4다섯.

5 de febrero 2020

—Así que, una chica universitaria—menciono siguiendo los pasos de aquella joven de pálida tes.

—Si, cuarto semestre en arte creativo y diseño —le respondió mientras se adentraba al salón.

Al observar aquel lugar, su sonrisa se borro completamente y un suspiró pesado la abandonó. Sin más, se encaminó hacia su asiento lleno de post-it con agravios en ellos.
Agradecía mentalmente que Jun no estuviera en ese salón para ver lo patética que era su situación.
Lo patética que ella era.

—¿Quién te ha dejado todo ésto? —preguntó el fantasma con un semblante serio— ¿A su edad siguen haciendo este tipo de cosas?

—No es importante, aún no han madurado—le respondió sintiéndose completamente avergonzada—Hay grupos que tratan de imponerse, siempre, en todos lados—finalizó guardando aquellos papeles en su mochila para luego tomar asiento.

Los alumnos empezaron a llegar y poco después las clases dieron inicio.


—Las personas que pegaron todos esos insultos en tu mesa, ¿Son las mismas que te dejaron eso? —preguntó señalando el pequeño moretón en su pómulo.

El descanso por fin había llegado. Este era su momento favorito del día, pues en la parte trasera de su universidad, había un lugar al que nadie iba, uno quien nadie conocía, a excepción de ella. Un lugar donde podía ser ella misma, sin miedo a las opiniones de los demás. Pero ahora, ya no era sólo su lugar.

—Si, bueno —divago bajando la mirada —Sabia que pronto lo preguntarías —susurró aún con la mirada puesta en su libro. 

—¿Por qué no has hecho nada para impedirlo? —habló sintiéndose indignado.

—Porque no me importa —le respondió tranquila —Soy diferente, y ellas no lo van a entender.

Guardo silencio un momento.

—¿Cómo pasó? —dijo cambiando de tema—¿Cuándo comenzaste a verlos?

—Mmm mi padre decía que lo traía de nacimiento, ya que en varias ocasiones, de la nada comenzaba a llorar o reír, sin embargo yo creo que comenzó a los cinco años, a esa edad también desarrolle mi heterocromia.

—¿Heterocromia? —cuestionó mirándole confundido.

—Ojos de diferente color — le respondió señalando estos.

—Oh —asintió —Debió ser aterrador

—Lo fue—le afirmó—Nunca terminas de acostumbrarte—mencionó más para sí misma—Pero... Eso terminará pronto.

—¿A qué te refieres? —la miró con curiosidad.

—Los operaré, me operaré los ojos para no tener que ver fantasmas de nuevo.

El la observó tratando de formular algo para responder, sin embargo prefirió guardar silencio.

—Antes de ir a casa, necesito pasar a la oficina del profesor Ri—se levanto de la banca terminando de guardar sus útiles

—Te acompañare entonces.


—Dijo que estaba en su escritorio —espetó molesta mientras buscaba entre tantos papeles. Pilas y pilas de papeles.

—¿Qué es lo que buscamos exactamente? —preguntó observando unas cuantas hojas en los archiveros.

—Un trabajo de literatura,dijo que pasará por el, que estaría sobre su escritorio pero no está...

—¿El profesor te lo dijo? ¿En persona?

—Bueno... En realidad... —hablo pensando con más detenimiento, y cuando la respuesta apareció, lo miró abriendo los ojos más de lo normal.

Un sonido proveniente de la cerradura se hizo presente.

—¡No! —espero corriendo hacia la puerta tratando de abrirla, alguien le había puesto llave del otro lado —¡Ey! ¡Saquenme de aquí! ¡Abran! ¡Oigan! —gritó golpeando la puerta con las palmas de sus manos.

—Es inútil, ya se fueron —dijo V del otro lado.

—Ábrela—le indicó aún forcejeando con la manija.

—Sólo puedo atravesarla, sin una llave, no podré abrirla —dijo regresando a su lado.

—¡Soy una completa tonta! —susurró Jojo mientras se dejaba caer al suelo —Volvieron a engañarme.

—Seguro alguien vendrá pronto—le animo tomando asiento a su lado —Tranquila.


—Muero de hambre — dijo la chica en voz baja tomando su estómago—¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Tres horas—respondió el chico mirando el reloj de la oficina—Tres hora con un minuto, tres hora, un minuto, un segundo, día segundos, tres segundos...

—¿Cómo fui tan tonta?—susurro interrumpiéndole por completo.

Luego un suspiro pesado la abandonó al abrazar sus rodillas contra el pecho.

—¿Por qué ocultas tus ojos con el fleco? —preguntó de la nada. Estaba dispuesto a decir cualquier cosa con tal de que la chica dejara de insultarse.

—¿Eh?

—Bueno —inclino su cabeza ligeramente a un lado—Tienes unos lindos ojos ¿Por qué ocultarlos?

—No necesitas saberlo, no es importante —respondió utilizando brusquedad en el tono de voz.

El contrario bajo la mirada con algo de incomodidad

La peli negro al caer en cuanta, tomó su nuca avergonzada —Perdón.

—No, descuida, es mi culpa por ser tan curioso—contesto sonriendo ligeramente.

—No lo he superado —habló en voz baja pero audible.

Haciendo que el fantasma posará su vista sobre ella nuevamente.

—¿Qué no has superado?

—La muerte de mi padre —continúo—Temo que si no lo veo, no podré vivir en paz jamás.

El volvió a mirarle aún confundido. No terminaba de comprender. Todo parecía un rompecabezas incompleto.

—Ver fantasmas...podía vivir con eso, cuando el estaba conmigo...Cuando se fue, me aterrorizaba más estar sola, ellos están por todos lados, todos excepto el de él.

Comenzó a jugar con sus dedos nerviosa. Observando hacia todos lados paranoica.

—Me corte el flequillo más largo, tapando mi vista a propósito para no hacer contacto visual con ninguno. Justo como mi padre dijo.

—¿Y tú madre? —preguntó algo indeciso.

—Jamas la conocí—respondió—Hubo complicaciones cuando yo seguía en su vientre así que sólo yo sobreviví, lo único que tengo son fotos de ella.

Finalizó recargando la cabeza sobre la pared frustrada.

—Tienes que vivir Jojo —habló a su lado.

Ella se giro a mirarlo. Haciendo su fleco a un lado.

—Si algo te da miedo, superalo. Si algo no te gusta, cambialo.
»Tengo que«... No hagas que nada comience con esas palabras...

«Quiero/ amo /voy / puedo»

—Es la mejor manera de comenzar frases, todos los días, toda tu vida.

Aquel fantasma miró directamente sus ojos.
Ella miro los suyos.

No eran más que tiempo. Tiempo que lo llevaba hacia el olvido. Más sin embargo, era como magia.
Y decían que la magia nace al entregarle confianza suficiente a alguien para ser uno mismo.
Un día como cualquiera, conoces a alguien que te hace sentir que no habías conocido nada y que la primera vez, no siempre es la primera.

"Al amor y a el, los conoció el mismo día.
A quien no imaginaba.
A quien no esperaba.
A quien no estaba buscando. Pero no... No estaba enamorada.

Sólo se sintió aceptada y querida"

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