Dos niños corrían alegremente por todo el jardín, ambos gemelos, pero tan diferentes que se podría jurar que no eran de la misma madre, Aelysse Targaryen, la más joven de los gemelos era risueña y amable, era amorosa con todos y su sonrisa contagiaba de alegría a todos, en cambio Aemond era serio, un niño inocente que poco a poco se iba pudriendo por dentro.

A diferencia de Aemond que no tenía un dragón y la pasaba mal, Aelysse tampoco tenía uno, aunque soñaba un día montar un gran dragón, aquello no le quitaba el sueño, era muy joven para desear algo tan valioso.

A la edad de once años una sugerencia llegó a odios de los reyes, Rhaenyra proponía casar a sus hijos Jacaerys y Lucerys con Helaena y Aelysse, la reina se burlo y se negó de forma feroz, dos niños poco agraciados nunca podrían casarse con sus hermosas hijas.

Y dos bodas se celebraron ese año, Aelysse se caso con su gemelo, aunque la corte se quejo y negó, la boda no se pospuso, y Helaena se caso con Aegon.

Cuatro niños destinados a la pérdida, pero a diferencia de Helaena que debía de ver como Aegon se acostaba con cualquiera, Aemond la respetaba y quería.

Pero con solo once años un matrimonio no era bien visto, Alicent para acallar los chismes y rumores obligó a ambos niños a consumar, apesar de la negativa de ambos, estos fueron encerrados durante una semana sin comida o agua, Aemond y Aelysse tuvieron que consumar algo que ninguno de los dos sabía hacer.

Meses después nació su primer hijo, Baelon, en honor al hijo no nato del rey, y al padre de este, once años tenían ambos niños, Aemond había perdido un ojo y era infeliz, pero ambos estaban de acuerdo en una cosa, ese niño era inocente y no lo lastimarian.

Pero Alicent tenía otros planes, a los cinco meses se llevo al pequeño con las nodrizas, le prohibio verlo y la alejo de Aemond.

No podía ni tener contacto con él, luego les sugirieron otro embarazo, su segundo hijo llegó, una niña hermosa, su nombre fue Alyssa nació, hermosa como su madre y fuerte como su padre, pero ambos eran niños, siempre se hacían la misma pregunta ¿fuerte? Aemond apenas y empezaba con la espada, ¿Hermosa? Aelysse no había terminado de desarrollarse cuando ya estaba encinta.

Definitivamente ambos niños eran inocentes de la crueldad de su madre.

Una niña con un enorme vientre corría por el jardín, un niño corria a su lado tratando de detenerla, ambos estaban en la dulce espera, todos sonreían al verlo, pero se lamentaban ver a una niña tan joven embaraza, al final eran eso, niños trayendo a otros niños al mundo.

—Aelysse detente - la menor se detuvo y se tocó el vientre, eran muy jóvenes para ello, ella temía dar a luz y que fuera doloroso, temía morir en la cama de parto, su primer hijo y tal vez el único si moría.

—Aemond -la menor se dejó caer en el suelo, apoyo su espalda en el árbol y suspiro.—¿Prometes cuidar al bebé si muero?

—No seas tonta, no morirás. - Aelysse sonrió —Ambos tenemos que buscar un dragón... juntos.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo tonta.

Rhaenyra observo a ambos niños con tristeza, si tan solo Alicent le hubiera permitido prometer a su hijo y a esa pequeña, ella no estaría en esa triste situación.

Cuando el parto llegó cientos de maestres y doncellas estaban junto a ella, la menor gritaba de dolor y pedía a gritos a su madre, pero Alicent jamás llegó, Aemond estaba en la puerta preocupado, su rostro reflejaba tristeza y rabia, Rhaenyra había llegado a escondidas, si Alicent sabía de su visita le haría pasar mal rato a sus hijos.

—¡Madre! ¡Quiero a mi mami! - Aemond limpio sus lágrimas, Rhaenyra puso su mano en su hombro.—¡Tengo miedo mamá!

—Lo siento...

—No es tu culpa -alejo la mano de su hermana mayor —Ojalá no nos hubiéramos casado - otro grito se escucho, las doncellas salían con cuencos de agua llenos de sangre y con toallas y sábanas manchadas, aquello asusto más al menor —Es mi culpa, debí de resistir, pero ella tenía hambre...

—Ella estará bien -el susurro de Rhaenyra fue inaudible, si el maestre le sugería al rey abrir su vientre, este aceptaría sin dudar, moriría esa pequeña que no tenía culpa del odio que ella y Alicent se tenían

—¡Ya salio! -Aemond pudo respirar mejor, el maestre salió minutos después, Rhaenyra se fue antes de ser vista —Es un  varón- Aemond asintió, el maestre le dio paso y este pudo ingresar, en la cama estaba Aelysse con su hijo en brazos.

—¿Estas bien? - Aelysse sonrió de lado.

—Lo estoy- no lo estaba, eso lo sabía bien Aemond, pero al menos estaba viva.

Meses después del nacimiento del príncipe Baelon, Lady Laena Velaryon fallecía, todos fueron hasta Marcaderiva para asistir al funeral.

Pero lo que fue un funeral acabo en algo peor, Aemond había perdido su ojo y con ello su temperamento se había vuelto malo, gruñón y grosero, pero no con todos, a Aelys y a su hijo los trataba con el mismo cariño.

Hasta que Alicent volvió a meterse, un hijo tras otro.

Los años pasaron, Aelysse y Aemond tenían varios hijos ya, cinco en total, estaban en la espera del sexto hijo, Aelysse era cuidada por sus damas, Aemond podía visitarla aunque aveces Alicent debía de estar presente, pero al final ambos podían encontrar la manera de verse.

Así fue ese año, Rhaenyra se había casado años atrás y se había quedado a vivir en Rocadragon, pero Daemon había ido nuevamente a luchar contra la triarquia y estaba sola junto a sus hijos.

Un funeral estaba celebrándose y a su vez un juicio por legitimidad.

—Hermana - Rhaenyra estaba frente a ella, ambas con pequeños vientres, ambas estaban en la dulce espera, pero ambas estaban tristes, una por perder a alguien cercano, y la otra triste por la miserable vida que llevaba.

¿Podrían ser felices alguna vez

Que chingue su madre la alison, pobre nuestra pequeña Aelysse.

¿De que funeral hablo? Lo veremos pronto.

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