08|Noticias Safavidas.

En los meses que siguieron a la llegada de Mehmed a Manisa, la provincia comenzó a florecer bajo su liderazgo. El joven gobernador demostró habilidades notables, implementando políticas que impulsaron la prosperidad y la estabilidad en la región. Sin embargo, la sombra de la intriga política se cernía silenciosamente sobre él.

Una mañana, una sirvienta llegó al palacio de Manisa, enviada por Handan y la sultana Yenisah, bajo el pretexto de presentar regalos en agradecimiento por la labor de Mehmed. Desconocido para él, la aparente generosidad ocultaba un oscuro plan.

La sirvienta, siguiendo instrucciones secretas, logró introducir la viruela en la residencia de Mehmed y Raziye. La enfermedad empezó a propagarse silenciosamente, afectando primero a los cercanos al palacio y luego extendiéndose a la población de Manisa.

Mehmed, ajeno al veneno que se propagaba en el aire, pronto se encontró enfermo junto a Raziye. Ambos luchaban contra la virulenta enfermedad que los dejaba débiles y postrados en cama. La provincia, que una vez florecía bajo su liderazgo, ahora se veía afectada por la trágica sombra de la enfermedad.

Handan y la sultana Yenisah, observando desde la distancia, no mostraban ninguna señal de arrepentimiento. Su maquinación había tenido éxito, sembrando el caos y la debilidad en el corazón de Manisa.

Mientras Mehmed y Raziye luchaban por recuperarse, la intriga y la conspiración amenazaban con desestabilizar no solo sus vidas, sino también el futuro de Manisa y el imperio otomano.

Por otro lado y en la penumbra de la noche, Mahpeyker, con el corazón lleno de preocupación y miedo por la salud de Mehmed, se aventuró en las callejuelas ocultas de Manisa en busca de la ayuda de una anciana y sabia bruja, conocida por sus conocimientos en curas y remedios misteriosos.

Siguiendo indicaciones secretas, Mahpeyker llegó a la morada de la bruja, una pequeña choza al borde del bosque. La anciana, envuelta en harapos y con ojos penetrantes, la recibió con un gesto taciturno.

— Veo la sombra de la enfermedad sobre tu alma, joven. ¿Qué te trae a mi morada?

— Mi amado está gravemente enfermo. He escuchado que posees conocimientos curativos. Por favor, ayúdame a salvarlo.

— La enfermedad que lo aflige es fuerte y oscura. No puedo garantizar su completa curación, pero tengo un remedio que podría aliviar su sufrimiento.

— Haré cualquier cosa, dame el remedio, por favor.

La bruja, con manos huesudas, preparó una extraña mezcla de hierbas y líquidos en una pequeña poción.

— Toma esto y úntaselo en la frente y el pecho de tu amado. Pero ten en cuenta, joven, que toda cura conlleva un precio. La vida está entrelazada con el sufrimiento, y tu destino no será diferente.

Mahpeyker, dispuesta a sacrificar lo que fuera por la salud de su amado, tomó la poción con determinación.

— Haré lo que sea necesario para salvarlo. Por favor, le ruego, haga que se recupere.

— Entiende, joven, que el camino que eliges puede llevarte a lugares oscuros. Tu vida estará marcada por el sufrimiento que intentas evitar.

Mahpeyker, sin dejarse amilanar por las palabras sombrías de la bruja, salió de la choza y regresó al palacio. La noche caía sobre Manisa, y el destino de Mehmed pendía en un delicado equilibrio entre la cura y el misterio de los designios de la vida.

Gracias a Allah que al final resultó bien todo y rápidamente, Mehmed y Raziye se habían salvado. Claro que ella nunca dijo que si ellos aún respiraban era gracias a ella; dejó que los médicos se llevaran todo el crédito como fuera.

El sultán Süleyman y la Sultana Hurrem se quedaron un tiempo en Manisa para acompañar a sus hijos hasta que estuvieran completamente estables. Durante su estancia en Manisa, recibieron una carta del imperio enemigo avisándoles que querían reunirse con el gobernante otomano. Para todos, esta fue una noticia sorpresiva, sin embargo, nadie se dedicó a refutar la decisión que había tomado el sultán.

Todos fueron inmediatamente a la capital otomana, esperando pacientemente a que el sultán viniera con noticias.

Y llegó al cabo de un tiempo con esas noticias. Lo primero que hizo allí fue reunirse con Mehmed. Se sabe que desde esa conversación que Suleiman tuvo con Mehmed, el corazón del príncipe dio un vuelco grande. Y una vez en la noche, cuando el Sehzade estuvo acompañado de su favorita, le contó todo.

Mehmed se acercó a Mahpeyker con una expresión seria y pesada en el rostro. La tensión en el aire era palpable cuando él tomó sus manos con seriedad.

— Mahpeyker, necesito hablar contigo sobre algo importante.

Mahpeyker, percibiendo la gravedad en la voz de Mehmed, asintió y lo miró con atención.

— Por supuesto, mi príncipe. ¿Qué sucede?

— Mi padre, el sultán, ha tomado una decisión crucial para la estabilidad del imperio. Necesito casarme con la princesa Safavida por el bien de nuestras tierras.

La noticia cayó como una pesada losa sobre Mahpeyker, pero ella se esforzó por mantener la compostura y no mostrar el dolor que sentía en su interior. Con una sonrisa forzada, intentó transmitir serenidad.

— Comprendo la importancia de las decisiones del sultán en la política imperial. Si este matrimonio contribuirá a la paz y evitará conflictos, estoy de acuerdo con tu elección.

Mehmed, al notar la tristeza apenas oculta en los ojos de Mahpeyker, apretó sus manos con afecto.

— Mahpeyker, esto no cambia lo que siento por ti. Nuestro amor sigue siendo fuerte, pero la estabilidad del imperio es una responsabilidad que no puedo ignorar.

Mahpeyker asintió, manteniendo su sonrisa a pesar de la pesadez que sentía en el corazón.

— Entiendo, Mehmed. No deseo ver a nuestro imperio envuelto en conflictos. Si este matrimonio es necesario para preservar la paz, estoy contigo.

— Gracias por esto, por todo, Mahpeyker. Prometo que haré todo lo posible para que esta unión no afecte nuestro vínculo.

A pesar de las palabras reconfortantes de Mehmed, la griega sabía perfectamente que este matrimonio traería consigo desafíos emocionales. Sin embargo, por el bien del imperio y el amor que compartían, decidió enfrentar la situación con valentía y sacrificio. La sombra de la resignación se cernía sobre ellos, pero en ese momento, la fortaleza de Mahpeyker prevaleció, demostrando que su amor estaba dispuesto a soportar las pruebas impuestas por el destino.

Lamentablemente el destino decidía a quien iba a arruinarle la vida.

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