26 "Fiebre"
Apenas he abierto la cafetería y ya hay una enorme fila de personas, aún con el día lluvioso.
Las gotas que caen del cielo se acoplan a los cristales, dejando una excelente imagen ante mis ojos. Jamás me cansaré de decir, éstos días son los mejores.
Pero mucho más los que he pasado junto a Jisung.
Llevo solo un par de días junto a él, no me hubiera imaginado si los pasaba solo.
El día en el que murió mi padre, Lisa se quedó con Hyunbae y en las noches, ni siquiera quería dormir porque sabía que las pesadillas volverían.
Aún recuerdo la primera; cómo unos brazos largos se llevaban a mi madre, la apartaban de mi lado. Cómo mi padre entraba mucho más asustado que yo y me acurrucaba en su pecho hasta volver a dormirme.
Pero a veces no lo hacía.
No volvía a dormir durante la noche, mi mente se concentraba en como quitarlas, en como volver a dormir sin despertarme a las tres de la madrugada.
Hasta que dormí con Jisung y esas pesadillas desaparecieron.
Pero han vuelto y no sé que hacer.
Solo sé que tú me calmas.
¿Cumplirás la promesa que me hiciste? ¿Así cuando prometiste no dejarme solo? ¿Me cuidarás de todo? ¿Tú también me dejarás cuidarte?
La cafetería se llena aún más, con el atardecer encima y con la lluvia todavía cayendo.
Nadie me ha calmado como lo haces tú, ni siquiera mi padre, aunque, ahora que ya no está creo que tiene sentido.
—¿Te encuentras bien? —Chan deja una bandeja encima del mostrador.
—Sí, ¿por qué? —coloco dos tazas de café con dos muffins.
—Estás distraído —toma de la tabla de plástico negro y se dirige hacia una mesa.
—Tiene razón —Félix apoya una mano en mi hombro—. ¿Todo bien con Jisung? ¿Nada de peleas? —niego lentamente.
—No, ¿por qué preguntas?
—No lo sé, solo que con Binnie, los primeros dos meses hemos tenido peleas por tonterías —Changbin aparece largando una carcajada.
—Todavía las tenemos —Tira un beso en el aire y se va hacia el baño.
—Bueno, nunca desaparecen.
Saco mi celular, sorprendiéndome de no tener algún mensaje de parte de Jisung.
¿Estará bien? Es raro no tener mensajes o llamadas perdidas, o también que no haya venido por su café.
—¿Cómo estás? —Félix se sienta en una silla giratoria del mostrador—. Ya sabes, con lo de tu padre.
No he pensado en él, solo me he concentrado en mis estudios, en Lisa...
Y en su sonrisa.
—Bien, estoy bien —vuelvo a guardar el celular.
—¿Estás viviendo con Jisung? —lo miro con los ojos abiertos como platos.
—¿Qué? No, solo estoy ahí por unos días.
—Sí, si estás viviendo con él —Changbin aparece una vez más de la nada—. Eso dijo Félix y se adueño de mi departamento.
—¿Quieres que me vaya? —cuestiona, con el mentón apoyado en la palma de su mano.
—No dije eso bebé, es más, me encanta que seas el dueño.
¿Viviremos juntos en el futuro? Hannie dijo que sí, que me quiere ahí.
Como yo lo quiero a él.
¿Pero esto es como una prueba... O no?
Tampoco hemos tenido peleas por tonterías, o eso creo. A excepción de aquella vez, pero estamos perfectamente bien.
Sí, todo es tan perfecto entre los dos.
—¿Por qué sonríes, Minho? —miro a los ojos cafés de mi mejor amigo, borrando la sonrisa que no sabía que tenía.
—Por nada, Lix, debo irme.
Desprendo las tiras largas del delantal marrón y lo quito por completo, guardandolo en un estante debajo del mostrador. Tomo mi abrigo, mi mochila y el paraguas que traje por si llovía y claro que lo está haciendo.
Miro la pantalla de mi celular, sin ninguna notificación.
Salgo de la cafetería, poniendo el paraguas sobre mi cabeza y mi mano libre en el bolsillo.
Me apoyo sobre una pared, mirando para ambos lados por si viene Jisung.
Nada.
¿Se quedó dormido? ¿Le habrá pasado algo?
Él dijo, que si no podía venir por mí, me avisaría, pero ni siquiera un mensaje.
Me muerdo el labio tirando mi cabeza hacia atrás, chocando con la pared.
—¿Por qué no me llamas, Hannie? —susurro.
¿Cuánto tiempo ha pasado? La lluvia todavía no para.
Me estoy preocupando.
Pasaron treinta minutos y sin mensajes o llamadas.
Dejo la pared de lado y camino apresurado hacia su casa.
Espero que no te haya ocurrido nada malo.
Nada mientras venías por mí, como un accidente o algo por el estilo.
¿Y si estás en el hospital sin identificación? ¿Y sí perdiste la memoria y no tienes a nadie? ¿Sabes cuántos hospitales hay en Seúl?
Paro en seco en una esquina, bajando un poco del cierre de mi chaqueta e inhalo profundamente, para luego exhalar, borrando toda clase de pensamiento absurdo.
Avanzo hacia la derecha, corriendo.
Odio correr con mochila.
Hasta que por fin doy con la entrada de su casa. Subo rápidamente los pocos escalones para empujar la enorme puerta.
Dejo el paraguas y mi mochila sobre el sofá. Me dispongo a sacarme la chaqueta y respirar con tranquilidad, alzando mi vista para buscarlo.
—Jisung, ¿estás aquí?
Entro en la cocina pero no hay nadie. Tampoco en el baño y en las habitaciones de abajo. Subo apresuradamente las escaleras y abro la puerta de su habitación.
—Hannie, estás aquí —corro hacia la cama.
Él está cubierto con mantas y dormido.
Ahora puedo respirar bien.
Solo se quedó dormido.
Está un poco rojo y sudado. Poso mi mano en su frente que está demasiado caliente, al igual que sus mejillas.
Mis ojos se elevan hasta la mesita de noche, la cual tiene un vaso de agua, una tableta de pastillas y un termómetro.
Tomo el tubo cilíndrico, haciendo que la temperatura de treinta y siete y medio, sea visible.
—Hannie, vuelas de fiebre —dejo un pequeño beso en su frente y limpio su sudor con la manga de mi suéter—. Iré por un tazón con agua y un paño —trato de moverme pero su brazo rodeando mi cintura me lo impide.
—Lo siento tanto, no pude ir por tí, ni siquiera podía tomar el celular sin marearme y Jisoo se fue antes de que me acordara, soy el peor novio —largo una pequeña risa.
—No eres el peor —acaricio su cabello —. Tienes fiebre, ¿que podías hacer?
—No dejarte que te vinieras solo, semejante preciosura caminando por la noche, ¿no te paso nada? ¿estas entero?
Sus manos tocan todo mi cuerpo para corroborar si estoy bien y vuelve a posar su cabeza en la almohada, rodeando mi cintura. Tomo de su brazo para alejarlo.
—No, quédate aquí —se suelta de mi agarre y vuelve a poner su brazo en mi cintura.
—Solo iré por un paño y un poco de agua, ¿sí?, tienes que bajar esa fiebre, enseguida regreso.
Saca voluntariamente su brazo y me levanto de la cama, no sin antes dejarle un beso en su sien.
Bajo las escaleras y me adentro en la cocina. Tomo un pequeño recipiente para llenarlo de agua y busco en un cajón un paño, el cual lo hundo en el agua.
Subo las escaleras con cuidado de no derramar nada al piso. Empujo la puerta de la habitación y avanzo hasta dejar el tazón en la mesita de noche.
Quito mis zapatos y me acomodo en la cama. Estrujo el paño y lo comienzo a pasar por su cara y su cuello.
—Está fría.
—Lo siento.
¿Que hubiera pasado si lo que pensé fuera real? ¿Y si hubieras estado en un hospital a causa de un accidente sin identificación y sin memoria?
Me has asustado.
Pero estás bien... Bueno no tanto, estás ardiendo y tosiendo un poco.
Si hubieras podido mandar un mensaje, diciéndome que estas mal, habria dejado todo, solo por tí.
Ni siquiera tengo el número de tu madre por si algo te sucede.
Recargo el paño y lo vuelo a estrujar, dejandolo reposar en su frente.
—Eres la persona más hermosa del mundo, de mí mundo —sonrío.
Busco el control remoto, para encender la televisión y colocar el canal de películas.
Me apoyo en el respaldar de la cama y Jisung se revuelve en las sábana, acomodándose sobre mí pecho.
—¿Tienes hambre? —lo abrazo mientras dejo un beso en su cabeza.
—Tengo de todo, menos hambre.
—Tienes qué, ¿quieres que cocine? —aparto el paño, volviendolo a sumergir en el agua.
—No sabes cuanto quiero que me cocines, pero ahora no quiero que te vayas.
Quito todo el sobrante de agua del paño con una sola mano y lo vuelvo a pasar por su cuello o lo que puedo de él.
—Me está matando el dolor de cabeza.
—Lo sé, duerme que mañana estarás mejor.
Vuelvo a sumergir el paño, pero esta vez lo dejo en su frente.
¿Qué haría sin tí, mi Hannie?
No sé si estas bajo los efectos de la fiebre o dices cosas sin sentido solo para hacerme reír.
Por eso te amo.
¿Con tanta intensidad me quieres en tu futuro? Porque yo sí.
¿Sería absurdo decir que sin tí no soy nada? Porque ya no recuerdo como era mi vida antes de cruzarme contigo.
Tú tambien eres mi todo.
Estiro mi brazo hacia el otro lado, para llegar a la otra mesita de noche y tomar el termómetro. Lo agito un par de veces y luego lo dejo debajo de su brazo.
—¿Seguro estudias abogacía? Porque deberías estudiar enfermería, así te conviertes en mi enfermero privado.
—Deja de decir tonterías y duérmete.
—No le hable así a su paciente —largo una carcajada—. Solo piénsalo, te pagaré para que me hagas un baile sexy.
—Duérmete, Hannie.
Vuelvo a tomar el paño para recargarlo con un poco de agua, para volver a pasarlo por su rostro y dejarlo una vez más en su frente.
—¿Sabes? Jamás imaginé amar a alguien, gracias por aparecer en mi vida —su mano se posa en mi mejilla y ambos sonreímos—. No sé si es el efecto de la fiebre o efecto Lee Minho, pero te amo demasiado.
—Efecto Lee Minho —larga una carcajada forzada.
—¿Siempre me cuidarás así?
—Claro que lo haré, ahora tienes que descansar.
—De acuerdo.
Dejo otro beso sobre su cabeza y poso mi mejilla sobre su cabello, mirando hacia la televisión.
Aún no entiendo como me enamoré así de tí, si algún día llego a tener una explicación de este sentimiento, juro que no la entenderé.
¿Sabes lo importante que eres para mí? Tanto que me imaginé cosas estúpidas mientras venía hacia acá.
¿Sabes como se alivió mi corazón cuando lo que pensé no era real y que solo tenías fiebre? Sí, sentí como un enorme peso abandonaba mi cuerpo.
Y ni siquiera lo sentí con la muerte de mi padre, no sé si es porque yo me decía a cada momento que estaba listo o es porque tú apareciste justo a tiempo y me salvaste.
Me has salvado del derrumbe, de los infinitos llantos y hasta un poco de las pesadillas.
Creía que era fuerte solo por aceptar la realidad, pero me negaba a aceptar mis sentimientos.
Porque no quería que se vuelva a repetir.
No queria de nuevo la depresión y las lágrimas constantes.
¿Cuándo fue que me volví fuerte?
Porque solo pretendía serlo, por Lisa.
Pero has venido tú y me convertiste en una persona fuerte y débil a la vez.
Fuerte para poder superar ésto, sabiendo que te tengo a mi lado. Débil, ante todo de tí. Con tus besos, con tus caricias y tu sonrisa.
O solo cuando tocas mi piel y ésta reacciona.
Todo esto es lo que produces en mí, ¿ya te lo he dicho? ¿o es mejor que te lo demuestre?
Eres mi fortaleza y mi debilidad, ¿tienes idea de lo que significa eso?
Jisung se mueve un poco pasando su pierna arriba de la mía. Tomo el paño para sumergirlo en el agua y lo estrujo para dejarlo en su frente.
—¿Puedes sacarme el termómetro —largo una pequeña risa.
—Sí, lo siento, lo olvidé.
Meto mi mano por el cuello de su suéter hasta encontrar el pequeño tubo. Busco la rayita plateada, quien muestra la temperatura ha bajado, pero solo un poco.
—Aún sigues con más de treinta y siete, si mañana no mejoras, iremos al médico.
—¿Para qué? Si te tengo a tí, mí enfermero sexy —largo otra carcajada.
—Hannie, deja de decir tonterías, ¿tienes hambre? ¿quieres que haga una sopa?
—No amor, estoy bien entre tus brazos, sigue viendo la película.
—¿No te molesta que mire la televisión?
—Eso no, me molesta que no hayas aceptado ese baile.
—Entonces, bajaré el volúmen para que puedas dormir bien y que sueñes con ese baile sexy.
—Reza para que suceda —una carcajada, acompañada con un poco de tos inunda la habitación—. ¿No me regañarás mañana por no ver la película?
—Claro que no, vuelas de fiebre.
—Entonces la pondremos mañana y la veremos juntos, prometo no dormirme —sonrío.
—Bien, ahora duerme.
—Me encanta dormir sobre tu pecho, aunque el latido esté del otro lado, me calma demasiado —lo abrazo un poco más y observo sus párpados cerrados, con su boca levemente abierta y sus mejillas abultadas un poco rojas.
—Te amo mucho, Hannie... Hannie... ¿Ya te has dormido?
No recibo respuesta alguna. Dejo otro pequeño beso sobre su cabeza y mi vista se concentra en la película, aunque no del todo.
Su bello rostro y la imagen que aparece en mi mente, en vez de Jisung es una ardilla, me hace largar una carcajada, culpándome de que se despierte.
Sí, te quiero conmigo, para toda la vida.
Pero aún no sé manejar con eso de que eres mi fortaleza y mi debilidad a la vez.
Me ayudarás a descubrirlo, ¿no es así?
¿Les gusta que actualice dos veces por semana?
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