☆ CIENTO CUARENTA Y DOS

—¿Terminamos entonces? —agachó la cabeza, totalmente triste. Minho hizo lo mismo, pero fue solo para observarlo.

—Llegó el momento —elevó su mano y la condujo hasta su cabello para acariciarlo, luego la colocó sobre el mentón, levantando así su mirada—. Desde que empezamos supimos que iba a llegar este momento... no vayas a llorar, por favor —su voz dulce lo reconfortó un poquito.

—Pero... ¿no podemos seguir? —sus ojos se tornaron tristes, pero estos estaban llenos de cansancio.

—Ya es tarde...

—¡A penas son las doce! un capitulo mas, por favor —hizo un pucherito que Minho no tardo en besar, riéndose en el proceso.

—Son las doce y estas muerto del sueño. ¿Pero qué quieres ver? si la serie ya terminó, no hay mas temporadas hasta que se estrena la otra.

—Ah... ufa... ¿voy a tener que esperar casi un año para eso? —agachó la mirada y se cruzó de brazos.

—No lo sé, mañana en el desayuno investigamos, ¿quieres? —se levantó con entusiasmo del sofá y le sonrió.

—Está bien, pero... dormiré si me lleva cargando.

—Si te cargo o no, te dormirás igual —se acercó para pincharle la nariz a modo de juego. Jisung se quejó levemente, para luego alejarse.

—Y sí, pero no quiero caminar hasta allá... —señaló con su dedo la escalera, observando como Minho asentía sorprendido.

—Y luego soy yo quien se aprovecha, ¿no?

—También —elevó sus brazos en señal para que lo cargue.

Minho se mordió el labio inferior, tratando de que no salga una sonrisa. Primero esperó a que se acomodara sobre su pecho, no sabia porqué se acomodaba tanto si en menos de dos minutos tenia que soltarlo, pero tardó unos segundos en decidirse que posición dejaba su cabeza y sus manos. Una vez listo, emprendió camino hacia la habitación.

Ambos tenían el pijama puesto, o mas bien Jisung, Minho se conformaba con una camiseta y short, aunque a veces solo era la parte de abajo. Sacó la manta para dejar descubierta el colchón y así poder dejarlo sobre la sábana, pero el rubio se aferró a él.

—No me digas que te dormiste en dos segundos.

—Casi, si tenia sueñito y ahora que lo pienso, no iba a poder aguantar otro capitulo si es que nos quedábamos, pero eso no es lo importante...

—¿Me vas a decir por qué no quieres acostarte?

—Es que... eres cálido y me gusta estar así contigo... unos segundos mas, por favor —su aliento golpeaba la piel del cuello ajeno al susurrar aquello. Lee sonrió, sintiéndose totalmente halagado—. Además, tardé mucho en encontrar una posición cómoda.

—Me quedo con lo primero —se quejó, esbozando una sonrisa que Jisung no podía ver.

—Ay, no quise que sonara tan así... eres cómodo Min, eres suave... ¡Te amo! —se alejó repentinamente para exclamar aquello, elevando sus brazos para que estos acompañaran sus palabras y expresaran el mismo sentimiento, para luego abrazarlo.

—Eres tan lindo... te amo también. Tú sabes que por mi, nos quedamos así todo el tiempo del mundo, pero en la cama también nos podemos abrazar.

—No es lo mismo, pero sí. Ya puede bajarme.

Lee lo acercó al colchón y lo dejó caer, recibiendo una mala mirada de su parte.

—Dijiste que te bajara, pero no como —se defendió, mientras se quitaba la camiseta.

—Bueno... sí... si se enferma yo no lo cuidaré, y cuando lo haces, eres mas bebé que yo.

—¿Han Jisung...? —preguntó atónito, mientras se subía a la cama y se acomodaba. Ambos se pusieron de frente, y Lee podía afirmar y reafirmar que esos dos ojitos que brillaban, eran las estrellas mas hermosa del universo—. ¿Acabas de aceptar que eres un bebé?

—No... me refería al apodo que me dice —se tapó con la manta hasta la cabeza, escuchando la risa de su novio.

—Mmmh está bien... —decidió cortar el juego porque quería dormirse lo antes temprano.

Por ende, también se tapó hasta la cabeza, encontrando enseguida al rubio. No podía ver nada, pero estaba seguro de que había una pequeña sonrisita inocente. Se acerco a él para dejar su cabeza sobre su pecho, porque turno de Jisung abrazarlo.

—Buenas noches, hyungcito —susurró. Apartó la manta para que pudieran respirar, preocupándose por no escuchar una respuesta de su novio.

—Buenas noches, mi niño —dijo antes de quedar completamente dormido.

Sabia que ya era de mañana porque la alarma sonó hace varios minutos, pero el hecho de que Jisung no se haya levantado, es una buena señal para seguir durmiendo. O al menos intentaba, porque tenia su brazo debajo de la cabeza ajena y el rubio jugaba con su mano. 

Enlazaba y desenlazaba sus dedos, acariciaba su piel a lo largo del antebrazo y de vez en cuando, dejaba tiernos besos que le hacían un poco de cosquillas. Ejerció fuerza en su mano, intentado darlo vuelta para atraerlo hacia sí, a lo que, una vez hecho, le besó la mejilla repetidas veces.

—Hola, lindo —su voz salió totalmente ronca, como si estuviese enfermo, pero no le importó, solo le dejó otro beso en la frente.

—Buenos dias, hyungcito —le sonrió, colocando su mano sobre su rostro, comprobando si tenia fiebre—. Mmh... ¿se siente mal? su voz no sonó como siempre y eso que conozco el tono recién despierto...

—Son las nueve de la mañana, ¿cómo diablos puedes ser tan lindo?

—Es que... no sé —terminó negando, logrando que una carcajada salga disparada de la garganta de Lee—. Hyungcito, ¿sí sabe que me alegra cuando se ríe así? me hace pensar en nuestros primeros días de conocernos, no se reía con nadie, ni nada. Me gusta escucharlo.

Le dio un poco de vergüenza, así que se acercó hacia el pecho ajeno para poder refugiarse ahí, sintiendo las caricias de su novio en su espalda.

—No me reía, pero me hacías sonreír a lo loco. Soy muy serio a veces y cuando estaba contigo, era el doble, fingida muy bien.

—Me alegra que ya no finja, no hay que privarse de reír, ni de sonreír.

—Así es, bebé. Pero la única que me preocupa es la tuya, los demás que se vayan al diablo.

—¡Minho! después me preguntas de donde saco esas palabras.

—Y yo, ya te he dicho que aprendes rápido. El día está bonito, o eso es lo que veo desde aquí —mencionó, mirando fijamente hacia la ventana—. ¿Quieres que vayamos a desayunar y luego vamos a elegir nuestro departamento?

—¡Si! —saltó de la cama, asustando a Lee, ya que no estaba preparado para que de la nada, no esté entre sus brazos.

Largó un suspiro y se acomodó de nuevo en la cama, volviendo a cerrar sus ojos para dormir al menos cinco minutos mas. Sintió como el menor tiraba de su brazo, con la intención de levantarlo, pero no pudo, así que se deshizo en risas.

—¡Hyungcito!

—Vamos de nuevo, esta vez sí podrás.

Se acomodó de nuevo tal cual estaba y levantó su propio brazo para que Jisung lo tome al notar que este tardaba en hacerlo. Cuando tiró de él, Minho ejerció fuerza en su otro brazo, levantándose de la cama.

—Ahora sí.

—No se vale.

—Bebé, no es mi culpa... 

—¿Boxeo es lo que haces para tener fuerza en tus bracitos? —preguntó, mientras apretaba suavemente sus biceps.

—Eso, y pesas.

—¿Por qué no me enseña?

—Yo quería enseñarte en Jeju pero tú quisiste otra cosa —las mejillas del rubio se incendiaron al recordar aquello.

—¡No se puede contigo! —exclamó molesto—. Iré al baño.

Trató de darse la vuelta pero Lee no lo dejó, lo tomó de la cintura y lo atrajo hacia sí.

—Mañana en la tarde, iré al gimnasio, te vienes conmigo y te enseñaré. Si no te gusta, solo lleva algo con el cual entretenerte, hay un espacio para que puedas dibujar o pintar... o dormir, si quieres, mi rutina es breve, así que no tardaré mucho.

—Está bien, hyungcito —le dejó un beso en la mejilla y se encerró en el baño.

—¿Hay que revisar diez departamentos? —preguntó sorprendido, mientras veía la hoja con todas las direcciones. Minho asintió.

—Y tres casas —agregó—. Pero a esas las veremos en la tarde, tenemos toda esta semana para decidir, así que no te preocupes por el tiempo.

El semáforo se puso en rojo, por ende detuvo el auto. Condujo su mano disimuladamente hasta dejarla sobre el muslo descubierto del menor y lo acarició, duró poco porque tuvo que arrancar nuevamente, hasta llegar al primer edificio.

—¿Seguro que no se equivocó de dirección? —preguntó un poco sorprendido, por lo grande y elegante que era aquel edificio.

—No, ¿por qué? ¿no te gusta? —se quitó el cinturón de seguridad, acomodándose en el asiento para ver detenidamente su asombro.

—Es que... siempre que pasaba por acá, me quedaba unos segundos mirando, y siempre quise entrar, pero me daba vergüenza... —giró su cabeza, mientras miraba la estructura que brillaba por sus determinaciones doradas. La puerta giratoria reflejaba el sol hasta sus ojos, por ende, tuvo que voltearse, colocando su vista sobe el pelinegro.

—Bueno, ahora no tienes porque sentir eso... vamos a dar una vuelta. ¿Cómo no sabia eso que te gustaba? aquí vive Hyunjin, pude traerte en cualquier momento.

Jisung esperó a encontrarse fuera del auto. Por inercia, buscó la mano del mayor para enlazarla con fuerza, muchas personas entraban y salían, algo que lo puso un poco incómodo y Minho lo notó.

—No sabia eso.. —musitó—. ¿Entonces vinimos aquí porque vive Hyunjin? ¿Que harás si elegimos otro departamento lejos de tus amigos? —preguntó mientras se reía, al menos obtuvo una sonrisa por parte de Lee, algo que lo tranquilizó.

—Él no importa. Elegí todos los edificios que estén cerca de la universidad y de tu casa, por las dudas.

—Eso es muy tierno de tu parte...

—Puede ser... —el rubio se detuvo en seco—. ¿Qué pasa?

—Da vueltas muy rápido, no voy a pasar —señaló la puerta y el mayor comprendió—. Vámonos, no quiero —su voz se rompió levemente, le asustaba mucho.

Obligó a que lo mirara y a que respirara profundamente. Era el único ejercicio que lo tranquilizaba, además de pintar o dibujar algo, y recién estaba cayendo de que no habían traído esas cosas por las dudas. Por ello, en la escuela cargaba los libros y lápices por si tenia un ataque, algo que le recordaba a esa salida donde fueron a la confitería. No los traía porque su profesor no fue, o simplemente para no aburrirse, había otra razón y lo descubrió poco después.

Comenzó a observar alrededor de la otra puerta, porque tenia haber otra, y sí, solo que por el arbusto, Jisung no lo pudo notar.

—Mira ahí, hay otra puerta en la que puedes pasar tranquilamente —señaló y el rubio miró de inmediato—. Vamos.

Ambos reforzaron el agarre de su mano, Jisung por miedo y Minho aprovechaba la situación, no en un mal plan, pero lo hacia ya que podía acariciar su manito, un estimulo que lo tranquilizaba.

Entraron al recinto y evidentemente, habían muchas personas que iban y venían, hasta corrían, pero la mayoría eran niños que además, gritaban de la emoción, o eso pensaba él, al haberse asustado por uno que pasó al lado suyo.

—Tranquilo, pedí ver uno de los departamentos en los pisos silenciosos... lo malo es que vamos a tener que subir varios por el ascensor, y si alguna vez esta descompuesto, nos quedaremos sin piernas por las escaleras.

—Eso es porque no las ejercita —el mayor rio.

—Sí lo hago. Lo decía por ti, pero me incluía para que no te pongas a llorar como un bebé —Jisung le sacó la lengua e hizo una expresión de burla, logrando hacer reír al mayor.

—Vamos, sino se nos irá la mañana, podemos pelear luego.

Tomó con fuerza la mano del mayor y tiró de él en dirección hacia los ascensores.

La tarde se pasó rápido, algo que pasaba mucho cuando estaba con Jisung, y era el paso de las horas, que se esfumaban como si fuesen segundos. Algo que no le gustaba mucho, pero no se quejaba.

Bajó el volumen de la radio, o mas bien del capitulo de los Ositos Cariñositos, que claramente ya vio millones de veces, pero esta vez, se quedó dormido. ¿Y cómo no? Si desde la mañana estaba tan enérgico, que solo durmió siesta una hora, y de la nada, estaba saltando por la emoción de ir a ver las otras casas. 

Ahora que llegó a la casa del menor, se dio cuenta que también estaba totalmente cansado, solo quería tocar la cama y dormirse por dos días enteros. No solo eso, sino que también se dio cuenta de que el cansancio venia mas por despertarse con los sollozos de Jisung, no importaba a que hora fuese, él se quedaba despierto un tiempo mas, para cerciorarse de que el rubio esté profundamente dormido.

Pero no se lo iba a decir, sino, se sentiría mas culpable de lo que se siente, y Minho no quería aquello.

Largó un suspiro y se bajó cuidadosamente del auto, para rodearlo y abrir la puerta del acompañante, de esta manera, cargando a Jisung. No avanzó hasta que él se acomodó completamente como de costumbre. Al entrar a la casa, se quitó los zapatos y los ajenos, dejándolos caer por ahí, sin darle mucha importancia. 

Al llegar a la habitación, lo primero que hizo fue prender el aire acondicionado. Luego, corrió las mantas de la cama y trato de depositarlo, a lo que Jisung no hizo ningún gesto, ni ruido.

—Algún día me quedaré dormido y me cargarás hasta la cama —avisó Minho en un susurró.

—Yo y una grúa, porque no puedo cargarlo tan fácilmente, hyungcito.

—¿Estás despierto?

—Sí —se dio le vuelta, acomodándose entre los almohadones, para luego ver a su novio con una expresión de indignación.

—¿Entonces por qué no bajaste tu solo del auto? —preguntó mientras se quitaba la camiseta.

—Porque... es cómodo.

—Claro, como no.

Se acostó a su lado, dejando que sus brazos sean una segunda almohada para él pero Jisung le llamo la atención, sacudiendo levemente, indicándole que desarmara eso y le de pase libre para que pudiera acomodarse sobre su pecho.

—¿Está cómodo si digo que no quiero departamento, sino una casa? algo mas íntimo.

—Pensamos lo mismo. Al principio me agrado la idea de un departamento, porque yo vivo en uno y no tenia quejas, pero si vivimos juntos en uno, no podrás gemir.

—¿Por qué solo se centra en eso? —le dio un pequeño golpe a modo de castigo, para luego reír por aquel comentario.

—Es algo importante que tenemos que tener en cuenta. Luego pensé que seria mejor la casa, así puedes hacer pijamadas con tus amigos y gritar por Kango. O mejor no, no habrá televisión.

—Hasta cuando está cansado es celoso... entonces, ¿una casa? puede ser pequeña, no hace falta una mansión... nos sentiremos muy solos si la casa es grande, o eso pienso. 

—¿Te gustó mucho la segunda casa, no es así?

—Sí, ¿y a ti, Min?

—También, tiene un mini  gimnasio... donde podemos hacer cosas... —Jisung le dio otro golpe—. Como ejercicios, ves que no me dejas terminar. Pero mañana a las tres de la tarde quiero verte con ropa deportiva y nada de quejas al respecto, te llevaré al gimnasio, como prometí.

—Mmmm creo que ya me estoy arrepintiendo... es que hacer ejercicio...

—Ah, no niño, no te arrepientas ahora.

—Ahora no, ¿pero mañana sí puedo?

—Buenas noches —ignoró aquella pregunta.

—Buenas noches, hyungcito, descanse.

—Tu igual —le dejó un tierno beso en la cabeza.

Y ambos se fueron a dormir, con expectativas muy altas para su presente, y sobre todo, futuro juntos.

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