Prefacio.
Advertencias: Ninguna. Leer las notas del final.
La sangre manchaba la alfombra de piel de alce, la vista de Helena borrosa por las lágrimas le dificultaba ver, aún así lograba apreciar la puñalada en el costado de Ciro.
"Helena..." murmuró acercándose a ella, le arrebató el puñal tirándolo. Sus manos llenas de su propia sangre sujetó las mejillas de la castaña, suspiró aliviado "No estás herida" afirmó y besó su frente.
La joven princesa sentía que le faltaba el aire "T-te odio".
"Lo sé".
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Hace años, existió la dinastía Svetlan, un linaje que protegió su lugar en el trono bañado de sangre. Fue una familia heredera de cientos de años de historia; eran la casa legítima a la corona. Pero al igual que los hombres fuertes que construyeron esa fuerte familia, cayó.
La rebelión se libró ciento doce años atrás, una familia en ascenso; Los Arten, con corazones lo suficientemente duros para traicionar a su rey, a la familia real y viejos amigos. Quemaron ese castillo con la promesa de levantar otro sin ningún problema, pues el negocio de la minería comenzó a expandirse.
Cómo acto de misericordia, dejaron vivos a los hijos menores del ahora difunto rey. No eran una amenaza, no tenían la edad suficiente para ser usados como símbolos de poder, cualquier aliado que le quedará a su apellido no se atrevería a jugarse todo por apoyar a niños de tres y cuatro años.
David fue quien recibió el título de duque y los privilegios que conllevaba, como forma de apaciguar los conflictos. Su hermana pequeña fue titulada vizcondesa. Fueron condenados a la vergüenza de cargar el pasado de una gran casa, y portar un título pequeño comparado con el de su pasado.
Así vivieron cuatro generaciones de buenos hombres y mujeres, pero no lo suficientemente grandes para recuperar lo suyo.
Cesar recibió el título nobiliario a sus tiernos catorce años, y juró lealtad a su amigo y señor; el rey Edward Arten. Crecieron sabiendo el odio escondido de sus familias y aún así tenían el descaro de reunirse algunas veces al año y cazar juntos, entrenar con la espada amistosamente, ser verdaderos camaradas.
Larga vida a la familia Svetlan, que entre las cenizas podría resurgir como un fénix, tomando la figura de un diablo angelical, o caer como antes lo hicieron.
La actual familia real había padecido un par de desgracias: la princesa Ana al ser convertida en reina no pudo engendrar un heredero, y después de tres abortos, la pequeña Helena vió el mundo, una niña de cabellos castaños como los de su abuela, y ojos verdes cristalinos. Rápidamente ganó la simpatía de su pueblo, para todos, ella crecería como una mujer de gran belleza y cualidades dignas de una princesa.
Aún así la corte esperaba que el rey Edward logrará poner otro heredero en Ana antes de la mayoría de edad de la niña. un niño era una apuesta segura, no habría tíos, primos o bastardos que reclamarán un trono que no era suyo. Se intentó por años, la pareja rogó a Dios, acudió con sacerdotes, brujos, todos los que pudieran darle esperanza de un varón.
A medida que pasaron los años, ambos monarcas desistieron, incluso el rey sabía que era una causa perdida.
De la sangre derramada, Helena sería la única Arten viva.
Holaaa, soy Honey con una nueva historia, que repito, es 100% mía, por lo que es mi primer libro original (no fanfic).
Debo pedirles humildemente que me corrijan sin ven faltas de ortografía, gramática, etc. Básicamente no tengo lector beta, solo yo.
Sé que no es el tipo de contenido al que acostumbro, pero esta historia lleva años en mi cabeza y me estoy esforzando por verbalizarla.
SÍ, esto es una novela dramática, dirían los chavos dark romance, por si queda duda.
-Honey
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