25 "Pesadillas"

Dormir junto a Minho es tan cómodo.
En realidad, no he pegado el ojo. Éstos están en su perfecto rostro durante casi tres horas.
¿Por qué es tan hermoso? ¿Por qué con solo dormir transmite tanta paz? ¿Cómo diablos haces eso?

Necesito saberlo, por si te llego a perder, para saber cómo estar tranquilo sin que la culpa me consuma.

Sentir su suave piel debajo de las yemas de mis dedos, delineando con cuidado el contorno de su cara, específicamente el de sus labios, ese cosquilleo se vuelve a producir en mí, una y otra vez, como si fuese la primera.

Aparto rápidamente la mano al sentir que su cabeza ladea lentamente.
¿Lo desperté?
Su pecho comienza a subir y bajar, con su respiración agitada, largando algún que otro jadeo.

Mierda, ¿es una pesadilla o algo así? Me está asustando.

Me acerco más a él tomando sus manos, tratando de que se tranquilice, pero no funciona.
Lo atraigo hacia mí, colocándolo sobre mi pecho, mientras aprieto su cuerpo levemente entre mis brazos y dejo un beso sobre su frente.

—Shhh, shhh, estoy aquí —acaricio su cabello.

Alcanzo a prender una lámpara y sus ojos rojos, un poco cristalizados, se encuentran con los míos, pero los cierra enseguida, encontrando nuevamente el sueño.

—Estoy aquí, tranquilo —ambos nos aferramos al otro.

Paso mi mano por su frente, para apartar algunos mechones, cubiertos con un poco de sudor, que no me habia dado cuenta que estaba allí.

—Estoy aquí —susurro.

Acaricio su mano, la cual forma un puño agarrando un poco de la manta.
Sus dedos se deshacen lentamente de la fuerza, así logrando enlazar nuestras manos.

¿Eso fue una pesadilla? ¿O algo por el estilo?

Mi corazón late rápido y puedo sentir como el suyo también.
¿Qué fue lo que soñó? ¿Habrá sido muy feo para que reaccionara así?

Mierda, me asustó.

Estaba dormido. Su rostro parecía relajado mientras pasaba mis yemas sobre él.
¿Desde cuando las tiene?
Me tomó tan desprevenido, ¿por qué no me ha dicho? Tal vez hubiera hecho otra cosa para protegerlo.

Protegerte. Sí, es lo que quiero hacer.

¿Qué es lo que está pasando por tu mente ahora mismo, mientras duermes tan tranquilo como antes?
¿Estás soñando algo bueno? ¿O estás teniendo otra pesadilla mientras busco como ayudarte?

Vuelvo a posar mis dedos sobre su bello rostro, tratando de responder todas las preguntas en mí cabeza.

El sol pega en mi cara, ¿cuándo fue que amaneció?
Me quedé admirando su belleza, acariciando la piel que se me permitía, tratando de estar despierto por si alguna otra pesadilla se presentaba.

Larga un suspiro, presionando con fuerza sus párpados y estirando su cuerpo para acomodarse en mí nuevamente.

Qué hermosa imagen.

—Mmmh, creo que sentí tus caricias toda la noche —sus ojos cafés se encuentran con los míos.

—¿Te encuentras bien? —frunce su ceño.

—Sí, ¿eso por qué?

—¿No puedo preguntar si mi novio se encuentra bien? —sonríe—. ¿Has soñado algo?

—No que yo recuerde, ¿y tú? —niego.

Me acomodo un poco para estar a su altura y posar mi mano en su mejilla.

—No pude cerrar el ojo porque me distraje de lo sexy que te veías durmiendo —larga una carcajada—. ¿No tienes que ir a la universidad?

Desciendo mi mano por su hombro hasta posarla en su cintura y atraerlo más a mí.

—Creo que no.

—¿Cómo qué crees? ¿Qué tú no eres el responsable en esta relación? —elevo mi cabeza para ver mejor sus ojos—. Espera, eso significa que... —me siento a horcajadas sobre sus piernas y subo un poco de su camiseta para besar su ombligo—. ¿Tenemos todo el día para nosotros dos? —larga otra pequeña carcajada.

Voy subiendo besando su piel, hasta que la camiseta ya no me lo permite. Paso a su cuello, para succionarlo con fuerza y dejar un camino de besos húmedos hasta sus labios, mientras que sus dedos se clavan en mi espalda.
Muerdo suavemente su labio inferior y vuelvo a besarlo, ingresando mi lengua a su cavidad bucal.

—Jisung —se separa de mí, pegando su respiración a la mía—. Muero de hambre.

—Pues, puedes comerme, soy todo tuyo el resto del día —muerdo nuevamente el labio inferior, para unir nuestras bocas y él sonríe a mitad del beso.

—Me encantaría, pero mi estómago ruge —largo una carcajada y salgo de de sus piernas.

Me dirijo al baño, pero me detengo en el marco de la puerta, posando mis ojos sobre él, y ver como se pone sus zapatillas.

—Desayunaré si me haces ese delicioso café.

Se pone delante del espejo para peinar un poco su cabello. Se gira sobre sus talones para mirarme con una sonrisa.

—Hecho —guiña su ojo izquierdo y sale de la habitación.

Qué excitante.

Abro el grifo del lavabo, para hundir mi rostro en el agua fría, y todo lo que pensé hace apenas unas horas, vuelve a rondar por mi mente.

Te amo tanto que quiero protegerte de un simple sueño maligno.

¿Me dejarás, no es así? ¿Me dejarás cuidarte de todo mal? Así como tú lo haces conmigo con solo mostrar tu sonrisa.

Quiero ser tu lugar seguro, ¿me dejarás?

Salgo rápidamente de la habitación, tratando de bajar las escaleras sin caerme. Me adentro en la cocina y me lo encuentro de espaldas. Me siento en la isla y lo observo detenidamente.

Recuerdo como se movía de un lado a  otro, como largaba sonidos de su boca. Sus párpados apretándose con fuerza o cómo lo hacía con sus manos y luego con la manta.
Recuerdo como se aferraba a mí y sus ojitos, un poco aguados se encontraban con los míos.
Parecía como un gatito asustado e indefenso. Y yo necesito cuidar a ese gatito.

A pesar de que yo pueda ser ese mal.

—¿Hannie, estás bien? ¿por qué tan callado? Ya me hubieras dicho cinco formas de como follarme sobre la mesada, ¿qué sucede?

Se sienta a mí lado, dejando las dos tazas de café, un par de tostadas y algunas frutas.

—¿Desde cuándo tienes pesadillas? —suelto, llevándome la taza a los labios.

—¿Cómo... —

—Hoy, en la madrugada, me asustaste, te movias para todos lados, no sabia qué hacer —aparta la mirada.

—Las tengo desde que mi madre murió, venían con frecuencia, hasta que se detuvieron cuando dormí contigo por primera vez. Se me había olvidado que tenía pesadillas, ni siquiera habia pensado en ello, pero, parece que regresaron —sus ojos se vuelven hacia los míos.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—No lo sé, supongo que no pensé que fuera un tema de conversación importante.

—¿Importante? Diablos, amor, no sabía que hacer para tranquilizarte —tomo nuevamente del café.

—Pero tomaste de mis manos y luego me abrazaste, creo que fue ahí cuando se volvió todo negro en mi mente, no hubo ni un sueño o una pesadilla.

—¿Lo recuerdas?

—Algo. Recuerdo que alguien tomaba de mis manos y me abrazaba, estaba contigo —sonríe—. Lo siento, debí decírtelo antes, tienes todo el derecho de estar enojado.

—¿Enojado? ¿Quién dijo que estoy molesto? Solo que... Me asusté más que nunca en mi corta y jodida vida por que no sabía que hacer ni que te estaba pasando, ¿en serio no recuerdas lo que soñaste? ¿estás seguro que no fue con el payaso endemoniado que vimos la otra vez? —larga otra carcajada.

Deja su taza sobre la mesa y se acerca a mí tomando mis mejillas.

—Lo siento, ¿sí? —asiento repetidas veces y une sus labios con los míos—. ¿Algo que tú quieras decirme?

Sí, eres una apuesta, pero me enamoré de tí.

—Nada de pesadillas o algo por el estilo.

Encierro mis manos en su cintura y el rodea mi cuello con las suyas.
Siento la delicadeza y suavidad de sus labios sobre los míos. Nunca pensé volverme tan adicto al café, pero está claro que ese sabor, es mucho mejor en su boca.
Todo en él es mejor.

Y yo soy un mentiroso... Sí, eso soy.
Pero no miento en cuanto te amo y lo importante que te convertiste para mí.

—Te amo, Minho, demasiado —acaricio su cabello mientras lo miro a los ojos—. Pase lo que pase, déjame cuidarte, ¿sí? —asiente—. Prométeme.

—Lo prometo.

En su rostro se forma una sonrisa cálida, demostrando toda paz que puede transmitir solo unos labios encorvados.
Y es ahí, cuando su boca atrapa la mía una vez más y toda clase de pensamiento simplemente se borra, ¿es así de fácil cómo me haces olvidar? ¿Cómo es que te volviste mi cura?

Mí antídoto.

Cómo el dulce sabor de nuestras lenguas rozándose produce en mi interior una y mil veces un cosquilleo, que antes odiaba, pero ahora... Mierda que me encanta, y solo lo produces tú.
¿También te hago sentir de la misma manera?

Por favor, solo no olvides el sabor de nuestras bocas juntas, es lo mejor que he probado.

—Entonces, ¿no tienes universidad? —niega—. Podemos terminar de ver la película, creo que te dormiste.

—Jisung, fuiste tú.

—¿Cómo puedes decir eso? Me quedé toda la noche despierto, acariciando tu suave y excitante piel —sonríe y sus mejillas se tornan a un rosado.

—Claro que lo hiciste, luego de dormirte toda la película.

—¿Puedo recompensarte viéndola de nuevo?

No es mi culpa que me transmitas tanta tranquilidad y que pueda dormir sin preocupaciones.

—¿O quieres una ducha? Muy extensa —me levanto de la silla para quedar a su altura, levanto un poco de su camiseta para tener acceso a la piel de su cintura y acercarme a su oído—.  Hasta podemos saltarnos el almuerzo y si quieres, tu horario de trabajo, todo en una deliciosa ducha, ¿Eh, que dices? —muerdo el lóbulo de su oreja.

—Digo que te amo, pero quiero ver la película, me distraje un poco.

—¿Ah, sí? ¿Con qué cosa? —dejo besos por toda su mandíbula hasta tomar sus labios.

—Contigo —lo miro a los ojos y acerco su cuerpo un poco más al mío—. Dormías tan bien que me distraje un poco con tus pestañas largas —sonrío y sus ojos descienden—. Tu boca que...—

Muerdo su labio inferior para luego besarlo.

—Soy una distracción para tí, lo siento —sonrío sarcástico y lo vuelvo a besar.

—Es mejor no abrazarnos para no distra...—

—Cállate, ya dices tonterías —dejo un pequeño beso en la punta de su nariz.

Apoyo mi mentón en su hombro, transformandolo en un abrazo.

¿Sabes una cosa, amor? Me haces feliz, como nunca lo fui antes.
¿Cómo explicarlo? No lo sé, no puedo, no con palabras.

Cómo tú has dejado que te cuide, déjame premeterte que te cuidaré de cualquier pesadilla.

—¿Vamos a ver la película? —me reincorporo sin ganas mirándolo a los ojos.

—¿No quieres terminar de desayunar? —niego—. Entonces vamos.

Subimos las escaleras y entramos a la habitación, acomodándonos en la cama desordenada.
Minho toma del control remoto para encender la televisión, colocándola en el canal de películas.
Me acomodo en su pecho, sintiendo el latido de su corazón, subiendo mi pierna arriba de las suyas.

Si fuera por mí, viviría así.

—No te duermas, Hannie.

—No lo haré —dejo un beso justo arriba de su pezón—. ¿Es la película de ayer?

—Mmmh, no —sus dedos acarician mi oreja y luego pasan a mi cabello.

—¿Entonces que estamos viendo?

—No lo sé —ambos reímos.

—La opción de la ducha sigue abierta.

—Más tarde, ¿si? Quiero estar así.

—Ya estoy ansioso —larga una carcajada.

¿Ya he dicho que eres la única persona que he amado en mi jodida vida? Porque lo eres. Eres el único que logra esto en mí; ser feliz como nunca lo he sido. Rodeado de todo pero a la vez de nada.

Trataré de decirte la verdad, solo dame mi tiempo. Solo quiero asegurarme de cada palabra que salga de mi boca y voy a tratar de protegerte de mi propia pesadilla; porque sí, menti, lo hice, tengo una pesadilla que casi me está arrancando el corazón, el cual entregué a tus manos, ¿entiendes eso? Te amo más que a nada.
¿Entenderías si no te digo la verdad, aunque tenga que hacerlo?

Pero creo que te lastimaré aún más.

¿Tengo que protegerte de mí? ¿Tengo que alejarme de tí?
Oh, Dios, me aterra, me asusta, me da miedo; aún todas esas palabras juntas, con el mismo significado o cerca, no se compara con el vacío que sentiré si llego a tomar esa decisión.

¿Por qué te deje entrar así? ¿Por qué deje que tomes mi corazón sin mi permiso? ¿Sabes como me tienes ahora, Lee Minho? Me tienes loco.

—Luego de que pases por mí a la cafetería, ¿podemos ir a mi casa?

—Pensé que te quedarías conmigo por unos días —apoyo mi mentón en su pectoral, formando un puchero con mis mejillas infladas por el aire contenido.

—Y lo haré —sonríe—. Solo tengo que pasar por algo de vestimenta, ¿o quieres que use la tuya? —dejo el puchero de lado y formo una sonrisa.

—No me niego, te queda mejor, mucho mejor.

Vuelvo a acomodar mi cabeza en su pecho, pegando mi vista a la pantalla enorme, sin entender lo que está pasando en la escena, solo concentrándome en el latido de su corazón, haciéndome olvidar de todo lo malo.

—Pero yo no quiero usar siempre tu ropa.

—Me ofendes —larga una pequeña risa.

—No quiero decir eso... —me acomodo apoyando mis manos a cada lado de su cuerpo, hundiéndolas en el colchón y acercándome a sus labios.

—Ya, cállate y gasta esa saliva en besarme.

Uno nuestros labios, sintiendo el sabor a café, ya inexistente en su boca.

—¿Ya dije que tus labios me encantan? —tomo un poco de aire, mientras él sonríe y lo vuelvo a besar.

Pues sí, me encantan.
Solo quiero hacer esto contigo.
Quiero ser el único que te bese y te acaricie.
De alguna manera te has vuelto mío y yo me he vuelto tuyo.
Quiero ser el único que te proteja, ¿es eso egoísta de mí parte?

Sí, creo que sí.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top