xviii. Human

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Capítulo dieciocho| Humano

Los sueños son como ventanas al pasado. Por mucho tiempo, había dejado de tener ese tipo de sueños, aquellos que parecían arrancarme de la realidad y lanzarme al abismo de mis recuerdos. Pero esta mañana fue diferente. Me levanté exaltada, con el corazón latiendo como si quisiera escapar de mi pecho.

Soñé con algo que no recordaba haber visto jamás, y sin embargo, se sentía inquietantemente familiar.

Había sombras. Figuras encapuchadas que se movían a mi alrededor en un círculo cerrado. Podía ver sus siluetas, altas y amenazantes, pero sus rostros estaban ocultos bajo capuchas negras que parecían devorar la luz. Sentí el frío de sus presencias, aunque apenas era una bebé en el sueño. Mi llanto rompía el silencio mientras uno de ellos extendía una mano hacia mí, sus dedos eran largos y huesudos rozando mi frente como si marcaran algo en mi piel.

Desperté justo cuando esa misma mano parecía encenderse en un brillo azul intenso. Me encontré jadeando, con mi cuerpo bañado en sudor frío. No sé si fue solo un sueño, pero algo me dice que no lo fue. Había demasiada claridad, demasiada intensidad. Y lo más perturbador de todo es que, por alguna razón, siento que esas figuras encapuchadas no me han dejado del todo.

¿Qué significa esto? ¿Por qué ahora? ¿Qué estaban haciendo conmigo cuando era una bebé?

Me abracé las piernas y cerré los ojos, tratando de no caer en pánico. 

Sacudí la cabeza, tratando de deshacerme de la sensación opresiva que el sueño había dejado en mi pecho. "Solo un sueño", me repetí en voz baja, aunque sabía que no era tan sencillo convencerme. El reloj marcaba las 6:45 a.m., y si no me apresuraba, iba a llegar tarde otra vez.

Me levanté de la cama con las piernas aún algo temblorosas y crucé el cuarto hasta el espejo del tocador. Mis ojos se veían cansados, como si no hubiera dormido en semanas, y mi cabello era un desastre total. Suspiré recogiendo un peine y comenzaba a desenredarlo.

Mientras me arreglaba, no pude evitar recordar el toque helado de la mano que me había rozado la frente en el sueño. Casi podía sentirlo aún, como si hubiera dejado una marca invisible. Instintivamente, pasé mis dedos por la frente, pero todo estaba normal.

La ropa ya estaba lista sobre la silla: unos jeans desgastados, una camiseta oscura y mi chaqueta favorita. Me vestí rápidamente, tratando de concentrarme en las tareas mundanas para no dejar que mi mente volviera a esas figuras.

Cuando bajé las escaleras, la cocina estaba inundada por el aroma familiar del café. Mi mamá estaba sentada en la mesa con el periódico abierto frente a ella.

—¿Dormiste bien, Bridget? —preguntó sin levantar la vista del periódico.

—Más o menos —contesté, sirviéndome un poco de cereal y tratando de sonar despreocupada. Sabía que si le contaba sobre el sueño, lo atribuiría al estrés o simplemente lo ignoraría. Eso hacía siempre.

Ella asintió, como si ya esperara esa respuesta, y siguió leyendo.

omé mi mochila del perchero y me dirigí a la puerta. Al salir mi movilidad ya me estaba esperando como siempre, me subí a la movilidad revisando las notificaciones de mi celular. 

Jim

No podré asisitir a clases hoy, lamento no poder estar para la presentación de nuestro trabajo de ciencias.

Lo manejare. Es mas importantes los deberes de un Cazatroles.

JA JA JA Muy graciosa.

:)

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget intentaba memorizar las palabras de su parte del trabajo, además de la de Jim, repasándolas una y otra vez durante el almuerzo. Su mente estaba tan enfocada en el ensayo que no notó el sonido de su celular vibrando hasta que el tercer zumbido la distrajo.

Con un bufido frustrado, dejó a un lado sus notas y tomó el celular. Esta vez, el mensaje era de Toby.

Alzó la mirada, buscando al remitente, y lo encontró cerca de la salida del comedor, agitándole las manos en un gesto que le decía que leyera el mensaje. Bridget frunció el ceño, algo desconcertada, y bajó la mirada nuevamente hacia la pantalla.

Sus ojos se abrieron de par en par al leer el contenido.

Toby:
Blinky se convirtió en humano. Jim necesita ayuda. Ven ahora.

—¿Qué rayos...? —murmuró, sintiendo que el día no podía volverse más extraño.

Guardó apresuradamente sus cosas, maldiciendo en voz baja mientras metía su cuaderno en la mochila con movimientos rápidos. Justo cuando cerraba el último cierre, un quejido suave y casi lastimero la detuvo en seco.

—¿Qué demonios...?

Ahí estaba Kiko, su pequeño conejo, acurrucado entre los libros con las orejas erguidas y una expresión inocente, como si su presencia en la mochila fuera lo más natural del mundo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Bridget en voz baja, mirando rápidamente a su alrededor para asegurarse de que nadie la viera hablando con un conejo.

Kiko inclinó la cabeza con una mirada casi traviesa, sus pequeñas patas se movieron como si intentara acomodarse más entre los libros.

—Esto no es un lugar para ti —susurró, llevándose una mano al puente de la nariz exhalando profundamente.

El conejito no pareció impresionado por su regaño, y Bridget no pudo evitar sentir que, de alguna manera, él sabía que estaba en una misión que no podía ignorar.

—Está bien, pero quédate aquí —le advirtió, dejando la mochila abierta lo suficiente para que pudiera respirar—. Y por favor, no hagas ruido.

Cerró la mochila con cuidado y se la colgó al hombro antes de caminar apresuradamente hacia la salida. Toby la esperaba con una expresión que era una mezcla de urgencia y confusión.

—¿Dónde está Jim? —preguntó Bridget tan pronto como llegó a su lado.

—Con Blinky. O... bueno, con quien solía ser Blinky. Te explico en el camino —respondió Toby, apresurándose hacia el estacionamiento donde los esperaba Clara.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¿Estás completamente seguro de que Blinky se convirtió en un...? —Bridget dejó la frase inconclusa, aún tratando de asimilar lo que estaba escuchando.

Cuando llegaron a la casa de los Lake, la puerta ya estaba abierta. Barbara estaba en la sala junto a Jim y un hombre que, a pesar de su aspecto humano, tenía algo extrañamente familiar.

—Vinimos tan pronto como pudimos... —Toby, quien caminaba al frente, se detuvo abruptamente al encontrarse cara a cara con Barbara—. Oh, hola, doctora L.

—Así que es cierto... —exclamó Clara emocionada.

—¿Llegaste aquí desde la escuela en menos de diez minutos? —bromeó Bridget, intentando aligerar el ambiente mientras soltaba una risa nerviosa.

La pecosa dejó su mochila en el suelo, ignorando la mirada inquisitiva de Barbara. Sin que ella se diera cuenta, Kiko aprovechó la oportunidad para escapar, corriendo directo hacia la cocina.

La criatura se sobresaltó cuando la puerta del refrigerador se abrió de golpe. Dentro, No-Enrique estaba encogido, temblando de frío y mordisqueando un trozo de zanahoria. Clara, que acababa de entrar, soltó un jadeo al ver la escena y corrió hacia él.

—Solo estaba presentándole al señor Blinky a mi madre —dijo Jim, apresurándose a interponerse entre su mejor amigo y el recién llegado—. Nuestro asesor académico.

—Mucho gusto —respondió Toby, extendiendo la mano hacia elñ mayor.

—Me alegra verlo de nuevo —interrumpió Clara, apareciendo con el pequeño Enrique envuelto en una manta que había sacado del sofá.

Barbara, aún procesando todo, observó a Kiko, que ahora estaba en brazos de Bridget, con una expresión de asombro.

—¿Ese... conejo siempre ha sido azul? —preguntó, señalándolo con un dedo.

—Se nos va el sol, doctora L. —intervino Toby, ignorando el comentario mientras intentaba apurar las cosas—. ¿Sabe a qué me refiero?

—Sí, claro. Adelante, lleven lo que necesiten —respondió Barbara, aunque seguía algo desconcertada por el peculiar grupo.

Jim abrió la puerta, haciendo una seña para que todos salieran primero.

—Cielo —su madre lo llamó antes de que cruzara el umbral—. ¿Clara entró con ese bebé?

—No, mamá. Él caminó solo, se presentó y pidió quedarse a cenar —respondió Jim con sarcasmo, encogiéndose de hombros antes de besarla en la mejilla—. Nos vemos luego.

Bridget, por su parte, luchaba por mantener a Kiko bajo control mientras él se retorcía en sus brazos.

—Tranquilo, Kiko —susurró, intentando calmarlo—. Creo que no le agrada Enrique.

—Yo me encargo de él —intervino Clara, llevándose al cambiante a un lado.

—Entonces, Blinky, ¿qué sigue? Es tu gran día como humano —dijo Toby con una sonrisa, dirigiéndose al ex-troll con curiosidad.

Oh, hay tanto por hacer y tan poco tiempo —respondió Blinky emocionado, llevándose una mano al pecho como si estuviera a punto de dar un discurso épico—. Almorzar, hacer un picnic en el parque, tomar el sol en la playa... ¡quizá incluso surfear! —Continuó enumerando con entusiasmo antes de poner las manos sobre los hombros de Jim—. Por Gorgus, ¡podría conducir un automóvil!

—Sí, bueno, el día casi ha terminado, así que tendríamos que darnos prisa —interrumpió Bridget con una sonrisa mientras acomodaba a Kiko de nuevo en su mochila. Cerró el cierre dejando un espacio para que respirara y luego miró a Blinky—. Pero creo que sé exactamente a dónde ir.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

—¿Quién votó por caminar? —preguntó Toby, deteniéndose junto a un árbol mientras intentaba recuperar el aliento—. Creí que haríamos actividades al aire libre fabulosas.

—Pareces nuevo en esto —bromeó Clara, esperándolo observando el suelo—. Aunque, hablando de actividades... parece que alguien ya tuvo una fiesta aquí. —Señaló las botellas rotas y vacías esparcidas por la zona.

—Es... ¿encantador? —comentó Blinky, levantando una de las botellas con evidente confusión.

—No, se refiere a esto. —Jim intervino, señalando hacia el horizonte con una sonrisa.

El grupo se volvió para mirar, y lo que tenían enfrente dejó a todos sin palabras. La ciudad se extendía bajo ellos, decorado por los tonos cálidos del atardecer. Las luces comenzaban a encenderse poco a poco, como si la vista estuviera diseñada para ese preciso momento.

—No hay nada mejor que esto —dijo Clars, acomodándose junto a los demás.

Blinky abrió los ojos de par en par, admirando el espectáculo. El reflejo del cielo dorado se dibujaba en sus pupilas, y la expresión en su rostro era la de alguien que acababa de descubrir algo verdaderamente único.

—Es... asombroso —admitió, conmovido—. No hay palabras para describirlo.

En su entusiasmo, dio un paso hacia adelante, pero su pie tropezó con una raíz escondida. Antes de que pudiera caer, Jim y Bridget lo sujetaron al unísono, estabilizándolo justo a tiempo.

—Sí, imagina si tuvieras seis ojos —bromeó el azabache.

—Entonces, tu primer día como humano está por terminar —dijo Toby, acomodándose junto a ellos—. ¿Hay algo más que quieras hacer?

Blinky se quedó en silencio un momento, reflexionando. Finalmente, negó con la cabeza, sonriendo.

—No, solo esto. Si tan solo AAARRRGGHH pudiera verlo... Estoy ansioso por contarle nuestras aventuras. —Se giró hacia Jim y colocó una mano en su hombro con gratitud—. Gracias, maese Jim. Este será un día que jamás olvidaré. Pero debo admitir algo: me pregunto cuánto durará esto... y esta piel. Todavía me siento incómodo en ella.

—Bienvenido a la adolescencia —bromeó Toby con una sonrisa.

—Tranquilo, Blink. Tal vez ahora sea mi turno de ayudarte a entrenar —añadió Jim, palmeándole la espalda.

El grupo cayó en silencio después de eso, dedicando unos minutos a simplemente admirar la vista. Las nubes eran decorados por tonos naranjas y violetas, y una ligera brisa soplaba, arrastrando consigo el olor de los árboles y la tierra húmeda.

En medio de la calma, Jim tomó una decisión consciente. Lentamente, dejó que su mano se deslizara hacia la de Bridget. El contacto la sorprendió por un instante, pero ella no tardó en reaccionar. Con una sonrisa que iluminó su rostro, entrelazó sus dedos con los de él.

Un ligero sonrojo apareció en las mejillas de ambos, pero ninguno dijo una palabra. No hacía falta.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Bridget se apartó un poco del grupo para perseguir a Kiko, quien corría tras una ardilla. La pequeña criatura escapó trepando un árbol, y Kiko, frustrado, golpeó el tronco con sus patas delanteras. Bridget se rió por lo bajo y lo recogió en brazos.

—Siempre pierdes, ¿verdad? —le dijo con una sonrisa.

Mientras acariciaba a su travieso conejo, escuchó una voz a su lado.

—Es una vista increíble, ¿no? —Jim se había acercado sin que ella lo notara.

Bridget se giró ligeramente, sorprendida.

—Sí, lo es —respondió mientras se sentaba bajo el árbol—. Logan me trajo aquí una vez.

—¿Logan? —preguntó Jim, con cierta confusión al sentarse junto a ella—. ¿Te invitó al baile?

—No, él solo quería mi opinión sobre un plan para invitar a Daphne aquí —explicó acariciando la nariz de Kiko—. Aunque... estoy esperando que alguien más me invite.

Jim tragó saliva, pero no captó la indirecta. Solo sonrió nervioso, mirando a cualquier lugar que no fueran los ojos de Bridget.

"Ella merece algo mejor que yo"

Bridget soltó un leve suspiro, dándose por vencida. Kiko, atento al ambiente, los miró alternadamente, esperando que alguno de los dos hiciera un movimiento. Pero cuando vio que ninguno lo haría, se rindió, frustrado.

—Bueno, odio que la gente deje basura aquí... —dijo la pelirroja al notar algunas botellas rotas cerca—. Voy a recoger esto.

Se levantó torpemente y tartamudeó un poco antes de alejarse.

—Bridget... —intentó decir Jim, pero se quedó sin palabras.

Lake maldijo en voz baja pasando sus manos por su rostro, soltó un quejido al sentir como le arrejoban una roca en su cabeza; se trataba de Kiko, este negó decepcionado para después seguir a su dueña.

—Metiste la pata —dijo Toby, apareciendo detrás de Jim, sobresaltándolo—. Bridget quería que la invitaras al baile y te quedaste ahí, congelado.

—Incluso yo puedo verlo, y no soy un experto en humanos —añadió Blinky, cruzando los brazos.

—¿Qué se supone que debería haber dicho? —replicó el ojiazul, pasando las manos por su rostro, claramente frustrado consigo mismo.

—¿Y que debería haber dicho? —se quejo el azabache rodando los ojos; Kiko apareció delante de ellos empezando a saltar alterado—. ¿Y ahora que le pasa?.

—¿Tienes hambre amiguito? —pregunto el de frenos, la criatura negó y señalo hacía el lugar donde estab Bridget—. ¿Bridget?.

Kiko asintió a lo que dijo mientras sonreía.

—Ella se alegra de tenerme cerca —dedujó el castaño, el pequeño conejo frunció el ceño y solamente negó.

Kiko se palmeó la cabeza tratando de pensar en como decirles que corrían peligro, ya que desde las sombras había visto a un troll siniestro observándolos.

Una idea se le vino por la cabeza, aclaro su garganta y empezó actuar como si fuera un troll enojado, luegó cambio su personaje y empezó actuar como Bridget.

—Uh, uh esto lo sé —dijo el mayor mirando las actuaciones de Kiko.

Este mismo terminó su actuación con el troll "supuestamente" acabando con la vida de la joven.

Taran —expresó con una sonrisa estirando sus brazos, los tres presentes se voltearon a ver un poco confusos.

—Te morirías sin mi a tu lado—pensó el de ojos zules alzando una ceja, el conejo suspiro cansado dejando caer sus orejas

Antes de que pudieran reaccionar, un fuerte grito rompió el aire. Un golem de vidrio emergió del contenedor de basura cercano, su superficie brillando con los últimos rayos del sol.

—¿Otro golem?—preguntó Blinky.

—¿No se supone que estaba hecho de lodo?.

—No, de vidrio.

—Pues somos cinco y el solo es uno—dijo Lake sacando su amuleto e invocando la armadura—. Rodéenlo.

Bridget había conjurado un círculo de llamas alrededor de Clara y ella, manteniéndose a salvo mientras los demás se enfrentaban a la criatura.

—Maese Jim, tenemos compañía —avisó Blinky al ver otro golem que surgía de entre las rocas cercanas.

—¡Al suelo! —gritó Jim, cargando contra ambos enemigos con su espada.

Las llamas de Bridget se disiparon mientras retrocedía junto al grupo. Pero cuando uno de los golems atacó, una lluvia de vidrios puntiagudos hirió levemente a Toby y Kiko.

—¡Jim, necesitamos un plan! —clamó Clara, asustada.

—La última vez había un muñeco en su interior —recordó Bridget, lanzando una esfera de fuego contra el pecho del golem más cercano. La esfera atravesó su torso, revelando el tótem animus en su interior.

—Es un tótem animus —explicó Blinky rápidamente—. Debemos arrancarlo de su núcleo y destruirlo.

—¿Meter la mano en esa cosa? ¡Estás loco! —se quejó Toby, lanzando una roca hacia el golem sin mucho éxito.

Bridget, harta, utilizó su fuego para destruir el tótem de uno de los golems, mientras los demás atacaban al segundo con rocas y ramas improvisadas. Al final, lograron acabar con ambos.

—¡Bree'! —llamó Jim cuando vio al troll que los había acechado días atrás—. Está huyendo.

—¡Vamos! No podemos dejarlo escapar —dijo Bridget, comenzando a correr tras la sombra del troll.

Jim suspiró, frustrado pero ñuego sonrió.

—Esta chica me va a volver loco —murmuró antes de seguirla.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

Siguieron su recorrido adentrándose al bosque, esta vez caminando con cautela mientras se cubrían las espaldas mutuamente.

—No sé cuánto tiempo llevamos caminando, pero ya me cansé —admitió Bridget, deteniéndose para tomar un respiro.

—¿Creí que eras buena en gimnasia? —se burló el de ojos azules, arqueando una ceja mientras se detenía para esperarla.

—Ja, ja, ja. Qué gracioso, Lake —rodó los ojos con sarcasmo tratando de recuperar el aliento—. ¿Estás seguro de que lo viste? —preguntó, lanzando miradas nerviosas a su alrededor.

—Tú también lo viste, Bree —le recordó con una mueca, adelantándose unos pasos.

Bridget suspiró rendida y trató de seguirle el ritmo. Sin embargo, apenas había avanzado unos metros cuando sintió que su pie pisaba algo metálico. Su corazón se detuvo.

—Jim... —lo llamó con un hilo de voz, su cuerpo rígido bajando la mirada lentamente. Allí estaba: una trampa para osos cerrándose sobre su pie.

El azabache se giró de inmediato al escuchar el tono de su voz. Sus ojos se abrieron de par en par al ver la trampa.

—No te muevas —ordenó, con un tono que denotaba más pánico que confianza.

—Qué gracioso. Deberías ser comediante —rió nerviosa, tratando de no mirar hacia abajo.

Jim desenvainó su espada, pero apenas dio un paso hacia ella, su cuerpo quedó atrapado en una jaula formada por rocas negras que brillaban tenuemente con un resplandor ominoso.

—¡Jim! —gritó Bridget, aterrorizada.

Desde las sombras emergió un troll de aspecto macabro, con una vara en la mano que parecía absorber la luz a su alrededor. Su figura proyectaba un aura de oscuridad que se extendía como raíces, creando un camino sombrío bajo sus pies.

—Los conduje hasta mi trampa, cazador humano... y la hija del rey Oritel —dijo con una voz profunda que resonó en el aire. Se detuvo frente a Bridget, inclinándose para tomar su barbilla. Ella sintió un escalofrío recorrer su columna cuando su movimiento activó un leve crujido en la trampa bajo su pie.

—Yo soy Angor Rot —continuó—, y seré lo último que verán antes de morir.

—No le hagas daño. Por favor... —suplicó Bridget en un murmullo, cerrando los ojos con fuerza mientras las lágrimas luchaban por salir.

James trató de gritar al ver cómo Angor Rot extendía su poder sobre ambos. Las sombras lo rodeaban, aprisionándolo como cadenas invisibles.

—Shhh... Es inútil, cazador. Ya he matado cazatroles antes, pero nunca a un humano —dijo Angor, observándolo con curiosidad—. No te daré la dulce libertad de la muerte... todavía. Disfrutaré esta cacería.

La pecosa intentó reunir energía para crear una esfera de fuego, pero cualquier movimiento activaría la trampa que tenía atrapado su pie.

—Tus amigos no pueden ayudarte —añadió Angor, sonriendo mientras aureolas doradas salían de sus manos. Levantó nuevamente su vara, preparando un hechizo que parecía absorber la luz del ambiente.

Tomo nuevamente su vara y empezó a conjurar un hechizo; segundos después se detuvo, sus amigos se estaban acercando.

 —La próxima vez que nos veamos la luz del día estará bajo mi mando—susurró cerca de él, su mirada se detuvo en la pelirroja y con una sonrisa se acercó hacía ella

Pero antes de que Angor pudiera completar su conjuro, detuvo su movimiento, ladeando la cabeza como si percibiera algo.

—La próxima vez que nos veamos, la luz del día estará bajo mi mando —susurró cerca del oído de Jim antes de posar sus ojos en aquella pecosa que se mantenía con los ojos cerrados.

James continuó esforzándose por mover alguna parte de su cuerpo, pero era en vano. Su corazón latía con fuerza al ver cómo Angor extendía su vara en dirección a la pelirroja. Sus ojos de Bridget se abrieron de par en par, pero ahora estaban completamente blancos. El azabache intentó gritar, haciendo lo posible por liberarse de su inmovilidad. Poco a poco, sus dedos comenzaron a moverse, mientras sentía que su espada descendía lentamente.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

La oscuridad la envolvía, pero no era un vacío cualquiera. Había algo vivo en ella, una presencia opresiva que respiraba a su alrededor. Entonces, surgieron de la penumbra las mismas figuras con las que había estado soñando, sus manos se alzaban hacia algo que sostenían entre ellas: un bulto envuelto en mantas.

Bridget no podía moverse, pero el sueño era tan real que sentía cada latido de su corazón martillando en sus oídos. Las voces de las figuras comenzaron a susurrar, y el nudo en el estómago de Bridget se intensificó al ver a su propia madre entre ellas. Marion la había entregado a esas brujas...

La niebla se disipó ligeramente, y sus ojos se clavaron en el bulto. Era un bebé, pequeño y delicado, que lloraba suavemente. Bridget sintió el nudo en la garganta al ver los ojos de la niña: brillaban como estrellas, pero no eran los suyos. El rostro de la bebé no era el suyo.

Las figuras seguían murmurando mientras la verdad caía sobre ella como un golpe. Las brujas de sangre... Ellas habían cambiado a la verdadera hija de Rafaella, a la bebé que le pertenecía a la reina, por ella. Bridget no era quien siempre había creído ser.

La escena cambió de repente, como si alguien hubiera girado las páginas de un libro. Ahora estaba en una habitación desconocida. Rafaella estaba allí, sosteniendo a su verdadera hija en sus brazos, mirándola con amor. Bridget no estaba en esa imagen. No pertenecía allí.

Las brujas encapuchadas volvieron a aparecer, rodeándola:"Eres un error. Un reemplazo. Una sombra de lo que debió ser."

El suelo bajo sus pies comenzó a desmoronarse, y el aire se llenó de un grito desgarrador, aunque no sabía si era el suyo o el de alguien más. Todo se desvaneció en un destello rojo, y el vacío regresó.

Bridget despertó de golpe, jadeando y cubierta de sudor frío, mientras sentía cómo Jim la apartaba de la trampa tras desactivarla. La pelirroja se aferró a él, sintiendo que sus labios temblaban.

—Dime, por favor, que estás bien —suplicó el azabache en voz baja, acariciando con delicadeza su espalda.

—Apenas —respondió ella con una mueca, encogiéndose de hombros—. Jim, tu cara... —murmuró, colocando una mano en su mejilla y notando la extraña marca que adornaba su rostro.

—Es el sello de Angor Rott —mencionó Blinky, acercándose a ambos—. Maese Jim, temo que has sido marcado con un destino peor que la muerte.

・ ゚ ゚・ ✧ 。.。.: *

No le importaban los gritos de su mentora llamándola para que se detuviera. El domo de energía que Farah había creado para permitirle hablar con su madre comenzó a abrirse, dejando escapar un remolino de luz que se expandió con un resplandor cegador. Muy pronto, la figura etérea de Marion apareció frente a ella, saludándola como siempre lo hacía, con esa sonrisa maternal que antes le parecía reconfortante, pero que ahora solo le provocaba un vacío en el pecho.

Bridget no perdió tiempo. Su corazón latía con fuerza y una mezcla de ira y angustia ardián en su interior como un fuego incontrolable. Dio un paso al frente mientras sus ojos chispeanam con una furia que no podía contener.

—¿Intercambiaste a la bebé de Rafaella por mí? —su voz salió fuerte, directa y cortante.

Marion ladeó la cabeza con calma, como si no hubiera notado el peso de la pregunta. —Hola, Bloom..

—¡No digas mi nombre! —Bridget entrecerró los ojos, su mandíbula apretada con tanta fuerza que dolía. Sus manos temblaban, cerrándose en puños mientras contenía el torbellino de emociones que amenazaba con desbordarse. Dio otro paso hacia la figura de luz, exigiendo respuestas. —¡Respóndeme! ¿Me entregaste a esas brujas? ¿¡Tú lo pediste!?.

Hubo una pausa. Un instante demasiado largo. Y entonces, Marion habló. —Sí.

El mundo de Bridget pareció detenerse. Sus ojos se abrieron con incredulidad, y por un segundo todo lo que sentía fue un vacío helado en el pecho. Pero ese vacío pronto se llenó de un torrente de emociones: ira, decepción, traición. Dio un paso hacia atrás, como si las palabras de su madre la hubieran golpeado físicamente.

—¿Por qué lo hiciste? —murmuró en voz baja, sintiendo su voz quebrándose mientras negaba con la cabeza.

—Estabas en peligro, y las brujas de sangre fueron mi única solución para que estuvieras a salvo —respondió Marion con una frialdad inexplicable, como si sus palabras no estuvieran arrancándole el alma a su hija.

—¿Estabas protegiéndome? ¡¿De qué manera entregarme a esas monstruosidades me protegió?! —gritó, su voz temblando mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. —¡No puedes llamarlo protección cuando me dejaste crecer creyendo que era alguien que nunca fui! ¡Me robaste mi vida, mi identidad!.

Marion no respondió de inmediato, solo la miraba sin una pizca de resentimiento alguno.

—¡Respóndeme! —gritó Bridget, su pecho subiendo y bajando con respiraciones agitadas—. Me traicionaste. No solo a mí, ¡sino a la verdadera hija de Rafaella! La dejaste atrás. ¿Cómo pudiste hacer algo así?.

—Su hija iba a morir de todas formas, tenía problemas en el corazón. Yo solo me encargué de que no sufriera la perdída de una hija.

La menor sintió cómo sus piernas temblaban al escuchar la respuesta de Marion. El aire pareció volverse más denso, como si de repente todo el mundo estuviera en su contra. Las palabras de su madre resonaban en su mente como una voz interminable.

—¡Eso no te daba derecho! —gritó, y su voz resonó como un rugido. Una chispa de fuego brotó de sus manos sin que ella lo notara al principio. Sus dedos temblaron, y con cada respiración entrecortada, el calor comenzó a rodearla.

El domo que las protegía de los elementos empezó a vibrar, pequeñas llamas comenzaron a formarse a su alrededor, trepando por el aire como serpientes furiosas. Bridget apretó los puños, intentando contener el torrente de magia que se desbordaba de su interior, pero era inútil. Sus emociones estaban fuera de control, y con ellas, su poder.

—¡Pase mi vida entera siendo alguién quien no era! —espetó, con lágrimas de rabia corriendo por sus mejillas—. ¡Eres un monstruo! ¡Un monstruo que me robó mi vida y destruyó la de alguien más!

Marion observó en silencio, pero esta vez había algo diferente en su expresión. Sus ojos parecían reflejar un leve atisbo de tristeza, o tal vez culpa, pero no dijo nada. Esa falta de respuesta solo enfureció más a Bridget. Una llamarada más fuerte estalló desde sus manos, y ahora el fuego comenzaba a extenderse por el suelo

—¡Bridget! ¡Detente! —La voz de Farah resonó, entrando al domo justo cuando las llamas amenazaban con consumirlo todo. Su mentora alzó las manos, conjurando un escudo de energía para contener el fuego, pero incluso ella parecía sorprendida por la intensidad de la magia de Bridget.

—¡No puedo! —gritó, sus ojos ardián con una mezcla de furia y desesperación. La magia seguía fluyendo incontrolablemente desde su cuerpo, como si toda la ira acumulada durante años finalmente hubiera encontrado una salida..

La pelirroja apretó los ojos con fuerza, tomando un profundo respiro que quemaba su garganta. Era como si tratara de contener una tormenta dentro de sí misma, y, finalmente, lo logró. Las llamas que danzaban en sus brazos se desvanecieron, dejando tras de sí un aire pesado, cargado con el aroma de cenizas. Bridget cayó de rodillas al suelo, exhausta, mientras los sollozos rompían la barrera que había mantenido todo su dolor reprimido durante tanto tiempo. Tapó su rostro con las manos, tratando de ocultar su vulnerabilidad, aunque sabía que no había nadie a quien engañar.

Farah, que había permanecido cerca se acercó a pasos lentos, casi como si temiera asustar a una criatura herida. Se agachó frente a su pupila, observándola con preocupación y tristeza.

—E-ella... ella... —Balbuceó Bridget entre sollozos, pero las palabras parecían atorarse en su garganta.

Farah suspiró profundamente, comprendiendo el peso de lo que quería decir. —Hizo lo que pudo para protegerte —dijo con voz suave, aunque no podía evitar que sus propias palabras sonaran vacilantes. No era fácil justificar lo que Marion había hecho, y lo sabía.

Bridget negó con la cabeza, los sollozos sacudiendo su cuerpo. —No lo entiendo... ¿Cómo pudo? ¿Cómo pudo abandonarme así? —preguntó, sintiendo su voz rota mientras se aferraba a sus propias emociones como si estas fueran a consumirla.

Farah no dudó ni un segundo más. Cerró la distancia entre ellas y envolvió a Bridget en un abrazo, uno que no ofrecía soluciones pero sí refugio. Bridget, demasiado cansada para resistirse, se dejó caer contra el hombro de su mentora, sintiendo cómo las lágrimas mojaban el uniforme de Farah.

—Lo que hizo estuvo mal, Bridget —admitió en voz baja—. Pero eso no significa que no te amara. El miedo y el amor a veces llevan a las personas a cometer errores... errores terribles.

Bridget se aferró al abrazo de Farah, buscando consuelo en esas palabras, aunque no podía evitar que una sensación de vacío persistiera en su interior. —No quiero justificarla, Farah. Pero no puedo... no puedo con esto sola —confesó.

Farah acarició suavemente el cabello de Bridget, como si el gesto pudiera borrar aunque fuera un poco de su dolor. —No estás sola. Estoy aquí contigo. Siempre lo estaré —prometió, con una certeza que hizo quela menor se aferrara un poco más fuerte.

El silencio llenó el espacio por unos momentos, roto solo por los sollozos cada vez más suaves de Bridget. El aire todavía llevaba el calor de la magia desatada, pero poco a poco, la calma comenzó a asentarse. Farah sabía que este era solo el principio de un camino largo y difícil para Bridget, pero también sabía que no dejaría que lo recorriera sola

EDITADO.

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