Lost in the darkness.
Advertencias: Ninguna, pero tengan a la mano pañuelos o antorchas para quemar a Gojo.
~•~
But the I found her. I found you.
-Until I Found You.
Justo después de ganar el torneo, a los chicos de Tokio se les dió la noticia de la aprobación de su beca a Mongolia para ser entrenados por los mejores y sobre toda la historia y técnicas de energía maldita. Los ovacionaban de pie mientras les hacían entrega de sus solicitudes aceptadas.
Fue una sorpresa para todos cuando Nanami la rechazó sin dudarlo—. Yo solo hice el registro porque era obligatorio, no me dedicaré a ser hechicero.
—¡Pero eres muy bueno en eso! —intervino Naoko—. ¿Qué se supone que harás?
—Ser oficinista.
Gojo lo encontró bastante triste, sabía sus verdaderos motivos para no dedicarse a la hechicería, pero no diría nada inapropiado. Su celular vibró y bueno, Shoko le respondió su mensaje “Vete al carajo, estoy en Hirosaki”, al menos tuvo la decencia de avisarle. Gojo juntó sus dedos inocentemente—. Shoko tuvo un problema, no vendrá.
La rubia lo miró confundida—. ¿No vendrá a qué? —A pocos pasos Naoko intentaba abrazar a Nanami para convencerlo de irse con él a Mongolia.
—A la celebración que tenía para tí —respondió un poco frustrado. Gracias a Dios aún no cancelaba la reservación en el restaurante, pues parecía más viable terminar siendo grosero con los compañeros de Akiko y llevarla solo a ella, tal como lo había planeado desde el principio.
—¿No era una broma? Pensé que solo jugabas —su risa fue incómoda. Llamó la atención de sus amigos alzando la mano—. Salgamos, Satoru dice que tiene una sorpresa.
El albino se puso detrás de ella juntando ambas manos en señal de súplica “No, no vayan” sus labios se movían esperanzado en que los contrarios se apiadarán de él. Y Nanami le hizo caso declinando la oferta, aunque Naoko sonrió malévolo, al final también se negó.
—No podemos Aki-chan, debemos hablar algunas cosas de hombres ¿No es así, Nanami-san? —dijo el de cabellos oscuros con una risa nerviosa—. Yo creo que deberías salir tú sola, la sorpresa es para tí, solo que no hagas nada indebido y llega temprano…apuesto que de todas formas estarás aburrida con Gojo-san.
La rubia lo miró confundida—. De acuerdo, mañana podemos celebrar nosotros…Podemos ir a Shibuya.
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Gojo apretaba la caja en el bolsillo de su pantalón. “Es solo una formalidad” se dijo a sí mismo cuando compró eso en Tailandia. Mientras que la joven se bañará y alistará, él esperaba pacientemente en la entrada, sentado en un banca.
Habían pasado casi dos horas desde que llegó al país, y siendo sincero, él pensaba que se merecía un aplauso como mínimo, pues usó su técnica cortando el espacio y tiempo para llegar justo antes de que terminara el torneo. Apenas había descansado tres horas en el avión, estaba solemnemente disgustado con el recibimiento que Akiko no le dió, esperaba que saltará a sus brazos y le dijera lo mucho que lo extrañaba, que apretara sus costillas y enrollara sus dedos en los suyos.
—Lamento hacerte esperar demasiado, no encontraba la secadora —su atuendo se basaba en una camisa amarilla y falda blanca al igual que sus zapatos deportivos, era simple en realidad.
Gojo sonrió suavemente—. No te preocupes, no me importa esperar, pero a mi chofer sí —dijo divertido, mientras la guiaba al estacionamiento—. Llevamos tiempo, la reservación es a las siete pm, aunque va a llover y debemos tener precauciones.
La muchacha suspiró aliviada—. Lamento que Naoko y Nanami no quisieran venir, supongo que iban a platicar temas importantes.
Satoru sonrió—. Sí, es una pena, pero solo podemos pasarla bien ¿Verdad? Además sería bueno tener tiempo a solas, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que estuvimos solos?
—Casi dos meses, fue cuando fuí vetada de los eventos de hechicería por gritarles a los altos mandos —respondió Aki con un gran sonrojo y curvando los labios en una sonrisa nerviosa.
El albino soltó una carcajada—. Creo que los hiciste enojar más que yo en toda mi vida.
“Los altos mandos aman lo que Gojo Satoru representa” pensó la jóven—. Frustré su plan para que te casarás con alguien más adecuada, me detestan.
Gojo negó rápidamente—. Odian que tú eres la primera mujer que no acepta sus insultos y se queda callada. Ellos odian lo que no pueden controlar, lo hermoso y brillante…Y tú los dejaste ciegos.
Akiko sintió como su corazón latía más rápido, la forma en la que sus manos temblaron y tuvo que apretar sus puños para esconderlo, giró su cara hacía la carretera ignorando la sonrisa del chofer en el retrovisor. Solo era una adolecente enamorada, una que no había sido amada así, y no le habían enseñado a amar. Pero aprendió sola, “Solo es Satoru” dijo mientras alcanzaba su mano por el asiento y rozaba sus dedos suavemente.
El de gafas se asustó, pero se quedó quieto al sentir el tacto tan sutil de Akiko. Mantuvo la vista al frente reteniendo un suspiro.
¿No era hermoso estar cerca de ella? Claro que sí, él amaba la forma en la que Akiko se ponía nerviosa y le seguía el juego cuando lo entendía. Ella era especial porque muy en el fondo lo sabía, sabía que tenía cierto poder sobre Gojo que nadie más poseía, uno que lo obligaba a quedarse de rodillas si se lo pedía.
—Que restaurante tan elegante, seguro gastaste mucho dinero —comentó Akiko con sorpresa cuando ví los precios del menú—. ¿Y así querías invitar a cuatro personas más?
Satoru suspiró resignado—. Akiko-chan, reserve una mesa para dos en el fondo del lugar.
—Entonces pensabas solo invitar a…ah, ¿Y por qué invitaste a Shoko-kun? —preguntó la menor sin levantar la vista del menú, trataba de esconderse de él.
—Porque tú querías que viniera, me alegra que no fuera así —dijo con una sonrisa arrogante—. Iba a patear a Nanami si decía que si podía venir, y bueno, a Naoko lo voy a golpear cuando lo vea.
Akiko soltó una risa creyendo que era una broma—. ¿Lo harás?
Gojo intentó apartar la vista de su radiante sonrisa, pero falló miserablemente—. Ya decide que vas a cenar, o te pediré una maldita langosta.
La rubia asintió disfrutando de ese ambiente, a veces olvidaba que Gojo Satoru era también un humano común, sí, más adulto que ella por tres años, pero era como los pequeños que corrían en el jardín de su clan—. Cuéntame de tus misiones, me enteré por el director que fuiste hasta Tailandia para exorcizar una maldición de grado especial.
—Fue como el resto de maldiciones, ni siquiera me costó trabajo —dijo arrogante—. Puedo hacer todo lo que yo quiera a la primera, así de maravilloso soy.
Akiko retuvo una risa apretando sus labios—. C-claro —no se estaba burlando, solo le era divertida la manera en que Gojo se alababa a sí mismo.
Satoru al igual que otras veces se quedó en silencio, viéndola.
La cena pasó más rápido de lo que ambos hubieran querido, pero estuvo llena de comentarios divertidos por parte de Gojo, incluso imitó a Nanami cuando fruncía el ceño. Akiko estaba más concentrada en él, que en la propia comida.
Al terminar, Gojo pago mientras la llevaba afuera y mientras caminaron unas calles llamó para que pasarán a recogerlos, se suponía que su chofer debía llegar en menos de diez minutos, pero comenzó a llover. La gente comenzó a correr quedando prácticamente casi solos en la avenida.
Akiko buscó un lugar donde cubrirse—. Que mala suerte tenemos…el único día que nos vemos en meses y pasa esto.
—Solo es agua Akiko —dijo mientras la cubría con su chaqueta. Al final la terminó arrastrando bajo el balcón de un departamento, evitando que ambos se mojarán más—. Yo he intentado decirte algo desde que llegué…esperando que sea bien aceptado. Es un regalo.
La rubia lo miró fijamente. El cabello de Gojo estaba más mojado que el suyo, sus preciosos ojos color cielo reflejaban una inmensa belleza. Sin darse cuenta se puso roja por la cercanía del mayor, mientras sus manos se aferraban firmemente a la chaqueta que cubría su cabeza.
Gojo la miró una vez más antes de inclinarse y besarla suavemente alejándose solo para revisar que ella no lo quisiera alejar.
Tan pronto como ella no hizo nada, sus manos se aferraron a su cintura y mientras Akiko parecía ser un manojo de nervios, el varón disfruto cada segundo. Se permitió que sus grandes manos viajaran hasta su espalda baja rozandola gentilmente. Sus labios estaban necesitados de esto, de ella.
La de ojos zafiro jadeaba por falta de aire, no era particularmente buena besando, pues solo lo hizo una vez, y fue un beso corto que el mismo Gojo le dió durante su graduación. Se asustó ligeramente cuando sintió algo chocar con sus labios, y trató de retroceder, pero Satoru la mantuvo en su lugar, mientras su lengua se deslizaba levemente entre sus labios.
No fue un beso puro y casto como el primero, pero era la viva imagen de todo lo que sentían. Gojo se separaba cada tanto para dejarla respirar, pero tan pronto como Akiko tomaba aire, él volvía por más.
Akiko lo disfrutó, incluso cuando Satoru la empujó más contra la pared. Pero rápidamente giró la cabeza evitando que siguiera con el beso cuando el mayor apretó sus caderas contra las de ella.
—Lo siento…me deje llevar —comentó el jóven mientras la soltaba y metía sus manos en los bolsillos de sus pantalones. Había algo que él quería darle, pero se detuvo cuando la vió con los ojos llorosos y la cara sonrojada—. ¿Hice algo que no te gustará?
La más baja apartó la mirada—. No es eso…solo que nunca había hecho eso- besar, me refiero a que nunca había besado a nadie más que a tí.
“Más que a tí” una frase que a cualquiera lo hubiera llenado de orgullo, pero que él le daba otro significado. Akiko hasta hace casi dos años no había conocido nada más, vivía recluida en esa mansión, y ahora que era más libre, parecía que tampoco lo había hecho. Quizás sentía que debía darle fidelidad a Gojo, pero eso no lo hacía mejor.
“Si ella se hubiera comprometido con alguien más ¿Sería así?” pensaba el más alto al mismo tiempo que limpiaba la saliva de sus labios con el dorso de su mano “Si cualquier otro tipo la hubiera tomado como prometida, ¿Ella lo amaría?, claro, ella me ve como su salvador, como alguien a quien debería agradecer y amar incondicionalmente”.
La joven se quedó quieta mirando el piso donde aún caían gotas—. N-no fue desagradable para mí —murmuró.
—Oye Akiko, ¿Vas a tomar la beca para irte a Mongolia? —preguntó serio.
Sintió una punzada por como ignoro su comentario—T-todavía no lo sé…tendría que irme de Japón por mucho tiempo, y nunca he salido del país.
—Pues deberías ir, es una buena oportunidad —dijo mientras apretaba la caja aterciopelada dentro de su bolsillo—. Y quiero pedirte un favor.
La menor se acercó un poco para escucharlo. Era su momento más frágil desde que Gojo la vió llorar en su primer encuentro. Akiko nunca lo dijo, ni pensaba hacerlo, pero se alegró mucho cuando él limpió su lágrima, nadie había sido tan bondadoso y arrogante al mismo tiempo.
—Finge que lo que hice nunca pasó.
—¿E-el beso? —preguntó aturdida. ¿Gojo le pedía que negará algo así de lindo?
—Sí, por favor olvidalo. No quería besarte —dijo antes de apretar los labios—. Ya es muy tarde para que estés fuera de la academia, Yaga va a matarme. Ah, mira, por fin viene por nosotros —señaló el auto negro que se estacionaba frente a ellos—. Debes volver antes de las diez ¿no?
La rubia parpadeó incrédula por sus palabras. Apretó las manos hasta que pudo sentir cierto ardor. Subió en la parte trasera, y sorprendentemente Gojo viajó en el asiento del copiloto. Akiko dejó su chaqueta a un lado.
Nadie dijo ninguna palabra durante el camino, y para cuando llegaron Akiko bajó del auto rápidamente—. Gracias por traerme.
Gojo bajó para despedirse—. Todavía falta darte tu regalo —inmediatamente se quedó congelado al verla sonreír.
—Está bien, creí que mi regalo era verte —agitó su mano y también le sonrió al hombre al volante—. Tengan buena noche —dió la vuelta y siguió caminando, para su sorpresa no odiaba a Gojo, ni estaba siquiera enojada con él. Al llegar a sus dormitorios se encontró con Naoko sentado en el sofa viendo televisón, pero la apagó apenas la vió entrar—. Oh, sigues despierto.
—Claro, estaba esperando que llegarás —la inspeccionó superficialmente—. ¿Te divertiste?
—Sí, fue agradable...por cierto aceptaré la beca a Mongolia, ¿Y tú?
—Sí, me ayudará en mi carrera de hechicero—el de cabellos negros asintió—. Entonces ya me voy a dormir, descansa Aki-chan.
Akiko fue directo a su habitación. Se quitó la ropa mojada, y se puso su pijama más comoda. Se acostó hundiendo la cara en la almohada.
“Está bien, yo sé que es egoista pedir que él me corresponda” pensó mientras un sollozo fue ahogado en la tela del cojín “Estoy satisfecha con al menos besarlo una vez” su mano apretó la sabana debajo de ella hasta que sus nudillos estaban blancos “Para él solo soy alguien a quien podía ayudar, fue mi culpa enamorarme de él, pero no pude evitarlo”.
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Juju corto:
El albino viajaba con la cabeza pegada al vidrio de la ventana. Su chofer lo miraba de reojo mientras el menor hacía pucheros.
—¿Le dió el anillo? —preguntó, pues desde que lo recogió en el airopuerto el hechicero le presumió el regalo que planeaba darle a Akiko diciendo cosa como “Si lo acepta nos casaremos cuando termine la escuela” “Es bonito, me dijero que era el más caro”.
Satoru negó mostrando la caja y abriendola enselandole el anillo—. Nah, ella solo cree que me quiere…además, debe irse a Mongolia.
El mayor suspiró—. Parece que la señorita Akiko le tiene afecto.
—¿Crees que un gato ama el alimento para gatos porque sabe bien? ¿O porque es lo unico que le dan sus dueños? ¿Y si le dieran pollo frito? Le gustaría más —dijo guardando el anillo en su bolsillo—. Bueno, yo soy el alimento, Akiko es el gato, y el pollo frito es la vida que tendrá. Hice lo correcto, por favor dime que lo hice.
—Hizo lo que consideró mejor.
Ay no, casi me dió gastritis por escribir esto, toda enojada y comiendo verg- pero me gustó que ellos no solo sea un romance así simple, quiero que Akiko se supere y aprenda del amor propio. Y que Gojo sea más maduro.
En fin, lloré escuchando la canción que inspiro este fanfic "Until I Found You".
-Honey.
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