Efecto mariposa
Advertencias: Historia alternativa. Naoko x Akiko.
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El efecto mariposa afirma que una secuencia interminable de hechos, aparentemente desencadenados entre sí, acaban por tener consecuencias completamente impredecibles. Pequeñas variaciones de un modelo o sistema predeterminado pueden producir grandes cambios en el futuro del mismo.
Sara Katō falleció, pero no lo hizo suicidándose, ella murió cuando Akiko tenía apenas seis años de edad, por un accidente. El clan Katō todavía no daba con ellas, por lo que la niña fue acogida por su vecina, la señora Ogawa. La anciana peleó legalmente por su tutela.
Una niña recibió una buena educación, una niña creció lejos de los abusos. Una niña nunca se convirtió en hechicera.
El despertador sonó fuertemente en la encimera de Akiko. La rubia rodó hasta que abrió los ojos y vió torpemente la hora—. ¡¿6:40?! —se puso de pie y comenzó a vestirse, apenas se lavó la cara y salió corriendo de su cuarto—. ¡Abue, no me despertaste!
La anciana la miró desde la cocina—. Lo siento Akiko, te llamé cinco veces…te haré jugo de ciruela.
La menor negó mientras tomaba sus cosas—. Voy a llegar tarde, nos vemos después. ¡Te amo! —gritó poniéndose los zapatos, llevaba su mochila en una mano mientras intentaba peinarse con la otra.
—¡Mocosa, olvidas tu almuerzo! —la mayor fue ignorada, pues la joven ya se había ido—. Apenas cumplió diecinueve años y se cree de acero.
La rubia corría por la acera mientras revisaba su reloj constantemente—. Ya voy tarde, el doctor me va a matar…—de reojo vió una pequeña maldición. Se asustó y apresuró el paso -si era posible-.
Llegó tarde, demasiado tarde al hospital dónde estudiaba enfermería. Jadeó fuertemente, casi a punto de desmayarse—. No puedes entrar, Akiko —dijo su profesor cerrándole la puerta en la cara—. Llegaste siete minutos tarde.
—P-pero cof, cof, hice todo lo que pide para llegar…
—Lo siento, pero no. Tomate el día, no lo sé, estudia el tema por tu cuenta.
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“Si llego temprano a casa, la señora Ogawa me va a sermonear” Pensó la menor mientras tomaba el camino largo a casa, consideró también pasar a la cafetería nueva cerca de su edificio.
El ruido de cosas chocando la hizo voltear al baldío a su costado.
El joven de cabellos negros corto una de las maldiciones con las que peleaba. La presencia de energía maldita contenida lo hizo alertarse. ¿Otra maldición? ¿Un brujo?—. ¡¿Una mocosa?! —por distraerse recibió el corte de la criatura.
La maldición humanoide se fijó en la rubia que estaba paralizada de miedo—. ¡Mucha energía! ¡Mi comida! ¡Que rico!
“No debería verlas…incluso puse el velo!” Pensó el joven, ignoró la sangre que goteaba de su brazo y alcanzó la pierna de la maldición—. Ella no es tu rival, ¿Verdad? —clavó su espada en el cuello de la maldición—. Más profano que la vida, luz y sangre.
La maldición explotó.
Akiko, quien seguía temblando, ahora de espaldas en el suelo, por fin hizo un ruido, un quejido, pues su codo estaba raspado.
El mayor se acercó a ella. Se inclinó a su altura y habló—. ¿Quieres morir? ¿Cómo cruzaste el velo? ¿Cuál es tu grado?
—¿Mi grado? ¿De la escuela? —el sudor caía por su frente, estaba tan asustada.
Naoko se acercó más y golpeó suavemente su frente—. Tu grado de hechicera. No te creo que con esa cantidad de energía maldita seas normal.
La menor por fin pudo moverse, le dió un golpe a Kimura y salió corriendo del baldío—. ¡Ayúdenme! —el más alto se quejó pero la logró sostener cubriendo su boca—. ¡Mmm!
—Callate, muñeca. No quiero hacerte daño —suspiró cuando notó la sangre cayendo de su propia nariz—. Fue un buen golpe, inconteniblemente lo recargaste con energía maldita, tu cuerpo al igual que otros hechiceros sabe que hacer instintivamente.
La más baja se quedó quieta, y el mayor apartó su mano, pero no soltó su cintura—. N-no ví nada…esa cosa ni siquiera sé qué era, así que déjame ir a casa.
—No mientas, las has visto desde hace tiempo ¿Verdad? —preguntó con un tono más amable, la vió asentir y la soltó—. Quiero acompañarte a casa.
—Puedo irme sol- ¡Dame mis cosas! —replicó cuando el hombre le quitó la mochila.
El de ojos oscuros le dió una sonrisa arrogante—. ¿Cómo puedo no ser caballeroso con una cosa tan linda como tú? Eh, dime tu nombre.
El joven estaba tan interesado en sus orígenes, o cualquier cosa que le diera indicios sobre sus habilidades innatas para ser hechicera.
—Akiko Akiyama —ofreció su mano, y el joven pudo notar el esmalte color nude en sus uñas.
“Ella es muy…femenina” pensó mientras sujetó su mano—. Soy Naoko Kimura, soy hechicero de semiprimer grado.
La contraria alzó la ceja curiosa. Recordaba haber escuchado esa palabra de forma no ficticia en la boca de su madre “Los hechiceros de mi clan” la rubia no iba a decirle eso—. ¿Es una especie de práctica religiosa?
—Algo así, las personas no hechiceras producen energía maldita, y al no usarse es liberada, está energía se acumula y se materializa en forma amorfa como maldiciones. Mi trabajo es exorcizarlas —dijo orgulloso—. No creas que soy un elitista de porquería, mi grado no tiene que ver con quién me relaciono, ni con el clan Zenin.
La de ojos zafiro parpadeó perpleja. “¡Mamá me dijo algo sobre esas personas!”—. Suena a que podrías estar ebrio.
—¿Me veo como esa clase de persona? Akiko, por favor, ten un poco de confianza en mí, sé que soy un desconocido, pero te salve.
—Confiar en alguien que prácticamente me obliga a ir a casa con él no es algo cuerdo.
El de cabellos negros suspiró—. Akiko, sé que no tienes que confiar en mí, pero me agradas, pareces una chica linda y amable. Quiero que llegues segura a casa.
—¿Por qué eres amable? —la joven desvió su mirada a algún local cercano al cual acudir se ser necesario.
—Porque me gusta pensar que si soy amable, alguien lo será conmigo —respondió con simpleza—. Solo quiero asegurarme que el shock no te haga hacer alguna tontería.
El joven estaba como si nada después de matar a esa maldición, incluso su semblante era más amable y dulce.
—Quiero conocerte mejor, Akiko.
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Juju-corto:
—Gracias por traerme a casa —dijo la joven con un tono más confiado.
Naoko le dió su mochila con cuidado—. ¿Puedo conocer a tus padres? Solo para que sepan que no intento algo indebido contigo —”Aunque no estás nada mal”.
—No tengo padres, pero la abuela Ogawa me cuida —esclareció su garganta—. Ella es alguien mayor, así que conocerla puede ser un poco…
—Tranquila, las mujeres mayores me aman —subió las escaleras junto a ella, y al entrar al departamento saludó cordialmente—. Buenas tardes~ soy amigo de su nieta.
La anciana se levantó de la sala, mirándolo con una cara estoica antes de sonreír—. ¿Vienes a pedir la mano de Akiko? Que bien, pensé que nunca traería un novio.
—¡Abuela! —la de ojos azules corrió a su lado—. Él no es mi novio.
—¿Me da permiso para ser novio de Akiko? —preguntó el joven.
Una acción decisiva como la muerte de su madre, con unos años como variación, daría lugar a un camino totalmente distinto para Akiko.
Ay manas, literalmente este especial es un "¿Y si Akiko no fuera hechicera? Definitivamente tendría más estabilidad emocional.
Quería hacer un especial de Gojo y Akiko +18 pero me da pena, ¿Qué dicen?.
-Honey
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