PARA TODA LA VIDA
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
Para toda la vida,
Kyomi se encontraba verdaderamente sorprendida, jamás imaginó que aquella fiesta sería tal como las películas. Personas bien vestidas, hombres apuestos, música suave y lenta para bailar con alguien, todo era perfecto.
— Bella damisela. — Susurraron a su oído, llamando su atención, al girarse una sonrisa se estiró en su rostro notando a Ran estirar su mano hacia ella. — ¿Me harías el honor de bailar esta pieza juntos?
— Claro. — Rio la mujer, tomando la mano del más alto, caminando juntos hasta el centro del salón.
Ran le tomó de la cintura con firmeza, apegándole a su cuerpo mientras se movían suavemente al ritmo de la canción que de fondo se escuchaba. Kyomi subió sus manos recorriendo con lentitud los brazos contrarios hasta llegar a los hombros, abrazando al hombre por el cuello, cerrando sus ojos para disfrutar del momento.
— Sanzu nos está mirando. — Rio Ran. — Creo que quería bailar contigo esta canción, pero fui más rápido que él.
— Eres tan malo con él. — El mayor miró a la mujer con una sonrisa.
— Nena, a veces no podemos tener todo en esta vida, Sanzu debería saberlo.
— Fue él quien me dijo que obtenía todo lo que quería. — Watanabe abrió sus ojos, girando un poco su rostro para mirar al hombre de rosados cabellos mientras continuaban ambos danzando lentamente.
— Bueno, si lo quiere tendrá que luchar por ello. — Ran tomó una de las manos de la menor, dándole un par de vueltas antes de volver a unir sus cuerpos.
Un tirón alejó a la mujer del más alto, Kyomi se sorprendió siendo pegada a un firme pecho, una risilla escapó de sus labios al elevar la mirada y encontrarse con Rindo, quien le sonrió.
— Yo también lucho por lo que quiero, hermano. — Ran se quedó atrás conforme ambos se movían por el salón, desapareciendo pronto entre la multitud.
— ¿Qué haré con ustedes dos? — Rio Watanabe, rodeando el cuello del hombre con sus brazos.
— Besarme, luego nos iremos de esta fiesta y haremos enojar muchísimo a Sanzu. — Respondió Rindo, inclinándose a unir sus labios con los de la mujer en un corto toque.
— Suena divertido y aterrador. — Kyomi volvió a mirar hacia donde el peli-rosa se encontraba tiempo atrás, esta vez ya no estaba allí.
— Ven. — Rindo detuvo su danzar, caminando a paso rápido hacia la salida.
Kyomi se detuvo por unos segundos para sacarse aquellos altos tacones que había seleccionado, Rindo los tomó con su mano libre, continuando con su caminar hasta llegar a una habitación vacía del sitio.
Ambos rieron por lo bajo uniéndose en un lento beso, Watanabe miró el sitio al alejarse del mayor, se encontraban en un balcón con bonitas vistas hacia la fuente en la entrada de aquella enorme mansión.
— Es una bonita casa. — La castaña se acercó al barandal, apoyándose sobre este mientras observaba a las pocas personas que había fuera bebiendo y charlando tranquilamente. Rindo se acercó por detrás, deslizando sus manos por la cintura de la mujer.
— Mira abajo. — Susurró el hombre, Kyomi obedeció, bajando la mirada hasta encontrarse con unos brillantes ojos azules posados sobre ella.
Las personas que se encontraban afuera comenzaron a entrar, al parecer sucedía algo importante en aquel enorme salón, Watanabe elevó una ceja al observar a un solo hombre quejarse allí, sentado sobre la fuente mientras continuaba observándoles fijamente.
Rindo sonrió con maldad, pegó sus labios a la delicada piel de la mujer antes de bajar sus manos y comenzar a subir su vestido, adentrando una mano por debajo de este para deslizar sus dedos sobre las bragas de la castaña. Kyomi suspiró sin apartar la vista del peli-rosa, disfrutando de los toques indecentes del hombre tras de ella.
Sanzu apretaba la mandíbula observando el show que el menor de los hermanos armaba para él. No pasó demasiado antes de que los gemidos de la mujer llegaran a sus oídos, volviéndole loco.
Haruchiyo sacó el arma que solía llevar consigo y apuntó hacia la pareja en la segunda planta, no le sorprendió que ninguno cambiara su expresión por impresión.
— Oh, así que eso estaban haciendo. — Ran se dejó caer a su lado, soltando una risilla por lo bajo. — Rindo siempre tan excéntrico en cuánto al sexo.
— Asesinaré a tu hermano.
— Sanzu. — El peli-rosa observó a Ran quien parecía bastante serio. — ¿Qué piensas hacer con Kyomi?
— ¿No es obvio? — El hombre volvió a guardar el arma en su bolsillo. — Me casaré con ella y tendremos una familia.
— ¿Incluso cuando estás metido en esta mierda? — Ran suspiró. — Oye, probablemente no cambie tu decisión, pero no creo que sea buena idea involucrar a tu familia en esta vida... Siempre habrá un hijo de puta que intentará destruirte de una u otra manera.
— ¿Por qué lo dices? — Ran negó.
— Solo te lo estoy advirtiendo. — El más alto sacó un cigarro, llevándolo a sus labios para después encenderlo. — Lo nuestro con Kyomi es pura diversión, pero creo que no piensas igual.
— No lo hacemos. — Sanzu frunció el ceño. — Ella es realmente mía.
— Lo sé. — El hombre de cabellos violeta sonrió. — Amo a esa mujer, pero sabes cómo somos, no me gusta el compromiso... Sí debes compartir con alguien a esa chica, probablemente sea con Rindo.
— No. — Ran elevó una ceja. — Rindo no la quiere para toda la vida. — Sanzu cerró sus ojos, dejando caer su cabeza hacia atrás. — Solamente está obsesionado con ella.
— ¿Y tú no lo estás? — Haruchiyo sonrió.
— Pero yo sí la quiero para toda la vida. —Ran soltó una risa nasal mientras negaba.
— Bien. — El más alto se puso de pie. — Disfruta de esa mujer.
— ¿Ya te rendirás?
— Por supuesto que no, me gusta hacerla gemir. — Sanzu le miró con molestia, Ran sólo soltó una carcajada. — ¡Oigan ustedes dos! ¡Terminen con eso ya!
Haruchiyo observó al hermano mayor entrar nuevamente al salón, dejándole una vez más solo. Sanzu no sabía si sentirse emocionado por tener un rival menos para ese momento o sentirse realmente molesto de saber que Ran continuaría tras su mujer por mucho tiempo más hasta aburrirse.
Pero algo dentro y muy en el fondo de él aún le decía que las palabras de Ran no eran ciertas, y esos hermanos no le dejarían en paz nunca.
Quizá debía de darle una nueva distracción al hermano mayor ¿Debería de conseguirle una mujer?
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