Trece✺
Esa noche, ya de madrugada, Jeongyeon y Momo decidieron no decirles aún a sus hijas de su nueva relación, pues querían que se afianzara más, explorarse como pareja y ver como se encaminaban, pero sobre todo para no darles a sus pequeñas falsas expectativas y que su amistad se viera afectada por un problema amoroso entre ellas, si llegaran a fracasar.
Pasaron varios días desde entonces.
De rodillas en el suelo de su cocina, Jeongyeon contenía el aliento y asomaba tentativamente la cabeza en el horno cubierto de espuma. Hizo una mueca ante el olor del detergente mientras pasaba la esponja por los lados. Una inusitada oleada de energía la había impulsado a trabajar en la casa esa mañana de sábado.
—Mami ya estoy esperando a unnie y Rei, pronto llegarán por mi —Anunció Yujin con entusiasmo, detrás de ella.
Jeongyeon sacó la cabeza del horno y se volvió a mirar a su hija.
—¿A qué hora terminarán su trabajo en la biblioteca?
Yujin y Rei estaban trabajando juntas en un proyecto escolar y, aunque se quejaron porque debían hacer investigaciones, habían llegado a disfrutarlo. Quizás en parte por la cantidad de estudiantes de secundaria que asistían a la biblioteca en el horario.
—No lo sé, mami, pero te llamaré. Y recuerda, Rei vendrá a casa luego, ¿Está bien?
—Lo recuerdo bebé, tranquila.
Yujin vaciló, pero al final decidió hacer la pregunta.
—¿Cuándo volverás a salir con Momo unnie? —La curiosidad apelaba por ella.
Jeongyeon consultó el calendario mentalmente, antes de responder a su pequeña omega.
—El próximo fin de semana iremos a una fiesta de su compañía.
—Oh...
Jeongyeon se pasó un brazo por la mejilla y miró a su hija con suspicacia.
—¿Qué quiere decir con "Oh"?
—¿Qué?
—Escucha cielo...
Yujin se encogió de hombros, antes de detener las advertencias de su madre.
—No significa nada mami... lo que pasa es que no estás saliendo con ella tanto como deberías. Unnie te gusta, ¿verdad?
—Unnie es muy agradable —dijo Jeongyeon con cautela. Si admitía algo más, su hija deduciría mucho más y no era momento para presiones.
—¿Agradable? —Exclamó la pequeña menor, exasperada —¿Es todo lo que puedes decir sobre unnie? Creo que ella es mucho más que agradable, mami. —Comentó la jovencita, sin intentar simular su indignación ante el comentario de su madre.
Vaya que era mucho más que agradable, eso era muy poco de lo que Jeongyeon sentía cuando de Hirai Momo se trataba. Ella era dulce, divertida, considerada y la trataba con tanta ternura que su corazón parecía derretirse cada vez que la besaba o la acariciaba. Pero Yujin no tenía porqué saber sobre ese detalle, aún.
Suspirando con fuerza, Jeongyeon volvió a meter la cabeza en el horno, como un avestruz en su hoyo, y talló con fuerza los costados.
—¿Vas a ignorarme? —preguntó su hija, aún indignada.
Jeongyeon volvió a sacar la cabeza y miró sin pestañear a su hija.
—Sí. A menos que te ofrezcas a limpiar tú misma el horno por mi. —Señaló con una sonrisa divertida.
—Lo haría mami, pero tengo que ir a la biblioteca con Rei.
Jeongyeon hizo una mueca escéptica y cuando iba a volver a su tarea, oyó la bocina del inconfundible auto de Momo, afuera en la entrada.
—Ahí llegaron por mí —Indicó la chiquilla, mirando hacia la sala —Te llamaré cuando hayamos terminado.
—De acuerdo, nena. Trabaja mucho, no salgan solitas de la biblioteca y tengan mucho cuidado ¿Está bien?
—Lo haremos mami.
Con una agilidad que habría sido envidiada por un corredor olímpico, Yujin salió de la cocina, y dos segundos después sonó con fuerza la puerta del frente al cerrarse.
Jeongyeon estaba un poco decepcionada de que la alfa no hubiera pasado a saludarla. Ella había llamado antes para explicar que, después de dejar a las niñas en la biblioteca, iría a su oficina para estar allí un par de horas pues, había surgido un problema inesperado y necesitaba afrontarlo de inmediato.
En realidad Jeongyeon tenía que admitir que estaba más agradecida que decepcionada de que Momo no hubiera entrado. Necesitaban esa breve distancia de sus besos y ese exquisito aroma, para poner en orden sus sentimientos pues, inmediatamente después de haber hecho el amor con ella, supo que estaba completamente enamorada de ella, que no había retorno alguno, y aquello la había colmado de miedos otra vez. Cada vez que pensaba en ella la asaltaba una oleada de calor y felicidad que temía perder.
Por primera vez, desde su separación, se permitía el lujo de volver a soñar, de amar y aunque la posibilidad de casarse y formar una gran familia con la alfa la excitaba y emocionaba demasiado, también la aterraba.
Quince minutos después, con el sudor perlándole la frente y el labio superior, Jeongyeon lanzó un suspiro y se sentó sobre los talones. El cabello rubio, que se había tomado en un moño, se le había soltado al ser tan corto. Se apartó con una mano los mechones sueltos, luego vació la cubeta de agua sucia y la volvió a llenar para dar una última pasada al horno. Se había acuclillado recién, cuando sonó el timbre de la puerta.
—¡Vaya! —Se quejó, bajando la mirada de su propio aspecto. Parecía alguien que había escapado de la ciénaga en una película de terror. Forzando una sonrisa cínica, se quitó los guantes de látex y fue hacia la puerta.
Su loba se inquietó mientras daba algunos pasos, e inmediatamente pensó que podría ser Momo, pero rápidamente analizó que hacía muy poco había llevado a las niñas y aún debería estar de regreso a su oficina. Su loba gruñó cuando ella dudó en abrir la puerta y se obligó a controlar su repentino ataque de ansiedad.
Cuando abrió al fin, un silencio latente colmó el umbral de su casa, impregnado de ese inconfundible aroma. Ese aroma otra vez...
—Nayeon —Susurró con azoro, al ver a su ex pareja en la entrada.
—Yeonnie, ¿Puedo entrar? —Consultó desplegando su característica sonrisa y aquel atractivo aroma a chocolate la invadió de recuerdos, nostalgias y una extraña melancolía que hizo gruñir a su loba con recelo.
—Por-por supuesto —Farfulló la omega, pasándose una mano por los cabellos y apartándose para dejar a la alfa pasar.
Nayeon tenía muy buena apariencia, como siempre, aunque sí se notaba el paso de los años, se veía como una mujer mucho más madura.
—Me da gusto verte, Yeonnie. —Musitó la alfa se largo cabello castaño, con gentileza retratada en su sonrisa de dientes sobresalientes.
—¿Qué te trae por aquí? —Habló la omega, tratando de mantener la voz tranquila y controlada, procurando ocultar el descontrol que le había causado la inesperada visita a su loba recelosa.
—Debo asistir a una conferencia en el centro de la ciudad. Perdona por haber venido sin avisar, pero ya que vine a Seúl, me pareció que podía pasar a ver cómo están Yujin y tú.
Era válido. Nayeon fue parte de la crianza de Yujin en su niñez, era entendible que quisiera verla después de tantos años.
—Me hubiera gustado que llamaras antes. Yujin está en la biblioteca ahora.
—Oh, vaya. Debí haber llamado, pero no sabía si tendría el tiempo para venir entonces no quise hacer una promesa.
Jeongyeon no creyó eso en lo absoluto. No le habría tomado mucho tiempo ni le habría sido engorroso hablarle antes de salir del hotel, pero ella no comentó nada, pensando que sería inútil. ¿Siquiera le importaba? La omega solo creía que deseaba que Nayeon no hubiera llegado, ante la incomodidad latente.
—¿Tomas un café, un vaso de agua? —Habló Jeongyeon, mientras la condujo a la cocina.
Le sirvió una taza, que ella le recompensó con una sonrisa deslumbrante.
Cuando quería, Nayeon podía ser encantadora, atenta y hasta generosa. Desconcertadamente, su ex pareja no era del todo una mala persona. La había herido con su infidelidad, pero a su manera la había querido y a Yujin también; tanto como podía amar una narcisista inmadura. Tuvieron que pasar varios años para que Jeongyeon tuviera la suficiente perspectiva para apreciar las cualidades de Nayeon y perdonarle el dolor que le causó en un pasado.
—Está muy bonita tu casa —Comentó la alfa, mirando a su alrededor —¿Cuánto hace que vives aquí?
—Hace varios años ya, la verdad... —Comentó Jeongyeon, poco interesada en hablar de su intimidad con ella.
—¿Cómo está la bebé Yujin?
—Bueno, ya no es una bebé. Cumplirá trece años pronto. —Se alegró de que la conversación se desviara un poco a Yujin.
Mina escuchaba y reía sobre las aventuras de la pequeña que había visto crecer con tanto cariño, y luego su expresión se suavizó al estudiar a Jeongyeon.
—Te ves radiante, siendo mamá y ama de casa.
Jeongyeon hizo una mueca irónica.
—Seguro. Sobre todo justo ahora que acabo de trabajar en el jardín y de darle una profunda limpieza al horno, debo de estar espléndida. —ironizó con humor. La alfa rió.
—Ya me preguntaba yo sobre tu nuevo perfume a detergente de limón. —La alfa se unió al chiste.
Ambas rieron.
Nayeon comenzó a bromear con ella respecto a sus primeros años juntas y sobre los platillos experimentales que le había cocinado, esperando alabanzas.
Jeongyeon disfrutó los comentarios, pues descubrió que Nayeon sabía ser graciosa y divertida cuando quería.
El timbre de la puerta sonó y, todavía riendo, Jeongyeon se puso de pie para atender al llamado.
—Debe de ser uno de los chicos del vecindario. No tardaré.
La omega aún no cesaba de asombrarse de lo agradable que podía ser estar en compañía de esta Nayeon. Ella había hecho que su tensión cesara con tanta facilidad.
Le había desgarrado el corazón, le había mentido sin compasión, le fue infiel sin piedad y, sin embargo, no podía estar con ella sin reír. Era una de esas personas a las que podía catalogar como "simpática".
Sí, Jeongyeon era lo bastante madura para reconocer los defectos de su ex pareja, pero sin dejar de notar sus cualidades. Estaba muy segura que Nayeon dejaría un nuevo recuerdo antes de regresar a Busan.
Por segunda vez en ese día, la loba de Jeongyeon se puso hiperactiva, pero esta vez emocionada y a la expectativa, del gran impacto de ver a una alfa aguardando en el umbral de su casa.
—¡Unnie! —Jadeó asombrada de verla ante sus ojos. Su loba aulló de emoción, pues no la veía después de que la besó hasta dejarla lánguida en su despedida, la noche que descubrió cuan enamorada estaba de ella. La noche en la que esa alfa se la devoró hasta con sus ojos.
—Hola cariño —Saludó ella con una sonrisa dulce y traviesa —Pensé en que nuestras niñas se quedaron en la biblioteca toda la tarde y me pareció que podría pasar por una taza de café antes de ir a la oficina. Sé que no dije nada, ¿Estás ocupada? ¿Quieres que regrese después? —Consultó la japonesa amablemente, dejando un suave beso corto sobre su comisura antes de apartarse rápidamente.
—No... No, no estoy ocupada. Pasa. —Susurró con el pulso acelerado ante lo que sentía en su sola presencia. Rayos, ¡No podía sentir un deseo tan hambriento! Su omega se ofendió ridículamente de que no la tomara y la besara sin más demora y temió por ello.
Bajando la mirada, se apartó automáticamente para darle paso y la alfa japonesa ingresó a la sala e hizo una pausa, luego alzó una mano y tocó con suavidad la mejilla de Jeongyeon, inesperadamente. Aquel gesto tan tierno y amoroso, encendió todos sus sentidos, que deseó arrojarse a sus brazos y besarla durante horas.
Momo la miró con atención, pero a ella le costó trabajo sostenerle la mirada, apenada de recordar lo que estaba sucediendo en su casa en ese preciso instante. Nayeon estaba allí.
Momo arrugó el ceño y sus ojos se ensombrecieron ante su huida.
—Es mal momento para visitarte, ¿Verdad? —Consultó la nipona y Jeongyeon supo que percibió la presencia adicional en la casa.
—No... —Murmuró —De verdad que no. —Continuó cuando se volvió y Nayeon estaba parado en el umbral de la cocina, viéndolas.
La sonrisa de Jeongyeon era trémula, casi una mueca, mientras hacía las respectivas presentaciones.
—Nayeon, te presento a Hirai Momo. Momo, esta es Im Nayeon... mi ex pareja. —Susurró aquella verdad, y la opresión no fue por el pasado, sino por el inminente futuro que pendía de la reacción de la alfa que ocupaba su corazón.
Por un momento, las dos alfas se miraron como dos lobas iracundas reclamando su territorio. Cuando se acercaron una a la otra, Jeongyeon contuvo el aliento por temor de que ninguna hiciera el esfuerzo por ser civilizadas.
Azorada, Jeongyeon las observó intercambiar apretones de mano como un saludo cortés y el pequeño instante se puso tan tenso que pensó que se quebraría hasta con una cuchara.
—Nayeon vino a Seúl para una conferencia sobre bienes raíces y quiso pasar a saludar a Yujin —Explicó la omega, casi barbotando las palabras.
—También vine a saludarte a ti, Yeonnie —Agregó la castaña, en tono sugerente.
Jeongyeon le dirigió una mirada de enfado antes de entrar a la cocina, seguida por ambas. Caminó directo a la alacena, sacó otra taza, la llenó con café y se la llevó a Momo, a la mesa.
—Yujin y mi hija están en la biblioteca —Anunció Momo en tono muy cortés, pero la omega percibió la corriente oculta.
—Sí, Yeonnie ya lo había mencionado —Replicó Nayeon, despreocupada al dar un nuevo sorbo a su café.
Jeongyeon contuvo la respiración cuando lo escuchó decir ese apodo que tanto utilizaba para referirse a ella en un pasado, ella no tenía buenos recuerdos de ese entonces.
Las alfas permanecieron de pie, sonriéndose amablemente. Momo se sentó primero y Nayeon hizo lo mismo en seguida.
—¿A qué se dedica? —preguntó la castaña, fingiendo un interés inexistente.
—Uh, soy socia mayoritaria de Extreme Sports en Corea.
Fue obvio para Jeongyeon que Nayeon no se dignó a escuchar la respuesta de Momo, porque casi de inmediato irrumpió en tono petulante.
—Hace poco abrí mi propia agencia de bienes raíces en Busan y tengo planes de expandirme en Seúl en los próximos años.
Jeongyeon quiso reír al observar el cambio en la expresión de su ex pareja, cuando fue penetrando en su conciencia la identidad de Momo. Sí, apenas pudo contener la risa, ¿Por qué se sintió tan satisfecha? Su loba ronroneó y ella se removió, evitando encogerse de satisfacción.
—E-extreme Sport —Murmuró Nayeon, casi boquiabierta —Recuerdo haber leído en el periódico que John Becky se había asociado con alguien en Corea.
Jeongyeon casi sintió lástima por la ridícula necesidad de Nayeon, de competir con Momo. Era absurdo, pero estaba orgullosa de que Nayeon descubriera que podía rodearse de personas exitosas sin su ayuda e intervención.
—Yujin y la hija de Momo, Rei, son muy buenas amigas. Participaron juntas en el festival artístico de la escuela... del que te estaba hablando —Comentó la omega intentando dejar de sentirse incómoda, lo que parecía ser misión imposible.
—Siendo tan buenas amigas nuestras hijas, lo más natural fue que Jeongyeonnie y yo comenzáramos a conocernos mejor... —Manifestó Hirai, dirigiendo a Jeongyeon la más cálida de las sonrisas.
—Oh, entiendo —Murmuró Nayeon, sorprendida con esa información.
—De verdad espero que entienda —Replicó la japonesa, con una amable sonrisita cínica, que ocultaba su frialdad.
Nayeon la miró fijo, su aroma a chocolate se expandió evidenciando su fastidio por su inoportuna irrupción. Momo correspondió sin diligencia y el duelo parecía a muerte entre ese par, agresivo y descuartizante.
Jeongyeon resistió el impulso de alzar los ojos al techo, mas no lo logró haciéndolo sin pena alguna. Las dos se estaban comportando como dos cachorras inmaduras, entablando un duelo de miradas y palabras como colegiales, compitiendo por una chica.
—Creo que será mejor si me retiro —Determinó Nayeon, luego de un momento.
La alfa castaña se puso de pie, como ansiosa por iniciar su retirada y como buena anfitriona, la omega se levantó cuando ella lo hizo.
—Te acompaño a la puerta —Señaló y dirigió a la japonesa una sonrisa cautelosa.
—No es necesario, de verdad. —Musitó tomando sus pertenencias.
—Por supuesto que sí lo es.
Para consternación de Jeongyeon, Momo también se puso en pie, las siguió hasta la puerta y permaneció allí en segundo plano.
Mientras Nayeon hablaba, Jeongyeon podía sentir la mirada de Momo, quemándole la espalda. No entendía por qué las había seguido a la puerta, era una muestra de desconfianza terrible y eso la irritó en sobremanera.
En cuanto su ex pareja se fue tan pronto como pudo, la omega pudo oír un bajo gruñido cuando dejó un beso sobre su mejilla como saludo. Jeongyeon cerró la puerta con demasiado impulso, evidenciando su desencanto antes de volverse a mirar a la alfa con enfado.
—Pensé que te había roto el corazón y te había dañado sin compasión. —Musitó la nipona con voz seca y de modo cortante.
Jeongyeon se preguntó si debía responderle o no, luego decidió que lo mejor sería aclarar la atmósfera.
—Lo hizo. Vaya que sí me rompió. —Comentó sarcástica y petulante.
—Te escuché reír cuando llamé a la puerta. ¿Pasas con frecuencia tan buenos ratos con las alfas que se supone que odias?
—¡No odio a Nayeon, Momo! —Determinó, pasando junto a ella, para ir hacia la cocina.
—Eso es obvio. —Comentó como si fuera una desfachatez no hacerlo.
—Oye, ¿qué sucede contigo? —Masculló ante su ironía.
—¿Qué me sucede? ¿A mi? —Sobrectuó —Nada. No me sucede nada. Resulta que me encuentro a mi omega, en una plática animada con su ex pareja, y no tengo problema en decir que estoy enfadada. Pero no me sucede nada, cariño. A quien le sucede algo es a ti.
Jeongyeon hizo un esfuerzo por conservar la calma al oírla nombrarla como su omega.
—Oye, antes de que comencemos a discutir, sentémonos y hablemos de este asunto —Tomó la taza de Nayeon y la depositó en el fregadero. Deseando borrar toda evidencia de la visita de su ex pareja.
Quería mostrarle sutilmente a la alfa que Mina ya no significaba nada para ella, pero también quería hacerle entender que no eran enemigas. Vaya, ¡Es que Jeongyeon ya no pensaba en Nayeon, hasta que llegó ella a recordarle sus miedos e intensificarlos!
—Primero que nada, —Declaró la rubia, con tanta calma como le permitía su acelerado corazón y su alterada loba — nunca podría odiar a Nayeon, como pareces suponer que debo odiarla. —Respiró al atender de reojo su mirada de fuego —Por lo que a mí respecta, creo que eso sería contraproducente. Nayeon es incapaz de serle fiel a una sola mujer, por lo que prefiero mantener con ella una relación amistosa y eso es todo.
—¡Pero ella te engañó... y utilizó! —Replicó Momo, como si aquello fuera motivo suficiente para tener toda la razón.
Y quizás la tuviese, pero Jeongyeon no era rencorosa y no comenzaría a serlo a esa altura de su vida.
—Sí —Tuvo que admitir —Pero viví muchos años con ella. No es del todo mala, nadie lo es, y también hubo algunos buenos momentos en nuestra relación, no mentiré diciendo que todo fue una mierda. Ahora estamos separadas. ¿De qué serviría abrigar resentimiento contra ella si vive tan lejos de aquí? —Concientiza la omega.
—¿No lo entiendes? Desde el momento que entré aquí, la actitud que mostró esa alfa fue de que podría recuperarte en el momento en que quisiera sin suponer un conflicto con eso. —Gruñó la nipona, con desprecio ante la idea.
Jeongyeon no estaba ciega, por supuesto que había reconocido las miradas que su ex pareja había dirigido a Momo y las insinuaciones constantes.
—Entonces eso le gustaría creer. Eso lo ayuda a sostener su ego, supongo. —Se sonrió la omega. Sería típico en Nayeon.
—¿Y se lo permites así como así? ¿Sin más? —Agudizó la alfa, con los ojos extendidos de consternación.
—No. No de la manera que tu imaginas alfa, simplemente no me importa y ya. —Desestimó Jeongyeon.
Momo meditó aquello unos momentos.
—¿Con qué frecuencia se presenta sin anunciarse, como en está ocasión?
Jeongyeon vaciló, preguntándose si debería responder esa pregunta. El tono de Momo se había suavizado, pero era obvio que aún estaba enfadada.
—Hacía más de cinco años que no la veía, Momo. Esta es la primera vez que viene a esta casa. —Señaló, la omega.
Las manos de Momo se aferraron con dedos crispados a la taza frente a ella.
—Todavía sientes cosas por ella, ¿verdad?
La pregunta golpeó a Jeongyeon en medio de los ojos. Abrió la boca y la cerró varias veces mientras buscaba las palabras para negar tal sugerencia con ahínco. Luego comprendió que no podía. Sería fácil mentir a Momo respecto a esto para conservar la paz, pero sería un engaño mutuo.
—Supongo que en cierta forma la quiero —Susurró con voz suave —Aunque me gustaría decirte que ya no siento nada por ella, no puedo hacerlo con absoluta honestidad. Pero, por favor, trata de entender que no se trata de...
—Oh ya comprendo muy bien. —Musitó la japonesa con la voz demasiado grave y el rostro demasiado inexpresivo —No necesitas decir más.
Jeongyeon se puso de pie con la espalda rígida de improviso, una vez ella lo hizo primero. Su corazón latía con tanta prisa, esta vez de aquel modo en el que se le dañaría en su interior y su loba aulló anticipando lo peor.
—Yo, te agradezco que me hayas dicho la verdad. No te quitaré más tu tiempo. Deseo profundamente que tú y Yujin sean felices —Con esto, la pelinegra salió de la cocina a grandes zancadas, deseando salir corriendo de allí.
Jeongyeon creyó que los oídos le zumbarían, estaba consternada.
—Momo... hablas como si no quisieras volver a verme... —Musitó llegando detrás de ella. Alcanzó una de sus manos y ella se apartó suavemente, como si la hubiera dañado con su toque.
—Creo que sería lo mejor para todos —Replicó la alfa, sin volverse a mirarla.
—Pero... esto es una tontería. Nada ha cambiado entre tu y yo —Cerró la boca con firmeza.
Si la alfa quería comportarse de manera infantil y arruinarlo todo, no estaba dispuesta a discutir por ello. Fue ella quien insistió en que existía algo especial entre ellas ¿Y abruptamente se comportaba así? ¿Por qué? ¿Por unos tontos celos? Bien. Si así lo quería... Más vale descubrir a tiempo lo irrazonable que podía llegar a ser. Era mejor saber que podía volverse tan iracunda y ofensiva.
—No tengo intenciones de relacionarme con una omega que todavía anida sentimientos por su ex pareja irresponsable, Jeongyeon. —Anunció ella con voz controlada, pero teñida de opresión interior —Lo siento.
Sin poder contener por más tiempo su furia, Jeongyeon cruzó con paso firme la sala, para abrir la puerta principal para ella.
—Es una admirable decisión, Momo —Habló con voz llena de sarcasmo —Has cometido un terrible error al relacionarte con una omega que se niega a odiar —Ahora que la miraba mejor, decidió quizás que había idealizado un cuento de hadas con ella, después de todo, se oscureció como una escena digna de un drama.
La alfa japonesa no dijo una palabra al pasar delante de ella, con pasos llenos de determinación.
Jeongyeon cerró la puerta y se apoyó contra ella. Las lágrimas quemaron sus párpados y le cerraron la garganta casi de inmediato, pero mantuvo la cabeza alta y se apresuró a regresar a la cocina, decidida a no ceder a las poderosas emociones con las que su loba la torturaba ante la inminente partida de su alfa.
Momo apoyó la frente contra el volante sintiendo la rápida culpabilidad invocando en su pecho por haber huido de ese modo, detallando el momento específico en el que decidió que no podría soportar la idea de compartir el corazón de la mujer que amaba una vez más, que la despreciaran a causa de alguien más como la última vez. Sollozó en un titubeo, pero rápidamente se negó a dejarse derrumbar. Eso ya había sucedido y no permitiría que sucediera en una segunda oportunidad, así supusiera perder el amor, una vez más.
Terminó de limpiar la cocina y después se dio una larga ducha caliente para relajar el cuerpo.
Cuando se sentó a la mesa, esperando que Yujin la llamara para pasar por ella y Rei a la biblioteca, la llamada llegó media hora después, pero para entonces Jeongyeon ya había alcanzado las galletas, dispuesta a la autodestrucción.
En el camino de regreso de la biblioteca a casa, no fue diferente, Jeongyeon se detuvo en una casa de comida rápida y le compró a las jovencitas hamburguesas con queso y malteadas de chocolate para cenar en la casa. Tenía la mente llena de dudas. En retrospectiva, deseaba haber hecho un esfuerzo por explicar bien las cosas a Momo, porque al parecer ella había comprendido que aún tenía sentimientos por Nayeon y la idea de no volver a verla era demasiado dolorosa para ella y para su loba.
—¿No vas a pedir algo para ti, mami? —Quiso saber Yujin, cuando esperaban su pedido.
—No esta noche, cariño. Estoy bien así.
Intentó sonreír y su hija correspondió aunque poco segura de la credibilidad de sus palabras pues, aunque quisiera evitarlo lo podía percibir fácilmente e incluso Rei, su madre olía a tristeza.
Jeongyeon logró mantener una apariencia alegre y serena mientras las chicas cenaban y comentaban sobre a quienes se habían encontrado en la biblioteca y sobre cómo iban a sorprender a la profesora con su magnífica labor de investigación.
—¿Te sientes bien, Ma? —preguntó Yujin, apareciendo de repente.
—Claro bebé —Mintió, buscando con la mirada algo en qué ocupar sus temblorosas manos. Se decidió por sacudir con energía el mostrador de la cocina.
En realidad sentía una especie de náusea, pero no podía culpar a Momo por eso pues ella misma se lo había causado con esas estúpidas galletas.
Fue cuando estaba echando al cesto de basura las cajas vacías de la cena, que las tontas lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos. Hizo lo posible por ocultarlas y tomó el cesto con presteza para llevarlo al traspatio. Rei fue al cuarto de Yujin por un álbum, pero esta última siguió a su madre afuera.
—Mami, ¿Qué te sucede? Estás rara... —insistió la pequeña omega a su madre.
—Nada, bebé. Estoy bien —Intentó sonreír una vez más.
—Tienes lágrimas en los ojos. —indicó la jovencita, con el entrecejo profundamente fruncido.
—No es nada, cariño...
—Y tú nunca lloras... —Prosiguió, evidenciando su preocupación.
—Debo de tener los ojos irritados por algo, el polvo... no sé —se rindió sacudiendo la cabeza. El esfuerzo por sonreír era demasiado para ella que le temblaron los labios. Se irguió y puso las manos sobre los hombros de su hija, luego aspiró profundamente —Yujin, quiero que no te decepciones si no vuelvo a ver a Momo unnie, ¿Está bien? —Murmuró preocupada por sus sentimientos, los de Rei, y en cuanto podría afectarles aquella distancia.
—Ella te hizo llorar, ¿verdad? —inquirió Yujin con voz alarmada.
—No, claro que no bebé —Se apresuró a negar —Ya te lo dije, algo debió de irritarme los ojos.
Yujin la observó con ceño fruncido y Jeongyeon trató de sostenerle la mirada. Si había sido tan tonta de volver a ponerse a merced de una alfa, entonces merecía este dolor. Su loba aulló y la lágrima se deslizó cuando su hija regresó con su amiga.
Hola, también voy a intentar terminar aquí, solo que estos son capítulos más largos y me tomará un poco más Ü
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