Escuela de hechicería
Advertencias: Ninguna, pero lean la nota del final.
~•~
Casi dos semanas entrenando diariamente junto a Gojo dejó a Akiko absolutamente exhausta. Las piernas y abdomen le dolían tanto que aún sentía como palpitaba.
Algo le decía que ese día no era como otros, Gojo le dejó la ropa en la puerta pulcramente doblada, además de los zapatos negros. La joven se puso la blusa blanca y la falda negra lo más rápido que pudo. Salió lista para saludarlo cuando lo escuchó gruñir en el piso—. ¿Gojo-san?
—Oh, hola —se alzó velozmente golpeando su cabeza contra el sofá—. Yo busco…solo buscaba mi credencial de la escuela —y fue cuando notó que usaba su información azul marino—. Que bueno que ya estás lista, debemos irnos pronto, el director quiere verte.
—¿El director de tu preparatoria? —confundida lo ayudó a ponerse de pie—. ¿Para qué?
Gojo recargó su mano derecha sobre el hombro de la más baja—. Irás a la preparatoria de hechicería de Tokyo, obviamente estaré contigo aunque por mis avanzados conocimientos soy un hechicero clase especial —comentó orgulloso—. El profesor Yaga hará tu entrevista si el anciano no está.
—¡No mencionaste nada de la preparatoria! —afirmó abrumada por la falta de comunicación del albino.
—Oh, pues ya lo hice —abrazó su cuello firmemente—. Debo decirte que si te rechazan, y no puedes estudiar hechicería entonces vivirás tú sóla aquí, al menos hasta que te consiga un lugar adecuado.
La rubia asintió tratando de alejarse, pero el mayor no se lo permitía—. Debo desayunar…
—Pero estoy muy feliz, te estoy mostrando mi alma Mater. Seremos compañeros hechiceros y prometidos —hizo una pausa por sus propias palabras—. Mejor no digas nada sobre eso, me dirán que hice mal en usar eso como excusa para sacarte del clan Katō.
Akiko sintió el rubor florecer en sus mejillas—. C-claro que no lo haré, eso te traería problemas, Gojo-san.
El de lentes sonrió ladinamente—. No tantos como a tí. Solo llámame por mi nombre, casi tres semanas viviendo juntos nos hace cercanos ¿No, Aki-chan? — pronunció lascivamente, y al escucharla balbucear se sintió orgulloso—. Si, eso pensé.
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—¡Estás rechazada! —gritó Yaga—. No puedes ser hechicera solo porque tienes la habilidad.
La rubia casi pierde toda esperanza con esas palabras, ni siquiera se le dió la oportunidad de hablar sobre sus intereses, simplemente la rechazó. Gojo esperaba fuera de la oficina pacientemente por los resultados de su "prometida" pero no tenía ni idea de que en menos de cinco minutos ya habían rechazado a la joven. Akiko alzó la vista al hombre fornido, buscaba decirle que ella tenía el valor, que se equivocaba si le negaba la oportunidad, pero nada salía de esos labios rosados.
—Lo sabía, no tienes lo que se necesita —agregó el mayor.
La de ojos zafiro sintió la furia arder dentro de ella—. Sí, no tengo experiencia como hechicera, hasta hacer una semana no sabía cómo usar la técnica de mi clan, y aún así…¡Me estoy esforzando! ¡Nunca tuve la oportunidad de aprender! ¡Ni siquiera sabía que cosas me gustaban! —eso captó la atención del mayor, tal vez era porque ya estaba llorando—. ¡Entonces tenga por seguro que si me rechaza, yo seguiré buscando aprender en otro lugar!
El de lentes soltó el peluche que cosía—. De acuerdo, mañana se te aplicará el examen de conocimientos generales. Dile a Satoru que puede mostrarte las instalaciones, pero que no se atreva a hacer nada indebido.
La rubia sorbía su nariz lastimosamente—. ¿Cómo dijo?
—Que estás dentro. Bienvenida a la preparatoria de hechicería en Tokyo —declaró el mayor—. Demuestranos lo que eres, una hechicera valiosa.
La rubia se puso de pie lentamente—. G-gracias, daré lo mejor de mí —murmuró antes de salir encontrando a un Gojo sorprendido—. Dijo que estoy dentro.
—Estás llorando —se levantó inmediatamente para acunar sus mejillas—. ¿Te dijo algo cruel? ¿Usó esos malditos peluches contra tí? —preguntó mientras sus pulgares limpiaban los rastros de lágrimas.
Akiko negó—. Solo me hizo preguntas y creo que respondí bien —se escapó de su agarre para ocultar el sonrojó intenso de sus mejillas—. Dijo que podías mostrarme las instalaciones…¿Es tu profesor?
El albino notó que quizás estaba actuando demasiado protector con ella, y realmente no tenía muchos motivos para serlo. Se dió la vuelta y comenzó a alejarse a paso rápido—. Corre o te perderás, compañera.
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—Estos son los dormitorios, aquí están los de primero, y en el edificio de lado los de tercero, es decir que podríamos ser vecinos —explicó con una sonrisa enorme—. Los alumnos regresan mañana, así que mañana será tu primer día oficial, te llevaré a conocer la pista olímpica que tiene la escuela, y después podemos ir a comer.
La rubia admiraba todo con sumo detalle, incluso pasó su mano sobre la madera de la pared—. ¿Y dormiré aquí?
Gojo arqueó la ceja—. Eso es un dormitorio. Tendrás un propio, pero claro que depende de tus conocimientos donde estarás.
—¿Podría ser clase especial como tú? —preguntó curiosa.
Gojo soltó una carcajada ruidosa—. No es tan fácil, a menos que seas un bicho raro —dijo entre jadeos—. No eres un bicho raro ¿Verdad, Aki-chan?
La de ojos zafiro abrió la boca pero no pudo pronunciar nada, esperó a que el mayor la mirara para saber si lo decía como una broma. En esos pocos días se dió cuenta que no todo lo que dice es sarcasmo, mi verdad.
Satoru la atrajó a su cuerpo dejando un mínimo espacio entre ambos, y se inclinó para estar al mismo nivel—. Yo no creo que seas un bicho raro, eres una jovencita que puede ser una gran hechicera. Serás especial por otros motivos, sé lo que te digo —al notar que sus respiración se volvió lenta, se apoyó de sus dedos para tomar su barbilla y rozarla delicadamente. Era inquietantemente hermosa—. De ahora en adelante, lo que sea de tu futuro es porque tú lo decidas.
Y entonces Gojo sintió nerviosismo porque la menor le sonrió—. Gracias, Gojo-san —sus delgadas manos se apoyaron sobre los brazos del albino.
El joven se apartó de su agarre pretendiendo ser indiferente—. Dí mi nombre, ahora somos colegas hechiceros…anda, Aki-chan.
—Gracias, Satoru —sonó mejor de lo que imaginaba. Quién lo diría, una mujer abnegada del clan Katō llegó a la escuela de hechicería para mostrar que podía decidir sobre su futuro, sin importar las adversidades del pasado.
El hechicero sonrió apretando las mejillas de su falsa prometida—. ¿Y qué quieres comer? ¿Cangrejo? ¿Algo elegante por nuestra celebración?
Akiko no podía responder, pero no importaba, estaba concentrada en el presente.
Si habrá pequeños flashback de Gojo y Getou, pero el canon de verá levemente modificado para darle sentido a mi fic.
Había olvidado por completo está historia, hasta que abrí mi libreta y revisé que tenía el título escrito, espero no dejarla sin actualizar por tanto.
-Honey
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