Capítulo 8




















Isis se coloco ropas cómodas y se quito sus zapatillas, tomo la pintura que habían dejado en la habitación y con tranquilidad comenzó a pintar, Hana la miro alarmada y trato de hacer que dejara todo, pero la joven estaba librando su estrés con aquello.

—Quedará bonito. - Aseguro ella a Hana, la joven suspiró y tomo una brocha para ayudarla.

—Dicen que quita el estrés- una voz gruesa se escucho, Isis bajo la brocha y sonrió, era Regis —¿Puedo?

—Claro excelencia - Regis recibió la brocha de Hana y se acercó a ella.

—Recuerde no cansarse - Isis sonrió —Gracias... por el regalo.

—Sólo devolví su amabilidad - Regis sonrió y la observo pintar, su vientre había crecido más desde la última vez, sus mejillas habían crecido y se sonrojaban cada que hablaba y sus ojos brillaban especiales.

—¿Cuando será? -ella toco su vientre manchando lo con la pintura de sus manos y sonrió.

—Cuando el invierno finalice -Regis asintió, faltaba mucho, su mano se acercó a su vientre y lo acaricio, no sabía cuándo lo hizo pero su mano tocaba con ternura el vientre abultado de Isis.

—Yo... lo siento - alejo la mano, Isis soltó a reír y negó.

—Dicen que es inevitable, todas las doncellas vienen a tocarlo aveces -sonrió y Regis la imito —Quisiera pedirle un consejo.

—Dime querida - Isis salió de la habitación y regreso a la suya.

—Quisiera conseguir damas  -él la ayudo a sentarse —Pero qué sean de familias poderosas...

—Comprendo - ella sonrió —Buscaré y traeré una lista.

—¿Quiere tomar el té? - el asintió y ella le sirvió —Quiero gente que me cuide y en la cual apoyarme...

—Lo se, teme que le hagan daño, la emperatriz  -susurro lo último.

—Exactamente, estoy en sus manos. -Regis sonrió.

























Maximilliam llegó para cenar con Isis, la joven le recibió de mala gana y cenaron en completo silencio, uno incómodo para ella.

—El duque te visita mucho. -ella dejo de comer y le miró —Deja de verlo.

—¿Acaso estas celoso?

—Ja, no digas tonterías, solo te advierto que si hay rumores sufrirás.

—Bueno, si tu me ayudaras y me apoyaras, no tendrías porque buscar a otra persona para pedir ayuda  -llevo otro bocado a su boca —Y si el duque quiere ayudarme lo aceptaré.

—Tú no pides ayuda.

—No debería de pedirla Maximilliam, es ti deber ayudarme, ambos estamos en esta situación pero pareciera que solo yo hice a este bebé, no ayudas.

—No me nace ayudarte - Isis rodó los ojo y tomo un poco del jugo que le ofrecia la criada.

—Y a mi no me nace hacerte caso, seguiré viendo al duque, a quien sea que yo quiera y tu me dejaras en paz - Maximilliam golpeó la mesa causando un pequeño sobresalto en ella.—Ugh -susurró y se tocó el vientre.

—Te ordenó que no lo veas.

—Tú no me das órdenes. - Isis tocó su pecho —Sólo eres un adorno Maximilliam, solo eres mi esposo de nombre.

—¿¡Te escuchas!? - Isis asintió. —¡Soy tu esposo!

—¡Pues no lo demuestras! -comenzaba a perder la paciencia, sintió un líquido recorrer sus piernas y el horror se apoderó de su rostro.

—No te hagas la sufrida - Isis llevo una de sus manos hacia debajo de sus faldas y al sacarla salió llena de sangre.

—Mi bebé  - un sollozo salió de sus labios, Maximilliam se levantó alarmado y aparto la mesa de un golpe, Isis estaba en un charco de sangre.

—Isis... ¡Llamen al médico!











Fueron horas eternas, toallas con sangre y cuencos con agua caliente salían de la habitación de la princesa, Hana estaba rodillas rezando para que su señora estuviera bien y su bebé se mantuviera en su vientre tres meses más.

Pero el miedo y las horas pesaban, no había noticias de Isis, la emperatriz envió a sus damas pero estas fueron rechazadas por Hana, Regis llego y aunque discutió con Max, se quedó a esperar noticias de la joven, lucia preocupado y triste, se notaba que a cada segundo su mente se nublaba y que estaba a nada de golpear a Max.
















Jubelian paseo por el centro de la ciudad, había ido de compras y a tomar algo con Marilyn, en un punto había quedado completamente sola y sentía que alguien la seguía.

Aceleró su paso y recorrió cada calle de la ciudad, incluso había llegado a la parte peligrosa en donde no había nadie conocido y en donde ella no conocía nada.

—No puede ser - se tocó el pecho y corrió más.

—Por ahí, se ve fina, nos darán mucho por ella - su corazón se aceleró más, tomo las faldas de su vestido y corrió, pero su tacón se rompió y cayó al suelo en un duro golpe —¡Ahí esta! - sintió su pulso correr, se levantó con dificultad y corrió más.

—No, no -su vista comenzaba a nublarse, Geraldine y Sir Owen se habían perdido y rogaba que llegarán por ella.

Una mano tomó su muñeca con fuerza y la jalo hacia un callejón oscuro, le tapo la boca con fuerza y le susurró un "ssshh" estaba perdida.

—No grites, son traficantes de esclavos. -ella temió lo peor, los vio pasar frente a ella, un grupo de hombres corpulentos.

—¿Quien eres?- la persona la soltó poco a poco, ella se giro y lo vio mejor, pudo soltar el aire que retenía.

—Mi lady -beso su mano, Jubelian se sonrojo levemente.

—Nikholai.

—Dime Ludwing o Lud - Jubelian asintió —¿Qué hace en un lugar como este?

—Me venían siguiendo y solo corrí hasta llegar aquí ¿y tu?

—Vengo a comprar a las esclavas, no me veas raro, las compro y las libero, no soporto saber que alguna es vendida para placer.

—Eres un sol - él sonrió —¿Podrías llevarme?

—Sólo si me invitas a un postre - Jubelian soltó a reír.

—Bien -la tomó de la mano y salieron del callejón, Jubelian se sonrojo al sentir el tacto cálido de Lud, su mano era más grande y envolvía bien a la suya.

Jubelian había descubierto un nuevo sentimiento en ella, pero debía de entender el significado y soportarlo.


























































Potente.

¿Creen que se salve el bebé?

¿Jubelian encontró el amor?

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