7여덟.
7 de febrero 2020
La luz entró por la ventana directamente a la cara de aquel que dormía, provocando que su ceño se frunciera, al parecer podía percibir la luz, pero no el calor que está emanaba. Aquella acción le había parecido graciosa a la chica. Con lentitud, ella movió su mano tapando su rostro del sol.
Entonces, los ojos de aquel fantasma se abrieron despacio a los minutos.
—Buenos días — exclamo Jojo sonriente.
El, primeramente miró su mano tapando el rastro de luz, después se percató de que dormía sobre las piernas de la joven, así que se separó de golpe.
—¿Estás bien? —lo miró un tanto preocupada y divertida por tal acción.
—Si, yo, estoy bien —respondió ganándose una mirada no tan convencida de la contraria.
Pero finalmente decidió creer que si lo estaba y se levantó con algo de pereza.
—Vamos, quiero llevarte a un lugar después del desayuno.
—¿Por que hemos venido aquí? —preguntó admirando el lugar lo bastante confundido.
Una pequeña playa a las afueras del pueblo.
—Alguna vez escuché, que creemos que lo que hacemos es tan pequeño como una gota en el mar —comenzó hablando la peli negro, volteó a mirarle—Pero el mar no sería tan grande si le faltará una gota...No puedes ser infeliz si tienes el olor del mar y el aire soplando, el mar conmueve el corazón y brinda alegría.
—Wow Jojo, ¿Creciste tanto de la noche a la mañana? —exclamó acariciando su cabello, tomándola completamente desprevenida.
—Venía con mi padre cuando era niña —confesó con una sonrisa —¿Te hace sentir mejor?
El la miró extrañado. Suspiró y habló.
—El día de mi muerte, lo que poseía pasó a manos de alguien más, pero lo que fui, lo que soy... Será mío para siempre —menciono sintiéndose conmovido —Así que no te preocupes, estaré bien.
—¿La visitarás? —preguntó inesperadamente—¿A tú madre?
—¿Debería? —cuestiono mirándola para buscar su aprobación. Porque el no estaba convencido de ello.
—Claro que sí —espetó obvia—Tal vez no puedan verte, pero pueden sentir tu presencia.
—¿Me acompañarias? —preguntó. No podría hacerlo solo.
—¿Yo?
Los dos caminaban buscando aquella dirección que indicaba el papel. Llevaban más de dos horas haciéndolo sin tener éxito.
—Parece que aquí es —dijo deteniéndose frente a una casa de dos pisos, bastante grande y de color blanco, con un jardín gigante lleno de flores de distintas especies—Pero, ya hemos pasado muchas veces por aquí y...
—No, ¡Deberíamos irnos!, esto fue una mala idea —le interrumpió un poco alterado.
—Tae, por favor, ¿Vinimos hasta aquí para nada? Debes armarte de valor y verla de una buena vez, no pue...
—¿Disculpe? —le interrumpió una voz femenina que provenía a sus espaldas.
La chica se giró a mirarla algo tímida.
—Perdone el escándalo —hizo una reverencia —Peleaba con un amigo por teléfono —se excusó esperando que creyera y no la tomara de a loca.
Pues si teléfono se mantenía aún guardado en su mochila.
—De casualidad ¿Vino de visita? —señaló la casa antes mencionada.
—Si, yo, buscaba a la Señora Kim —dijo sonriendo con amabilidad—Pero, creo que vine en..
—Soy yo —le interrumpió nuevamente —Yo soy la señora Kim.
La pelinegro se mostró sorprendida, pues no me esperaba tal encuentro. Sin embargo, al observarle mejor, pudo percatarse de varios rasgos que en definitiva compartía con el fantasma a su lado.
—¿Por qué no pasamos a la sala? —sonrió con amabilidad y caminó hacia la entrada con los otros dos detrás siguiéndole el paso.
Entraron a la bella casa, está, por dentro era aún más bonita, los muebles parecían caros, las paredes eran adornadas con muchas fotos. Y en grande. Ahí estaba. La suya.
Llevaba puesto un saco color beige, su cabello de rulos, y esa sonrisa rectangular que alegraba a cualquiera.
—¿Cuál es el motivo de tu visita? —preguntó mientras se sentaba con dos tazas de café en mano —No acostumbramos a recib...
—Kim Taehyung —la interrumpió antes de que siguiera.
Al instante, el semblante amable de la mujer, se convirtió en uno de tristeza e incredulidad, dejó con suavidad las dos tazas sobre la pequeña mesa del centro, se levantó y caminó hacia una vitrina de cristal, abrió una de las puertas y sacó un porta retratos.
—Mi pequeño Tae —habló mirando aquella fotografía —Pasó tanto tiempo desde la última vez que oí su nombre, normalmente solo lo pienso.
—Lo conocí —habló la chica con suavidad —Hace unos años, el salvó mi vida.
No tenía otra opción más que mentir. No podía decirle que estaba viéndolo justo en ese momento.
Su madre la volteo a mirar.
—Fue antes de todo —continuó despacio —Supe lo que ocurrió y no dude en venir.
La señora regresó al lugar de antes con la foto en mano, palmeo el lugar a su lado indicando que lo tomará, lo cual hizo sin dudar.
—Era el tipo de hombre al que mirabas con orgullo —empezó con una sonrisa —Me hacía reír con cosas ridículas —de pronto sus ojos comenzaron a cristalizarse —Cuán bueno era su corazón —seguía mientras observaba su foto—La forma en que tomaba mi mano cada vez que superaba un obstáculo—entonces frunció su ceño—El me quito todo eso, todo lo que tenía, ¿Sabes?, me esforcé tanto por mantener su sonrisa, y ese hombre se la arrebató—las lágrimas no tardaron en salir.
El fantasma de su hijo caminó hasta quedar al frente suyo con agua recorriendo sus mejillas.
Se quedó admirandola un momento. Conteniendo las ganas de abrazarla por toda una vida.
—Lo siento —habló —Estoy haciéndolo otra vez —seco las gotas que caían de sus ojos
—Descuide, puede llorar todo lo que quiera, nadie planifica el llanto, las lágrimas hacen lo que quieren —le dijo apresurada regalándole una sonrisa de boca cerrada —¿Puedo preguntar algo?
—Adelante —sonrió ligeramente
—Si lo tuviera frente a usted, ¿Qué le diría?
Su madre miró hacia al frente, tomándose el tiempo necesario para pensar aquellas últimas palabras, topándose con la mirada de su hijo sin siquiera saberlo.
—Tú no lo recordarás, pero yo si—comenzó—Recuerdo cada instante a tu lado, desde tu nacimiento... y mantendré todos esos recuerdos por los dos, no te he olvidado ni siquiera un minuto desde esa última vez, yo...—guardo silencio.
—Mamá —habló el chico en completos sollozos —¡Mamá!—espero tomando su mejilla, traspasándola al instante—¿Me querías? —preguntó sin ser escuchado.
Contemplar esa escena era como recibir un disparo en el corazón.
—Hijo yo, te amo —continuó su madre con los ojos rojos de tanto llanto—Todavía te amo y jamás dejaré de hacerlo, jamás dejaras de ser mi adorado hijo y yo jamás dejaré de ser tu adorada mamá.
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