Doce.
Habían intentado de todo. Apretar la herida, tratar de coserla, detener la hemorragia, pero nada daba resultados.
Cellbit perdía sangre a pasos agigantados.
Veía la escena frente a él; Philza le hablaba a Cellbit para mantenerlo despierto, pero él apenas contestaba, tratando de seguir apretando su herida. Las manos del alfa, temblorosas, se manchaban de sangre y con ella se manchaban sus ropajes, sus anillos, absolutamente todo.
Era una escena espantosa.
Estaba totalmente mudo, como sí el mundo se le estuviera cayendo encima.
Ese bastardo no iba a morir tan fácil, ¿verdad? Era el líder de un clan después de todo. El único que podría mantenerlo con vida en estos momentos y tal vez ayudarle a su plan de enfrentar a su familia.
¡Todavía no terminaba de patearle el culo! Se habían quedado a mitad de un enfrentamiento para probar la valía de su vida.
—No.—murmuró Roier.— Él no va a morir aquí.
El rubio le dio una mirada rápida mientras el príncipe gateaba rápidamente por el suelo para acercarse al cuerpo en el suelo. Sus emociones estaban a flor de piel, su corazón latía como loco y su pecho subía tan rápido como bajaba tratando de regular su respiración.
—Escúchame bien, bastardo.—Roier se acercó a él. Quedando frente a frente, asegurándose que él pudiera verlo a los ojos.— Te prohíbo qué te mueras aquí. Primero te mato yo por todo lo que me hiciste pasar.
Se quedó absorto por unos momentos en el bonito color azul de los ojos ajenos. Eran casi igual al color del cielo anunciando la mañana tras despedir a la noche, qué aunque era hermosa, no tenía comparación a la luz de la mañana que estaba ahí para darle esperanzas y razones de vivir a los miles de criaturas que habitaban el planeta.
Él no iba a dejar que esa pequeña esperanza de enmendar las cosas desapareciera.
Tendió la mano hacia Philza, señalando la flecha que aún seguía en llamas. El rubio, sin titubear, le tendió la flecha.
—Esto te va a doler muchísimo, Cellbit.—le advirtió. Sopló hasta extinguir el fuego de la flecha y que solo quedara el hierro hirviendo.— Lo siento.
No hubo una cuenta regresiva ni un aviso previo. Sin pensarlo dos veces quemó la piel del alfa con la flecha, justamente donde se hallaba la herida sangrante, atento a que el fuego pudiera cauterizar esa herida.
El grito de dolor del hombre no tardó en llenar sus oídos y cada rincón de la choza, provocándole un extraño malestar. Cellbit se aferró con fuerza al brazo de Philza, buscando algo que apretar, algo que pudiera distraerlo del intenso dolor.
El príncipe apretó sus labios en una mueca con disgusto. De alguna manera u otra, sentía el dolor de aquel vikingo.
Su corazón se apretaba de una forma extrañamente dolorosa, como si tratara de avisarle de un suceso horrible, de algo que estaba afectando más de la cuenta al alfa.
Y aunque el dolor no duró demasiado para el ojiazul, para él sí.
Una vez retirada la flecha y que la herida estuviera cauterizada lo suficiente, Roier no pudo evitar seguir sintiendo algo extraño en él, sentimientos tan profundos que no podía describir con palabras.
—La herida...—susurró el príncipe mientras le daba una mirada a la herida cauterizada.— La herida tiene el riesgo de abrirse aún con la cauterización hecha. Es demasiado profunda para que cierre tan fácil.
—Carajo.—maldijo Philza en voz baja.
Cellbit, por su parte, no dijo nada. Simplemente vio a su mano derecha en silencio, como si estuviera tratando de leer sus pensamientos a través de su mirada, tal como si ya hubieran planeado algo previamente.
Pero Roier sabía qué no era así. Cellbit solo estaba debilitado por la pérdida de sangre y no diría una palabra por lo mal que se sentía.
—¿Recuerdas mi entrenamiento?—le preguntó Roier al rubio.
—Si, si lo recuerdo... ¿Por qué?
—Había una parte con plantas milagrosas. Eran casi mágicas, podían curar cualquier mal.—prosiguió.— Recuerdo qué me enseñaron a rastrearlas e identificarlas.
Recibió un ademán de la mano del rubio para proseguir.
—En esta región, Las Nevadas, sé que hay una planta capaz de curar heridas internas como esta.—señaló la parte dañada del cuerpo del vikingo.— Oí que buscaron esa planta cuando mi padre se alivió de mí. Él perdió muchísima sangre durante el parto.
—De ninguna manera, Roier.—le prohibió Philza.
—¡Philza! Tengo que ir a buscar esa planta, de lo contrario, este idiota va a morir.
—Roier, es un viaje de al menos una semana y eso sí encuentras la dichosa planta.—le recriminó.— Y si ni siquiera conoces Noruega, mucho menos esta región.
—No voy a dejar que él muera.
El rubio permaneció callado por unos momentos, apretando su mandíbula.
—Lo podemos salvar, él es-.—el mayor se interrumpió a sí mismo.— No, olvídalo. Sé que lo puedo solucionar.
—¡Philza, míralo!—discutió.
—¡Ya lo sé, Roier! ¡Con un carajo!—exclamó.— ¡¿Pero cuál es tu urgencia?! ¡Lo querías matar antes!
—¡Antes de descubrir qué podría ayudarme a enfrentar a mi familia!
—¡Roier! No es tan sencillo como eso. Allá afuera, en Las Nevadas, hay cosas que tú no entiendes ni tendrías que ver.
—Puedo hacerlo.—le respondió con determinación.
—¡No, no puedes!
—¡¿Por qué no me quieres dejar ir?!
—¡Porque eres mi hijo!—desesperado dijo.— Ya cometí la equivocación de traerte aquí y mira lo que pasó. No voy a permitir que te vuelvan a hacer daño.
El castaño calló de repente. Observó incrédulo al mayor.
—No fue una equivocación. Esto, esto no es una equivocación... Se trataba de mi vida.
Rápidamente se levantó del suelo, dándoles la espalda.
—¡¿A dónde vas?!—le reclamó Philza.— ¡Vuelve aquí!
—Voy a ir por la maldita planta, no me importa.—terco abrió la puerta de la choza.— Más vale que no estés muerto cuando regrese.
Le dedicó una última mirada a Cellbit tras dedicarle esas alentadoras palabras. El vikingo, por su parte, apenas le dedicó una mirada vacía.
La muerte estaba más cerca de lo que Roier pensaba.
¡Ya volví! No les mentía sobre que las actualizaciones iban a ser lentas. Pero tranquilos, si he estado trabajando en el fanfic. Espero sinceramente darme prisa y no acabarlo tan lento como el último fic guapoduo qué hice (si, hablo de "Secreto de un matrimonio").
Ese fanfic me tomó un año desarrollarlo, lo puse en hiatus como en abril y apenas hace unos días acabo de terminarlo, la neta fue regalo de navidad para mis lectores. Y también para mí, que ya tenía ese pendiente por acabarlo, cosa que me sorprendió porque les lancé el final de madrazo.
Bueno, ajá, si quieren leerlo ahí está. Está super bueno, igual de intenso que este.
Pero, ajá, para mis lectores de SDM qué vienen a este, déjenme decirles que Forsaken será aún más intenso que SDM. No saben ni lo qué les espera en este, porque si creen que en SDM fui despiadada, en Forsaken los voy a hacer odiarrrrmeeeee.
Y ajá, pequeño spoiler. Forsaken no tiene un final agradable ni feliz, esperen lo peor. Hay muchos indicios a lo largo de estos 12 capítulos sobre lo que pasará, solo tienen que estar atentxs.
Nada más que agregar.
En fin, ¡nos vemos en la siguiente!
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