir a donde estaba su novio, quizás así, se entretenía mirando como entrenaba, pero la realidad era que no quería encontrarse con Wonwoo.
Aun así, la idea de irse, por más que quisiera, no la iba a concretar si no era con sus amigos, o con su novio. Aunque estaba ciertamente cerca de aquel lugar, parecía que inconscientemente se dirigió allí, por mas que su mente diga lo contrario, solo quería estar con su hyungcito. Sin embargo, alguien se interpuso en su camino.
Primero, notó los zapatos, eran unos muy bonitos, casi parecidos a los que llevaba en el día; se trataba de unos negros, elegantes, los cuales se ajustaban por una tira de abrojo que traspasaba el grueso del pie, junto a unas medias blancas, con la terminación de un bordado con una tela brillante. Jisung ladeó su cabeza, sin poder comprender: sus piecitos estaban vestidos iguales. ¿Así eran las coincidencias?
—Hola, Sunggie —habló y alzó sus ojos lentamente hasta encontrarse con los de Wonyoung, y una sonrisa bastante grande.
—Hola...
—Te he estado buscando, para agradecerte las tutorías, me dieron la nota del examen, aprobé gracias a ti —dijo, en una fingida felicidad
—Te felicito, en serio—le sonrió amablemente—. Parecía que no se te dificultaba mucho química... se ve que aprendes rápido —le sonrió.
—Cuando presto atención, siempre obtengo lo que quiero —le lanzó, y Jisung no supo como comprender aquello—. ¿Puedo pedirte otra cosa?
El rubio la miró extrañada, no sabia que era lo que podía decir, así que con un poco de miedo, asintió.
—Claro —no podía mirarla a los ojos, así que agacho su mirada, en señal de que lo estaba intimidando. Llevo sus manitos para unirlas y jugar sus dedos, no sabia que le estaba pasando.
—Aléjate de Minho.
Ni siquiera pudo tragar saliva de lo sorprendido que estaba. Separo sus manos y levantó su cabeza, no podía creer lo que le estaba diciendo. El aire comenzó a faltarle poco a poco, sentía como su corazón palpitaba con desespero y con ganas de no haber escuchado aquello, retrocedió un par de pasos.
—¿Qué? Pero es mi novio, mi hyungcito —afirmó, sintiéndose totalmente descolocado, al borde de las lágrimas.
—¿Y? El puede ser mi oppacito, hasta ese apodo suena mejor. Vamos Sunggie, si lo amas, lo dejarás ir, ¿tú quieres la felicidad de Minho, no? Tienes que saber que él va a ser muy feliz a mi lado, y yo también lo seré. ¿O acaso eres capaz de arruinar la felicidad ajena?
¿Por que decía esas cosas? Estaba seguro que Minho le amaba, a el, y que ambos eran felices con la presencia del otro en sus vidas. ¿Por que Wonyoung decía cosas que no eran?
—Por favor, no digas esas cosas. Me pongo nervioso y me altero, no quiero, no quiero.
Llevó sus manos para colocarlas en sus orejas y apretarlas, no quería escuchar ninguna otra palabra. Solo quería encontrar la forma de calmar su corazoncito, pero el temblor de su cuerpo, acompañado por la falta de aire...estaba seguro que iba a tener un ataque.
—Quítate las manos de ahí —ordenó la chica, acercándose al menor para tomarlo de la muñeca y alejarla de su cabecita, quería asegurarse de que la estaba escuchando—. Te alejarás de Minho, ¿escuchaste? Él es mío, yo lo conocí primero, yo me acosté con el primero y solo voy a decir, que eso es mucho más excitante para un chico. Tengo muchas cosas para darle, más que tú, obviamente.
—Él es mi hyungcito y yo soy su niño, él es mi hyungcito y yo soy su niño, él es mi hyungcito y yo soy su niño...
Siguió repitiendo algo que Wonyoung ya estaba cansada, pero lo que menos pensó, era que ya había tocado la campana, por ende, todos saldrían en cualquier momento, incluidos los de la practica de basquetbol. Pero la chica seguía haciendo fuerza sobre la muñeca del menor, mientras que él solo quería que lo soltara, entonces también hacia fuerza en quitársela mano de encima y volver a taparse sus oídos, porque no quería escucharla más, y el hecho de estar repitiendo lo mismo todo el tiempo, era para acallarla voz de Wonyoung.
Pero la pelinegra llegó al punto en el que forcejear de esta manera era ridículo, así lo soltó, pero no esperó ni dos segundos para estampar su mano contra la mejilla ajena, logrando que Jisung pierda el equilibrio y termine en el suelo.
Cuando estaba por irse, vio que Minho corría hacia Jisung y que todo el equipo de basquetbol se quedó con la boca abierta por la escena. No le importó, pero el hecho de que varios alumnos, por no decir casi toda la escuela, estaba afuera de sus aulas, con celulares apuntando hacia ella, su rostro palideció por completo.
—No hace falta decir nada, ¿verdad? —habló Lee, queriendo pegarle de la misma manera en que lo hizo con su niño, pero se contuvo—. Te humillaste sola.
Luego de decir aquello, se encargó de levantar a Jisung con su cuerpo tembloroso, para ir directo a su auto y llevarlo a casa. Agradecía que no haya alguna herida, solo estaba un poco roja, pero lo peor, era que su mejilla favorita, estaba adolorida, así que debía hacer lo mejor para que sanara lo más pronto posible, y poder llenarlo de besos.
—Ah, y por cierto —se volvió hacia Wonyoung, que aun dejaba que todos capturaran la humillación—. Jamás estaré con una persona que intente alejarme de mi felicidad, y eso estabas tratando de hacer.
Ya habían llegado a casa, pero lo que más le sorprendió a Minho es que el trayecto haya sido en silencio, ni siquiera quiso ver los Ositos Cariñositos, solo se acurrucó en el asiento y miraba por la ventana. Claramente no quería hablar de lo que pasó, sino él se hubiese quejado primero, así que no habló de eso en el camino, pero pensaba hacerlo más tarde.
Dejó los hielos dentro de una bolsa y se dirigió hacia la habitación, la misma a la que Jisung fue ni bien bajo del auto, sin decir absolutamente nada. Sin embargo, lo que le sorprendió, es que el menor esté esperándolo afuera, teniendo en cada manito a Gruñosito y Revoltosito.
—¿Por qué tardó mucho? Pensé que se había ido —dijo con voz baja.
—No me iría sin avisarte antes. Traje hielo, desde aquí noto que está un poco inflamada.
Jisung no respondió, solo alzó sus brazos, en señal para que Minho lo recogiera y ambos se acomoden sobre la cama. Justo como lo hizo, el rubio no se separó, sino que se acomodó sobre el pecho de Lee, dejando que estele colocara el hielo en la mejilla izquierda. Mientras tanto Jisung, no pensaba soltar sus dos ositos, ni tampoco se iba a separar de su novio, y si pudiese, también traería a sus amigos y a su madre para que estén con el, porque estaba seguro de que cuando pasaban cosas malas, debías estar con las personas que más amabas, pero sus bracitos solo daban para abrazar a Gruñosito y Revoltosito, y obviamente, a Minho. Sin embargo, las palabras de Wonyoung seguían rondando por su cabecita, a pesar de que sabia que eso no era así. Sabia que Lee le amaba, y sobre todo, sentía ese amor.
Era mágico, todo en su relación era precioso, hasta podía decir que podía ser escrito para un drama, pero estaba seguro que eso solo seria un fracaso; nadie podía describir el amor que se sentían el uno por el otro, lo mejor era que quede entre ellos dos y expresarlo mutuamente.
—Eres mi hyungcito y yo soy tu niño.
Habló, y por primera vez, se alejó del pecho ocasionando que Minho apartara el hielo para mirarlo a los ojos y asentir de inmediato.
—Yo soy tu hyungcito y tú eres mi niño —afirmó Lee, sonriéndole—. Eso nunca cambiará, eres todo para mi. No seria capaz de arruinar lo lindo que es esto, porque no quiero perderlo, no a ti. Te amo, ¿entiendes?
—Lo entiendo, porque yo también te amo... oh... hyungcito —llamó. Soltó uno de los peluches y llevó su manito para rascarse la cabeza, sin saber como formular lo que iba a decir—. Yo sé que lo que dijo Wonyoung, es mentira... que no me interpongo en su felicidad, porque ambos somos felices... ¿no es así?
—Claro que no debes creerle, bebé. Soy feliz contigo, y tú lo eres conmigo, ambos somos felices, y mucho más cuando tenemos esta relación preciosa.
Y por fin, Minho obtuvo una sonrisa grande por parte del rubio, quien soltó el otro peluche y alzo sus brazos, en señal de que iba a abrazarlo.
—¡Hyungcito, venga acá! —exclamó, antes de rodear su cuello y llenarle el rostro de besos.
Lee quedó totalmente feliz después de eso, mucho más porque Jisung tenía su sonrisa característica, así que estaba menos preocupado por eso.
Sintió como el menor se volvía a acomodar sobre su pecho, en la misma posición de antes, pero le llamó la atención que haya ocultado la mejilla que necesitaba el frio para poder calmar el ardor.
—Bebé, el hielo... —pinchó su mejilla, avisándole que debía voltear el rostro
—No lo quiero, estoy bien —susurró, sintiendo como sus ojitos se cerraban cada vez con más pesadez.
Minho largo un suspiro y dejo la bolsa de hielo a un lado. Quería hacerle caricias en su espalda, para que se durmiera, porque era obvio que quería eso, sin embargo, por los peluches, lo cuales estaban en cada costado, le impedía hacer aquella acción, ya que le resultaba un poco incómodo. Prendió la televisión, no quería dormir aun, y pensaba que no acompañaría a su novio esta vez en la siesta, así que la colocaría a un bajo volumen. Luego de mirar dos segundos la pantalla, decidió observar como podía a Jisung, ya que le llego una duda que quería resolver lo antes posible.
—Bebé, ¿sabes por qué te golpeo de esa manera?
—No lo sé... solo le decía que tú eres mi hyungcito y yo soy tu niño, supongo que se enojó.
—No soportó la verdad —escuchó una ligera risa—. No dejaré que te golpee de nuevo, ¿de acuerdo? Si ella quiere acercarse a ti o decirte algo, nole hagas caso.
—De acuerdo, hyungcito —susurró, para luego dejarle un pequeño besito en el cuello, ocasionando cosquillas—. ¿Puedo dormir la siesta así? No quiero estar lejos de ti.
—Jisung, solo di que quieres usarme de cama.
—Uh, atrapado —ambos rieron.
—Duerme, pero del hielo no te librarás.
Minho observó como Jisung le hacia un corazón con el dedo pulgar y el índice, para luego tomar los peluches de nuevo, uno con cada manito, hasta abrazarlos fuertemente y poco después, escuchó su respiración lenta y calmada, confirmando que quedó profundamente dormido.
No pudo evitar dejarle un pequeño beso, a modo de disculpa por no dejarle las cosas claras a Wonyoung desde que apareció.
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