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Capítulo Treinta y tres| Declaraciones

Escuchaba la voz desesperada de Rafaella a través de la línea, cada palabra suya cargada de ansiedad mientras le ofrecía alternativas, excusas, cualquier salida posible para evitar que Bridget regresara a la casa de la nueva familia de Fred.

—No tienes que hacerlo, Bridget. En serio, nadie te va a juzgar si decides no ir —decía Rafaella, su voz quebrada por la preocupación.

Pero Bridget sabía que tenía que aceptar. No por Fred, ni por las miradas incómodas que inevitablemente recibiría, sino por Clara y Daphne. Ellas la necesitaban, y después de todo, no podía fallarles ahora. Jocelyn había ofrecido su casa para que la mayoría de la ciudad pudiera asistir a la parrillada organizada por la consejera Núñez, la madre de Clara. El evento creció tanto que el pequeño hogar de los Núñez ya no podía contener a todos los invitados, por lo que Jocelyn, con su amabilidad de siempre, ofreció el suyo.

—Si voy... es solo por ellas —murmuró Bridget, con los dedos temblando mientras sostenía el teléfono.

—Bridget, en serio, piénsalo. No tienes que poner esa carga sobre ti —la voz de Rafaella se hizo más suave, casi un susurro—. No después de todo lo que pasó.

Bridget apretó los labios, su mirada estuvo fija en el suelo, tratando de calmar el nudo en su garganta.

—No es por él —dijo finalmente, soltando un suspiro—. Es por Clara... y por Daphne. Ellas cuentan conmigo. No puedo desaparecer ahora.

La línea se quedó en silencio por un segundo, antes de que Rafaella soltara un suspiro resignado.

—Está bien, pero si las cosas se ponen feas, me llamas. Prométemelo.

—Lo prometo.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Al dirigirse hacia el Mercado Troll, Bridget no podía dejar de pensar en si debía invitar a Jim o no. No era su fiesta, técnicamente no tenía derecho a agregar invitados por su cuenta, pero... necesitaba compañía. No de cualquiera, sino de la única persona que realmente la entendía en temas como estos.

Apretó el agarre de las correas de su mochila, sus dedos tensándose por la duda, hasta que lo vio salir de la forja. Tenía armadura puesta, y su expresión mostraba el cansancio del entrenamiento, pero aun así, su sonrisa apareció al verla.

Con un suspiro, se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y se acercó.

—Hola —saludó Bridget con una pequeña sonrisa.

Jim le devolvió la sonrisa, por más agotado que estuviera, y por un momento, el cansancio pareció desaparecer. Solo verla hacía que el día valiera la pena.

—Hola, Bree' —respondió encogiéndose de hombros.

La pelirroja frunció el ceño al notar su ojo morado, sus dedos se movieron con suavidad hacia su rostro.

—¿Qué te pasó? —murmuró con preocupación, rozando con cuidado la herida.

Ah, sí, esto... nada grave —le restó importancia, tomando su mano y acariciándola con suavidad—. Ya sabes, roca, magia, troll... —bromeó con una risa baja.

Bridget sonrió de lado, aunque su preocupación no desapareció del todo.

—¿Te gusta el Branzino? —preguntó de repente, ladeando la cabeza con una pequeña sonrisa—. Es pescado —aclaró al ver su ceja levantarse.

—Sí, sí, lo sé —respondió rápidamente, pasándose una mano por el cabello en un gesto nervioso.

—Por si quieres... —sacó su cuaderno, arrancó una hoja y empezó a escribir una dirección—. Pasa por aquí a las cuatro, esta tarde —le extendió la nota, encogiéndose de hombros—. Mi... madrastra preparará Branzino. Solo si quieres, claro, al final es una estúpida reunión familiar y...

—Me encantaría —la interrumpió Jim, sujetándola suavemente por los hombros—. Además, no voy a dejarte sola si te sientes incómoda con ellos —sonrió, acariciando su mejilla con ternura.

La sonrisa de Bridget se amplió, iluminando su rostro.

—¡Genial! Te veo allí a las cuatro —se lanzó a abrazarlo por el cuello, sintiendo sus brazos rodear su cintura—. No tardes —susurró antes de besarle la mejilla y salir corriendo hacia la forja.

James soltó un suspiro embobado, recargándose en la pared mientras la veía alejarse. Una sonrisa boba se le dibujó en el rostro, una que jamás habría imaginado tener por alguien. El día que conoció a Bridget, no fue que cayó rendido ante ella... él mismo se lanzó sin paracaídas.

"En serio te amo, Bree'."

—¡Oh por Dios, Jimbo! ¿Sabes lo que significa esto? —Toby apareció de la nada, tomándolo por los hombros con los ojos brillando de emoción—. ¡Vas a conocer a su familia! Bueno, técnicamente solo a su padre, pero eso cuenta... ¡Serás evaluado!

—¿Evaluado? —preguntó Jim, frunciendo el ceño.

—Responde con sinceridad —Toby cruzó los brazos con aire serio—. ¿Alguna vez te ha llamado su novio?

Jim se tensó al instante. No, no lo había hecho. ¿Cómo le explicaría que, a pesar de los besos, las miradas y las noches juntos, jamás habían hablado de ponerle un nombre a lo suyo?

—No... que yo recuerde —respondió finalmente, haciendo una mueca mientras observaba a Bridget practicar con su arco junto a Faradonga.

—Entonces, por su madre, ¡te odia! —exclamó Toby, sacándolo de su trance—. Bueno, en realidad nos odia a ambos, pero puedes cambiarlo con su padre. Dale una buena impresión.

Jim soltó un bufido, rodando los ojos.

—Si soy sincero, solo quiero golpear a su padre por haberle hecho daño.

—¡Jim! —lo reprendió Toby con un tono de alarma.

—Está bien, está bien —resopló—. Pero no prometo llevarme bien con él si intenta arruinarle la noche.

—Al menos no empieces una guerra familiar antes de que te ofrezcan el postre —bromeó Toby, dándole una palmada en la espalda.

Jim soltó una risa seca. La noche prometía ser larga, pero por Bridget... valdría cada segundo.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget se quedó perpleja al encontrarse nuevamente frente a la casa de Fred, pero esta vez la ocasión se sentía distinta. El peso en su pecho era más denso, como si la atmósfera misma le advirtiera que nada sería sencillo. Con un suspiro tembloroso, subió los pequeños escalones y tocó la puerta, encogiéndose de hombros como si pudiera encogerse también de los nervios que la invadían.

La puerta se abrió con un chirrido sutil, revelando a Jocelyn. La sonrisa cálida que adornaba el rostro de la mujer se desvaneció de inmediato al reconocerla. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo antes de rodar los ojos con fastidio.

—Oh... Eres tú —murmuró Jocelyn, sin molestarse en ocultar su decepción—. Ven, pasa.

Bridget tragó saliva, pero obedeció, cruzando el umbral. El aire dentro de la casa estaba cargado de una tensión que parecía flotar en cada rincón, como si la propia casa recordara antiguos conflictos.

—Fred está en el estudio —indicó Jocelyn secamente, cruzando los brazos—. No tardes mucho.

La pelirroja asintió, pero justo cuando estaba a punto de seguir su camino, Jocelyn habló de nuevo, esta vez con una voz baja.

—No creas que por estar aquí las cosas han cambiado. Algunos errores no se olvidan tan fácil.

Bridget se detuvo, las palabras golpeándola como una bofetada. Apretó los puños con fuerza, pero no respondió. No valía la pena. Sin mirar atrás, continuó por el pasillo hasta llegar al estudio.

—¡Cariño! —exclamó Fred al abrir la puerta. Sin pensarlo, la envolvió en un abrazo. La pelirroja se encogió de hombros, pero, aun así, correspondió al gesto.

Bridget se quedó rígida por un segundo, sorprendida por la calidez repentina en el abrazo de Fred, como si los últimos minutos de tensión no hubieran existido. La familiaridad en su voz, ese "cariño" que solía usar con tanta facilidad, hizo que un millón de recuerdos le atravesaran la mente como un rayo. A pesar de todo, sus brazos se levantaron por inercia y lo rodearon de vuelta, aunque con menos fuerza de la que él parecía esperar.

—No esperaba que vinieras... —murmuró Fred, separándose lo justo para mirarla a los ojos—. Pensé que... después de todo, evitarías esta casa.

Bridget lo miró fijamente, sus ojos verdes llenos de emociones contenidas.

—No vine por ti —respondió con voz baja pero firme—. Vine porque Clara me necesita.

Las palabras cortaron más profundo de lo que ella esperaba. Fred retrocedió un poco, la sonrisa en su rostro se desvaneció como humo en el aire.

—Siempre tan directa, ¿eh? —respondió, forzando una pequeña risa que no llegó a sus ojos.

—Es mejor que seguir fingiendo que todo está bien —Bridget se encogió de hombros, dejando caer su mochila en el suelo junto al escritorio—. Sabes tan bien como yo que no lo está.

Fred suspiró, pasándose una mano por el cabello en un gesto frustrado.

—Mira, Bridget, no quiero que las cosas sean así entre nosotros. Todo... se salió de control.

—¿Salirse de control? —La risa de Bridget fue amarga, como si el peso de sus palabras la estuviera aplastando—. Fred, elegiste el camino que te trajo hasta aquí. No puedes simplemente... actuar como si nada hubiera pasado.

Un silencio denso llenó la habitación. Fred la observó en silencio por unos segundos eternos, y por primera vez, la máscara de arrogancia que siempre llevaba parecía resquebrajarse.

—No quería perderte —admitió finalmente, la voz baja, casi un susurro—. Pero no sabía cómo... cómo arreglarlo.

Bridget sintió que su resolución flaqueaba, pero no dejaría que las palabras vacías la confundieran.

—Tal vez porque no se trata solo de arreglarlo —respondió, levantando la barbilla—. Se trata de ser honesto. De enfrentar las consecuencias de tus acciones.

Fred asintió con lentitud, bajando la mirada. Por un momento, pareció más cansado que arrogante, más humano que las veces anteriores.

—¿Te quedarás para la cena? —preguntó, con una esperanza rota en la voz.

Bridget dudó por un segundo, pero luego asintió.

—Solo por mis amigos. No por ti.

Y con eso, se dio la vuelta, dejándolo solo en su propio remordimiento.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Según Fred, había preparado una habitación aparte por si Bridget deseaba quedarse a dormir. Sin embargo, era evidente que eso no sucedería. A pesar de todo, ella supo ponerse cómoda: dejó su mochila a un lado y se recostó en la cama, fijando la mirada en el techo de la habitación. Durante los siguientes veinte minutos, escuchó el timbre sonar, las risas de los invitados y cómo Jocelyn presentaba a su "familia". Bridget no quiso bajar a verlo; no tenía las fuerzas. Solo deseaba que Jim apareciera.

Un ruido en la ventana la hizo incorporarse de golpe. Al ver al chico que ocupaba sus pensamientos, una sonrisa se dibujó en sus labios. Se levantó de inmediato y abrió la ventana del segundo piso.

—Hola —saludó la pelirroja, sintiendo el calor subir a sus mejillas al notar la tierna sonrisa que Jim le dedicaba—. ¿Cómo llegaste hasta aquí? —preguntó, visiblemente confundida.

—Pues... había unas escaleras —respondió él, encogiéndose de hombros—. Tu madrastra da miedo —añadió con una mueca, mientras Bridget le permitía entrar.

—¡Lo sé! —exclamó ella con obviedad, dejando escapar una leve risa.

Ah, mira —dijo Jim mientras se quitaba la mochila y rebuscaba entre sus cosas—. Pensaba dárselo a ella, pero... creo que mejor te lo doy a ti.

Sacó un ramo de flores que, aunque algo aplastadas por el desorden en su mochila, aún conservaban cierto encanto. Los ojos de Bridget se iluminaron al verlas.

—Son bonitas —murmuró con una sonrisa sincera.

—Bueno, eran lindas —corrigió Jim, escondiendo parte de su rostro tras las flores—. Discúlpame.

—No estoy impresionada —respondió Bridget, apartándose un mechón de cabello del rostro—. Se conservaron muy bien —añadió con una risa suave. Al notar que él seguía ocultándose entre las flores, no pudo evitar reír aún más.

Bridget tomó las flores con cuidado, como si fueran el regalo más valioso que había recibido en semanas. A pesar de su estado un poco maltrecho, seguían siendo hermosas, y el simple hecho de que Jim pensara en traerle algo así le provocó un calor reconfortante en el pecho.

—Te juro que no están tan mal —dijo, con una sonrisa suave, sus dedos rozando los de él mientras aceptaba el ramo.

—¿En serio? Porque parecen haber sobrevivido a una batalla... —bromeó Jim, pero su voz se apagó un poco cuando sus ojos se encontraron.

Por un momento, el tiempo pareció detenerse. La risa de Bridget se desvaneció en un suspiro casi inaudible, y el rubor regresó a sus mejillas con más intensidad. Sin pensarlo demasiado, dejó las flores a un lado y, con un movimiento suave, tomó el rostro de Jim entre sus manos.

—Te ves demasiado lindo cuando te pones así de nervioso —susurró.

Jim tragó saliva, su sonrisa se tornó más tímida, pero no apartó la mirada. —¿Ah, sí? ¿Y qué piensas hacer al respecto?

Bridget no respondió con palabras. En su lugar, acortó la distancia que los separaba y presionó sus labios contra los de él en un beso suave y dulce.

Al principio, Jim pareció sorprendido, pero pronto sus manos se apoyaron en la cintura de ella, atrayéndola con cuidado. El beso, que había comenzado con suavidad, se volvió más profundo, más sincero, como si ambos hubieran estado esperando ese momento desde hacía demasiado tiempo.

Las manos de Bridget se deslizaron por el cuello de Jim, enredándose en su cabello oscuro, mientras él correspondía cada movimiento con una ternura que la hacía derretirse por dentro. El mundo exterior desapareció: las risas de abajo, el bullicio de la fiesta, incluso el ruido de la ciudad más allá de la ventana. Solo existían ellos dos, en esa pequeña burbuja de calma.

Cuando finalmente se separaron, Bridget apoyó su frente contra la de él, respirando con dificultad, una sonrisa tonta en sus labios.

—Definitivamente... estoy impresionada ahora —murmuró, sin abrir los ojos.

James río mientras su pulgar acariciaba suavemente la mejilla de ella. —Bueno, si traer flores arruinadas lleva a esto... debería hacerlo más seguido.

Bridget se rio también, incapaz de ocultar la felicidad que la invadía en ese momento.

—Solo asegúrate de no romperte el cuello trepando esas escaleras —bromeó, acariciando su cabello con suavidad.

—Por ti, valdría la pena cada caída —respondió él, con una mirada tan sincera que a Bridget le tembló el corazón.

Sin pensarlo demasiado, lo besó de nuevo, como si pudiera prolongar ese instante de paz un poco más antes de que la realidad volviera a golpear.

—Oye, hija... —la voz de Fred los hizo separarse de inmediato, aunque Jim aún tenía las manos en la cintura de Bridget. Ella, con el rostro encendido, se giró lentamente hacia su padre, tratando de ocultar la sonrisa nerviosa que amenazaba con delatarla.

Fred, de pie en el umbral de la puerta con los brazos cruzados, entrecerró los ojos mientras escaneaba al chico frente a él.

—Tú debes ser... —murmuró, dejando la frase en el aire.

Bridget se apresuró a intervenir, rascándose la nariz en un gesto nervioso. —Fred, él es Jim —dijo con la mejor sonrisa que pudo reunirse, como si la presentación pudiera borrar la evidente escena en la que los había sorprendido.

El azabache por su parte, tragó saliva y se separó con discreción de Bridget, extendiendo una mano en un intento de parecer lo más formal posible. —Mucho gusto, señor —saludó con una sonrisa educada, aunque el ligero temblor en su voz lo delató.

Fred observó la mano extendida por un instante antes de estrecharla con firmeza. —Jim, ¿eh? —musitó, aún evaluándolo con la mirada—. ¿Y qué hacías exactamente en la habitación de mi hija... con la ventana abierta?

Bridget rodó los ojos. —Papá...

—Oh, bueno... ya sabe... solo... hablamos —dijo con una sonrisa tensa, soltando la mano del hombre como si hubiera tocado fuego.

—¿Hablaban? —repitió Fred con una ceja arqueada.

La pelirroja bufó, cruzándose de brazos. —¡Si! Conversaciones muy profundas e intelectuales, papá —dijo con sarcasmo.

Fred la miró con incredulidad antes de soltar un suspiro cansado. —Supongo que debería estar agradecido de que al menos haya usado las escaleras y no haya trepado como un ladrón.

James forzó una risa, rascándose la nuca. —Sí... no hubiera sido una gran idea.

El mayor lo miró fijamente por un segundo más antes de dar un paso atrás y señalar la puerta. —Bien, Jim. ¿Por qué no bajas y te unes a la fiesta? Ya que estás aquí, al menos hazlo oficial.

El azabache miró de reojo a la pecosa, quien le escuchó con una mezcla de diversión y resignación.

—Vamos, sobrevivirás —susurró ella, dándole un leve codazo.

Él soltó un suspiro y se asintió. —Está bien... pero si tu madrastra me lanza otra de sus miradas de "voy a devorarte el alma", voy a necesitar que me saques de ahí.

Bridget río. —Trato hecho.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget se levantó pesadamente mientras dejaba la bandeja sobre la mesa más cercana. Había pasado los últimos quince minutos repartiendo bocaditos, forzada por Jocelyn, y apenas había tenido oportunidad de buscar a Jim entre la multitud.

—Parece que tu chico se está ganando a los invitados —bromeó Daphne, acercándose con un bocadillo en la mano.

La pelirroja frunció el ceño y, al girarse, encontró a Jim rodeado de un pequeño grupo de personas, sonriendo y alabando a cada uno con una efusividad poco común en él. Pero lo que más llamó su atención fue el cambio en su vestimenta: en lugar de su clásica chaqueta azul, ahora llevaba una de un amarillo llamativo.

Extrañada, decidió acercarse.

—Jim —lo llamó, con el ceño aún fruncido y una sonrisa divertida en los labios—. ¿Cuándo te cambias de chaqueta?

Los ojos de James se iluminaron al verla, y antes de que pudiera reaccionar, tomó su mano con una elegancia exagerada y dejó un beso en sus nudillos.

—Bridget, mi amada, tu sola presencia roba el aliento de mis pulmones —declaró con un tono teatral.

La pelirroja sintió sus mejillas arder mientras lo miraba, sorprendida. Claro, Jim tuvo sus momentos de ternura y halagos, pero jamás lo había visto actuar así... tan dramático.

—¿Estás bien? —preguntó, apartándose un mechón de cabello.

—Nunca estuve mejor, mi estrella —respondió, acariciando su mejilla con una suavidad que la hizo estremecerse.

Bridget parpadeó, cada vez más confundida.

Ahm, okey... —murmuró, apretando los labios con una mueca.

Jim sonrió con intensidad, inclinándose ligeramente hacia ella.

—Nuestro amor es algo... serio —susurró.

Eso fue suficiente para que Bridget retrocediera un paso.

—Yo... debo seguir repartiendo bocadillos —anunció con rapidez, alejándose de él.

Cuando regresó al lado de Daphne, la chica la observó con diversión.

—Eso fue... interesante —comentó, arqueando una ceja.

Bridget sospechó y tomó de un solo trago una de las bebidas de la mesa, tratando de procesar lo que acababa de pasar. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, un grito rompió la tranquilidad de la tarde.

Se giró de inmediato, con el corazón latiéndole con fuerza.

— ¿Qué fue eso? —preguntó, alarmada, mientras su mirada recorría el jardín en busca de respuestas.

Daphne también miró a su alrededor, tensa. Sin embargo, al dirigir la vista hacia Jim—o mejor dicho, el Jim de chaqueta amarilla—, solo lo vio encogerse de hombros con absoluta indiferencia.

Algo estaba muy, muy mal.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget intentaba procesar todo lo que estaba pasando. Desde la ventana de la cocina, observaba a Jim repartiendo halagos sin parar, como si de repente hubiera adoptado la personalidad de un poeta enamorado. Fred, que servía el Branzino con gesto incómodo, solo asentía con educación ante los comentarios del chico.

La pelirroja suspiro y se dirigió a la barra, recogiendo algunos platos y vasos que esperaban ser lavados. En su mente, trataba de conectar los cabos sueltos, pero nada tenía sentido.

Lo que no vio fue que, a sus espaldas, el Jim de chaqueta amarilla fue arrastrado rápidamente hacia los arbustos, y en su lugar apareció el verdadero Jim, con su clásica chaqueta azul.

Cuando Bridget volvió a girarse hacia la ventana, sus ojos se abrieron con sorpresa.

El vaso que sostenía resbaló de sus manos y cayó al suelo, estrellándose en mil pedazos.

—Pero ¿qué...? —susurró, sintiendo que su cerebro estaba a punto de explotar.

Apenas unos segundos antes, Jim llevaba una chaqueta amarilla. Ahora, desde el jardín, el mismo chico—o al menos, eso parecía—se veía completamente normal, con su chaqueta de siempre y su típica expresión relajada.

El azabache le dedicó un saludo casual, pero Bridget negó con la cabeza, dando un paso atrás. Su respiración se aceleró mientras intentaba darle sentido a la situación.

Jim, el verdadero Jim, suspiro pesadamente. Bridget ya estaba sospechando, y eso solo complicaba las cosas.

Sin perder más tiempo, se levantó y caminó rápidamente hacia la casa. Al verla subir las escaleras, la alcanzó, tomando su mano antes de que pudiera alejarse más.

—Bree', sé lo que estás pensando... —murmuró, con el ceño fruncido.

Bridget lo miró con una mezcla de confusión y alarma.

— ¿Qué rayos están sucediendo, Jim? —susurró, sintiendo cómo él la guiaba hacia un rincón más apartado—. Has estado actuando muy extraño.

James no respondió de inmediato. Sus ojos escanearon la habitación con cautela, asegurándose de que no hubiera más "Jim's" rondando cerca. Finalmente, tomó el rostro de Bridget entre sus manos y la acercó más a él.

—Te juro que te lo explicaré... pero créeme, ahora no es el momento —susurró, su aliento rozando sus labios mientras sus frentes se tocaban.

—¿Qué está...?

—Confía en mí.

Y antes de que pudiera terminar la frase, la besó.

Bridget soltó un leve suspiro en medio del beso, dejándose llevar por el calor del momento. Pero cuando abrió los ojos... Jim ya no estaba.

"Así de fácil caes."

"¿Qué mi mamá qué...?"

Bridget quedó paralizada, con la respiración entrecortada.

Algo estaba terriblemente mal. Su instinto le gritaba que lo buscara, y no dudó en hacerlo. Caminó con cautela, siguiendo sus pasos sin hacer ruido.

Cuando finalmente lo encontró, tuvo que contener un grito de sorpresa.

Dos Jim estaban discutiendo.

Uno llevaba su armadura de Cazatroles y lo miraba con una expresión retadora, mientras que el otro... era el Jim de siempre, el que conocía.

Bridget sintió que su corazón latía con fuerza.

—¡Acaso es una broma!? —exclamó, saliendo de su escondite con los ojos abiertos de par en par.

Ambos Jim's giraron la cabeza hacia ella y hablaron al mismo tiempo:

—Bridget, ¿puedo...?

—¡Uno a la vez! —interrumpió la pelirroja, bajando la voz y mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie más los viera.

El Jim de la armadura fue el primero en tomar la palabra.

—Bridget, voy a ser breve y franco —dijo con un tono seguro—. Eres totalmente linda y hermosa, como un diamante...

La pecosa arqueó una ceja y cruzó los brazos.

—No me vas a convencer con halagos baratos.

"Bien que te derrites por dentro".

—Decidí que ya no puedo verte más. Nuestra relación interfiere con mi deber y...

—Alto, alto. Para ahí —lo interrumpió Bridget, frunciendo el ceño—. ¿Estás terminando conmigo?

—Exacto —confirmó.

Bridget tomó un profundo respiro antes de soltar, con sarcasmo:

—¡Ni siquiera estamos juntos, genio!.

El Jim de chaqueta azul se llevó una mano a su pecho y exclamó dramáticamente:

—¡Es el peor día de mi vida!

Bridget rodó los ojos y lo señaló.

—Ese es el verdadero Jim.

El azabache soltó un suspiro de alivio y se acercó a ella.

—Bree', lo lamento. No quería que esto pasara y mucho menos aquí —dijo con sinceridad—. El amuleto está fallando... y creo que está creando otras versiones de mí. O partes de mí, no lo sé —trató de explicar, pasándose una mano por el cabello con frustración.

Bridget entrecerró los ojos.

—Y ¿Qué parte es él? —preguntó, señalando al otro Jim—. ¿La parte patán y tarada?

Ambos voltearon hacia el Jim de la armadura... solo para encontrar la puerta abierta.

No había ni rastro de él.

—¡No para de hacer eso! —se quedó el verdadero Jim, pasándose una mano por la cara—. Vamos, tenemos que encontrar antes de que arruine la fiesta.

Sin darle oportunidad de protestar, tomó la mano de Bridget y comenzó a correr, arrastrándola con él.

Y Bridget, aunque aún estaba confundida, no pudo evitar sonreír un poco.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget escaneó la zona con la mirada, en busca del Jim que intentaban atrapar. Sus ojos se iluminaron cuando finalmente lo vio sentado en una de las bancas del parque.

Aunque... algo no encajaba.

Llevaba puesta una chaqueta marrón, en lugar de la armadura.

Aun así, decidió acercarse con cautela.

—Aquí estás, pequeño... —dijo, colocando una mano sobre su hombro.

Pero en cuanto lo tocó, el chico soltó un grito ahogado y cayó al suelo de espaldas, temblando de miedo.

—¡Por favor, no me hagas daño! —suplicó con la voz quebrada, llevándose una cubeta a la cabeza como si quisiera esconderse.

Bridget parpadeó, confundida.

—¿Eh...?

—Todo aquí es aterrador —sollozó el Jim asustadizo, encogiéndose sobre sí mismo—. Extraños por todas partes, contaminación en el aire, osos en el bosque... ¡Es un horror!

Bridget sintió una mezcla de compasión y desconcierto.

—Oh no, no, no... —se apresuró a decir, agachándose a su lado—. No llores, ¿sí? No voy a hacerte daño.

Suavemente, le acarició el brazo en un intento de tranquilizarlo.

Después, lo observó con más atención y suspiro.

—Definitivamente, este no es el Jim cazador... —murmuró para sí misma.

Entonces, se le ocurrió algo.

—Oye —dijo con voz suave—, ¿quieres venir conmigo a un lugar lindo y fantástico?

El Jim tembloroso asomó un ojo desde debajo de la cubeta.

—¿Un lugar sin osos?

Bridget sonrió y asintió.

—Sin osos.

Con cuidado, lo ayudó a ponerse de pie y, aún con una sonrisa divertida en los labios, comenzó a caminar con él. 

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Después de dejar al Jim asustadizo en un rincón seguro, bajó las escaleras con un suspiro, dispuesta a seguir capturando duplicados antes de que alguien más los notara.

Al asomarse por la ventana, frunció el ceño al ver a otra copia hablando animadamente con el entrenador Lawrence, aparentemente intentando unirse al equipo de lucha.

—¡Por supuesto que sí, entrenador! ¡Estoy listo para enfrentar cualquier desafío! —exclamó con entusiasmo.

Bridget puso los ojos en blanco.

—Ay, por favor...

Sin perder tiempo, salió al jardín, estiró las manos y lo agarró por la chaqueta antes de que pudiera reaccionar.

—¡Ey, ey, ey! ¡Tengo un entrenamiento que atender! —protestó, forcejeando mientras ella lo arrastraba de regreso a la casa.

—Sí, claro, lo que digas —murmuró, sin soltarlo.

Con un movimiento rápido, abrió la puerta de su habitación y, sin ceremonias, lo empujó adentro.

—¡Oye! ¡Eres una...!

—Sí, sí, lo que sea —lo interrumpió, cerrando la puerta de golpe antes de escuchar el insulto completo.

Se apoyó contra la puerta y dejó escapar un largo suspiro antes de bajar nuevamente las escaleras.

Mientras se secaba el sudor de la frente, se detuvo al ver otra versión de Jim, esta vez con una chaqueta morada, sentado en el sofá con un libro en las manos. Su rostro estaba empapado de lágrimas.

—¿Por qué...? —sollozó, con la voz quebrada—. ¿Por qué Liam Mairi tuvo que morir?

Bridget hizo una mueca de comprensión al reconocer el libro que estaba leyendo.

—Porque Rebecca Yarros disfruta vernos sufrir —respondió con un suspiro, tomando el libro de sus manos.

Antes de que pudiera hacer algo más, el Jim llorón la abrazó con fuerza, enterrando el rostro en su hombro mientras seguía sollozando.

—Lo sé... lo sé... —murmuró Bridget, dándole unas palmaditas en la espalda mientras intentaba arrastrarlo hacia su habitación.

—Es tan injusto... —gimoteó el chico, sin soltarla—. ¡Liam merecía vivir!

Bridget puso los ojos en blanco, pero le dio unas palmaditas en la espalda.

—Sí, sí... la vida es cruel, ya lo sabemos —murmuró, avanzando con dificultad hacia su habitación.

Al llegar, empujó la puerta con la cadera y se preparó para lanzar a otro Jim dentro. Pero este era más terco, y se negó a soltarla, aferrándose aún más.

—¡No me dejes! —suplicó entre lágrimas—. ¡Eres la única que entiende mi dolor!.

Bridget estaba a punto de forcejear con él cuando sintió una mirada intensa sobre ella.

—¿Qué demonios está pasando aquí?

Se quedó rígido al escuchar la voz de Jim. El original.

Levantó la cabeza y lo vio en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados y una expresión que se debatía entre incredulidad y... ¿celos?

Bridget parpadeó.

—Esto se puede... explicar.

—Sí, me encantaría escuchar la explicación de por qué otra versión de mí está prácticamente pegada a ti.

El Jim llorón se separó apenas unos centímetros y miró al original con los ojos brillantes.

—¡Ella es maravillosa, compadre! Tan comprensiva, tan amable... ¡Me entiende!

Bridget se llevó una mano a la cara.

—Por favor, trágame, tierra...

El azabache soltó un bufido y lo jaló de la chaqueta, separándolo de Bridget sin mucho esfuerzo.

—Bien, ya fue suficiente —gruñó, empujándolo hacia la habitación donde estaban todos los demás clones—. Adentro, Romeo.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

La pelirroja descendió nuevamente al escuchar la música que emanaba de la sala, donde un joven de cabello oscuro estaba sentado con los brazos cruzados y una expresión de descontento.

—Tu música es demasiado ruidosa; no tengo ganas de comer Branzino—se quejó el azabache, lanzando el tazón con desdén.

—¿Qué te parece si nos vamos?—propuso Bridget, esforzándose por mantener la calma.

—¡No quiero...!—protestó el de chaqueta negra, su voz llena de frustración.

—Qué pena—intervino Bridget, tomando suavemente su brazo para llevarlo consigo.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Al abrir la puerta de su cuarto, suspiró frustrada al encontrarse con un montón de Jim's en su interior. Dejó al Jim de chaqueta negra en la habitación, mientras este continuaba quejándose de todo.

—Espero que este sea el último—reprochó Bridget, ya visiblemente cansada.

—Empiezo a fastidiarme de mí mismo—admitió el Jim original, con un tono de resignación.

Perdona, bonita, ¿dónde está la zapatería?—preguntó un Jim de chaqueta anaranjada, intentando coquetear con la chica.

—Hay una cerca, cruzando la pista—respondió la pelirroja con inocencia—. ¿Dónde está el Jim cazador?—preguntó mientras contaba en su mente.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Ambos chicos bajaron apresuradamente hasta el jardín, donde se encontraron con el Jim Cazador proclamando con fervor la necesidad de proteger Arcadia.

—¡La ciudad está en peligro! ¡Necesita un verdadero héroe! —declaró con firmeza, colocando una mano sobre su pecho como si fuera a dar un discurso épico.

Daphne apenas logró contener la risa mientras seguía comiendo, mientras que Clara, con el ceño fruncido, miraba la escena completamente confundida. No tenía idea de lo que estaba pasando, pero no podía negar que ver a Jim meter la pata de esa manera era bastante divertido.

Bridget, por otro lado, dejó escapar un largo suspiro y tomó a Jim por el brazo antes de que pudiera seguir hablando.

—¡Lo siento! —se apresuró a decir, tirando de él—. Es que comió demasiado Branzino —improvisó como excusa antes de arrastrarlo lejos de la escena.

Una vez que estuvo a solas, se cruzó de brazos y lo miró con cansancio.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? —preguntó, ya agotada de la situación.

Jim alzó la barbilla con determinación.

—Cortando lazos, Bridget. Un Cazatroles no puede preocuparse por lazos sin sentido.

Bridget bostezó sin disimulo.

—Ni siquiera estamos juntos —señaló, bajando la mirada con un suspiro—. Pero si realmente quieres "romper" conmigo, al menos hagámoslo adentro. Hay cosas que quiero decirte... y ninguna es de señorita.

Con visible molestia, el chico le dio el paso dentro de la casa.

Apenas cruzaron la puerta, Bridget se recargó en la entrada con una mirada seria.

—Y ¿Cómo acabo con esto? —preguntó él con fastidio.

Antes de que ella pudiera responder, el Jim original salió de su escondite, provocando que ambos se encararan de inmediato.

—¡Tú no tienes derecho a interferir! —gruñó el Jim Cazador.

—¡Por supuesto que lo tengo! ¡Tú no eres el verdadero yo!.

La discusión escaló rápidamente hasta que el Jim de chaqueta azul optó por salir corriendo por la puerta principal, el otro siguiéndolo de inmediato hasta el tejado.

Bridget se llevó las manos a la cara con frustración.

—Esto no puede estar pasando...

Pero justo cuando iba a salir tras ellos, un grito resonó en la casa.

—¡Bridget Amber Hart!.

Se congeló en su lugar.

—Oh, por favor, no... —murmuró antes de darse la vuelta con resignación—. ¡Voy!

Apretó los puños antes de escuchar otro grito desde el tejado.

—¡AÚN NO HE TERMINADO CONTIGO!

Bridget giró sobre sus talones, completamente sincera.

—¡PUES YO SÍ TERMINÉ CONTIGO! —gritó de vuelta—. ¡Soy yo quien termina contigo!,

Y con eso, se dio media vuelta y cerró la puerta de un portazo, dejando a ambos Jim's en su caos personal.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Una vez terminada la fiesta, Bridget subió a la azotea en busca de un poco de aire fresco después de todo lo sucedido. El frío de la noche la envolvió, y se arremangó las mangas mientras respiraba hondo, intentando ordenar sus pensamientos.

—Bueno, creo que voy a necesitar diez años de terapia —bromeó una voz detrás de ella.

Bridget giró la cabeza y encontró a Jim acercándose con una sonrisa cansada.

—Fue divertido —respondió ella, encogiéndose de hombros.

—Perdóname, sé que salió mal —se disculpó el ojiazul, deteniéndose a su lado.

—No fue tan malo —arguyó la pelirroja con un gesto despreocupado.

Un silencio se instaló entre ellos. James suspiro, dejándose caer ligeramente contra el muro de la azotea. Bridget iba a decir algo, pero él la interrumpió con evidente nerviosismo.

—Tengo que decirte algo —murmuró, impidiendo su mirada.

—Te escucho —respondió ella con una sonrisa tranquila.

—Yo... bueno, es que... —Jim hizo un además, buscando las palabras adecuadas—. Es más difícil de lo que pensaba.

Bridget levantó una ceja, divertida.

—Dilo.

—No sé... —suspiró con frustración.

—Dilo —insistió ella, acercándose un poco—. ¿Qué? ¿Qué pasa?

Jim la miró de reojo, pero volvió a negar con la cabeza, dejándose caer aún más contra el muro.

—Ya olvídalo —resopló Bridget, rodando los ojos y dándose la vuelta para irse.

Pero antes de que pudiera dar un paso más, sintió cómo él tomaba su mano con firmeza. En cuestión de segundos, Bridget se encontró a solo un par de centímetros del rostro de Jim, sus respiraciones mezclándose en el aire frío de la noche.

—Te iba a pedir que fueras mi novia —murmuró él con voz temblorosa antes de inclinarse y besarla, sus manos sosteniéndola con suavidad.

Bridget se quedó quieta por un momento, sorprendida, antes de sonreír contra sus labios.

—Pues lo hubieras hecho antes —susurró cuando se separaron apenas unos centímetros—. Te iba a decir que sí... o quizás yo te lo hubiera pedido primero.

Ambos rieron antes de fundirse en otro beso, más seguro, más profundo.

—¡Bridget! —el grito de Madelyn los hizo separarse de golpe.

La rubia asomó la cabeza por la puerta con expresión incómoda.

—Oh, amm... Papá quiere que entres ya.

—Claro, ya voy —respondió Bridget, carraspeando mientras se pasaba una mano por el cabello, tratando de disimular su nerviosismo.

—Okey —Madelyn se acercó y dio media vuelta, pero antes de cerrar la puerta, lanzó un último grito—. ¡Ahora, Bridget!.

La pelirroja soltó una risa y giró para mirar a Jim.

—¿Nos vemos en la escuela?.

—Sí, nos vemos —respondió él con emoción apenas contenida.

Cuando Bridget desapareció por la salida, Jim saltó de alegría, levantando los puños en victoria.

Al otro lado, la pecosa festejo en voz baja, tapándose la boca con ambas manos para que nadie la escuchara.

Yo actualizando seguido antes de que empiecen mis clases LAKAKAJAJAJ AMO!. 

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