"Feliz Cumpleaños"【𝐄𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥】
He esperado este momento por semanas.
Nervios es lo único que habitaba en mí, al recordar lo que estaba planeando.
Solo espero que le guste.
He investigado mucho. Casi salgo corriendo de la casa cuando todo concordaba.
Todo el plan que he hecho, está saliendo a la perfección.
He esperado tanto el día de su cumpleaños, solo para obsequiarle esto.
Espero que sus ojos se iluminen y su sonrisa aparezca cuando vea la sorpresa.
Nunca me había preocupado tanto por alguien en el día de su cumpleaños.
Claro, solo tenía a Hyunjin y a Jeongin, pero esto es diferente.
Nunca planeé con tanto entusiasmo una sorpresa y mucho menos, que mi mente pensara tan rápido.
Pero si se trata de él, no hace falta que piense.
—Hyunjin —dejo mi celular a un lado y me llevo el dedo a la boca, mordiendome la uña—. Estoy nervioso.
—¿Quieres café? Tal vez te calmaría un poco, juro que no te conozco, Jisung.
—Tu café es un asco —largo un pequeño chillido, ya me lastimé el dedo.
—Me ofendes, pero en todo caso, sería culpa de la cafetera y Jeongin no dice lo mismo.
—Porque Innie no te va a hechar en cara algo así, en cambio yo, podría decirte que esa pintura —señalo a la pared que tengo en frente—. Es horrible.
—En eso sí tienes razón, no entiendo como mi madre pudo haber puesto eso allí —ambos reímos—. ¿Estás emocionado por ésta noche?
—Creo que estoy temblando —tomo mi celular para ver si Minho me ha mandado mensaje.
Nada.
Tuve que sobornar a su jefe para que tuviera el día de su cumpleaños libre.
Solo espero que él no se enoje.
—Ahora que recuerdo, nunca me has hecho una sorpresa como esa —me mira desde la otra punta del sofá, con una ceja levantada—. ¿Qué? Es verdad.
—Es diferente —aparto la mirada, devolviéndola a la pantalla, con el inicio sin ninguna notificación.
¿Por qué tarda tanto? ¿Qué sus profesores no entienden que quiero verlo?
Ya es como una necesidad.
—Dios mío, sus clases sin eternas —paso mis dedos por mi cabello, largando un suspiro.
—¿Qué?
—Nada —dejo el celular sobre un almohadón—. Hyunjin, cambia eso —señalo al televisor que tengo delante.
—Ya, tranquilo —alza el control remoto y comienza a cambiar.
Escucho el sonido de mi celular timbrar. Me balanceo sobre él, para ver quien llama.
—Hyunjin, iré a afuera —solo recibí una seña con su mano para que me vaya.
—Al fin me has llamado, no sabes cuanto te extrañé —ríe desde el otro lado.
—Jisung, recibí un mensaje de parte de mi jefe, diciéndome que tengo dos días libres, ¿se puede saber qué fue lo que hiciste?
—Yo no hice nada, amor ¿qué no estás feliz por eso?
—¿Qué es lo que tienes planeado, Hannie?
—Eso es una sorpresa, ¿ya terminaste con tus clases? Iré por tí.
—Te espero —ríe nuevamente.
Cortó la llamada.
Mis músculos ganan fuerza y se recomponen.
Mi rostro se ilumina con una sonrisa y todo lo que puede llegar a pasar ésta noche, pasa por mi mente.
Solo quiero que sea perfecto.
—Pareces un tonto con esa sonrisa —Hyunjin aparece en el patio trasero.
—Soy un tonto enamorado —paso por su lado para ir a la sala y agarrar mis cosas—. Te contaré luego —lo saludo con la mano y salgo de la casa.
Reviso por décima vez si tengo todo lo necesario dentro del auto y me adentro en él.
Desde ayer que no lo veo.
Alguien debería golpearme, no puedo estar tan enamorado.
No puedo amarlo tanto.
Prendo la radio y esa canción, la que canté con Minho por primera vez, vuelve a sonar.
Golpeo el volante y tarareo al ritmo de la música, mientras voy de camino a su universidad.
Estaciono el auto en frente y mi vista se posa en él, apoyado sobre la pared de la estructura. Sonriendo, con su piel blanca, resaltada por esa camisa y ese pantalón.
Sus ojos se encuentran con los míos desde lejos y al igual que la mía, su sonrisa se incrementa.
Mi corazón comienza a latir un poco más apresurado de lo normal. Nervios, es lo único que bombea a todos mis órganos.
Ésta noche va a ser perfecta.
Minho se despide de Chan y viene hacia acá. Lo miro entrar, aún sin deshacer la sonrisa.
Deja su mochila en el asiento trasero y acerca sus manos a mi rostro para acercarme a él y besarme.
—Eres increíble, ¿lo sabes? —se acomoda en su asiento y se coloca el cinturón.
—Lo sé —pongo el motor en marcha.
—¿Cómo lo hiciste? —me mira.
—¿Hacer? ¿Qué cosa? —sonrío, volviendo a cambiar el canal de la radio.
—Jisung —lo miro y él arquea sus cejas.
—Bien, digamos que... Solamente hablé con tu superior y supo entender la situación.
—Lo sobornaste, ¿verdad? —aparta la mirada.
—Bueno... sí lo miras así, suena mal, mira el lado positivo.
—¿Ah, sí? —vuelve a posar sus ojos sobre mí—. ¿Cuál?
—Pasarás el día de hoy conmigo —paro en un semáforo y me acerco a él—. Y el día de mañana, porque tengo algo para tí —alcanzo su rostro con mis manos y lo atraigo a mí para besar sus adictivos labios.
Nunca fuí tan feliz en mi vida.
—Hannie, están tocando bocina —apoya sus manos en las mías que yacen en sus mejillas.
—Pueden esperar —vuelvo a besarlo, pero él se separa—. Llegamos y te voy a dejar esa boca hinchada —ríe.
Su carcajada es mi única música.
—¿Qué es lo que tienes para mí? —indaga con una sonrisa.
—Mmmm, no lo sé —dejo mi mano en su pierna—. Lo verás cuando te lo dé.
—¡Jisung, dime!
—No insistas, amor, porque no te lo diré —lo miro—. Aunque...—
—¿Aunque? —vuelve a elevar sus cejas.
—Te podría decir que...—
—Más rápido, Jisung —parece un niño de cinco años esperando un dulce.
—Encontré una película que seguro te encantará, iremos a verla —ahora luce como un niño, el cual le han quitado un dulce.
Cruza sus brazos y bufa formando un puchero.
—No te pongas así, veremos una película, podríamos fo...—
—No —largo una carcajada.
—No te enojes —dejo el auto en la entrada de mi casa y él sale rápidamente—. Minho no corras.
Cierro la puerta principal detrás de mí y él sube las escaleras, sin mirarme.
Mí niño.
Voy hacia la cocina y pongo el microondas palomitas, para ver esa película, que no tengo idea de cual será, porque solo fue una excusa.
Espero encontrar alguna, para hacer tiempo, hasta la noche.
Para darle mí sorpresa.
Saco el recipiente y me dirijo hacia las escaleras.
Minho está acostado en el medio de la cama, con su boca formando aún un puchero, con el control remoto en alto, cambiando los canales de la televisión.
—¿Sí sabes que te ves tierno? —me acerco a él, dejando el tazón en el centro del colchón.
Quiero besarlo pero no me deja.
—Solo espera hasta la noche, te olvidarás de que te hice enojar —me mira.
—No hay película la cual mirar, ¿no es así? —le sonrío.
—Eres tan inteligente —larga una pequeña risa.
Me apoyo en su hombro y él me acaricia el cabello.
—Claro que hay película —subo el volumen del televisor—. Nunca es mal momento para ver Spiderman.
Acerca el tazón y se lleva un par de palomitas a la boca.
—Espera —paso por arriba de él, no sin antes dejarle un beso y me coloco del otro lado de su cuerpo—. Así —apoyo mi cabeza en su pecho—. Así puedo escuchar el latido de tu corazón.
Alzo mi mirada y él me besa.
Quiero estar con él, el resto de mi vida.
Es lo único que deseo.
Besarlo infinidades de veces.
Hacerlo mío de la mejor forma.
Acariciar su piel.
Verlo despertar por la mañana.
Hacerle el desayuno o hacerlo juntos.
Verlo reírse, sonrojarse.
Eso es lo mejor.
Amarlo.
Amarlo por el resto de mi vida.
Algo que pensé que nunca me ocurriría, él lo está haciendo.
Me está acariciando el cabello y dejando besos en éste, mientras vemos una película insignificante, porque, cuando estamos juntos, creamos un mundo.
Nuestro propio planeta.
Donde solo vivimos él y yo. A nuestra manera, con nuestras tonterías, con nuestro amor.
Él es mi mundo, desde que me acerqué.
Él es mi oxígeno, el que me hace vivir.
Él es que permite que yo ame y que alguien me ame.
En sus ojos está el cielo y en su sonrisa, el sonido de su voz, sus caricias, están las estrellas.
Jodido hermoso mundo.
Todo sería tan fácil. Él y yo, sin nadie que nos interrumpa, amándonos como nos merecemos.
Como él lo merece.
—Minho, ¿qué hora es? —lo miro y él busca su celular.
—Siete y treinta.
—Tendría que ir a recogerte —sonrío.
Así fue como empezó.
—Qué gracioso eres —finge una risa y yo pellizco su piel.
—¡Auch! ¡Es una zona sensible! —se queja.
—Conozco otra parte sensible y creéme, el costado de tu cintura, no lo es —tapa su rostro con sus manos mientras largo una risa.
—Abrázame —aparto las manos de su cara, haciendo que las deje nuevamente sobre mí—. ¿Te dije que eres hermoso?
—No.
—Eres hermoso —me besa—. Bien, cámbiate esa camisa, nos vamos, aunque, no me quiero separar.
—¡Jisung! ¡Vamos! —se levanta rápidamente y agarra la primera camiseta del armario y empieza a desabotonar lo que cubre su torso.
—¡No, aquí no! —me cubro los ojos.
—¿Cuál es el problema? Ya me has visto así.
—Lo sé, pero no quiero excitarme y que tú me dejes con las ganas —aparto la mano y me siento al borde de la cama.
—¿Quién dijo que te dejaría con las ganas? —sonríe.
—Minho, te espero abajo —larga una carcajada, mientras salgo de la habitación sin mirarlo.
Pero que chico tan excitante.
Quiero follarlo, claro que quiero, pero no es el momento.
—¿No tienes una erección, o sí? —aparece detrás de mí.
—No es gracioso, amor —ríe aún más—. Vamos —le extiendo mi brazo para que tome mi mano—. Llegaremos tarde.
—¿A dónde vamos? —caminamos hacia afuera.
—No lo sé —dejo un beso en su cabeza y le abro la puerta del auto.
Corro apresurado hacia el otro lado para ponerlo en marcha.
Vamos nuevamente a aquel lugar.
El lugar donde descubrí el por qué soy tan feliz.
A ese campo rodeado de flores, con un pequeño claro.
En donde Minho se apoyó en mi pierna y me enseñó con solo un beso el por qué lo amo.
O el por qué me hace ser una mejor persona.
—Hannie —pone su mano en mi cabello, con un tono dulce en su voz —¿A dónde vamos? —sabe exactamente como manipularme.
—¿No vas a parar hasta que te lo diga? —asiente con su cabeza—. Vamos a un lugar, grande y espacioso, aire libre.
—¿De noche? —sus dedos acarician mi oreja.
—Esa es la sorpresa, Minho.
Es el momento.
Pensando día a día, lo que iba a hacer, durante horas, ahogándome en un grito silencioso al imaginarme que iba a pasar si esto no concordaba.
O si a él no le llegara a gustar.
Lluvia de estrellas y luna llena, en un cielo totalmente oscuro.
Le voy a enseñar quién es mi cielo y dónde está mi estrella.
Él y yo.
—¿Es demasiado lejos? Ya llevamos dos horas de viaje.
—No seas exagerado, ya llegamos —agarro su mano que estaba enredada en mi cabello y la llevo sobre su pierna—. ¿En serio no reconoces el camino?
—Claro, fue cuando fuimos al... ¡Jisung! —ríe—. ¿Por qué no me dijiste antes?
—Es sorpresa, amor.
—El cielo está tan hermoso —mira a través de la ventanilla.
—Igual que tú —le sonrío.
Mi hermoso cielo.
—Bien, llegamos —aparto el auto del camino, sacando las llaves y Minho sale corriendo.
Salgo rápidamente, sacando una manta y unos bocadillos extras.
—¡Minho, ¿Por que corres?! —hago lo mismo que él.
—¿Por qué no me dijiste que vendríamos aquí?
—¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Hay que esperar, solo un poco.
Tiro la manta en el suelo fresco. Me siento sobre ella, con las piernas estiradas, palmeando el espacio que queda en éstas, para que Minho se siente.
Recarga su peso sobre mí, apoyando sus manos sobre las mías en su abdomen, acariciandolas suavemente.
—¿Qué ves? —pregunto luego de varios minutos en silencio.
—El cielo está estrellado, la luna está más brillante que nunca, es hermoso, ¿Y tú, qué ves?
—A tí —gira su rostro para verme y une nuestros labios.
Suave y cálido. Nuestras lenguas acariciándose y nuestros cuerpos abrazados, bajo la luz de la luna, es simplemente maravilloso.
—Te escuché decir, una vez, que te gustaría ver una lluvia de estrellas —me mira detenidamente, mientras mis ojos se posan en el cielo—. Investigué y cuando ví que todo encajaba a la perfección, me emocioné tanto que hasta dejé de respirar —abrazo un poco más su cintura—. En este día hay una lluvia de estrellas y luna llena, así que, mientras iba planeando que obsequiarte, pensé en esto —vuelve su vista al cielo.
—Esto es perfecto, yo no sé que decir...—
—Tú eres perfecto —volteo mis ojos hacia él—. Feliz cumpleaños, amor —dejo un beso sobre su sien.
—Todavía no lo es —sonríe.
Saco mi celular, mostrándole la pantalla, la cuál ilumina su rostro al ver una foto nuestra como fondo.
—Doce en punto.
El cielo se iluminó aún más.
Pero mí cielo se iluminó cuando sus ojos se encontraron con los míos.
—Te amo —digo, mirándolo a los ojos.
—¿Mucho?
—Mucho, mucho, mucho.
—Te amo —me besa.
Sus besos mi oxigeno.
Su rostro mi cielo
Sus ojos mis estrellas.
Felíz cumpleaños a la persona que me enseñó a amar, con todas mis fuerzas.
Feliz cumpleaños bebé Lino🐱
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