xxxv. Daredevils club

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Capítulo Treinta y cinco| Club de los temerarios.

Pensó que, por primera vez, disfrutarían de una noche tranquila, pero el destino tenía otros planos. Todo se descontroló cuando comenzó a perseguir la camioneta del señor Uhl, conducida nada menos que por un grupo de Gnomos.

Bridget se aferraba con fuerza a la cintura de Jim mientras ambos iban montados en su Vespa.

—¿Los tienes? —preguntó, con la vista fija en la camioneta que serpenteaba por la calle.

Bridget entrecerró los ojos, calculando.

—Estoy analizando la velocidad de la camioneta —respondió—. Si su velocidad promedio es de unos 60 kilómetros por hora y nosotros estamos a 50 metros detrás, necesitamos calcular cuánto tardarán en girar.

Jim frunció el ceño.

—¿Y eso cuánto es?

—Déjame ver... —Bridget movió los dedos en el aire como si estuviera trazando ecuaciones invisibles—. La distancia que tenemos es crucial. Si gira a la derecha en tres segundos, recorrerá aproximadamente 50 metros. Así que, si aceleramos a 70 kilómetros por hora, podemos alcanzarlos justo antes de que giren y—

—¡Linda, solo abre el portal! —exclamó James, con los nervios de punta al ver que la camioneta aceleraba aún más—. ¡Sin presiones!

La pelirroja rodó los ojos con un bufido.

—O sea, ¿para qué tener una mente brillante si nadie la aprecia? —murmuró, antes de extender la mano y abrir el portal.

El vórtice se materializó frente a la camioneta, pero los gnomos, con reflejos más rápidos de lo esperado, lograron esquivarlo en el último segundo.

—¡¿Está en serio?! —exclamó Bridget, exasperada.

El azabache la miró con una sonrisa nerviosa.

—La próxima, dejaré que las matemáticas se encarguen.

Bridget entrecerró los ojos, fulminándolo con la mirada.

—Lo dices solo porque no sabes dividir sin calculadora.

—¡Déjaselo a los profesionales! —interrumpió Toby, apareciendo de la nada montada sobre AAARRRGGHH.

En un instante, los dos lograron detener la camioneta, dejando a los gnomos atrapados sin escapada.

—¡Genial, mírennos! —exclamó Toby, golpeando el aire con el puño.

Clara apareció a través de otro portal y los cuatro rodearon el vehículo.

—¡Quietos, criaturas rebeldes! —arguyó Jim, mirando a los gnomos, quienes levantaron las manos en señal de rendición.

—Ustedes regrésenlos a Mercado Troll —ordenó, metiendo a los gnomos en un saco que Blinky le extendía—. Nosotros devolveremos la camioneta del señor Uhl antes de que alguien pueda...

Se vio interrumpido por el sonido inconfundible de sirenas de policía acercándose.

—Debe ser una broma —se preguntó Bridget, soltando un largo suspiro.

—¡Manos arriba! —ordenó un oficial al bajarse del auto patrulla.

Los cuatro adolescentes obedecieron al instante, intercambiando miradas incómodas mientras el oficial los evaluaba.

—Parece que su bromita les va a hacer pasar un tiempo en prisión. ¿Presentarán cargos? —le preguntó al señor Uhl, que observaba la escena con los brazos cruzados.

El hombre sonrió dramáticamente antes de responder:

—No... Les tengo preparado un castigo muchísimo mejor. ¡La detención sabatina! —sentencia.

Un coro de gemidos de disgusto estalló entre el grupo.

—¡¿Detención sabatina?! —repitió Bridget, horrorizada—. ¿Sabe qué otra cosa ocurre los sábados? ¡Mis mañanas de belleza! ¡Mi única oportunidad de dormir más de cinco horas seguidas!

—Oh, sí, qué tragedia —murmuró Clara con ironía.

—Prefiero la cárcel —bufó al final, cruzándose de brazos.

Toby levantó una ceja.

—Bridget, creo que eso es un poco... extremo.

—No, Toby, extremo es que me hagan perder mi cita con el estilista por un grupo de gnomos cleptómanos —dijo lo último en voz baja.

El oficial la miró con incredulidad.

—¿Está comparando la cárcel con una cita en el salón?

—No, señor. Estoy diciendo que si tuviera que elegir entre detención y prisión, al menos en la cárcel hay comida gratis.

Clara y Jim reprimieron la risa, pero Toby se inclinó hacia ella con un susurro dramático:

—No lo digas muy fuerte, podríamos terminar allí la próxima vez.

Bridget resopló soltando otro murmullo:

—No habría próxima vez si dejaremos que la lógica se encargara en vez de perseguir camionetas como si estuviéramos en Rápidos y Furiosos versión gnomos.

—Los quiero en la escuela a las siete en punto —anunció Uhl—. Y más les vale no llegar tarde.

Bridget rodó los ojos.

—Sí, sí, lo que usted diga... ¡pero sigo prefiriendo la cárcel!.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Una parte de ella se sintió aliviada al saber que no tendría que lidiar con los regaños de su madre en persona... aunque sí por celular. Pero, a medida que la realidad se asentaba, empezó a reconsiderarlo. Porque, entre un sermón telefónico y lo que estaba por suceder, comenzaba a preferir los regaños.

Después de todo, Rafaella había tomado una decisión aún peor: pedirle a su padre que la llevara a la escuela.

Bridget se removió incómoda en el asiento del copiloto mientras Fred Lightwood conducía con una expresión neutral, demasiado tranquila para su gusto.

—¿Sabes? —rompió el silencio finalmente—. Si me dejas en la esquina y me bajo rodando, creo que todavía podríamos evitar esta tragedia.

Fred ni siquiera giró la cabeza.

—¿Te refieres a la tragedia de que tu propia hija sea llevada a la escuela por su cariñoso padre?

Bridget hizo una mueca.

—Lo dice como si fuera algo común y no un evento catastrófico que pasará a la historia.

Fred sonrió de lado.

—Exageras.

—No exagero, papá. Me van a ver bajando de este auto contigo. Contigo. ¿Sabes lo que eso significa?

—Que eres una niña responsable que está cumpliendo su castigo.

La pelirroja puso los ojos en blanco.

—Que voy a ser la burla del siglo. ¿Te imaginas a Logan? No va a dejar de fastidiarme con esto en toda la semana.

Fred soltó una pequeña risa.

—Ah, el infame Logan D'addario. Sí, sí, me imagino.

La chica lo miró con el ceño fruncido.

—No disfrutéis esto tanto.

—No lo disfruto, hija. Lo saboreo.

Bridget bufó y se cruzó de brazos.

—Lo peor es que ni siquiera hice nada tan grave.

Fred arqueó una ceja.

—¿Ah, no?

—No, claro que no —dijo ella, indignada—. O sea, técnicamente, todo lo que hicimos fue intentar salvar una camioneta de unos... ladrones. En mi libro, eso cuenta como un acto heroico, no como algo que merece castigo.

—Ajá. ¿Y en el libro de la ley?

—Detalles.

—Y en el libro del señor Uhl.

Bridget chasqueó la lengua.

—Ese libro es aburrido y debería arder en llamas.

Fred rodó los ojos con una sonrisa y, finalmente, dobló la esquina que llevaba a la escuela. Bridget se hundió en el asiento al ver el edificio acercándose.

—Papá, si te detienes en la entrada, juro que me tiro por la ventana.

El mayor frenó justo frente a la escuela con una sonrisa satisfecha.

—Tienes dos opciones: bajas con dignidad o te tiro yo.

Bridget lo miró con horror.

—Eres el peor.

—El peor y el que tiene las llaves del auto.

Bufando, Bridget abrió la puerta y salió rápidamente, cerrándola con un golpe.

Fred bajó la ventana.

—¡Que tengas un lindo día en detención, cielo! ¡Papá te ama!

Algunos estudiantes se giraron a mirar con curiosidad.

Bridget cerró los ojos con frustración y aceleró el paso.

—Prefiero los gnomos...

Jim llegó con su madre minutos después de haber visto bajar a Bridget. En la parte trasera del auto, Toby observaba distraído por la ventana, aunque su oído estaba bien atento a la conversación entre madre e hijo.

—No lo entiendo, ¿hiciste esa broma solo para impresionar a Bridget? —preguntó Barbara, arqueando una ceja mientras mantenía la vista en la carretera.

—La camioneta no impresiona a nadie, Doctora Lake —intervino Toby sin pensarlo dos veces.

Jim le lanzó una mirada de advertencia a su mejor amigo, pero Barbara ya estaba sonriendo con aire divertido.

—A las chicas no siempre les gustan los chicos malos, Jim —aconsejó la mayor—. Algunos prefieren la caballerosidad.

—Ah, gracias por los consejos de amor, mamá —respondió el ojiazul con sarcasmo, sintiendo el calor subir a sus mejillas.

Antes de que Barbara pudiera responder, una voz animada los interrumpió.

—¡Hola, señora Lake!

Jim levantó la vista justo un tiempo para ver a Daphne y Bridget acercándose al auto.

—Me presento, soy Daphne, la mejor amiga de Bree.

—Un gusto, Daphne —respondió Barbara con amabilidad.

Entonces, la mirada de la mujer se posó en Bridget, quien se mantenía cerca de su amiga, cruzada de brazos y con una expresión que oscilaba entre la diversión y la incomodidad.

—Bridget, siento que mi hijo te haya metido en problemas solo por haber hecho ese acto de amor —dijo con una sonrisa traviesa.

James se encogió en su asiento con el rostro rojo, llevándose una mano al rostro en un intento desesperado de esconder su vergüenza.

—¡Mamá! —murmuró entre dientes, deseando desaparecer en ese mismo instante.

La pecosa mordió su labio, sintiendo un leve calor en su propia cara.

—Descuida, Barb'. Siempre me pregunté cómo está en detención —respondió con fingida despreocupación.

—Obviamente es una miseria —intervino Toby, bajando del auto con Jim a su lado.

Barbara los miró con diversión y alzó una ceja.

—Traten de no robar autos en el trayecto.

Jim soltó una risa nerviosa mientras cerraba la puerta.

—Nos vemos después, Doctora Lake —se despidió Toby, mientras el auto arrancaba y se alejaba.

El grupo apenas había avanzado unos pasos cuando Nuñez apareció junto a ellos con una expresión de resignación.

—¿Listos para pasarla mal? —preguntó con dramatismo.

— ¿Es broma? —replicó el azabache, girando hacia él con una sonrisa—. ¿Se dan cuenta de que pasaremos un sábado entero sin la menor posibilidad de que puedan matarnos? Esto sí son vacaciones.

Toby levantó los brazos en señal de victoria.

—¡Al fin un descanso de la vida de peligro constante!

Pero su celebración se vio interrumpida por un grito que resonó en el estacionamiento.

—¡Te dije que no me traigas!

Todos se giraron al escuchar la queja exasperada de Steve Palchuk. El rubio discutía acaloradamente con el entrenador Lawrence, quien lo había llevado hasta allí.

El grupo intercambió miradas sorprendidas, excepto Bridget, quien simplemente alzó una ceja con aire conocedor. Para ella, esto solo confirmaba sus sospechas: el entrenador y la mamá de Steve estaban saliendo.

—¿El entrenador trajo a Steve? —Preguntó a Toby con incredulidad.

—Genial, hasta pronto vacaciones.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—No se permiten celulares —indicó el señor Uhl, extendiendo la caja de confiscación.

Daphne soltó un suspiro dramático antes de dejar caer su teléfono en la caja con rodeos.

—Puedes sobrevivir sin sus mensajes, aplicaciones y redes sociales —comentó el profesor con un tono seco, avanzando hasta donde Mary escondía disimuladamente su teléfono—. No hace daño no tomarse fotos de vez en cuando —añadió, forcejeando con la pelinegra para arrebatárselo.

—Por sus transgresiones harán tarea hasta que esto acabe —declaró finalmente, guardando la caja en su escritorio.

—Pero yo no hago tarea —se preguntó Logan, haciendo un puchero exagerado.

—Pero, ¿y si ya hice mi tarea? —preguntó Eli con genuina confusión.

—Te sentarás a mirar la pared —contestó Uhl sin inmutarse.

El de lentes bufó, mientras que Daphne le dirigía una mirada de lástima.

—No saldrán de este salón —continuó el profesor—. Si me entero de que alguno salió sin mi permiso, castigaré a todos. ¿Les quedó claro?

—Sí —contestaron todos al mismo tiempo con desgano.

Uhl pasó la mirada por los alumnos, evaluándolos como si pudiera descubrir quién sería el primero en quebrarse. Su vista se detuvo en Toby, quien quería esconder algo detrás de su mochila.

—¿Qué es eso, señor Domzalski?

—Ah, ¿esto? —Toby sostuvo el paquete envuelto en aluminio con una sonrisa inocente—. Un burrito diablo maximus para desayunar.

—¿Burrito diablo maximus para desayunar? —repitió Uhl, olfatando el aire con aprobación—. Huele delicioso.

—Es mi favorito —añadió el castaño, abrazándolo como si fuera su más preciado tesoro.

—Oh, ¿tu favorito? —recalcó el maestro con finida comprensión—. Igual que mi camioneta.

Toby apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Uhl se lo arrebatara.

—Ahora yo robaré tu burrito —sentenció con una sonrisa triunfal, desenvolviéndolo lentamente frente a su alumno—. Como dicen: "tú comenzaste esto". La detención comienza ahora.

El reloj marcó las 10:05 am Bridget sacó su libreta y comenzó a hacer su tarea junto con algunos compañeros, mientras que Logan repartía cartas entre Daphne y Clara, listo para otra de sus famosas partidas.

—Prepárense para perder —dijo con una sonrisa engreída.

—Claro, lo que tú digas —contestó Clara con tono burlón.

Dapgne, por su parte, solo observó la baraja y suspiro.

—No sé por qué lo intentas, Logan. Siempre pierdes contra mí.

—Esta vez será diferente, linda —aseguró el pelinegro, entrecerrando los ojos con desafío.

—Eso dijiste la última vez... y la anterior... y la de antes de esa —enumeró Daphne con diversión.

Logan gruñó, pero continuó con el juego de todos modos.

Los minutos para el grupo se hicieron eternos y aburridos. Clara y Mary conversaban a través de papeles, riéndose en voz baja con cada respuesta. Jim, sentado con los codos sobre el escritorio, miraba de reojo a Bridget con una pequeña sonrisa, mientras Toby observaba con expresión de sufrimiento cómo su profesor devoraba su burrito.

—Como cuando estoy tenso y ahora no puedo comer —murmuró el de frenos, apoyando la barbilla en su mochila—. Pudrase, señor Uhl.

Bridget, sin levantar la vista de su libreta, le dio un golpecito con el lápiz en la cabeza.

—No lo digas en voz alta, que todavía puede mandarte a la dirección —susurró con una leve sonrisa.

Toby puso los ojos en blanco, pero le agradeció en silencio.

—Me siento inútil aquí dentro —susurró Bridget de repente, volviendo su mirada hacia Jim—. Gunmar podría estar allá afuera...

Jim, quien también se veía inquieto, asintió.

—Blinky y AAARRRGGHH lo averiguan justo ahora. Sin ninguna prueba de que Gunmar haya escapado, no tiene caso generar pánico en el Mercado Troll.

Sintió entonces la mirada de uno de sus compañeros y se giró justo cuando Eli recibió una bola de papel en la cara, por parte de Toby.

—Métete en tus asuntos —farfulló Toby, lanzándole otra bola de papel al de lentes.

—Métete en tu cara, renacuajo —replicó Steve, atrapando la bola y lanzándosela de vuelta con fuerza.

— ¿Desde cuándo tú y Harry Tonto son amigos? —preguntó Mary con una ceja levantada.

—¡No, no es mi amigo! —replicó Steve con indignación, apuntando a Eli—. ¿Uf, este tipo?

Antes de que pudiera decir algo más, le dio un golpe en el brazo, empujándolo de su asiento.

Bridget suspiro, poniéndose de pie y llamando la atención del profesor.

—Solo voy a ayudar a mi compañero a levantarse —se excusó con calma.

Se acercó a Eli y le extendió la mano con una sonrisa.

—Vamos, déjame ayudarte.

El chico, sorprendido, dudó por un momento antes de tomarla.

—Amm... gracias, Bridget —murmuró torpemente mientras ella lo ayudaba a ponerse de pie.

—No le hagas caso a Steve —le susurró con amabilidad—. Es un idiota.

Eli parpadeó, completamente sonrojado, y observó cómo la pelirroja regresó a su asiento sin darle mayor importancia. Se quedó mirando su mano por un instante, como si aún pudiera sentir el contacto de la suya.

—Creo que me enamoré —murmuró para sí mismo con una sonrisa embobada.

Daphne y Logan, que habían presenciado todo, intercambiaron una mirada.

—Awww, mira eso, tenemos un enamorado —canturreó Daphne, apoyando la barbilla en sus manos.

—Le doy dos minutos antes de que se ponga a escribirle poemas —bromeó Logan.

Bridget, que los escuchó, rodó los ojos y volvió a concentrarse en su tarea.

—No puede picar tanto—farfulló el señor Uhl antes de darle un mordisco al burrito.

Toby lo miró con los ojos entrecerrados, ofendido.

—Si es muy picante—refutó con indignación—. Me tomó tres años poder tolerar una simple mordida y él se lo come como si nada.

Daphne hizo una mueca de asco mientras veía las expresiones de sufrimiento que el profesor intentaba ocultar.

—Buen golpe, sabes aguardar apariencias—le susurró Eli a Steve, sin apartar la mirada del maestro—. Comienzo a creer que Jim y los otros no vinieron por aviones oficiales—añadió en un tono pensativo.

— ¿Cómo? ¿Estás diciendo que estamos en detención por nada?—se quedó Steve, cruzándose de brazos.

—¿Por qué todos están chismoseando y no chismean conmigo?—interrumpió Mary con una expresión de indignación—. Ay por Dios, ¡los chismes son sobre mí!—chilló dramáticamente, llevándose una mano al pecho.

—Podemos chismosear si quieres—intervino Shannon desde la esquina del salón con una sonrisa divertida.

—Cállate, Shannon—soltó la peli negra sin miramientos.

Daphne, que estaba pintándose las uñas con esmalte transparente debajo del escritorio, alzó la vista con interés.

—Podría hacer un informe completo sobre todos los chismes de esta escuela—comentó con fingido desinterés—. Pero no lo haré porque ustedes no lo apreciarían.

—Lo apreciaría mucho—afirmó Bridget, sin apartar la vista de su tarea.

—¡Dejen de hablar!—intervino el profesor, con la cara roja y los ojos vidriosos—. Desde ahora, ni una sola palabra—amenazó, pero en cuanto terminó de hablar, soltó un quejido y salió disparado al baño, dejando la puerta del salón abierta de golpe.

—Ja, cayó—susurró Logan con diversión, acomodándose en su asiento—. Esto es lo mejor que me ha pasado en detención.

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—Ya se tardó demasiado—rompió el silencio Toby luego de largos minutos de espera, tamborileando los dedos sobre su mochila—. ¿Le habrá pasado algo?—preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Cómo que exactamente?—cuestionó Steve, entrecerrando los ojos con sospecha—. ¿Nos oculta algo?.

—Crees que tengo una conexión psíquica con el sistema digestivo del profesor o qué?—bufó Toby, cruzándose de brazos.

Jim se levantó de su asiento con decisión.

—¿A dónde vas?—preguntó Bridget, bajando los pies de su carpeta y mirándolo con el ceño fruncido.

—Solo a ver dónde se fue—respondió el azabache, encogiéndose de hombros como si no fuera gran cosa.

—No debemos salir—interrumpió Eli—. Si nos atrapan fuera del salón, Uhl nos hará escribir un ensayo de veinte páginas sobre "La importancia de la obediencia en la educación moderna".

—Solo echaré un vistazo—recalcó Jim con un tono tranquilizador mientras se acercaba a la puerta.

Todos se inclinaron hacia adelante en sus asientos, expectantes, cuando el sonido de los quejidos del profesor llegó hasta ellos desde el pasillo.

—Suena como una máquina de yogurt descompuesta—murmuró Clara, asomando la cabeza junto a Bridget y Logan.

—Más bien como un auto que necesita urgentemente una revisión—segundo Daphne con una mueca de asco.

—Iugh, suena como una lasaña lanzada con un cañón de playeras sucias—añadió Mary con una expresión de completo disgusto.

—Tenía un chile realmente picante—intervino Toby, asomándose junto a Steve con aire de superioridad.

—Demasiado picante para un estómago austriaco—murmuró Bridget, aguantando la risa con una mano sobre la boca.

—Le llevará todo el día—comentó la de mechón azul, cruzándose de brazos con una sonrisa divertida.

El comentario pareció encender una chispa en la mente de Mary, quien entrecerró los ojos con astucia y se giró hacia el grupo.

—¿Todo el día?—repitió Wang con un tono juguetón, inclinando la cabeza mientras una sonrisa traviesa se formaba en su rostro.

Antes de que alguien pudiera responder, otro quejido desgarrador del profesor resonó en el pasillo, haciendos encogerse.

Las sonrisas burlonas se desvanecieron de inmediato.

—Vale, creo que está muriendo—dijo Logan con una expresión de pura incomodidad.

—Bueno, al menos se irá con el sabor de un buen burrito en la boca—farfulló Toby, haciendo que Bridget le diera un codazo.

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Eli patinó a toda velocidad por los pasillos de la escuela, deslizándose con una precisión impresionante, a pesar de que su madre siempre le advertía que esos patines eran peligrosos. Cuando se aseguró de que el pasillo estaba despejado, hizo una señal con la mano, y en cuestión de segundos, Bridget, Clara, Toby y Jim aparecieron con sus bicicletas.

—¡Carrera!—gritó la de mechón azul con una sonrisa desafiante—. ¡El último en llegar es un huevo podrido!—sentencia antes de comenzar a pedalear con todas sus fuerzas.

—¡Tramposa!—exclamó Bridget, acelerando para alcanzarla mientras los demás la seguían entre risas y gritos de emoción.

El grupo zigzagueó entre casilleros, evitó con destreza los bancos del pasillo y se desvió hábilmente de las mochilas olvidadas en el suelo. En un momento, Eli intentó hacer una pirueta, pero casi se estrella contra una fuente de agua, provocando carcajadas en sus amigos.

Mientras ellos recorrían la escuela como si fuera su pista de carreras personales, Mary no perdía el tiempo y se dedicaba a tomarse selfies frente al espejo del baño. Al ver su entusiasmo, Toby decidió unirse, posando dramáticamente a su lado con expresiones exageradas.

—Mmm, no sé, creo que esta toma necesita más actitud—dijo Mary, frunciendo el ceño mientras analizaba la foto.

—Más actitud?—repitió Toby antes de ponerse unas gafas de sol que encontró en su mochila y hacer una pose ridícula—. ¿Ahora sí?

Ambos soltaron una carcajada mientras seguían tomándose fotos como si fueran influencers.

Por otro lado, Shannon había decidido pasar su tiempo en la biblioteca, donde Bridget y Clara se le sumaron. Las tres chicas reían entre susurros mientras hojeaban libros viejos y comentaban los finales más absurdos de las novelas que encontraban.

Mientras tanto, Steve disfrutaba de su pequeño momento de rebeldía al beber agua de uno de los trofeos de la preparatoria, sintiéndose como el rey del mundo. Sin embargo, su paz se vio interrumpida cuando Jim y Logan lo asustaron de la nada: Jim llevaba la cabeza del disfraz del topo, mientras que Logan había encontrado una máscara terrorífica en el salón de teatro.

—¡AAAAAAAAHHHHH!—chilló Steve, soltando el trofeo y retrocediendo de golpe.

Jim y Logan se estallaron en carcajadas, chocando los puños por su victoria.

—¡ME LAS VAN A PAGAR!—gritó el rubio, encendiendo su espíritu de venganza antes de lanzarse a perseguirlos por todo el gimnasio.

Daphne y Clara, por su parte, encontraron en la biblioteca un gran anuario de la generación del '72. Al abrirlo, se sorprendieron al ver fotos de varios de sus profesores cuando eran estudiantes, e incluso algunas imágenes de los padres de sus amigos.

—¡Mira a este!—señaló Daphne entre risas—. ¿Te imaginas al profesor Uhl con pelo largo?

—¡ES ÉL!—exclamó Clara, mostrando una foto en la que el ahora estricto profesor de español posaba con una chaqueta de cuero y unas enormes gafas de sol.

No pasó mucho tiempo antes de que todo el grupo se reuniera alrededor de la mesa y, sin dudarlo, sacaran bolígrafos y comenzaran a garabatearlo. Le dibujaron bigotes a algunos profesores, escribieron apodos ridículos y añadieron frases graciosas sobre cada foto.

Después de unos minutos de vandalismo artístico, el grupo decidió cambiar de escenario y se dirigió al auditorio. Mary sacó su teléfono y comenzó una improvisada sesión de fotos. Primero, capturó a Toby haciendo una pose de modelo dramático en el centro del escenario, luego enfocó a Clara y Bridget, quienes intentaban recrear escenas icónicas de películas con gestos exagerados.

—¡Esto necesita más movimiento!—exclamó Mary, encendiendo la cámara de vídeo—. ¡Vamos, muévanse, hagan algo divertido!

Uno a uno, sus amigos comenzaron a improvisar. Eli patinó en círculos por el escenario, Steve y Logan intentaron hacer breakdance (con resultados cuestionables), y Bridget terminó ser una diva de Broadway, cantando con una escoba como micrófono.

Pero lo mejor llegó cuando Toby, Mary y Daphne se treparon al techo del salón con instrumentos improvisados: Toby agarró una escoba y la usaba como guitarra, Mary golpeaba unos libros apilados como si fueran tambores y Daphne se puso unas gafas de sol mientras usaba una botella de agua como micrófono.

—¡Uno, dos, tres, cuatro!—gritó Toby, comenzando una supuesta canción de rock en la que solo gritaban y saltaban como locos.

—¡SOMOS LOS REYES DEL AUDITORIO!—gritó Mary, levantando los brazos.

—¡No, LOS REYES DEL CAOS!—corrió Daphne entre carcajadas.

Desde abajo, el resto del grupo los vitoreaba como si realmente estuvieran en un concierto, hasta que un ruido fuerte los interrumpió.

—¿Qué fue eso?—preguntó Clara con el ceño fruncido.

—Pareció venir de los pasillos—murmuró Logan, señalando hacia la puerta trasera del auditorio.

Intrigados, el grupo salió en busca del origen del sonido. Al recorrer los pasillos, algunos se detuvieron para dibujar cosas en los pizarrones de las aulas vacías o para probarse los sombreros del club de teatro que alguien había dejado tirado.

Mientras caminaban, Logan tomó la mano de Daphne y el atrajo hacia él con una sonrisa juguetona.

—Ven aquí—susurró, inclinándose para besarla.

Daphne sonrió contra sus labios, respondiendo al beso entre risas mientras intentaban caminar torpemente sin soltarse. Cuando se toparon con una puerta entreabierta, la empujaron con curiosidad y entraron sin hacer ruido.

— ¿Qué es est-...?—Daphne no terminó la frase, porque la imagen frente a ellos la dejó boquiabierta.

Bridget estaba recargada contra el escritorio, con los dedos entrelazados en el cabello de Jim, mientras él la besaba con intensidad, sin la menor preocupación por el mundo exterior.

Logan carraspeó, esperando llamar su atención.

Nada.

Daphne cruzó los brazos y alzó una ceja.

—Ejem... ¿interrumpimos algo?

James apenas levantó una mano en un gesto perezoso, sin siquiera despegarse de Bridget.

—Largo.

Logan y Daphne intercambiaron una mirada divertida.

— Deberíamos grabarlo—añadió Daphne en voz baja.

Pero el azabache, sin siquiera mirar en su dirección, hizo un además con la mano, como si estuviera ahuyentando a un par de moscas molestas.

—Fuera.

Bridget rió suavemente contra sus labios y le rodeó el cuello con los brazos, claramente sin intención de soltarlo.

Daphne y Logan se miraron una vez más, antes de que Logan chasqueara la lengua con diversión.

—Bueno, supongo que nos vamos.

—Antes de que nos lancen algo—añadió Daphne con una risita.

Dándose la media vuelta, salieron del aula, cerrando la puerta tras ellos.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

 —¡Diez segundos, el reloj avanza!—narraba el rubio mientras botaba el balón de baloncesto—Se lo quita, se perfila... ¡Palchuck para la victoria!

Lanzó el balón con confianza, pero este solo golpeó el aro con un ruido sordo antes de rebotar fuera.

—¡Uh, Jim le hace falta!—abucheó corriendo por todo el gimnasio con los brazos en alto.

—Así que es verdad... ¿En serio robaron la camioneta del señor Uhl?—preguntó Mary desde las gradas, metiéndose un puñado de palomitas en la boca.

—Realmente no la robamos... más bien...—Jim miró a sus amigos en busca de apoyo.

—...Sí... Ah, más bien...—Clara hizo un además con las manos, intentando encontrar las palabras.

—La robamos—concluyó Bridget, encogiéndose de hombros con indiferencia mientras su novio la abrazaba por detrás, repartiendo besos en su cuello y sien.

—Chicos, este lugar es un desierto. Nunca pasa nada aquí—intervino—¿Qué más esperan que hagamos? ¿Leer un libro?.

—Sí—respondió Mary entre risas.

—A mí me gusta leer—agregó Bridget, tomando un sorbo de su batido.

—¿Qué hay de ti, Mary?—le preguntó, alzando una ceja.

—Mi crimen fue amar—respondió Wang dramáticamente—La señorita Janeth me atrapó besándome con Hank Jeans Ajustados.

—¡¿Por qué te besarías con alguien de la escuela rival?!—exclamó Pepperjack, horrorizado.

—A mí solo me pillaron besándome con Logan —rió Daphne, mientras sentía cómo el pelinegro acariciaba suavemente uno de sus muslos.

Steve, ajeno a la conversación, se balanceaba en una cuerda, chocando con el tablero antes de caer al suelo con un quejido.

—Es un fruto prohibido, no entenderías—contestó Mary con tono enigmático.

—¡Ja! ¿Hay alguien que no hayas besado?—bromeó Logan, con una sonrisa burlona.

—¿Celoso?—replicó Mary, lanzándole un puñado de palomitas.

—¿Y tú?—intervino Daphne, cruzando las piernas con aire divertido—¿A quién golpeaste para terminar aquí?

Logan se mordió el labio y desvió la mirada tratando de no ceder ante la tentación.

—¿Qué? ¿Qué te hace pensar que yo hice eso, muñeca?—cuestionó Steve con su sonrisa característica.

—Has pensado que tal vez no solo soy un bully y que también puedo ser un buen chico—añadió con voz más baja, casi desafiante.

Daphne lo miró fijamente, sin ceder terreno.

—Y lo dice el alumno que está en detención—interrumpió Jim con una carcajada, haciendo que los demás estallaran en risas.

Logan rodó los ojos y se dejó caer sobre un banco con los brazos cruzados.

—Oigan, no entiendo por qué tenemos que ofendernos—habló por primera vez Shannon—Miren, todos vivimos cosas y reaccionamos. Solo estamos aquí porque no pudimos salirnos con la nuestra, somos amables.

Hubo un breve silencio antes de que continuara.

—Miren, ¿a quién engañamos? Nadie es perfecto—dijo con una sonrisa comprensiva.

Bridget bajó la mirada de inmediato, apretando los puños con fuerza.

—Al menos somos honestos por esta vez. Así podríamos ayudar a los demás, ¿no creen? Hacer el mundo más tolerable.

—Y tú por qué estás aquí?—preguntó Logan, alzando la mirada con curiosidad.

—Desvío de fondos—respondió Shannon con un encogimiento de hombros—. Parece que tengo límites como tesorera estudiantil.

—¡Eso explica por qué los fondos del club de fútbol desaparecieron!—exclamó Steve, haciéndose el sorprendido.

—Por favor, Steve, no los iba a usar de todos modos—contestó Shannon, rodando los ojos.

Steve lanzó el balón de espaldas, y la pelota cayó limpiamente en el cesto.

—¡Y el juego se acabó!—gritó Palchuck, celebrando como si hubiera ganado un campeonato—. Abuchearon a Jim en todo el estadio—bromeó, imitando un micrófono imaginario—. Jamás volverá a sentir felicidad.

—Ay no, mi vida es terrible—se burló Palchuck con un tono lloriqueante.

Bridget sonrió con suficiencia y movió un dedo. La pelota, como si cobrara vida, golpeó directamente a Steve en la cabeza.

—¡¿Quién fue?!—gritó él, mirando al grupo.

—Son casi las tres, hay que volver al salón antes de que el señor Uhl regrese—mencionó Mary, poniéndose de pie.

—Ah, enseguida los alcanzo—avisó Jim, inclinándose para atarse los cordones de los zapatos antes de dejar un último beso en la mejilla de Bridget.

—¡No te demores!—exclamó la pelirroja, saliendo del gimnasio con los demás.

Logan se levantó con calma y miró a Daphne, quien aún no se había movido.

—¿Vienes o qué, muñeca?

—Deja de llamarme así—respondió ella, entrecerrando los ojos.

—¿Por qué? ¿Te gusta?—provocó él con una sonrisa ladeada.

—No te creas tanto, Palchuck—respondió Daphne, cruzándose de brazos—Si tienes que andar llamándome así para llamar mi atención, es bastante patético.

Logan arqueó una ceja, dando un paso más cerca.

—Y qué quieres que haga entonces?—preguntó con voz baja.

Bridget, que se había quedado un poco rezagada, los miró de reojo con el ceño fruncido.

—Daphne, vamos—interrumpió de pronto, interponiéndose entre ambos—Uhl no tardará en regresar.

La castaña sonrió levemente, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.

—Por supuesto, no querría que Logan tuviera más problemas de los que ya tiene.

El pelinegro la miró con una sonrisa divertida pero con una chispa de desafío en los ojos.

—Oh, Daphne, yo soy el problema.

Bridget puso una mano en el brazo de Logan y lo empujó levemente.

—Ya basta, deja de acosarla—dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Logan se encogió de hombros y se dio la vuelta.

—Como digas, Bridget.

Daphne se mordió el labio, ocultando una sonrisa, antes de seguir a Bridget fuera del gimnasio.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—Diablos, olvidé mi chaqueta —se quejó Bridget al llegar al salón—. Iré por ella —avisó antes de salir por la puerta.

Mientras caminaba por el pasillo, unos gritos conocidos llamaron su atención. Su pecho se oprimió cuando reconoció la voz.

—Jim... —murmuró, apresurando el paso.

Siguió los gritos hasta encontrarse con una escena caótica: Draal atacaba ferozmente a James, mientras Blinky y AAARRRGGHH bloqueaban una puerta en la que Uhl forcejeaba del otro lado, tratando de entrar.

Cuando el troll de piel azul alzó su puño para asestar un golpe sobre Lake, Bridget reaccionó sin pensar y se interpuso, creando un escudo que amortiguó el impacto. Apenas desvaneció la barrera, lanzó una aureola que impactó a Draal contra los casilleros.

—¿Estás bien? —preguntó la pelirroja, agitada.

—Eso creo —respondió Jim, aceptando su ayuda para incorporarse.

No tuvieron oportunidad de reaccionar antes de que Draal volviera a la carga, arrojándolos a ambos por el pasillo. Bridget, aturdida, juró ver a alguien disfrazado de topo, pero lo ignoró, asumiendo que se trataba de Toby. Se arrastró por el suelo, sintiendo cómo su energía la abandonaba poco a poco. Un alarido escapó de sus labios cuando alguien la sujetó del cabello y la lanzó violentamente contra los casilleros. Su cabeza impactó con un sonido sordo, y por un instante, el mundo se tambaleó.

—Dos veces que me hacen esto... —murmuró Bridget con dificultad, luchando por mantener los ojos abiertos.

—No des un paso más —advirtió Jim, interponiéndose entre ella y Draal—. No me obligues a hacer esto. —Empuñó su espada, pero su voz temblaba. Draal siguió avanzando.

—No puedo... no me obligues a pelear con mi amigo —susurró, y su espada se desvaneció—. No puedo pelear con mi amigo.

Pequeñas esferas azules escaparon de la boca de Draal mientras las luces del pasillo titilaban. Un escalofrío recorrió la columna de Bridget cuando una voz retumbó en el aire.

—Su amigo se ha ido —la voz de Gunmar resonó como un trueno mientras estampaba a Jim contra un casillero—. Tienes a todos en contra, hasta el tribunal te ha condenado. —Su tono goteaba veneno.

Bridget se aferró a la pared para levantarse, sintiendo un hilo de sangre resbalar por su sien.

—Yo soy Gunmar —continuó el troll—, y estos no son mis únicos ojos.

—Lo... salvaremos y te... detendremos, Gunmar —balbuceó Jim, apenas en pie.

Bridget estrechó los ojos y creó su arco.

—No debiste haber vuelto de ese infierno... —masculló con rabia—. Suéltalo ahora o atente a las consecuencias.

Gunmar soltó una carcajada seca.

—¡Tú no me das miedo, niña! Ni siquiera pueden acabar con esta cáscara rota que amenaza sus vidas. Mata a esa maldita basura o lo usaré en tu contra una y otra vez. —Gunmar apretó aún más su agarre sobre Jim, quien sofocó un grito de dolor.

—¡Eres un maldito cobarde, Gunmar! —rugió Bridget—. ¡Usas a Draal para que sea él quien nos ataque! Ni siquiera te atreves a dar la cara tú mismo.

El gruñido de la criatura resonó en los pasillos. Con furia, lanzó a Jim lejos y avanzó hacia Bridget.

Ella se mantuvo firme, su arco en alto, sus ojos centelleando con destellos rojizos. No retrocedió cuando el troll estuvo lo suficientemente cerca. No le tenía miedo.

Pero Gunmar sonrió, con una malicia gélida.

—No temes por tu vida... qué conmovedor. Pero, dime, niña... ¿también fingiste no tener miedo cuando mis Gumm-Gumms te tuvieron entre sus manos?.

Bridget sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía. Su corazón se contrajo dolorosamente.

—Cállate... —susurró, pero su voz carecía de fuerza.

—¿Qué sentiste? —Gunmar inclinó la cabeza, disfrutando su reacción—. ¿Gritaste? ¿Corriste como la buena niña que eras? No... apuesto a que te quedaste paralizada, asustada, lloriqueando como la niña débil que eres.

—¡Cállate! —su grito fue desgarrador. Lanzó una ráfaga de fuego contra Gunmar, pero el troll la desvió con facilidad.

Bridget sintió que su pecho se cerraba con fuerza. Un escalofrío recorrió su espalda cuando la risa gutural de Gunmar se disipó en el aire, pero su eco aún retumbaba en su mente. Había creído estar lista para enfrentarlo, pero sus palabras la habían desgarrado más que cualquier golpe. Todo el valor que había reunido se esfumó como humo, y el peso de la desesperación la derrumbó al suelo.

Jim apretó los puños, con la respiración agitada.

—¡ENFRÉNTAME!— rugió, aún de rodillas. —¡ENFRÉNTAME, MALDITO!—

Pero Gunmar solo se alejó, como si la pelea ya estuviera ganada.

—¡NO, DRAAL!— gritó Jim con la voz quebrada al ver al troll perderse en la oscuridad. El brillo de su armadura se desvaneció, y su cuerpo se desplomó con cansancio.

Blinky y AAARRRGGHH se apresuraron hacia ellos.

—¿Los lastimaron?— preguntó el troll de seis ojos, evaluándolos con preocupación.

—No, pero... ¿qué hacemos ahora?— susurró Jim con la mandíbula tensa.

—Podemos resolver eso después— Blinky decidió restablecer la importancia al enfrentamiento. —Otra detención sabatina no les hará bien. Les sugiero que se calmen y vuelvan al salón.

Jim apenas escuchó esas palabras. Sus ojos buscaron a Bridget, quien seguía inmóvil, con los brazos cruzados y la mirada perdida en el suelo.

—Bree'...— su voz fue suave, casi temerosa de romperla más.

La pelirroja cerró los ojos con fuerza, mordiendo su labio para contener la oleada de emociones que la ahogaban.

—Tenemos que salvar a Draal...— su voz sonó frágil, rota, casi un susurro.

James dio un paso hacia ella, pero la chica retrocedió. Sus piernas temblaban, su respiración se aceleraba, y de pronto sintió el frío, la humedad y el hedor de las Tierras Oscuras envolviéndola como una pesadilla.

Las cadenas apretando sus muñecas.

Las garras de los trolls oscuros sujetándola, riéndose de sus gritos.

El dolor de cada golpe, de cada caída.

Gunmar susurrándole al oído que nunca escaparía.

El corazón de Bridget latía con fuerza, su mente giraba en espiral y sus manos comenzaron a temblar. Su pecho subía y bajaba con dificultad, como si le faltara el aire.

—Bridget— el azabache volvió a llamarla con preocupación.

Cuando la pelirroja finalmente lo miró, Jim vio en sus ojos azules algo que le hizo doler el alma: puro terror.

Sin pensarlo, acortó la distancia y la tomó de los hombros con suavidad.

—Bree', respira— le pidió, pero la chica negada con la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.

—No... no puedo...—murmuró.

—Sí puedes— insistió él, bajando la voz. —Mírame, estás aquí, no allí. Estás a salvo conmigo.

Bridget sintió sus manos firmes sujetándola, anclándola a la realidad.

—Repítelo— le pidió Jim con ternura.

—¿Qué?.

—Dilo conmigo: "Estoy a salvo"..

Bridget tragó saliva, su mente aún estaba atrapada en los recuerdos, pero la voz del chico era un faro en la oscuridad.

—Yo... estoy... a salvo.— susurró con la voz entrecortada.

—Otra vez— animó, deslizando sus manos hasta las suyas.

La pecosa respiró hondo.

—Estoy a salvo.

—Eso es— Jim le dedicó una leve sonrisa y, sin soltar su mano, la guió con cuidado hasta que ambos se apoyaron contra los casilleros abrazándose.

El silencio se extiende entre ellos, solo roto por la respiración entrecortada de la pelirroja. James permaneció a su lado, sin soltar su mano, sin presionarla a hablar, simplemente estando ahí.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¡¿Dónde están Amber y Lake?!— exclamó el señor Uhl, irrumpiendo en el salón con el ceño fruncido.

La pelirroja bajó el libro que cubría su rostro y frunció los labios con fastidio. No le gustaba que la llamaran por su segundo nombre.

—Aquí, señor Uhl— respondió el azabache con calma, sacándole punta a su lápiz antes de volver a su asiento.

El profesor escaneó el aula con la mirada.

—Escuché gritos y golpes. ¿Quién salió del salón?— preguntó con voz dura.

—No oímos nada— dijo Logan encogiéndose de hombros con indiferencia.

—Usted dijo que no saliéramos— añadieron Toby y Daphne al unísono, dejando sus cartas sobre el escritorio.

Uhl entrecerró los ojos, su paciencia al límite.

—Si nadie quiere admitirlo, entonces todos estarán en detención... ¡la próxima semana!— declaró, cruzándose de brazos.

El grupo intercambió miradas de preocupación, pero la tensión aumentó cuando la mirada del profesor se posó en Pepperjack. El chico tragó en seco, sintiendo el sudor en la nuca.

—Señor Pepperjack— dijo Uhl con voz melosa—, usted es un joven inteligente, con un futuro prometedor. Podría evitar la detención sabatina si colabora.

Eli sintió el peso de todas las miradas sobre él. Algunas eran suplicantes, otras amenazantes. Daphne, en especial, le dedicaba una mirada gélida que claramente le anunciaba que si abría la boca, le haría la vida imposible.

Pepperjack respiró hondo y ajustó sus lentes.

—Nadie salió, señor— respondió —. Usted nos prohibió movernos de nuestros asientos.

El aula entera contuvo el aliento.

Uhl los miró con desconfianza.

—Así que creen que pueden tomarme por tonto?— su voz subió de volumen, su expresión endureciéndose.

Los estudiantes intercambiaron miradas nerviosas.

—Pues saben qué... ¡tengo pruebas!— exclamó con satisfacción, provocando que más de uno se tensara en su asiento.

Señaló la puerta con un gesto brusco.

—Vengan conmigo.

Los alumnos rodaron los ojos con fastidio, pero ninguno se atrevió a desobedecer. Uno por uno, se levantaron de sus asientos, preparándose para lo peor.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¿Quién hizo esto? —preguntó con evidente molestia el mayor, señalando los casilleros golpeados y llenos de garabatos.

—Me juego lo que sea a que es obra de nuestros rivales escolares. Odio a la academia Arcadia Oaks —murmuró el chico de la camisa azul, apretando los puños con fuerza.

—O tal vez Hanks, con sus jeans ajustados, se enfadó demasiado cuando lo dejé en ridículo —añadió Mary, cruzándose de brazos.

El maestro dirigió una mirada severa al grupo de cuatro adolescentes, quienes simplemente se encogieron de hombros con sonrisas inocentes dibujadas en sus rostros.

—Muy bien, entonces pueden irse —ordenó Uhl, aunque su tono dejaba entrever que no quedaba del todo convencido.

El rubio del grupo imitó el sonido de un gas, provocando risas entre sus compañeros.

—¡¿Quién lo hizo?! ¡Lo sabré! Así sea lo último que haga —exclamó el maestro, decidido, mientras el grupo se alejaba entre risitas cómplices.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Al llegar a Mercado Troll, descendieron las escaleras, iluminadas automáticamente a su paso.  Mientras bajaban, la conversación giró en torno a lo sucedido.

—Entonces... ¿Draal está...?— Clara dejó la pregunta en el aire, sin atreverse a completar la frase.

Bridget sintió un nudo en el estómago. Solo pensar en la posibilidad de perder a Draal la hacía estremecerse.

—Nah— negó Toby con seguridad—. No, lo salvaremos. ¿O no, chicos?— preguntó, buscando apoyo en sus amigos.

—Dímelo tú— intervino Lake con los brazos cruzados—. Tú mismo lo viste, tú estabas ahí.

—¿No estabas usando el disfraz de topo?— preguntó la pecosa frunciendo el ceño

—¿Qué?— cuestionó Toby, arqueando una ceja, confundido.

—Entonces, ¿quién?— murmuró, frunciendo el ceño, tratando de hilar las piezas.

—Steve— nombró Clara de repente, como si acabara de resolver un acertijo—. Desapareció de clases.—

Bridget sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—¿Steve los vio?— exclamó Toby, girando bruscamente hacia sus dos mejores amigos—. ¿Me estás diciendo que Steve sabe?

Antes de que pudieran procesarlo, dos kubreras les cerraron el paso.

—Por la gloria de Merlín, la luz del día está bajo mi mando— recitó Jim, invocando su armadura en un destello azul.

Clara alzó su vara, Toby sostuvo con fuerza su martillo de guerra, y Bridget sintió la calidez familiar de sus llamas encendiéndose alrededor de sus brazos.

Pero entonces, la voz de Usurna resonó.

—Bajo la autoridad de Mercado Troll, James Lake Jr., quedas bajo arresto por la liberación de Gunmar, romper tu juramento y traicionar a la raza troll.

El mundo de Bridget se detuvo.

—¡No, esperen!— gritó con los ojos muy abiertos, el pánico apoderándose de su voz—. ¡Debe haber un error!.

Intentó avanzar, pero Clara la sujetó con fuerza antes de que pudiera lanzarse hacia Jim.

—¡Jim!— su grito resonó con desesperación, su pecho subiendo y bajando aceleradamente.

El miedo se convirtió en un fuego abrasador dentro de ella. Sus llamas se intensificaron, reflejando su angustia. No podía permitirlo. No dejaría que se lo llevaran.

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