34 "Visita"

¿Sabes lo feliz que estoy?
Jamás me había sentido así desde hace mucho tiempo.
Si supieras todo lo que me haces sentir...

Pero es mejor que me lo guarde, no quiero morirme de la vergüenza.

¿Sabes cuánto te extrañé?
Una sensación invadía mi cuerpo, como si algo me faltara, estaba incompleto.
¿Sabes lo absurdo que suena eso? ¿Qué una persona te complete? ¿Al punto en el que sin ella no puedes respirar?

Sí, es absurdo, pero a la vez lindo.

He dicho que voy a tratar de sobrevivir sin tí, pero aquí estoy, necesitandote cada vez más.
Estos ocho días fue un sinfín de emociones, sentimientos y pensamientos que habitaban en mí, en mí corazón y en mí cabeza.
Tristeza, enojo, traición, uso. Todos ello en los primero días, luego, aún más triste, desilucionado y con un vacío que no se llenaba con nada.
Luego te extrañaba... no, eso siempre lo hice. Te necesitaba.
Pero eso acabó, todo lo que sentía se esfumó al escuchar tus palabras detrás de esa puerta y mucho más cuando pasaste la carta por debajo.

Fue lo más hermoso que he leído.

Me doy vuelta sobre el colchón, estirando el brazo para encontrar a Jisung, pero el no está.
Me levanto rápidamente, yendo hacia el armario, para buscar mí ropa allí.
Me cambio completamente y salgo de la habitación. Bajo las escaleras y me encuentro a Jisung mirando televisión en la sala.
Me acerco a él y me siento a horcajadas en su regazo. Llevo mis manos a su cuello y las suyas van hacia mi trasero.

—Buenos días —sonríe. Se acerca a besarme pero yo me alejo.

—¿Qué pasó con eso de que sí se despierta uno el otro también?

—Dormías como un bebé, no podía despertarte y me dió hambre.

—La próxima me despiertas y te preparo el desayuno.

—También sé prepararlo —largo una carcajada.

—No estoy diciendo eso, solo que prefiero hacerlo yo porque me gusta hacerlo para tí.

—¿Seguimos hablando del desayuno? —pellizco la piel de su hombro—. Bromeo —sonríe una vez más.

Empujo hacia delante su cuello para atrapar sus labios, formando un beso delicado, que pasa a ser uno salvaje.

Quiero más.

Comienzo a mover mis caderas, sintiendo su miembro. Mete sus manos por debajo de mi camiseta, así acariciar mi espalda, pasando sus labios a mí cuello.

—Dime, en esos ocho días que hemos estado lejos, nadie te tocó de esta manera, ¿verdad?

—¿Por qué lo dices? claro que no.

—Solo es una excusa para decirte que eres mío y me mataría la idea si es que alguien te toca como yo lo estoy haciendo ahora —succiona fuertemente una parte de mi cuello, que seguro no podré ocultar—. ¿Y ese loco no ha vuelto a ir? no quiero hacer otra escena de celos sí es que te toma del brazo como lo hizo la otra vez.

—Al fin admites que fue una escena de celos —trato de formular mediante jadeos—. Pero no, no ha vuelto a ir —paso a su cuello, el cual ladea hacia un lado para tener más acceso hasta su clavícula—. ¿Sabes una cosa? —lo miro a los ojos—. En ese baño, quería que me follaras, pero tenía que seguir con mi papel de enojado —aparta sus labios de mi piel y me mira.

—¿Me habías perdonado ya?

—No, solo quería que me folles, ahí, como la primera vez —susurro en su oído.

—¿Quién te enseñó a hablar así? me excitas —muerde con suavidad mi mentón, dejando un camino de besos húmedos hasta mis labios—. Además, cuando te conocí, no te salía ni la palabra follar.

—Te tengo a tí de novio, ¿de quién voy a aprender?

—Con razón tienes buenas notas, aprendes rápido —sus dedos se deslizan por el borde de mi jean hasta llegar al botón.

—¿Quieres desayunar?

—Sí, a tí —saca sus manos de mi espalda y me quita la camiseta, haciendo lo mismo con él.

Mis dedos van hacia el cordón de su pantalón para tirar de él, hasta que me separo y lo miro fijo.

—No podemos hacer esto aquí, Jisoo nos verá —vuelve a besarme.

—Resulta que tienes un novio muy listo, quién le dio el día libre a su sirvienta —largo una carcajada, mientras él pasa su lengua por toda la piel de mi cuello hasta mi clavícula.

Mis manos por fin ya están agarrando su duro pene.
Comienzo a frotarlo lentamente, logrando que suelte jadeos en contra de mí piel.
Hasta que su lengua encuentra mis pezones y comienza a jugar con ellos, succionando y mordiendo con crueldad. Un leve gemido se escapa de mi boca, avergonzándome de ello por un simple roce.

—¿Estás excitado? —vuelve a besarme.

Me bajo de sus piernas y me pongo de rodillas. Tomo el borde de su pantalón para tirar de él. Jisung me ayuda un poco elevando su cuerpo para que pueda pasar sin problemas.
Tomo de nuevo su miembro, frotándolo lentamente. Lo engullo en mí boca, lamiendo un poco su glande para luego pasar mi lengua por toda su extensión, hasta que por fin lo meto completamente en mi cavidad bucal.
Hunde sus dedos en mi cabello, ayudándome con movimientos suaves, de esta manera, follando mi boca. Luego de unos segundos, toma mi barbilla y se acerca para besarme.
Me pongo de pie y sus manos van directo hacia el broche de mi jean. Los quita, dejándolo a la altura de mis tobillos, haciendo que yo haga el trabajo final por quitarlos completamente.
Toma mi miembro, frotándolo de la misma manera que yo, volviéndome loco por más. Da unas rápidas estocadas con su boca y se levanta del sofá quedandose a mi altura, para besar mis labios.

—Quiero montarte como aquella vez —susurro en su oído.

Camino empujándolo hacia el sofá, logrando que se caiga sobre él, con una gran sonrisa ladina en su rostro.
Me siento a horcajadas, tomando su miembro para llevarlo a mí entrada.

—Oye, te lo dije, no quiero lastimar ese culo —sonrío y vuelvo a besarlo.

Quita mi mano y entrelaza los dedos por unos segundos. Pasa sus labios hacia mi cuello, para succionar con fuerza.

—Juro... que luego te... te mataré, Hannie —logro decir entre jadeos.

—Sí es a besos, dejaré que lo hagas —tomo su mejilla y vuelvo a besarlo

—Házmelo —voy dejando un camino de besos húmedos hasta su nuez de Adán.

—Poco a poco, ya sabes —sus dedos van hacia mi boca, los cuales dejo entrar.

Chupo ambos, mirando como se muerde su labio inferior y dejo una cantidad de saliva.
Siento como uno de ellos roza mi entrada y entra lentamente. Comienzo a mover mis caderas despacio, de arriba hacia abajo. Otro ingresa en mí, intentando dilatar mi entrada haciendo que se me escape un gemido.

—Más, Hannie, más —susurro.

Sus dedos se retiran y se posan en mí cintura, para levantar mí cuerpo. Dejo una mano en su hombro y la otra se dirige para tomar de su miembro y llevarlo de nuevo hacia mí entrada. Bajo lentamente, mordiéndome el labio inferior, sintiendo como toda su extensión y grosor entra en mí.
Comienzo a moverme, aún lento, tratando de acostumbrarme a él.
Sus manos dejan mi cintura y se van hacia mi trasero, apretando cada una de mis nalgas.
Gemidos y jadeos no dejan de salir de nuestras bocas, aún más cuando comienzo a acelerar.
Jisung me acomoda un poco más, encontrando así mi próstata.
Acelero aún más, haciendo que el sonido de nuestras pieles chocando se escuchen por toda la sala, y la misma, sea inundada de gemidos.
Ahora, toma mi miembro y lo frota rápidamente, llevándome al mismo cielo.

—Hannie... —gimo en su oído—. Me estoy por...

Y ambos acabamos en el mismo momento.
Su abdomen ha quedado lleno de semen. Paso mi lengua por todo su torso, para limpiarlo mientras me bajo de su regazo.
Me quedo de rodillas una vez más y tomo su miembro, llevándolo a mi boca, para quitarle los restos del liquido.
Me pongo de pie y miro fijamente un rostro sonriente. Tira de mi mano, volviendo a sentarme sobre él.

—Eres salvaje —muerde mi labio inferior para luego besarlos—. ¿Segunda ronda?

—Muero de hambre.

—Te acabas de tragar mí... —golpeo su hombro—. ¡Auch!

—Haré el desayuno —dejo un corto beso en sus labios y luego salgo de sus piernas.

Visualizo mi pantalón junto a mis bóxers y los paso por mis piernas hasta mi cintura. Al otro lado está mi camiseta, la cual me coloco de nuevo, al igual que la sudadera que he dejado la noche anterior.
Miro de reojo a Jisung, quien también ya está terminando de vestirse y voy hacia la cocina.
Tomo de la heladera un plato con frutas y lo dejo arriba de la isla, llevándome una fresa a la boca.

—Jisung, ¿quieres tostadas? —alzo la voz para que me escuche.

—No —me abraza por la cintura y yo me sobresalto un poco—. Con tu café estoy bien.

—Deja de asustarme así.

—Lo siento, pero me gusta hacerlo.

Alzo la puerta del gabinete para sacar dos tazas y una cápsula de café.
Mientras el líquido cae en la jarra de vidrio, siento la mirada penetrante de Jisung sobre mí.
Me giro y enredo mis brazos sobre su cuello para acariciar su cabello.

—¿Sucede algo? —prugunto, frunciendo mi ceño.

—Sí... hay algo que no te he dicho aún —las facciones en mi rostro se ablandan y mi corazón comienza a latir como loco—. No te he dicho que te amo —largo un enorme suspiro y mi corazón comienza a normalizarse.

—¿Quieres que te mate?

—Tú sabes que si es a besos me encantaría —deja un beso en la punta de mi nariz—. ¿Te asusté?

—Mucho —trato de sonar serio, pero el sonido de su carcajada me hace reír aún más.

La cafetera se apaga automáticamente, indicando que ya está listo. Me aparto de él, quién se dirige a sentarse, mientras yo vierto el café espumoso en la taza.
Las dejo sobre la isla, sentándome enfrente. Llevo otra fresa a mi boca mientras Jisung sigue riendo.

—¿Qué es lo gracioso?

Y un ruido, como unas llaves dando vuelta en su cerradura, nos saca de nuestro momento.
Miro a Jisung, quien esconde su rostro en sus manos cuando una mujer aparece en la cocina.
Salgo de mi asiento y hago una reverencia.
La señora mira a Jisung y luego a mí, quien me sonríe.

—Parece que mí hijo no nos va a presentar, soy Jihyo, su madre —hago otra reverencia y acepto la mano que me extiende.

Oh Dios, que visita tan inesperada.

—Soy Lee Minho —miro a Hannie, sin saber qué más decir, el cual él lo entiende. Sale de su asiento y se acomoda a mí lado, tomándome de la mano.

—Él es mi novio —a pesar de que mi corazón late a más no poder y la mano de Jisung esté a punto de destruirse por apretarla tan fuerte, una sonrisa se posa en los labios de la mujer.

—Me alegro de eso —la señora deja su bolso arriba de la mesada—. ¿Dónde está Jisoo? necesito un café. Creo que aparecí justo en el monmento del desayuno —se sienta donde anteriormente estaba su hijo—. Me iré en unos días a Estados Unidos, tengo una reunión importante con unos empresarios, así que solo vine a ver como estaba la casa.

—Jisoo no está aquí...

—Si quiere le puede servir café recién hecho —interrumpo antes de que diga algo inapropiado.

—Claro —su rostro brinda una sonrisa cálida ante mis ojos.

Suelto su mano y me doy vuelta para alcanzar una taza.

—Me daré una ducha, no tienes por qué estar aquí —lo miro y le sonrío.

—Claro que sí, quiero y debo, es tu madre —aparto la vista y lleno la taza—. Ve a ducharte, no te obligaré a estar donde no quieres —asiente y deja un beso en mí sien, para luego irse.

Dejo la jarra de vidrio donde pertenece. Respiro profundo y me giro para ir hacia ella y sentarme donde estaba antes.

—¿Mí hijo está bien? —pregunta, mientras le extiendo la taza.

—Sí, noona, él lo está.

—Solo llámame Jihyo, si lo deseas —asiento con una sonrisa—. ¿Él es feliz?

—Creo que le debe preguntar eso a Jisung —aparta la mirada y me doy cuenta de lo que acabo de decir—. No, lo siento, no lo quise decir así...

—Está bien, lo entiendo, tengo que mejorar mi relación con él, pero no se como, vivo viajando, nunca llamo, de hecho, siempre... —busca algo en su bolso—. Llevo este pequeño álbum, siempre que le quiero hablar, lo miro, pero no me animo. Debes estar pensando que clase de madre no se anima a hablar con su hijo...

—No, claro que no.

Aparto la taza de café, para tomar el libro que está sobre la mesa.
Lo abro y en la primer imágen aparece un niño de unos ocho años, vestido con el uniforme escolar.

Desde niño ya era precioso y muy parecido a Jihyo.
Él jamás me había mostrado fotografías así, supongo que debo agradecer a su madre.

—Oh, en esa se creía valiente y subió a una montaña rusa, me han contado que volvió con todo su cuerpecito temblando —hace referencia a una foto con Hannie llorando.

—¿Le han contado? —arqueo ambas cejas, pero cambió mi expresión para que no note lo sorprendido que estoy.

—Sí, no he estado muy presente en su infancia... en toda su vida.

Ahora lo entiendo.

—Y en ésta —señala una en la que está comiendo—. Fue la primera vez que probó pastel de chocolate —cierra el álbum de repente, pero sin ser brusca—. No sé si es porque nunca estoy o porque no confía en mí para contarme sus cosas o porque justo llegué y tú estás aquí, pero ésta es la primera vez que él me ha presentado a alguien, aunque sea porque se sintió obligado —larga un suspiro—. Demuéstrale el amor que yo no he podido y que creo que nunca podré, ¿sí?

—Nunca es tarde para arreglar las cosas —paso una mano por mi cabello, volviendo a respirar profundente—. Volviendo a su pedido, lo hago y lo haré, de eso no se preocupe —asiente lentamente.

—¿Has terminado? —Jisung se hace presente—. No quiero que llegues tarde a tu trabajo, mamá.

—Tienes razón, tengo que pasar por la empresa primero —la señora se levanta, guardando el álbum disimuladamente—. Es un gusto haberte conocido, Minho —me levanto también y realizo una reverencia.

Iba a contestar, pero Jihyo ya no está.
Me acero a Jisung, quién mira hacia el suelo. Tomo de su mejilla y sus ojos ahora están sobre los míos.

—¿Por qué le dijiste aquello? —me toma de la cintura y empuja de mí, para abrazarme.

—Shh, abrázame fuerte —hago lo que me pide. Acaricio suavemente su cabello, mientras él esconde su rostro en mí cuello.

—Solo dime que no te irás como ella lo hace siempre —sobo su espalda, mientras le dejo un beso en su cabeza.

—No lo haré, Hannie, claro que no.

La relación con su madre le afecta más de lo que dice.
Pero yo estaré ahí para cuidarte, así como tú lo haces conmigo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top