Epilogo| El Maldito.


El día del funeral de Mehmed llegó, y el palacio estaba envuelto en un manto de luto. La procesión fúnebre avanzaba lentamente, encabezada por el ataúd del difunto sultán. Rabia, vestida de negro y con el rostro marcado por el dolor, caminaba junto al féretro de su esposo. Sus lágrimas caían sin restricciones, y su expresión era un reflejo del vacío que ahora habitaba en su corazón.

Hurrem observaba la escena con tristeza desde una distancia respetuosa. Mihrimah sostenía a Raziye, quien luchaba por contener su propio pesar. La procesión continuaba, marcada por el lamento de las mujeres del harén y el resonar de los tambores funerarios.

Kosem, con una serenidad que contrastaba con el tumulto emocional a su alrededor, permanecía en su lugar. Cuando el ataúd de Mehmed pasó frente a ella, hizo una reverencia en señal de respeto. Por un breve momento, sintió una paz inmensa en su alma, como si la carga de décadas de rivalidad y conflictos hubiera sido aliviada por la inevitabilidad de la muerte.

Tras el funeral, Kosem decidió visitar a Rabia en sus aposentos. Al entrar, encontró a la Haseki Sultan temblando y llorando desconsoladamente. Rabia, quien solía emanar fortaleza y seguridad, ahora parecía vulnerable y quebrantada por la pérdida de su esposo.

—Rabia —pronunció Kosem en un tono suave, acercándose con cautela.

Rabia levantó la mirada, sus ojos enrojecidos y llenos de pesar. No pronunció palabra alguna, pero su expresión hablaba por sí sola. Kosem se acercó y, sin decir nada, abrazó a Rabia, permitiendo que la Haseki Sultan encontrara un pequeño consuelo en medio de su dolor abrumador.

En medio del abrazo, Kosem rompió el silencio con palabras que sorprendieron a Rabia.

—No pondré a mi hijo en el trono.

La Haseki Sultan se separó del abrazo, sus ojos se encontraron con los de Kosem, y una expresión de sorpresa y confusión se dibujó en su rostro.

—¿Por qué? —preguntó Rabia, sin entender del todo la decisión de Kosem.

Kosem la miró con calma, explicando sus motivos con sinceridad.

—Es el derecho de tu hijo, Rabia. Como hijo mayor, Bulent tiene un derecho legítimo al trono. No seré una usurpadora.

La sorpresa en los ojos de Rabia dio paso a la comprensión gradual de las palabras de Kosem.

—Me iré lejos de aquí, junto a Hande. Mihrimah nos sugirió Rusia como un refugio seguro. Además, si no te molesta, quiero llevarme a Mustafá conmigo. —añadió Kosem.

Rabia procesó la información, asimilando la decisión de Kosem. La paz que había sentido tras el funeral de Mehmed se veía ahora complementada por la perspectiva de un cambio en el imperio, una transición que no involucraría la disputa entre sus hijos.

—Acepto tu decisión. —dijo Rabia finalmente, reconociendo la honestidad en las palabras de Kosem.


Rabia observó a Kosem levantarse y, en un impulso que sorprendió a ambas mujeres, la Haseki Sultan la llamó por su nombre de nacimiento.

—Anastasia.

Kosem volvió la mirada hacia Rabia, sus ojos reflejando asombro ante la elección del nombre olvidado en el tiempo. En ese instante, Rabia, con un gesto inesperado, se acercó a Kosem y la abrazó con fuerza. Las lágrimas volvieron a brotar, y Rabia, entre sollozos, pidió perdón.

—Lo siento, Kosem. Lo siento por todo.

Kosem, con sorpresa inicial, correspondió al abrazo. Las dos mujeres, en medio de la tristeza y el arrepentimiento, se unieron en un abrazo que trascendía décadas de rivalidad. Kosem también se disculpó, compartiendo el peso de las decisiones pasadas.

Después de un rato, se separaron, y entre lágrimas secas, Kosem esbozó una sonrisa.

—Anastasia —dijo Rabia, utilizando el nombre de Kosem con suavidad—, a veces me pregunto si nuestras vidas podrían haber sido diferentes.

Kosem asintió con tristeza, reconociendo la complejidad de sus destinos entrelazados.

—Quizás. Pero lo importante es cómo decidimos seguir adelante ahora —respondió Kosem con una sonrisa serena.

Kosem secó las últimas lágrimas y, con una determinación renovada, hizo una reverencia a Rabia.

—Valide, te deseo lo mejor en tu nuevo camino.

Rabia devolvió la reverencia con respeto.

—Sultana, que encuentres la paz que buscas.

Ambas mujeres se separaron, cada una llevando consigo las huellas del pasado pero con la esperanza de un futuro diferente. Kosem se encaminó hacia la puerta, lista para emprender un viaje lejos del palacio, mientras Rabia asumía su nuevo rol como Valide Sultan.

En ese momento, el destino había tejido un giro inesperado, y las antiguas enemigas ahora compartían un entendimiento tardío y un deseo mutuo de encontrar la paz. El imperio otomano, marcado por décadas de intrigas y rivalidades, se preparaba para una nueva etapa, y el futuro era incierto pero lleno de posibilidades.

Después de algunos años, en una época en la que las huellas del pasado se desvanecían con el tiempo, Rabia decidió escribir una carta a Kosem. A través de las palabras escritas, buscaba cerrar definitivamente aquel capítulo de sus vidas y desearle a Kosem un futuro lleno de felicidad.

"Querida Kosem,

Confío en que esta carta te encuentre bien y en paz. Han pasado años desde que nuestras vidas tomaron caminos separados, y siento que es el momento adecuado para compartir contigo algunas reflexiones.

En este tiempo, he asumido mi papel como Valide Sultan con la responsabilidad que conlleva, tratando de guiar a mis hijos por un camino que les brinde felicidad y estabilidad. El imperio ha experimentado cambios, algunos desafíos y momentos de calma, pero la vida sigue su curso.

Reflexionando sobre nuestro pasado, me doy cuenta de la complejidad de nuestras vidas entrelazadas. Las decisiones que tomamos, las rivalidades que nos definieron durante tanto tiempo, ahora se ven desde una perspectiva diferente. A veces me pregunto si en otra vida nuestras relaciones podrían haber sido más sencillas, más amigables.

Deseo sinceramente que hayas encontrado la paz que buscabas y que el camino que has elegido te haya llevado a la felicidad. Mis oraciones siempre te acompañan, así como a tus hijos. Que sus vidas estén llenas de amor, éxito y prosperidad.

En este punto de nuestras vidas, quiero dejar atrás cualquier resentimiento y enemistad. Aprecio las lecciones que aprendimos juntas, aunque fueran difíciles, y guardo en mi corazón la comprensión y aceptación que compartimos en nuestro último encuentro.

Que la vida te brinde todo lo que mereces, y que en otra existencia nuestras almas se encuentren en un terreno más apacible.

Con respeto y buenos deseos,

Valide Rabia Sultan."


F I N

HOLAA.

Cuéntenme, ¿Les gusto el final? ¿Esperaban más?

En lo personal a mi si me gusto, pues creo que logre plasmar todo lo que tenia en mente, se que algunos quedaran inconformes con el final, pero ya saben, conmigo nunca sabemos como acaba la situación hasta que ya estamos en eso.

Sinceramente, ¿Qué opinan? ¿Hubieran cambiado algo?

Creo que todos los que seguimos esta historia podremos descansar en paz, les agradezco a todas las personitas que estuvieron presentes por acompañarme en esta historia, siempre estaré agradecida por que me dediquen un poco de su tiempo.

Sin más que decir, muchas gracias por estar conmigo siempre.

Siempre Suya, Taiyo.

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