33 "Razones"
No sé como mierda hacer esto, nunca había escrito algo así y tampoco sé si algo bueno va salir, solo... léelo y si no quieres hacerlo o ni siquiera aceptas esta carta, lo entenderé.
Lo siento. Ya no sé de que forma decirlo para que entiendas lo tan arrepentido que estoy, no de tí, sino de no habértelo dicho antes.
¿Quieres saber lo que significas para mí? eres mi vida, mi mundo, el aire que respiro, mi amor, mi felicidad... eres todo lo que me faltaba, lo que nunca busqué.
Pero te encontré a tí, y lo que juré nunca sentir, lo has despertado poco a poco y has logrado que me enamore de lo que me haces sentir. Me enamoré de tí, como nunca lo pensé.
Perdóname, por hacerte sentir usado, traicionado o que no eres suficiente. Por todas las inseguridades que seguro generé en tu cabeza. Solo déjame decirte que nada de eso es verdad. Nunca fuiste un juego, pero yo trataba de convencer de que así lo era. Nunca dije nada que no sintiera, todo lo que salió de mí boca, lo sentía, cada una de las palabras.
Minho, sacaste lo mejor de mí, algo que desconocía por completo, ¿cómo no voy a amarte? eres lo mejor que tuve, que tengo y que tendré.
Te amo tanto.
Al principio, me costó tanto comprender lo que era amar pero tú... tú me has hecho entender que no soy nada sin tí.
Te necesito para respirar, ¿entiendes eso? te necesito para sentirme completo.
Te necesito para volver a ser yo, pero no a la persona que era antes de tí, sino a la que tú has formado. Si, Minho, me haces ser alguien mejor.
Sí lo hubiera sabido antes, que serías el amor de mi vida, que me iba a enamorar así de tí, jamás habría hecho lo que hice, esa apuesta no habría existido.
¿Ahora entiendes lo que significas para mí? eres mí todo.
Te amo demasiado, amor.
También te amo demasiado, Hannie.
Eres ese amor que siempre quise.
Ahora sé con casi exactitud lo que sientes por mí. Déjame decirte, que tampoco puedo respirar sin tí y que contigo estoy incompleto.
Creo que me volví dependiente de tí.
Y viniendo de mí, es extraño. Desde la muerte de mi madre y la depresión de mi padre, me he hecho cargo de mi hermana y de sus sesiones terapéuticas, con un solo trabajo.
Te conocí a tí y todo eso se fue.
Toda la valentía que sentía, al salir cada día hacia la cafetería y mantener la beca en la universidad, se ha esfumado.
Creo que también te has vuelto mi ancla.
—¿Qué lees? —la voz ronca de Jisung me hace salir de mis pensamientos.
—Es la carta —larga un pequeño gruñido y se acomoda un poco más en mi pecho.
—Te dije que adelante mío no —mi mano abandona el costado de su torso, más bien el lado de sus costillas y las dejo sobre su cabello.
—Estabas dormido, no puedes decirme que te pones nervioso.
—Bien, no tengo excusa, solo no me digas nada...
—Es lo mejor que he leído, Hannie —reviso de reojo la letra en el papel, lo doblo en cuatro y lo dejo debajo de mi espalda.
—Te dije que no me digas nada —deja un tierno beso en mi pectoral—. ¿Tienes que trabajar hoy?
—Tú sabes que sí.
—Pero te quiero conmigo todo el día.
—Ya, no te quejes, estás todo el día en la cafetería.
—Sí... —apoya su mentón en mi pecho y mis ojos se encuentran con los suyos, un poco adormilados—. ¿Eso te incomoda?
—No Hannie, claro que no. Puedes ir el tiempo que quieras.
—Tengo qué —vuelve a su posición de antes—. Mira si regresa ese idiota y no te deja hacer tu trabajo.
—No te pongas celoso.
—No estoy celoso.
—Seguro, seguro —doy unas palmaditas a su cabeza—. Haré el desayuno —lo aparto suavemente de mí.
—Te dejaré ir solamente porque tengo hambre.
Largo una carcajada. Tomo la carta que estaba debajo mío y la dejo sobre la mesita de noche.
—Sí tocas eso, te mato —señalo con el dedo el sobre.
—De acuerdo, no lo haré.
Me dirijo hacia el sofá que está al lado de la puerta corrediza que da al balcón. Tomo un jean azul del bolso y busco también alguna camiseta, pero ninguna me convence. Voy hacia el armario de Jisung y reviso las suyas.
—¿Me prestas ésta? —tomo una, con el logo de Supreme, como todas las que tiene.
—Todas las que quieras —lo miro de reojo, apoyado sobre su codo con la cabeza en la palma de su mano y sonriente.
Dejo la camiseta en mi antebrazo, junto al jean y vuelvo a mirar hacia el interior del armario, encontrandome con algo conocido. Lo tomo y estiro la camiseta, delante de los ojos de Jisung, quién se acerca mí.
—Vaya, la he encontrado —bajo la tela y me encuentro a un Jisung un poco sonrojado.
—Que bueno, ahora déjala ahí, que yo sepa, no me has devuelto la que te llevaste.
—Tú me la obsequiaste.
—Por eso, déjame esa ahí —me la quita de las manos y la pone de nuevo en su armario—. Luego, pon tu ropa dentro, no quiero que quede en un bolso —hace referencia al armario.
—¿Seguro? —toma de mi cintura y asiente.
—Me daré una ducha.
—Pero yo...
—Claro que puedes ducharte conmigo —sonríe ladino.
¿Te he dicho cuanto te extrañé?
—Luego —subo mi mano derecha a su cuello—. Llegaré tarde.
Rodea sus ojos y me deja un suave beso en la mejilla para luego irse hacia el baño.
Escucho como la puerta se cierra y el agua comienza a caer.
Me quito el pijama solo para ponerme la prenda que estaba en la mano.
Colo mis zapatillas y me miro al espejo para acomodar mi cabello.
Bajo rápidamente las escaleras y me adentro a la cocina. Sobre la mesada hay un plato con frutas, cortadas perfectamente, y otro, con tostadas con mantequilla.
Dejo sobre la isla lo que preparó Jisoo. Bajo dos tazas del gabinete y pongo una capsula de café en la cafetera. Mientras el líquido cae en la jarra de vidrio, vierto jugo de naranja en dos vasos.
—Me encanta ese olor —Jisung me abraza nuevamente por la cintura.
—¿Dejarás de asustarme así? —hecho el café en ambas tazas.
—Déjame pensar... no.
—Trae eso —hago seña con mi cabeza para que tome los vasos y los deje sobre la isla.
Se sienta justo enfrente; agarra una uva y se lo lleva a la boca, haciendo lo mismo con su taza.
—Oh, mierda, amo tu café —lo miro y sonrío.
—¿Es la única razón por la cual me amas?
—No, hay millones más por la cual te amo.
—¿Sí? —dejo el vaso de jugo donde estaba mientras que él asiente—. ¿Cuáles?
—Si te las digo no me alcanzaría la vida —ambos largamos una carcajada.
—Deja las bromas y dime —tomo una fresa y me lo llevo a la boca.
—De acuerdo —bebe un poco más del café—. Número uno, lo haces tan delicioso que me volví adicto —arqueo ambas cejas quedando un poco boquiabierto—. Al café... aunque a lo otro también, por si preguntas.
—¡Jisung! —largo otra pequeña carcajada.
—Ya, número dos —se levanta de su silla y se acerca a mí, abrazándome por detrás—. El sonido de tu risa, me pone feliz —besa mi mejilla—. Número tres, que siempre dices que llegas tarde, aunque no sea así y no quiero que te enojes porque ya son las diez y treinta, y si, sí estas llegando tarde —miro hacia el reloj en la pared y dejo rápidamente la taza sobre la mesada.
—Te voy a matar —suelto su agarre en mi cintura y salgo de la cocina.
Tomo mi mochila por si es necesario y me acomodo la camiseta dentro del pantalón, mientras que él solo me mira apoyado en la puerta. Hasta que se acerca a mí y me toma de nuevo por la cintura.
—Mátame a besos, ¿sí? —agarra mi labio inferior con sus dientes y luego los besa. Se separa de mí y me mira a los ojos—. Razón número cuatro, eres precioso y cinco, me encanta cuando te sonrojas así —sonrío.
—Estoy llegando tarde por tu culpa.
—Seis, eres tan responsable que me excitas.
—¡Jisung! —golpeo su hombro y me alejo de él.
Salgo de la casa, con Jisung detrás.
Abre la puerta del copiloto para que yo pueda entrar, no sin antes dejar un largo beso en mis labios.
—Ponte bien el cinturón —dice, apenas se acomoda en el asiento. Enciende el motor y lo pone en marcha.
"Perdóname, por hacerte sentir usado, traicionado o que no eres suficiente. Por todas las inseguridades que seguro generé en tu cabeza".
Esta mañana he leído tantas veces esa carta que ya me la memoricé.
A pesar de todo lo que he sentido estando lejos tuyo, de todas las pesadillas que he tenido, te perdono, en verdad lo hago. Te amo demasiado como para no hacerlo, porque todo lo que se generó en mi cabeza, era mentira, y la única verdad es que me amas, ¿no es así?
Jisung gira hacia la izquierda, encontrándose enseguida con la cafetería. Me quito el cinturón y me giro a mirarlo.
—¿Vendrás más tarde?
—Eso, razón número diez, preguntas cosas que ya sabes.
—¿Diez? ¿No quedaste en la seis? —apaga el motor y gira para mirarme directo a los ojos.
—He nombrado algunas que no tienes porque saber.
—Eres un tramposo —se encoge de hombros y curva sus labios hacia abajo.
Pongo mi mochila en mi hombro y me acerco besarlo. Salgo del auto y me inclino hacia la ventanilla.
—Ve pensando bien en la once —giño mi ojo y rodeo el auto para ir a la cafetería.
Entro al lugar, el cual ya está ordenado para los clientes, gracias a Seungmin y a Chan. Me dirijo detrás del mostrador y dejo mi mochila en uno de los gabinetes de abajo, sacando mi delantal marrón. Ato las tiras alrededor de mi cadera y termino por colocarme la credencial. Y el lugar comienza a llenarse.
"Minho, sacaste lo mejor de mí"
¿Es eso verdad? ¿Puedes decirme que fue lo que hice, Hannie?
Porque siento que no he hecho nada de eso, sino que has sido tú.
Tú has cambiado solo porque así lo has querido, lo único que hice fue amarte como lo mereces.
"Te necesito para respirar, ¿entiendes eso?"
Claro que lo entiendo, porque yo también te necesito. Te necesito conmigo todos los minutos del día, ¿cómo lo has hecho?
No dejo de pensar en tí, ni aunque quisiera, ¿cómo puedes estar en mi mente todo el tiempo? ¿cómo yo dejé que esto pasara?
Pero aunque me queje, me gusta que sea así.
Ya ha pasado la hora del almuerzo y ni siquiera tuve un respiro de cinco minutos para terminar un simple sandwich.
De aquí para allá, todo el día. Y aunque tenga que resistir solo un poco, es demasiado agotador.
Antes de trabajar aquí, pensé que sería fácil y solo lo hice por el dinero que pagan. Claro, no es mucho, pero es algo más de lo que pagan en otras.
—Chan, la mesa dos llama —aviso.
Mi amigo rodea sus ojos y agarra la bandeja redonda y se dirige hacia donde lo llaman.
Mientras que yo sigo cortando pastel para ubicarlo en la heladera exhibidora y algunos muffins también.
—Razón número veinte, me gusta verte trabajar —me sobresalto un poco, dejando caer un muffin.
—¿Cuándo dejarás de asustarme así? —levanto el postre del suelo y se lo entrego a Jisung—. Ahora cómetelo.
—¿En público? —me inclino sobre la ancha madera que nos separa para golpearle el hombro, mientras que él larga una carcajada.
—¿Veinte? ¿Qué no te dije que pensaras bien la once?
—He pensado desde la razón once hasta la diecinueve, contigo follando.
—¡Jisung! —larga otra carcajada y le da otra mordida al muffin.
—Si quieres te las digo —niego rápidamente.
—No, gracias —lo miro a los ojos y me sonrojo un poco—. ¿Quieres café?
—No, házmelo en casa —arqueo ambas cejas—. ¡Al café! bueno, lo otro tambien, si quieres... —largo una pequeña carcajada.
—¿Te gusta verme trabajar? eres un acosador —apoyo ambos brazos en el mostrador y lo miro fijamente.
—Te encanta este acosador —rodeo los ojos y me quito el delantal.
Lo guardo en el lugar de siempre y tomo mi mochila.
Me acerco hacia mi lindo novio, quién me estira su brazo para aceptar su mano. Me inspecciona de arriba a bajo, frunciendo su ceño.
—¿Qué cosa de que debes abrigarte más no entiendes? solo traes una sudadera.
—Ya, estoy bien, vamos —tiro de su mano hasta afuera de la cafetería.
Al sentir el aire fresco, no puedo evitar que un escalofrío recorra todo mi cuerpo, haciendo que tiemble un poco.
—Razón veintiuno —se quita la chaqueta y saca la mochila de mí hombro—. A veces, eres cabeza dura —la deja sobre mis hombros y yo termino colocándola completamente.
—¿Tú no tienes frío?
—No, estoy bien —me mira y sonríe, volviéndome a tomar de la mano.
—¿Razón veintidos?
—Déjame pensar —caminamos por las calles casi vacías de Seúl, mientras el finge pensar. Paramos enfrente del auto y él me toma de las mejillas.
—De aquí a las un millón de razones que me quedan, te amo mucho.
—¿Mucho? —sonrío y rodeo su cuello con mis brazos.
—Tú sabes que no puedo respirar sin tí, ahora la pregunta es si tú me amas.
—Hablas mucho...
—No, no, no, esa es mi razón veintitrés, tú hablas demasiado.
—Cállate y besame, Hannie —deja un corto beso en mis labios—. No eso no —soltamos una carcajada y luego une nuestras bocas para formar un beso, muy largo.
—Me... estoy... congelando —dice, entre besos —me alejo de él y cada uno entra en el vehículo.
—Ya me estaba olvidando —saco mi vista de la ventanilla para posarla en él—. Veinticuatro, me gusta mirarte cuando estás distraído.
—Adivino la veinticinco... mmh... ¿sacarme fotos?
—Veintiseis, eres tan inteligente —ambos volvemos a reir.
Estaciona el auto en la entrada de su casa y los dos bajamos.
Dejo mi mochila en el sofá y él rodea mi cintura.
—¿Te dije que eres lo más hermoso que tengo? porque esa es la veintisiete.
Mis manos van hacia su cuello y lo miro, perdiéndome en el brillo de sus pupilas, un poco sorprendido por lo que acaba de decir.
—¿Soy lo más hermoso que tienes? —mi corazón ha comenzado a latir apresurado.
—Lo eres Minho —deja un beso en la punta de mi nariz.
—Te amo mucho, ¿lo sabes?
—Y yo a tí —muerde mi labio inferior y luego los besa con delicadeza.
Mi hermana es lo más valioso que tengo.
Pero me convertiré en un egoísta, solo por un momento y diré que tú también eres lo más hermoso que tengo.
Una anda escribiendo cosas de amor cuando está más sola que perro abandonado.💔
En fin, no quiero hablar de finales pero...
Lxs invito a seguirme así luego les llegará la notificación de mi nueva historia ChangLix.
No la quiero subir ahora porque quiero dedicarle todo el tiempo que se le merece y con dos historias juntas, siento que no puedo.
(No es la hora en la que suelo actualizar, perdón)
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