Heaven
Advertencias: Ninguna.
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¿Dos días eran una eternidad? No, pero se sentían así, pues Gojo no había dado señales de vida. Akiko estaba ansiosa, tanto que en clases no se concentraba. De hecho su profesor llevaba rato hablando pero ella estaba con la mente en otro lado.
—El curso intensivo de dos años en la escuela de Mongolia es el equivalente a si después de graduarse aquí, tomarán una extensión de conocimientos, por lo que pueden terminar oficialmente su preparatoria allá. Los quieren ver lo antes posible —su profesor miró a Akiko distraída, por lo que frunció el ceño—. Oye Akiko ¿Entendiste? La escuela de Mongolia los aceptará en tres días, así que deben irse pronto. Está es nuestra última clase.
—¡¿Y por qué nos lo dices así? —Al parecer Naoko tampoco lo había comprendido a la primera—. ¡Ni siquiera le pedí permiso a mi mamá!
El de gafas transparentes arqueó las cejas—. Yo hablaré con ella…y Akiko, ¿Quieres que le informe al clan Katō?
La mejor negó rápidamente—. No hace falta, no tengo contacto con ellos desde hace casi dos años.
—Pero necesitas el permiso de algún tutor —el profesor pensaba opciones—. De acuerdo, por única ocasión yo firmaré la autorización, pero solo porque se trata de algo fuera de tu control.
Naoko sonrió ampliamente—. No puedo creer que de verdad nos iremos, al fin algo bueno, ¿no viejo?
Su profesor se acercó a él, y posó su mano fuertemente sobre su escritorio—. ¡Ahora deberás ser más responsable! ¡Nada de fiestas, o algo indebido! ¡La escuela se verá comprometida con tu comportamiento!
—N-Naoko no dará problemas —Aki trató de intervenir, pero se ganó una mirada severa.
—Tú tampoco des problemas ¿de acuerdo? Y no dejes que este tipo muera allá…ni que te arrastre a sus desastres —exigió Nakamura—. ¡Ahora los dos de pie!
Los jóvenes asustados brincaron de sus asientos mirándolo expectantes. Naoko pudo ver que el mayor suavizó su expresión, y le hizo una seña a Aki para que lo viera también.
—Cuando llegué a esta escuela para dar clases hace dos años, pensé que mis alumnos serían niños de clanes cuyos padres miman hasta que son insoportables, pero me enteré que me dejaron un caso peculiar: la oveja perdida relacionada con el clan Zenin, y me sorprendió bastante saber que Naoko odiaba a otros hechiceros…y luego llegó una mocosa rara recomendada por el mejor hechicero de la generación —sonrió estirando sus brazos—. Me alegra mucho haber sido su profesor y ayudarles a ser futuros hechiceros.
Akiko y Naoko fueron apretados por su profesor en un cálido abrazo. La menor correspondió acariciando su brazo, mientras que su compañero aguantaba una risita y palmeo la espalda del mayor.
—Vamos viejo, nos harás llorar —dijo Naoko.
—Tú mocoso estúpido —se rió antes de alejarse lentamente de ellos—. Ahora deben cuidarse el uno del otro…espero que ambos sepan explotar su potencial al máximo.
La rubia sonrió estirando su mano sosteniendo la de Naoko—. Claro, y te visitaremos cuando terminé el curso.
El de lentes asintió—. Limpien el salón y váyanse, tienen mucho que empacar y hacer antes de irse —salió del aula dirigiéndose a los salones de primero.
Ambos adolescentes intercambiaron una mirada curiosa—. ¿Él no iba a llorar cierto? —preguntó Naoko mientras comenzaba a acomodar su escritorio y Akiko limpiaba la pizarra.
—Será raro no verlo a diario. Extrañaré que nos compré helados después de los entrenamientos.
El de ojos oscuros sonrió terminado de empujar los escritorios—. Bueno, a su modo es genial —tomó ambas mochilas y las puso sobre sus hombros—. Vámonos ya, Aki-chan.
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La rubia revisaba que ropa podía comenzar a empacar, y otras pertenencias que no eran de uso cotidiano. Terminó de acomodar algunas cosas cuando su celular timbró, era Satoru. Tomó el teléfono pero no contestó, se quedó quieta hasta que la llamada terminó y Akiko arrojó el dispositivo a la cama.
“No quiero hablar con él, pero debería avisarle” pensó mientras soltaba un profundo suspiro.
Salió de su cuarto encontrando a su compañero lavando los trastes en la cocina, por lo que se acercó—. De verdad pareces feliz de este viaje —dijo la menor sentándose en los bancos de la barra.
—Creo que desde niño me ha gustado hacer cosas así; cuando estaba en secundaria tomé un tren a Nagoya yo solo —dijo con una gran sonrisa.
Akiko lo miró más interesada en su historia—. ¿Por qué hiciste eso?
—Porque era lo que quería hacer, gracias a eso conocí a una buena amiga, se llama Rin —respondió viendo como la más baja no parecía convencida—. También conseguí un beso de la chica que me gustaba porque pensaba que yo era muy rebelde.
La rubia asintió en silencio, debatiéndose si podía hablar sobre eso con él—. Naoko, ¿Tú eres bueno besando?
El de cabellos negros se quitó los guantes de goma mirandola totalmente sonrojado—. Bueno…eso me han dicho algunas chicas —se puso muy nervioso, tanto que sus piernas le pesaban más.
—¿Y cómo se supone que debe ser un buen beso? ¿Y si yo no sé besar? —preguntó con seriedad.
El más alto frotó su entrecejo más relajado—. No es como que haya una técnica, cada persona es diferente y tiene preferencias diferentes, a algunos chicos les gustan los besos apasionados, a otros lentos, a otros ni siquiera les gusta besar —soltó una risita—. ¿Por qué preguntas?
Akiko hundió su cara entre sus brazos—. Creo que no sé como besar —”por eso no le gustó a Satoru” pensó.
Naoko apretó los labios para no reírse a carcajadas—. Me ofrecería como maestro, pero esas cosas no se aprenden solo viendo, debes sentirte a gusto, y no forzarlo —abrió el refrigerador sacando una soda—. No empieces a comportarte hormonal, sabes que no te dejaré tener una aventura en Mongolia.
Gojo respiró profundamente mientras miraba un programa cualquiera en televisión, solo quería distraerse, hace dos días llamó a Akiko y no le respondió, también le había enviado múltiples mensajes. Genuinamente se sentía mal y necesitaba hablar con ella. “Necesitaba” sabía que parecía patético necesitar a alguien.
Bueno, sabía que tal vez lo odiaba por haberla besado, o por después actuar como alguien distante. ¿Pero qué otra cosa podía hacer?
Sus ojos brillaron cuando recibió un mensaje de Akiko “Lo siento, estaba un poco ocupada con los trámites de la beca”. Apenas terminó de leerlo la llamó—. ¿Cómo va todo con esos aburridos trámites?
“Buenas noches. Fue complicado porque un tutor debía firmar mi responsiva y teníamos poco tiempo” sonaba abatida.
—¿Te vas acabando este mes? —preguntó el labino mordiendo su labio suavemente.
“Me voy mañana temprano”.
Esas palabras dejaron un vacío en el estómago de Gojo, quien respiraba rápidamente—. ¿Tan pronto? ¿Y-y por qué no me habías dicho? ¿No quería decirme?
“Pensaba decirte, pero tenía que empacar, revisar el papeleo y terminar algunos pendientes y- lo siento, olvidé decirte algo importante” su tono era más decaído ahora.
“Estoy siendo un idiota” pensó Satoru—. ¿Y realmente quieres hacer esto? me refiero a si de verdad quieres irte así nada más —su mano libre apretaba el cojín debajo de él.
“Tenía mis dudas, pero tenías razón, es una gran oportunidad. Creo que será divertido y me podría enseñar algunas cosas…así dejaré de dar tantas molestias a mis colegas” se escuchó una suave risa “Y no te preocupes, estaré bien, me alimentaré correctamente”.
El muchacho alto sintió que su cuerpo se hundía en el sofa de cuero negro. Su respiración se alentó. Era cierto, él se lo recomendó, él debería apoyarla y dejar de ser egoísta. Pero se siente tan pequeño al escuchar sus suaves respiraciones al otro lado de la línea—. ¿A qué hora es el vuelo? —logró preguntar después de algunos segundos de silencio.
“No tiene caso que te diga la hora, probablemente no vayas” su comentario había sido uno muy certero, pero su tono no era agresivo “El avión sale a las siete en punto”.
Gojo asintió pasando su mano por su cabello tirando de él—. Debo desearte un buen viaje, obviamente estaré ahí —soltó una risita forzada—. Es una pena que no pude darte un lugar favorito en Tokyo, te lo prometí la primera semana cuando entraste a la preparatoria.
“Tengo uno, cuando pueda te lo mostraré…Ya es tarde, descansa, Satoru”.
—Descansa —el de ojos color cielo colgó la llamada y se dejó caer acostándose completamente en el sofá, aunque sus pies colgaban—. Dios, siento que me estoy ahogando —después de unos minutos se puso de pie y fue a su refrigerador, tomó una cerveza y la bebió rápidamente, ni siquiera le gustaba el sabor.
No supo en qué momento dos cervezas se convirtieron en seis y después de eso se quedó completamente dormido en la sala.
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La rubia arrastraba su maleta por el aeropuerto junto a Naoko, quien parecía muy emocionado por el viaje, porque incluso durante el viaje en taxi repitió una y otra vez que deseaba experimentar cosas nuevas.
—Debe ser una broma —murmuró el de cabellos negros al ver a su familia esperando en la zona de abordaje, inmediatamente corrió hasta ellos abrazando a sus padres—. ¿Qué hacen aquí? pensé que se irían con la abuela a Canadá.
Su madre, una mujer castaña y un poco más joven que su padre apretó sus mejillas—. ¿Pensaste que te iba a dejar ir así nada más? Eres mi bebé —su acento era extraño, era verdad, Kimura se lo dijo, ella era Canadiense, de hecho vivía ahí antes de conocer a su esposo -pariente lejano de los Zenin-.
Naoko se avergonzó y cubrió su cara rápidamente—. Akiko está aquí, no digas cosas así.
La mujer mayor volteó a ver a la menor, y su sonrisa se ensanchó, prácticamente ignoró a su hijo para abrazar a la niña y llenarla de preguntas—. ¿Y tus padres no vendrán? ¿Eres hija única igual que Naoko?
Naoko carraspeo la garganta—. Aki-chan no tiene padres, por eso estaba en el clan Kato…lo siento si te incomodó su pregunta —se dirigió a la más baja.
—¡Lo siento mucho! No quería ser grosera —su madre se disculpó—. Me llamo Susan solo dime Su.
El hombre de cabellos negros y ojos verdes le sonrió timidamente—. Buenas tardes, soy el padre de Naoko, puedes decirme Eiji-san.
La rubia hizo una pequeña reverencia—. Es un gusto al fin conocerlos señores Kimura.
Su madre parecía todavía no entender las tradiciones porque soltó una risa ruidosa—. Ay, por favor no seas tan formal, mi esposo no es tan serio como parece. El gusto es nuestro, Naoko siempre habla de su linda compañera y lo bonita que es —su esposo tapó sus labios haciendo que se enojará.
—No le hagas caso, se emociona demasiado porque Naoko siempre ha sido muy cercano a ella —dijo el mayor aún apretando la cara de su esposa—. Ustedes son solo amigos ¿Verdad?
—¡Estás haciendo lo mismo que mamá! —gruñó el adolescente—. Ya nos vamos, tenemos que abordar…solo denme un abrazo y váyanse a casa de la abuela, diganle que voy a ser un hechicero que ganará mucho dinero.
Ambos adultos lo miraron sorprendidos porque el joven parecía querer llorar, así que lo abrazaron y apretaron a Akiko junto a ellos—. Naoko, más te vale que cuides de Akiko, a partir de ahora ella es tu responsabilidad.
La de ojos zafiro podría decir que le encantó lo extraños que eran todos, tan amables y abiertos con cualquiera. Ni siquiera dudaron en hacerla sentir bienvenida, entendía porque Naoko siempre había sido tan cálido, él creció en esta familia tan unida. Se dejó apretar por Susan quien lloraba y le repetía que debía cuidarse mucho y comer bien.
Se sintió como una familia de verdad.
—Ya me voy…cuiden mucho de la abuela —dijo el joven limpiando sus lágrimas—. ¡Y no olviden pagar el teléfono, les llamaré todos los días!
Akiko no dijo nada hasta que ya estaban en el pasillo de abordaje—. Tus padres son personas muy unidos a tí.
El de cabellos negros sobó su nuca nervioso—. Bueno, soy hijo único y me mimaron bastante —sonrió mientras volteaba cada tanto buscando la razón por la cual Akiko no sonreía desde la mañana—. Todavía faltan unos minutos, ¿No quieres esperarlo?
—¿Esperarlo?
El más alto le dió una sonrisa plana—. A Gojo Satoru, probablemente venga a despedirse de tí ¿o no? —al ver que Akiko se sonrojó soltó un suspiro—. Te espero del otro lado, dame tu maleta.
—No, vamos. De todas formas no creo que venga.
El de ojos oscuros señaló hacía atrás—. Debe ser ese loco que está gritando.
Efectivamente, Gojo parecía desesperado por encontrar a la joven, quien lo miraba asombrada. Hizo contacto visual con ella antes de correr en su dirección, aunque no podía pasar al pasillo de abordaje todavía podía hablar con ella—. Odio los aeropuertos, es muy confuso lo del número de puertas —dijo casi sin aliento recargándose en los torniquetes que los separaban y alzó una hoja con las palabras escritas “Mucha suerte”—. Esfuerzate mucho, Akiko, Y mucha suerte.
La rubia no podía abrazarlo, pero sonrió ampliamente—. Te ves despeinado.
Gojo abrió la boca, pero no dijo nada. Era obvio que estaba despeinado, pues se levantó tarde y tuvo que correr a alcanzar un taxi y después cruzar todo el mar de gente en el aeropuerto—. Y tú te ves…de hecho te ves bien —murmuró—. Apúrate a crecer.
La menor pensó que lo decía como una forma de que “Debía ser independiente cuanto antes”—. De acuerdo. Nos vemos cuando acabe el curso —alzó su mano y se despidió cuando hicieron la última llamada para el abordaje—. Gracias por venir, Satoru.
El albino la vió alejarse mientras el joven a su lado le daba una mala mirada. No importaba, se sentía feliz de haberle deseado un buen viaje. Sonrió acomodando sus gafas y en silencio dió la vuelta arrugando la hoja que llevaba.
Estaba feliz, pero nuevamente no había podido darle lo que había planeado.
—Este anillo ni siquiera es tan bonito —murmuró para él mismo.
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Juju-corto (un jujusanpo)
—No tengas miedo, solo es un tonto avión —dijo el de cabellos negros al ver a su compañera temblar frente a las escaleras del aeroplano.
No, no era solo eso. Había más en él, había gran parte de las palabras hirientes que recibió durante su niñez—. Pero da miedo —era cierto, toda su vida había tenido miedo, cuando tenía pesadillas con el cadáver de su madre, cuando se escondía en su futón al escuchar gritar al líder del clan.
—Cuando viaje solo a Nagoya también tenía miedo, porque estaba solo. Tú nunca más estarás sola —dijo con una tenue sonrisa—. Y si algo te da miedo hacer algo, solo hazlo mientras tiemblas asustada.
La rubia subió sintiendo como se libraba de una gran preocupación emocional—. Tenías razón, solo es un tonto avión.
Naoko sonrió apretando su cintura empujándola a sus lugares—. Es un viaje de seis horas, planeo dormir —dijo recargando su cabeza en el hombro de la menor—. Luces feliz.
—Me siento feliz, no estoy sola —y ella acaricio su mano apretándola durante el despegue.
Ay, amé este capítulo, la neta iba a hacer que Gojo no llegará pero dije "No hay que dejarle todo tan fácil a Naoko mi padre".
El Gojo cuando se puso pedo llorando por Akiko en su sala:
Nos vemos en unos días con otro capítulo bandamax
-Honey
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