──¿Dónde demonios estabas Ford?.── Preguntó Stanley tras ver aparecer a su gemelo en esa enorme sala.

──Solo salí a ver algo... Nada que sea de tu incumbencia.── Le contestó de forma tajante a su hermano mientras se cubría parte de su rostro.

Los gemelos estaban enfrentados en aquella amplia sala en donde solían posar frente a la chimenea en busca de un calor que jamás llegaría a sus muertos y congelados cuerpos condenados a una vida eterna alimentandose de aquello que una vez fueron.

Muchos lo verían como el deseo de todo ser humano, desde el inicio de los tiempos el ser humano soñaba con la inmortalidad... Pero no eran conscientes de las pesadas cadenas que arrastraban.

Ellos no pidieron eso, ellos no buscaban la inmortalidad, solo habían sido unos jóvenes en busca de aventuras como lo fueron desde muy temprana edad, haciendo todo juntos claramente.

Stanley siempre había defendido a Ford, solían molestarlo demasiado por ser a ojos de otros un "Fenómeno" debido a una anomalía desde su nacimiento, tenía un dedo extra en cada mano y pese a que su hermano gemelo siempre le dijo que era algo cool, Stanford pensaba lo opuesto, que era extraño y que por ello nadie quería ser su amigo pero a la vez impulsaba su enorme intelecto a buscar respuestas.

Bueno, esa búsqueda de respuestas terminó con esa maldición para ambos... Ser seres de la noche que se alimentan de la sangre de los vivos para ser más jóvenes ante el paso de los años, era una verdadera tortura porque ese ciclo jamás acabaría, estaban condenados a la eternidad.

──¿Trajiste lo que te pedí? Enserio estoy al borde de matarlas a las dos.── Le susurró el más fornido de los dos viendo como le daba la espalda.

Ante aquellas palabras Ford enderezo su compostura tras susurrar algunas cosas en voz baja como si hablara consigo mismo, era extraño más su hermano estaba acostumbrado a sus delirios.

──Si... Lo hice y no estoy orgulloso, solo dales de comer y que se callen de una buena vez.── Gruñó el castaño arrojandole su bolso qué al ser atrapado por su hermano se escuchó un llanto.

──No es sencillo, pero tú no tienes idea porque no tienes esposa, Sixter.── Sonrió burlon tomando aquello para ver que lo que había ahí era lo que había pedido. ──Ya se van a callar, puedes volver a tus cosas.──

Ford se removió levemente en su lugar ante la mera idea consciente que la única forma de calmar a sus esposas era alimentandolas con bebés que tomaban de aquel pueblo en el que vivían, sinceramente aún tenía algo de humanidad... Pero no podía decir lo mismo de Stanley.

Su hermano se había acostumbrado en una velocidad más que preocupante a lo que era esa vida como vampiro, muy a su pesar parecía seguir siendo un adolescente desbocado qué solo quería explorar sin ser precavido... Esa forma le llevó a lo que era ahora, pareció haber perdido todo rastro de humanidad, moral... Empatia.

──Solo has que cierren la boca toda la noche... Tengo que ver unas cosas.── Dijo de forma tajante saliendo de aquella sala escaleras arriba para perderse en las sombras.

Al quedarse solo, Stanley suspiró pesadamente abriendo aquel bolso en donde había un bebé cubierto de mantas y manchas de sangre, seguramente Ford tuvo que haber matado a los padres que salieron en defensa de su pequeño hijo, un hecho desafortunado pero necesario.

Más aún así algo le preocupaba, pese a que su hermano pensara que había perdido todo rasgo de humanidad aún quería cuidar de él y sentía que había algo que no le estaba contando y le preocupaba bastante, estaba metido en algo oscuro... O quizá le estaba habiendo caso respecto a conseguir su primera esposa, no era normal verlo salir todas las noches y volver sin nada en mano.