Why I love You so?
Advertencias: Ninguna.
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Megumi Fushiguro, era un niño peculiar. Akiko lo vió algunas veces antes de irse a Mongolia, pero no lo recordaba tan amargado (más). Ni siquiera abrió el regalo que le llevó, simplemente lo dejo en la mesa donde Gojo acomodó más cosas y se sentó junto a su hermana en el sofá.
—Feliz cumpleaños, Fushiguro-san —hasta para Akiko resultaba raro ser tan formal con un niño de once años recién cumplidos—. ¿Quieres hacer algo en específico hoy?
—Solo comamos el pastel, y después vayanse, tengo hacer deberes —su respuesta solo puso más nerviosa a la mayor.
Su hermana intervino rápidamente—. ¡Pero ya son vacaciones! ¡Vamos al parque de diversiones!
Gojo, quién recién abría el pastel, alzó la cara sonriendo—. Sería divertido ir, pero antes Megumi debe pedir su deseo y soplar las velas~.
El de cabello negro gruñó por lo bajo antes de acercarse—. Deseo que dejes de ser un tonto —sopló las velitas sin más.
—Va de nuevo, la próxima vez no digas tu deseo en voz alta —Satoru volvió a encender las velas, y esta vez se alejó ligeramente.
Cerró los ojos y por primera vez se sintió como un niño de su edad soplando las velas, deseando cosas como si pudieran ser reales "Deseo que mi hermana y yo, salgamos adelante" pensó antes de abrir los ojos y encontrar la cara de Gojo sonriéndole mientras tomaba fotos con una cámara—. ¡No hagas eso!
—Serán buenos recuerdos cuando seas mayor, Megumi. Me las mostraré a tus novias —Siguió capturando sus caras avergonzadas y enfadas.
Tsumiki se recargó en Akiko—. ¿Podemos ir al parque de diversiones? —preguntó con un tono dulce.
La rubia sonrió mientras se debatía si debía llevarlos, claro que quería, pero Gojo era su responsable, y debía preguntarle—. Satoru… —la interrumpió sabiendo que iba a preguntarle.
—Por supuesto, aunque Megumi se niegue —era sonrisa arrogante se había vuelto en una sincera, buscando la aprobación de Akiko—. Pero me ayudarás a cuidarlos, ¿cierto?
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—Vamos, vamos —Tsumiki estaba impaciente, sentada junto a Akiko y Megumi, mientras la mayor le ponía bloqueador solar en la cara—. Muchas gracias por traernos, Satoru-san. La verdad es que Megumi quería venir por un comercial que vimos en televisión, pero no quiere admitirlo.
Fushiguro se limitó a gruñir al mismo tiempo que él solo se aplicaba el bloqueador solar en los brazos—. ¡Claro que no!
Gojo, quién iba de copiloto, intercambió una mirada con su chófer antes de voltear a verlos—. Denle las gracias al señor Ichiro, él nos trajo aunque es su día de descanso.
La castaña rápidamente hizo lo sugerido—. Gracias señor. También gracias a Akiko-chan…me quiero subir a la montaña rusa contigo —una vez la mayor le puso un sombrero para el sol y su gafete con su nombre y teléfono de Gojo, se quedaron en silencio esperando llegar.
La niña un poco más alta bajó rápidamente del auto, y aunque Fushiguro fingía estar siendo obligado, también se veía emocionado.
Akiko tomó sus manos, y por única vez Megumi se dejó sujetar, no era por cariño ni nada, era porque le preocupa perderse entre tanta gente—. ¿A cuál quieren subir primero? Supongo que alguno tendrá que ir con Satoru para que los dejen entrar…
Megumi apretó su mano—. No quiero ir con ese tonto.
La niña hizo un pequeño puchero—. Pero Akiko-chan se va a subir conmigo a la montaña rusa.
El albino frunció el ceño—. ¿De verdad ninguno quiere ir conmigo? Además, yo podría dejarlos aquí y subir con Akiko —su tono burlón provocó cólera en los menores—. Alguien debe ir conmigo incluso si no quieren.
Al final, Tsumiki tomó la mano de Gojo y subieron juntos. La rubia se quedó en la fila con Megumi.
—¿Odias a Satoru? —preguntó la mayor al ver el claro disgusto del niño.
—Él cree que la vida es fácil, siempre dice que es el más fuerte y que puede hacer cualquier cosa —ambos subieron al carrito y mientras les aseguraban los asientos, el pequeño miraba de reojo la colina de rieles a la cuál subían—. Un tipo así que lo ha tenido todo, me desagrada.
La rubia se quedó callada pensando qué decirle hasta que finalmente encontró las palabras—. Gojo Satoru es la cúspide de la hechicería moderna, y su clan es uno de los más importantes, tiene dinero de sobra. Pero él nunca quiso el peso de ser a quien envían a misiones casi imposibles para los demás, ni a quien siempre recurren por apoyo. Satoru intenta hacer lo correcto, y eso es raro en muchas personas.
—Lo dices porque te gusta.
La mayor suspiró—. De donde yo vengo, los cumpleaños no eran celebraciones, no al menos para mí, solo me recordaban que pronto debía casarme, y dar a luz hijos, o que incluso me harían cosas peores; Satoru me sacó de ahí. Megumi, es tu cumpleaños, deberías divertirte.
El niño apretó su puño cuando el carrito en el que iban comenzó a moverse rápidamente, soltó un grito y cerró los ojos. Akiko sonrió y sostuvo su mano fuertemente hasta que él pudo abrir los ojos. Fue un momento único que ninguno de los dos pensó tener. Akiko simpatizó con Megumi, y Megumi se abrió levemente con ella.
Para todos fue una sorpresa verlo actuar como alguien de su edad, "Quiero un algodón de azúcar" "Vamos a la casa del terror, Gojo-san" "Tsumiki, come lento para poder subirnos a más juegos mecánicos". El albino tenía una sonrisa encantadora en sus labios, disfrutaba de al menos darle un cumpleaños así.
Al finalizar la tarde, ambos menores estaban exhaustos, con un montón de cosas que compraron en el parque de diversiones. Tsumiki cayó dormida apenas subieron al auto, recargó su cabeza en los muslos de Akiko y no se movió. Megumi por otro lado, bostezaba hasta que la mayor acaricio su cabeza y durmió cómodamente en su pecho.
Gojo tomó la cámara y les sacó varias fotos mientras Aki se aguantaba la risa. "Son muy lindos" dijo como un susurro para el joven.
—Lo son —respondió antes de darse la vuelta y recargarse en la ventana, estaba tratando de ocultar el enorme sonrojo que se extendía hasta su cuello.
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Juju-corto:
Al llegar a casa tomó un baño, pues definitivamente fue un día lleno de acción, y caramelos con los que tropezaba. Sin duda, fue un día maravilloso para la joven. Se divirtió, y lo más importante: hizo que los niños se divirtieran.
A menudo pensaba en las niñas y niños de su clan. Había intentado ayudarlos, denunció varias veces los maltratos que vivió en el clan Katō, incluso contacto con derechos humanos, pero igual que siempre, su abuelo creó este sistema corrupto que protegía a los altos mandos de cualquier acción legal.
Su teléfono vibró asustandola levemente, se estiró desde el sofá y contestó—. Buenas noches, ¿Quién habla?... Sí, soy Akiko Katō. ¿De verdad? ¿Cómo? —al recibir respuestas cortas, colgó la llamada.
Akiko estaba pasmada, la llamada la hizo sentir un gigantesco nudo en la garganta. Su abuelo murió. El hombre que fue motivo de la mayoría de sus pesadillas, el líder del clan que la humilló, que la menospreció y maltrató.
La rubia sonrió débilmente, pero sentía un gran vacío en el estómago. Al fin podría dormir tranquila.
Hola, la verdad este capítulo está medio corto pero es debido a que da paso al climax de la historia.
Por cierto, ví que muchas personas apoyan este fanfic y no saben lo feliz que me hace, empecé a escribirlo al igual que todo lo que hago, para mí. Pero me encanta que más personas aprecien esto.
-Honey
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