Atropos
Advertencias: Ninguna, pero se nos viene.
~•~
Te ves como una película
Suenas como una canción
Dios mío, esto me recuerda
Cuando éramos jóvenes
–Adele - When We Were Young.
—No puedes trabajar con nosotros —dijo el líder de la orden de hechiceros de Japón—. Lo siento Akiko.
La rubia parpadeó confundida—. ¿Qué?
Su compañero arqueó las cejas enojado—. ¿Pero qué mierda? ¡Ustedes le ofrecieron el trabajo igual que a mí!
El mayor le enseñó su expediente—. Tu certificado fue retenido por tu clan, si quieres trabajar necesitas tramitarlo de nuevo, la universidad de Mongolia envió varias copias a la preparatoria de Tokio, deberías ir a pedir una.
Akiko soltó un suspiro—. Entonces iré después y lo traeré, mientras tanto puedo trabajar.
—No funciona así, mira, puedes ir hoy y mañana me lo das, así podrías empezar la siguiente semana —dijo el hombre—. Y no te preocupes, tu puesto estará reservado para tí.
Salió de la oficina derrotada por el sistema, y con la cara ardiendo de coraje. Naoko salió tras de ella tratando de consolarla.
—No te preocupes, el pago tardará en llegarte pero puedes compartir departamento conmigo hasta que te den la tarjeta —acarició sus hombros suavemente—. De verdad vas a brillar aquí, y si no consigues el certificado a la mierda, iremos a tu maldito clan para patearles el culo.
Akiko asintió—. Lo que más molesta es que sin importar lo lejos que me vaya, ellos terminan controlando mis cosas…los odio, son tan terribles que siguen torturandome aunque no viva con ellos.
El más alto la abrazó cuando la vió caer en total frustración—. Ellos no pueden controlar tu vida, Akiko…¿Cómo se enteraron de todas formas?
—Ahora que el clan está casi perdido deben estar más pendientes de mi compromiso con Satoru, ya deben saber que ni siquiera estaba en japón —se alejó de su amigo tratando de poner buena cara—. Iré por mi certificado, mientras tanto sobrevive solo en el trabajo.
—Imposible, necesito a mi Robin como ayudante —soltó una risita—. Saluda al director de mi parte y si ves al profesor Nakamura dile que ahora soy lo suficientemente alto para golpearlo.
La mujer soltó una risita—. De acuerdo, procura no morir con las maldiciones de grado especial.
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Gojo soltó un suspiro, algo que odiaba de su nuevo trabajo como futuro profesor era levantarse y tener que seguir un horario estricto, aunque solo lo haría un par de semanas y después volvería a sus hábitos.
Se puso de pie notando que había un brasier tirado en su sala, junto a una nota “Me fuí antes como me pediste, espero que me llames” su teléfono estaba escrito y junto a eso había un beso marcado. Satoru sonrió antes de arrugar la nota y tirarla al bote de basura junto a las prendas de la mujer con la que estuvo la noche anterior. Odiaba admitirlo, pero sus últimas quince aventuras fueron rubias.
Se dió un baño y salió de casa bebiendo un frasco de ginseng rojo. De camino no hizo mucho ruido como de costumbre, estaba más ocupado acomodando sus vendas sobre sus ojos, su vestimenta aún era su ropa casual, pues su uniforme como profesor estaba siendo terminado.
En cuanto puso un pie en la academia pudo sentir algo extraño, un gran flujo de energía, y lo más extraño era que él lo conocía “Podría ser…no, ella me habría avisado que vendría”, pero pese a sus palabras tranquilas, sus pasos eran rápidos, casi desesperados.
Corrió hasta la oficina del director y antes de abrir la puerta se detuvo para calmar su respiración “No puede ser ella, no puede ser ella” repetía en su mente mientras deslizaba la puerta.
Frente a sus ojos estaba Akiko, no era una ilusión como las que veía en todas sus amantes, ni con la que soñaba cuando no tenía pesadillas. Se veía hermosa, su cabello rubio escurriendo en su hombros, sus ojos fríos con el reflejo del sol, su piel radiante, todo de ella era fascinante.
—Oh, Satoru —el director lo señaló acusatoriamente—. Llegas tarde.
Al escuchar ese nombre, Akiko giró rápidamente mirándolo directamente a los ojos.
—Satoru —susurró asombrada, sin saber qué decir o hacer, solo parpadeando y apretando sus puños sobre sus muslos—. Que bueno que estás bien…
El albino se quedó ahí de pie, sintiendo que su corazón se saldría de su pecho, al ver que Yaga estaba confundido cerró la puerta—. Lamento la interrupción —pero pegó su oído a la madera, deseando decirle tantas cosas a la menor.
“¿Por qué actúas así? ¿Realmente cambiaste?”
La joven esperaba de pie junto a la oficina, ya tenía su certificado en las manos, solo esperaba que Yaga terminara de gritarle Gojo para poder hablar con él como era debido.
Sus piernas temblaban y sentía un hueco en el estómago. “¡¿Por qué tenía que venir hoy?! ¡Ni siquiera pude maquillarme!” pensaba resignada.
—Vaya, de verdad estás aquí —la voz masculina la hizo girar—. ¿Ya terminaste con tus cosas en Mongolia?
La mujer abrió los labios y al principio le costó hablar, pero lo consiguió—. Ah, claro, la enseñanza no es lo mío, no quise renovar el contrato. La orden de hechiceros de Japón me ofreció un puesto en Tokio. ¿Ahora eres maestro?
—Quiero hacer la diferencia —el albino hizo una mueca—. Entonces por eso estás aquí…Felicidades, ¿Viniste a visitar al director? —”¿Antes que a mí?” pensó ofendido.
—En realidad hubo problemas con mi papeleo, mi clan retuvo mi certificado y vine por una de las copias que la universidad envió aquí —Por alguna razón verlo tan poco alterado la tranquilizaba. Señaló sus ojos cubiertos—. ¿Una venda en lugar de gafas?
—Ingenioso ¿cierto? —el más alto jugó con el borde de la venda—. Las gafas son inútiles últimamente, me duele la cabeza al final del día, pero sigo viendo todo con claridad —soltó un suspiro, su corazón estaba más tranquilo, pero seguía tan emocionado por verla, por saber que estaba más cerca de él—. ¿Cuando regresaste?
—Hoy en la madrugada —respondió con sinceridad—. No pude avisarte, estuve ocupada con los contratos y permisos que debía firmar para subir de rango-
Gojo se acercó más a ella—. ¿Ya eres de primer grado?
—Semi-primer grado, mi clan nunca me dejará subir de rango —la joven soltó un jadeo al verlo acercarse—. Hay tanto que quisiera contarte, descubrí muchas cosas en Mongolia, tenías razón, fue una gran oportunidad para mí. Gracias por motivarme a ir, ah, lo siento, no te gusta que te dé las gracias.
El de ojos color cielo apretó los puños, claro que fue una buena decisión, pero ¿Fue correcto dejarla irse así nada más?—. Me alegra que tomarás tus decisiones, nada hubiera salido mal mientras lo quisieras…¿Quieres ir a comer conmigo? —había un tono de súplica en su voz.
—Me encantaría —una pequeña sonrisa se pintó en el rostro de Akiko, no una mueca nerviosa como las que les daba a sus jefes y compañeros, ni siquiera como le sonreía a Naoko, era genuina, tan brillante—. ¿Cómo has estado? ¿Alguna noticia importante?
Gojo comenzó a caminar siendo seguido por la más baja—. Aún no mueren los altos mandos me temo. Me enteré que tu clan intentó hacer que desertaras de la hechicería, ¿Cómo los evitaste?
—Me traté de emancipar, fue como una amenaza para que dejarán de llamar y mandar a sus abogados, ¿No te molestaban? —preguntó curiosa de que tanto había insistido su clan con el compromiso.
—Nah, solo me mandaban cartas para casarnos pronto, a este punto cualquier viejo hechicero quiere que tenga hijos, incluso contigo, sin importar si te consideran inadecuada —detuvo sus palabras cuando se estaban mezclando con un deje de felicidad—. Pero los ignoro, hazlo también y serás indestructible.
Caminaron a una cafetería cercana, Gojo solía ir ahí desde que aplicó para ser profesor. Akiko observaba como el mayor parecía tan confiado, era el mismo chico arrogante que conoció hace años, claro, ahora era más alto, mucho más grande, y claramente más atractivo, incluso con la venda blanca en sus ojos.
Akiko se perdió viéndolo, como si fuera la última vez que lo haría, tan detalladamente, definitivamente había extrañado verlo. Satoru lo notó, podía distinguir como las pupilas de la mujer se dilataban y brillaban.
—Si me ves así, empezaré a asustarme —soltó una risita mientras les tomaban la orden—. Yo quiero una malteada y un pastel de mango.
La rubia agachó la mirada al menú—. Solo un café por favor.
La mesera se alejó sonrojada, pues no se decidía quién de los dos era más atractivo. A sus ojos y los de otras personas en el establecimiento, ambos eran como la pareja trofeo.
—Y dime, ¿Había chicos guapos en Mongolia? ¿O te interesaba solamente el que iba contigo? —la pregunta de Gojo hizo que la contraria lo mirara confundida—. ¿No tuviste novio? ¿Una aventura quizás?
—Realmente no tuve mucho tiempo para pensar en eso, claro, tuve algunas citas pero nunca una relación —contestó algo avergonzada, en sus pensamientos esperaba que Satoru no se sintiera responsable, o comprometido por lastima—. Pero disfruté mucho mi estadía, Naoko y yo hicimos muchos amigos.
El albino apretó sus puños por debajo de la mesa—. ¿Citas, eh? ¿Kimura fue uno de los afortunados? —el veneno era claro en sus oraciones.
—Naoko siempre ha sido mi amigo, él me respeta y aunque no hemos establecido límites nunca ha invadido mi espacio —la mujer jugaba nerviosa con sus dedos—. El romance no me llevó a Mongolia, y académicamente me formé de la mejor manera.
—Pero es importante mantener una vida activa ¿No crees? —se inclinó sobre su silla—. ¿Entonces dejaste más de un corazón roto antes de venir? Me imagino que sí, más de un chico debe estar llorando por tí ahora.
—No estoy segura de eso —decir que al tener a este imponente hombre interrogando sobre su vida sentimental la hacía sentir nerviosa, un montón de mariposas flotando en su estómago. Una sensación que aún no definía como mala o buena—. ¿Qué hay de tí?
Gojo cruzó sus brazos sobre su pecho con esa sonrisa arrogante en su rostro—. ¿Quieres saber si tengo novia?
No, sinceramente no quería saberlo—. Bueno, tú me preguntaste a mí.
—Mmm, no, siendo sincero si tuve algunas citas, pero aún soy un hombre prometido —su sonrisa creció aún más—. ¿Tú saldrías con un hombre que le pertenece a alguien más?
—S-sobre eso, supongo que quieres disolver el compromiso —para Akiko, las bromas de Satoru eran una forma de mostrar su inconformidad con la unión—. Si quieres puedo conseguir un abogado pronto que-
El hombre detuvo sus palabras alzando la mano—. ¿Cuál es la prisa? No creo que ninguno tome ese compromiso como algo real, no te impidió tener citas mientras estabas en el extranjero —aunque en su mente él tambien se decía “Idiota, tú hiciste cosas peores”.
La rubia soltó un suspiro—. Supongo que tienes razón —la mesera regresó con los pedidos, y en el plato de Akiko había dejado una nota con su número de teléfono, al parecer sí pudo decidir quién era más atractivo. La joven se puso roja al ver la clara insinuación y velozmente apartó la vista.
Satoru soltó una risita—. Vaya, también atraes la atención de las mujeres, eres todo un peligro, Aki-chan.
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Siempre pensó que al verla le reclamaría por la agonía que había pasado por su ausencia, y al tenerla enfrente lo único que quería era darle un beso. Ella era deslumbrante.
—Gracias por invitarme, de verdad no era necesario —dijo la joven mientras salían del establecimiento, quería poder sujetar su mano, pero ya no eran los adolescentes que ella recordaba, quizás Gojo realmente había cambiado.
El más alto soltaba soniditos de alegría mientras caminaba a su lado, hasta que la joven comenzó a recibir un montón de mensajes—. ¿Mmm? ¿Tu nuevo empleo?
—Algo así, Naoko me envió unas fotografías —las abrió y todas eran selfies divertidas de él persiguiendo maldiciones—. A veces me preocupa dejarlo solo, es extraño.
Gojo dejó pasar la punzada de celos por la cantidad de mensajes que había antes de esa conversación—. Algo es cierto, para ser hechicero no debes estar mentalmente estable. ¿Cuando dejó de ser el mocoso molesto que saltaba detrás de tí?
La joven lo volteó a ver con una sonrisa—. No lo conoces tan bien, Naoko es por mucho un buen amigo y compañero, es genial que tengamos una energía maldita tan sincronizada y en armonía, aprendimos a equilibrar nuestras técnicas y el balance de las mismas.
Satoru puso una cara boba, dando a entender que necesitaba más detalles.
—Naoko tiene un flujo de energía similar al mío, es decir que podemos conducir energía maldita por nuestros cuerpos, es útil en el trabajo. Él puede usar mis herramientas de sangre y yo su técnica porque se mantiene en armonía, aunque por poco tiempo.
El mayor detuvo sus pasos, “¿Tan cercanos son?” él nunca había visto algo así—. Deben tener mucha confianza uno en el otro.
Akiko afirmó rápidamente—. Por cierto, ¿Cómo están Megumi y Tsumiki?
—Son niños grandes ahora, Megumi cumplirá diez años, pero ese mocoso tiene la mente y el corazón de un anciano, no consigo que haga amigos —Gojo la admiraba como si fuera la cosa más hermosa en el mundo—. ¿Quieres visitarlos?
—Dudo que me recuerden, han pasado algunos años y solo los ví un par de veces —contestó la rubia—. Pero me encantaría verlos, sé que son importantes para tí.
El de los ojos tapados sonrió—. Organizaré una fiesta para Megumi, será en tres meses así que asegúrate de estar libre el 22 se señaló a sí mismo—. Soy un gran tutor ¿Cierto?
—Sí, estoy segura que lo eres —la de ojos zafiro le dió la razón—. Debo ir a dejar esto, pero te veré pronto, me alegra mucho que seas profesor, creo que tienes mucho qué enseñar, es un buen plan para cambiar las ideologías de los hechiceros.
El más alto no pudo evitar sonrojarse y soltar una risa tonta—. ¿Recuerdas mi número verdad? Llamame si necesitas algo, o si quieres terminar nuestra conversación en otro momento.
La rubia sonrió entrecerrando los ojos—. Claro, estoy feliz de verte. Nos vemos, Satoru, debo llevar mi certificado hoy mismo —se quedó quieta, Gojo desactivó su técnica y la abrazó—. Satoru…
—Hasta luego, Aki-chan —agitó su mano antes de dar la vuelta y volver a la preparatoria, era inquietante la facilidad que Akiko tenía para entrar en su vida y acomodarla a su gusto. Pero le encantaba.
La rubia estaba jadeando sonrojada por el contacto, era como un sueño. “Entonces no cambiaste mucho, me alegra”.
AAAAAAA
Amo este capítulo, es como si volvieran a conocerse una y otra vez, se siente el sentimento de tranquilidad y vergüenza.
En fin, Akiko volvió, la pregunta es ¿Cuándo se casan? (Todavía falta más angustia)
Cambie de separadores solo por este capítulo.
-Honey
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