CALUROSO

CAPÍTULO TRECE

Caluroso,

Eran las seis y media de la mañana, Kyomi solamente salía de su hogar tranquilamente como lo haría cualquier día entre sus horas laborales. Jamás esperó encontrarse con Haruchiyo frente a su hogar, fumando un cigarro con un olor diferente al que solían fumar los hermanos.

— ¿Sanzu? — Watanabe repentinamente recordó todo lo sucedido la noche anterior. — ¿Qué haces aquí?

— No te dirijas a mí con ese tono cortante. — El mayor abrió la puerta trasera de su vehículo. — Te llevaré al trabajo, sube.

— ¿Qué planeas?

— No planeo nada, sube. — Kyomi suspiró subiendo al vehículo, después lo hizo el hombre quien ordenó al chófer conducir hacia la escuela en la que la fémina trabajaba. — Quiero hablar contigo.

— Sabía que había algo detrás. — Haruchiyo rodó los ojos.

— Kyomi... Te quiero. — La castaña le miró con sorpresa. — Quiero tenerte para mí.

— Sigues diciendo lo mismo de antes. — Watanabe miró por la ventana para evitar ver al hombre. Tres dedos tomaron su mentón, girando su rostro para que viese de esa manera al peli-rosa.

— Estoy dispuesto a lo que sea con tal de tenerte. — El ceño de Kyomi se frunció ¿Por qué había cambiado de opinión de repente?

— ¿Pero?

— Pero con la condición de que seas mi mujer, no la de ellos. — Watanabe creyó sufrir una embolia cerebral. — A lo que quiero llegar es... Sé mi pareja, puedes estar con los estúpidos hermanos Haitani y hacer lo que sea con ellos, pero sé mi pareja.

— ¿Qué gano yo con eso? — Sanzu suspiró, no creyó que la mujer sería tan difícil de convencer.

— Lo que quieras, conmigo a tu lado jamás te faltará nada, lo juro. — La mujer miró por unos segundos a Haruchiyo antes de apretar sus labios y asentir.

— Bien... No tengo problema con eso, pero habla con los hermanos.

— Lo hice temprano. — Kyomi elevó una ceja. — Aceptaron mientras estuvieras tú de acuerdo.

— Supongo que está bien.

— Deja de ser tan fría, me molesta. — Watanabe estiró una de sus manos, delineando con su pulgar aquellas peculiares marcas pintadas en el rostro del mayor. Sanzu tomó su mano, cerrando sus ojos mientras disfrutaba del suave toque de la fémina sobre él. — No vayas a trabajar.

— Debo de ir o perderé mi trabajo. — Haruchiyo abrió sus ojos antes de estirar su brazo y presionar un pequeño botón que subió una ventanilla, separando el asiento del conductor y los asientos traseros.

— ¿Qué importa si lo pierdes? — Sanzu se inclinó, acorralando a la mujer contra su asiento. — Puedo mantenerte toda la vida.

— ¿Y ser una mantenida? — Watanabe rio. — No, gracias.

— Eres tan difícil de convencer. — Sanzu se acercó al cuello de la mujer, repartiendo suaves besos húmedos en su piel, notando a la castaña removerse bajo su cuerpo. — ¿Con esto puedo convencerte de no ir?

— Sanzu. — Suspiró la menor. — Espera... — El mayor notó a la mujer marcar un número después de eso llevó el teléfono a su oreja y con una de sus manos presionó suavemente su garganta. El hombre no entendió al principio, pero al escuchar a la mujer comprendió todo. — Buenos días, hoy no podré asistir... Amanecí algo mal de la garganta y el cuerpo... Sí, iré al médico después... Gracias por comprender.

Una vez cortó la llamada Sanzu no pudo evitar reír, volviendo a unir sus labios con los de la mujer, tomando sus piernas y tirando de estas para enrollarlas en su cintura.

— Kyomi... — Haruchiyo miró hacia atrás, la ventanilla cubría todo espacio posible para verlos a los dos. — Ese hombre de allí debe de estarse haciendo una buena paja ahora.

— ¿Haciendo qué? — Las mejillas de la menor se coloraron, Haruchiyo sonrió, inclinándose a besar nuevamente a la mujer.

— Conduce hacia mi casa. — Ordenó el mayor, el chófer no respondió.

Watanabe se sobresaltó al sentir como era levantada, quedando sentada sobre el regazo del mayor quien comenzó a recorrer su delicado cuerpo con sus grandes manos.

— Espera. — Detuvo la castaña. — ¿Vamos a...?

— Sí, aquí. — Sanzu comenzó a desabrochar cada botón de su camisa hasta llegar al último. Los ojos de Kyomi brillaron al notar los firmes pectorales y marcados abdominales que el hombre poseía.

Algo se revolvió dentro de ella, mientras sentía una presión en su centro torturarle.

Sus manos recorrieron el torso del hombre, logrando escuchar los suspiros del mismo quien disfrutaba de las caricias ajenas.
Haruchiyo tomó a la mujer de la nuca, atrayéndole a sí mismo para unirse nuevamente en otro beso más deseoso y caliente que el anterior.
Kyomi suspiró sintiendo como su ropa comenzaba a desaparecer de su cuerpo y, con el paso de los minutos, solamente quedó su ropa interior.

Los ojos de Sanzu brillaron admirando la lencería que decoraba la piel contraria. El rojo le quedaba perfecto a la mujer sobre su regazo.

— Ran me ayudó a escogerlo. — Molestó Kyomi, notando el ceño de Haruchiyo fruncirse.

— Qué mal gusto tiene.

— Qué cruel. Él sólo escogió el color. — Watanabe se cruzó de brazos, evitando la mirada de Sanzu quien rio, acercándose a la mujer para volver a repartir suaves besos en su cuello, bajando esta vez a sus pechos, deshaciéndose de la prenda superior.

— Aunque Ran tenga mal gusto, cualquier mierda se ve bien en ti. — Haruchiyo gruñó al sentir una de las manos de la menor posarse sobre el bulto en sus pantalones. — ¿Qué haces?

— Lo mismo que tú. — En un ágil movimiento la mujer se deshizo del cinturón y pantalones del hombre. Haruchiyo miró a Kyomi con sorpresa ¿Cómo era tan buena en eso? Por supuesto que en aquellos once años habría sido imposible que la mujer no hubiera tenido sexo, y parecía más que familiarizada con ello.

Watanabe terminó de deshacerse de más últimas prendas de vestir que tenían ambos, mirando así al hombre antes de sentir sus mejillas pintarse de un suave rosado. Haruchiyo soltó una risilla acercando a la mujer a él, comenzando a mover sus caderas suave y lentamente en un juego de roces que con el paso de los segundos dio paso a suaves suspiros y gemidos de parte de ambos.

Kyomi miró a Sanzu, su sorpresa llegó al ver como el hombre sacaba dos cosas de su pantalón, una de ellas la dejó a un lado, y la otra repentinamente la metió a su boca.

— Trágalo. — Watanabe no quiso saber que era así que siguió la orden, sintiendo como aquella cosa en su boca descendía y se perdía en su estómago. Sanzu sonrió complacido, llevando algo a su boca.

Fue entonces que Kyomi descubrió lo que acaba de tragar.

Una píldora.

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Acabo de publicar un nuevo video en mi cuenta de TikTok presentando a los seis Oc que tengo, si lo desean, pueden pasarse rápidamente por mi cuenta y conocerlos un poco más.

TT Usser: @jkth_emo

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💦 Un voto y un comentario se agradece.

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