Swear
Advertencias: Ninguna.
Oh, yo solía decir
Que nunca me iba a enamorar otra vez, hasta que la encontré
Dije: Nunca me voy a enamorar, a menos que sea de ti que me enamore
Stephen Sanchez - Until I Found You
~•~
—Naoko, el grado uno va para allá —dijo la voz de la rubia. Era un poco más alta, usaba el cabello un poco más corto que hace unos años, de hecho lo llevaba atado, parecía tener rasgos más maduros.
“Ni siquiera me pagan a mí por esto” dijo la grave voz del muchacho “Recuerda que solo te estoy ayudando para que termines pronto”.
Suspiró mientras cambiaba de dirección, ignorando a la pequeña maldición que estaba buscando—. Entendido.
“Que malo eres, Naoko” era Carol, compañero de Akiko, y hasta ahora colega dando cátedras con ella “Yo me encargo belleza”.
Se escuchó un gruñido desde la línea de Kimura, y después hubo un sonido sordo, había partido al grado uno por la mitad usando su espada “¡Ya lo hice yo!”
Al final de la misión, había exorcizado un total de 47 maldiciones, la mayoría de grado menor, y contemplando que eran tres hechiceros fue rápido. Ese fue su último trabajo para la universidad de Mongolia. La joven la noche anterior había preparado sus maletas, y firmado el papeleo para su transferencia a Japón.
—Deberíamos ir a celebrar —dijo el castaño—. Vamos, yo invito…tal vez hasta convenza a Akiko de quedarse más tiempo conmigo.
El de ojos oscuros sonrió sarcástico—. No podrías, y además, Akiko ya firmó el contrato para ser transferida a Japón conmigo, pero inténtalo.
La más baja soltó un soplido—. Volvamos a la universidad y ya-
Naoko agitó sus hombros desesperado—. Carol tiene razón, debemos celebrar antes de volver a Tokyo, por favor Aki-chan, después no tendremos tiempo ni para salir.
Antes de negarse ya había pedido un taxi. Akiko no era fan de ir a clubs, menos si en menos de un día debía viajar, pero terminó siendo arrastrada a uno, donde la música era tan alta que debía gritar para que la escucharan, las luces neón y la energía eran casi como un santuario donde Akiko era una extraña.
Se acercó a la barra, y al recibir sus tragos de reojo pudo ver a Naoko bailando con una chica, al parecer unas cuantas más lo rodearon y coqueteaban con él. La joven hizo una seña, preguntando si necesitaba ayuda, al ver una sonrisa en su rostro asintió y se quedo en su lugar.
Se sentía enferma por el olor a perfumes, alcohol y cigarrillos, pero había encanto en ver a las personas ser tan extrovertidas. Más de un chico quiso acercarse, pero ella solo debía tomarse del brazo de Carol y mirarlos seriamente, pues últimamente la confrontación era difícil.
Después de un rato, los tres estaban bebiendo, los dos varones haciéndolo un concurso para decidir quién resistía mejor el alcohol.
—Voy al baño…Akiko, no te alejes de aquí —canturreó Kimura antes de alejarse tambaleante, la joven pudo ver cómo le dió una mirada extraña a Carol.
Carol sonrió suavemente al tener tiempo a solas—. ¿Segura de qué irte a Tokyo es la mejor opción?
—Mejor paga, menos enseñanza y solo debo preocuparme por trabajar para la orden de hechiceros, a mí me parece una mejor oferta —alzó los hombros divertida—. Deberías ir con nosotros, Tokyo es más interesante de lo que piensas.
—¿Tú quieres que vaya? —preguntó inclinándose levemente hacía ella, casi rozando sus labios—. ¿Tú me quieres a tu lado?
Akiko se alejó rápidamente—. Es una mejor oportunidad laboral…iré a ver cómo está Naoko —la joven se alejó entre las personas, incluso teniendo que pedir permiso para pasar hasta los sanitarios. El joven hechicero se sostenía de una pared—. Oye, vamos a los dormitorios, ya fue suficiente.
—Pero quiero que la pases bien, solo déjame aquí y ve a divertirte —dijo acariciando su cabello dorado.
—No, ya nos vamos —lo sostuvo con dificultades por su tamaño—. Venimos juntos, nos vamos juntos.
Naoko sonrió antes de abrazarla fuertemente—. De acuerdo, vamos…oye Akiko, te amo muchísimo.
—Ahora quisiera que me lo demostraras caminando a la salida derecho. Le enviaré un mensaje a Carol para que nos vea afuera, si te dejó solo te caerás-
El de ojos oscuros se rió ruidosamente—. La verdad pensé que Carol te gustaba, por eso te dejé a solas con él…¿Y te gusta?
La de ojos azules suspiró—. No lo sé, creo que es atractivo y agradable, pero nunca tendría esa relación con un amigo, nunca.
Naoko se quedó en silencio, incluso cuando subió al taxi mientras esperaban a Carol. Nunca llegó a decirle lo que pensaba en ese momento, pero anhelaba con todas sus fuerzas tener su corazón, y al no poder hacerlo, solo deseaba la felicidad de su amiga. Durante meses mandó señales sutiles a Akiko, pero simplemente no pudo comprenderlas, y si le hubiera dicho, probablemente su relación no hubiera seguido igual.
La rubia arrastró el cuerpo de su amigo por todo el pasillo, pues Carol había caído rendido en la entrada. Al final logró apoyarlo en la cama y lo ayudó a recostarse—. Mañana tenemos que volver a Tokio y bebiste tanto.
—Lo siento —dijo mientras la envolvía en sus brazos—. Lamento mucho sentirme así, perdón, no quiero arruinar esto.
—¿De qué hablas? —preguntó la de ojos zafiro acariciando suavemente su espalda, como si fuera su propio hijo, a ella le dolía verlo sufrir.
—Sobre todo…tal vez no soy suficiente —trató de decirle más, pero terminó dormido en los brazos de su mejor amiga, sollozando levemente.
—¡No corras! Voy a vomitar —el más alto iba unos metros atrás de Katō, corriendo por el pequeño aeropuerto de Mongolia—. Al menos déjame comprar una dona.
La rubia lo miró enojada, pues ya iban minutos después del abordaje. Siguió caminando hasta que ambos estuvieron dentro del avión, seguía con el ceño fruncido, pero más aliviada. "Debemos ser puntuales, nos quieren ver en Tokyo una hora después de aterrizar, tal vez ni siquiera podamos descansar" fueron palabras del propio joven que había olvidado durante su borrachera.
Naoko abrió su ventana y suspiró—. ¿No quieres dormir aunque sea un rato?
La más baja negó al mismo tiempo que apagaba su celular. Parecía impaciente, tan desesperada por como movía sus pies ansiosa.
El mayor se inclinó hacía su oído—. Oye, ni Tokyo o Gojo Satoru se moverán, siguen en Japón.
—No es eso…¿Y si volver es una mala idea? ¿Qué tal si dejar mi puesto cómo institutriz no es correcto? —preguntó al borde del pánico—. Yo ni siquiera sé si soy buena.
—Ahora suenas paranoica, calma, eres buena hechicera, y si algo falla no te preocupes, simplemente debemos poner un puesto de comida callejera y pagar nuestros impuestos —respondió alegre, aunque su mente estaba dispersa por el alcohol de la noche anterior—. ¿Ahora puedes dejarme dormir? No más preguntas de críticas a tí misma.
La menor asintió, dejándolo recargarse en su hombro, quedando totalmente quieta durante las horas de vuelo. "Es que yo no quiero que él me pida eso…pero no es como que pueda evitarlo toda la vida" pensó “Hace días que no hablo con él…es una tontería, seguramente está teniendo una buena vida”.
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—Cuando dijiste que harías algo para cambiar al mundo, no pensé que te referías a ser maestro —dijo Yaga, sorprendido de que Satoru se postulará como profesor, ciertamente con 23 años y una carrera prodigio en la hechicería era fácil ser aceptado—. ¿De verdad quieres esto? El dinero no te hace falta.
Satoru sonrió divertido mientras jugaba con las vendas de sus ojos—. Mmm, podría decirse que intento ayudar a la comunidad, algunos de los niños que pisen está escuela serán mis colegas algún día, me gustaría que fueran personas en los que pueda confiar, y en sus habilidades.
El mayor soltó un suspiro—. Sabes que hay generaciones donde no tenemos ningún estudiante, o a veces solo uno…¿Y aún así quieres trabajar aquí?
El albino asintió rápidamente—. El gran Gojo tiene el presentimiento de que seré un maravilloso profesor, además, el más guapo que haya dado clases.
El director Yaga dudó un poco antes de darle el contrato—. Veremos cómo trabajas, solo tendrás a los alumnos de primer año, no creas que haber sido mi alumno te da privilegios.
Con una sonrisa arrogante, Gojo alzó las manos como si celebrará—. No te preocupes. Quebraré los huesos de esos niños para que veas que voy en serio.
—¡No lo harás!
El más alto firmó su solicitud, claramente los altos mandos lo aceptarían inmediatamente al ver su nombre, odiaban las ideas de Gojo, pero amaban la pureza de sus técnicas y todo el poder milenario.
Gojo Satoru, un hombre que estaba más allá de la comprensión humana, cuyo celular estaba explotando de mensajes de conquistas a quienes dejaba tan fácilmente, pues en esos tres años no había olvidado a su gran amor, no sabía que esa misma mujer ahora pisaba tierras japonesas, con una sonrisa, pues estaba cada vez más cerca de su hogar.
omg, ya quiero que se vean otra vez, los amo a mis niños que por un lado Gojo es un NyE, y Akiko una morra sin habilidades sociales.
Me encanta que Naoko nunca intente interponer sus sentimientos en su amistad con Akiko. De una vez digan si quieren especial de Naoko x Akiko en un universo alterno (tipo final alternativo), o especial Naoko x Lectora, para tenerlos listos para después del final.
-Honey
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