19 "Amar"

Lo amo.

Diablos que lo hago, como nunca imaginé amar a una persona.
¿Así se siente amar a alguien? Porque es increíble y aún más si es con él.

Minho.

Qué bien se siente decirte esto, cuánto te amo. Aunque no creo que me alcance las palabras.
Todavía odio el amor, pero si lleva tu nombre, me entregaría por completo.

Ya lo hice... Lo hago, cada día.

Besarte, abrazarte... Estoy totalmente enamorado de tí.
Me atrapaste como nadie lo ha hecho, pero no fuiste tú solo.

Yo me dejé enredar por tus encantos.

En realidad, no has hecho nada. Me metí tanto en mí papel, que terminé confundiendome con mi propio personaje.

Pero cuanto me gusta este personaje, uno que se volvió realidad.

Solo cuando me tocaste la mano.
Cuando tomaste mi dedo pulgar con suavidad.
Cuando tus esponjosos labios tocaron por primera vez los míos.

Jodida sensación.

¿Qué es amar?
Creo que nadie lo sabe.

Pero la respuesta... Mí respuesta está en esos ojos color café. Esos que tanto me gusta mirar, aún estando cerrados. En los que a veces me pierdo completamente, como si fuera un laberinto, del que me cuesta volver.
Pero cada vez que los veo, en mi interior, pareciera que un montón de fuegos artificiales estuvieran explotando.

¿Así es amar? ¿Volverte loco por una persona solo cuando sonríe? ¿Esa es la descripción del amor?

Jodido hermoso amor.

Se siente tan bien tenerte conmigo, a mí lado.

Aunque aún no sepas toda la verdad.

Creo que mi mente no va a estar tranquila hasta que te confiese todo, de mi propia boca.

Pero no puedo.

No puedo verte llorar y pensar que es por mí culpa, me rompería el corazón.

No... Mucho más que eso.
Sentiría como si me lo hubieran quitado, como si me sacaran la vida.

Porque eso eres tú para mí. Eres todo lo que tengo.
El que hizo de mí una mejor persona.
El que me enseño a amar.
A amarte.

Diablos, soy tan feliz a tu lado.
Contigo me nace una felicidad que nunca antes había sentido, ni siquiera con mis amigos.

La puerta se abre, con su sonrisa y la felicidad de ésta, inunda por completo el interior del automóvil y mi mente.

—Buenas noches —sonrío, mientras alcanzo su mejilla con mi mano y lo beso.

Sus labios, tan adictivos.
A lo que me llevó este estúpido juego de atrapa y gana.

Atrapé y perdí, porque caí en mi propia trampa.

—Te extrañé —mí rostro esboza una sonrisa más grande.

—Y yo, a tí —sonríe, pasándose una mano por su cabello oscuro, dejando que cada mechón caiga sobre su frente.

Mis ojos captaron su movimiento en cámara lenta.
Trago un poco de saliva y paso la lengua por mis labios. Me acomodo nerviosamente en mi asiento, dándole media vuelta a la llave para que el motor encienda.
Lo miro de reojo y él está sonriendo.

—Eres malo —digo en un susurro.

—¿Qué? ¿Por qué? —paro en un semáforo y me acerco a él.

—Porque —susurro en sus labios—. Me excitas de una manera que no tienes idea —dejo un corto beso.

La luz verde se ilumina, mientras me acomodo nuevamente.
Aprieto el acelerador, viéndolo de reojo.

Qué hermoso se ve cuando se sonroja.

—Oye —miro hacia el frente, apoyando mi mano en su muslo.

—¿Sí? —sus dedos tocan los míos, apretandolos suavemente.

—¿Puedo follarte? —lo miro pero él aparta sus ojos hacia la ventanilla.

—Sí.

—¿Qué? —sonrío.

—Qué luego veremos —me mira, rascándose la frente, sonriendo un poco nervioso.

Dejo el auto en la gran entrada, ambos salimos y nos adentramos en la casa.
Minho deja su mochila en el mismo lugar de siempre. Yo lo miro por detrás y lo tomo de la cintura, abrazando su abdomen. Él apoya sus manos en mi agarre y deja caer su cuerpo sobre el mío.

—¿Puedo ducharme? —pregunta casi en un susurro.

—Es tu casa también, solo ve y hazlo —lo miro—. Siempre y cuando, me lleves contigo —beso su mejilla—. Y a la ducha también —larga una risa.

—No te rendirás, ¿verdad? —gira su rostro, dejando nuestras bocas a pocos centímetros.

—¿Contigo? —sonríe—. Nunca —beso sus labios suavemente mientras nuestras lenguas se acarician.

Con él, encontré la felicidad y el amor.
Como un jodido niño de dieciséis años.

—¿Te dije que estás hermoso? —lo miro a los ojos y el niega—. Estás hermoso —sonríe y lo vuelvo a besar.

¿Qué haré si él me hace falta? Creo que no podría respirar.
Pero aún más si no le digo la verdad.

¿Por qué acepté esa apuesta? ¿Solo para demostrar que podía ser mejor que Soobin? ¿O solo por qué fuí un idiota?

Sigo siendo un idiota.

—¿Sabes? —dejo mi mentón en su hombro—. No me he duchado hoy —golpea levemente mis manos y larga una risa—. Déjame hacerlo contigo —formo un puchero.

Suelta mis manos y voltea su cuerpo, enredando sus dedos en mi cuello, dejando un beso en mis labios.

—No —sonríe y se dirige a las escaleras.

Mi corazón late, tanto que podría salirse de mi pecho.
Sonrío inconscientemente.

Te amo tanto, pero ya me debes dos duchas.

¿Cómo se puede amar tanto a alguien? ¿Lo sabes en el momento en el que le miras y ya no puedes respirar?

¿O lo sabes cuando corres el riesgo de perderlo?

Si lo sigo ocultando, lo perderé.
Si le digo la verdad, lo perderé.
Si se entera por otras personas, lo perderé.

¿Cómo hago para decirle, sin dañar sus sentimientos?
¿"Fuiste una apuesta pero me enamoré de tí"?

No puedo verte llorar, sufrir por mí.
Porque no valgo la pena, no como tú.
Pero sé que me perdonarás.
Porque me amas y yo te amo.

Entro a la habitación y escucho el agua correr desde el baño. Sonrío mirando hacia la puerta.

Él saca todo lo malo en mí.

Me quito las zapatillas mientras camino hacia allí. La tela negra de algodón abandona mi torso al igual que mi pantalón.
Minho siempre deja la puerta un poco abierta. La abro, tratando de no hacer ruido.
Las puertas de vidrio, que también están un poco abiertas, se bañan del vapor del agua caliente.
Minho se encuentra de espaldas, totalmente accesible. Entro lentamente en la bañera. El líquido transparente corre por mi cuerpo y por el suyo. Mis manos se encierran en su cintura, dejando mi mentón a la altura de su oído.

—Sé que dijiste que no, pero hay que ahorrar agua —beso lentamente su cuello, acariciando su abdomen.

—La ducha se estaba volviendo aburrida —acaricia mi cabello y yo sonrío sobre su piel.

El agua cae sobre nosotros y eso lo hace jodidamente excitante.
Mis dedos acarician la extensión de su torso, deteniéndose en su mejilla. Dejo de besar su cuello, para pasar a sus labios.

—Si seguimos así, vas a gastar mucho más agua que dos duchas —se separa de mí.

Veo el jabón que se encuentra a un lado, tomándolo.

—Entonces —dejo un beso en su cuello—. ¿Me dejas —otro beso—. Enjabonar —otro beso—. Tu cuerpo? —asiente.

El líquido espeso  cae en mi mano. Comienzo nuevamente a dejar besos sobre su cuello, mientras que paso el jabón por toda su piel.
Mi boca pasa a su clavícula, ahora dejando fuertes marcas.

El agua borra los rastros de espuma en su cuerpo, dejandolo con un aroma a arándanos, algo aún más excitante.

Agarro shampoo, dejándolo caer nuevamente en mi mano y acaricio suavemente su cabello. Ahora el aroma a coco inunda mis fosas nasales.
El agua, nuevamente saca los rastros y hace lo mismo con el acondicionador.

Él es tan delicioso.

—¿Tú no te pondrás? —se voltea y abraza mi cuello.

—Me duché antes de salir por tí —sonrío.

—Eres un mentiroso —cierra el grifo y toma una toalla para envolver la parte baja de su espalda.

Salgo y hago lo mismo.
Toma otra para secar un poco su cabello.
Abrazo su cintura, apoyando mi mentón en su hombro.

—No te enojes, amor —la expresión en su rostro es seria.

Voltea su cuerpo y yo me enderezo. Pasa la toalla por mi cabeza, tratando de secar el agua en mí.

—Te resfriarás —sonríe.

Beso su boca, mordiendo su labio inferior con fuerza.

—¡Auch! —cubre la zona con sus dedos.

Sonrío y dejo un beso en la punta de su nariz.

—Te amo, ¿sabes? —deja la toalla que estaba en su mano en el cesto de ropa sucia y enreda sus brazos en mi cuello.

—Te amo —me besa.

Mierda, lo quiero conmigo, para toda la vida.
Él me hace bien.
Me hace vivir.
Me hace Sentir.
Me hace Feliz.

—Déjame vestirme —se separa de mí, tomando una camiseta blanca.

—¿Por qué? —poso mis manos a los costados de mi cadera—. Podríamos follar ahora.

—Vistete, Jisung —me mira serio. Asiento y salgo del baño como un niño recién regañado.

—¡A veces das miedo! —alzo la voz, buscando mi pijama en el armario.

Solo recibo una carcajada. Esa que tanto me gusta y me hace sonreír.
Lo veo salir del baño, ya cambiado.
Me acerco lentamente a él. Tomo de su cintura, pegándolo a mí, dejando nuevamente besos en su cuello, mientras Minho, clava sus dedos en mi desnuda espalda.

—¿Sabes qué eres adictivo? —mis manos nuevamente están por la piel de su torso, debajo de la camiseta.

Él solo larga jadeos en forma de respuesta.

—¿Sabes algo más? —pregunto entre besos—. Amo a tu padre y a sus noches de películas —nuestras bocas se encuentran—. Pero más amo a su hijo —la tela blanca que lo cubría, ahora está en el suelo.

Minho larga una risa y sus dedos se deslizan hacia mi cintura.
Lo tomo por los muslos, enredando sus piernas en mí. Camino con cuidado la corta distancia hasta la cama, dejandolo suavemente, sin separarme de su boca.

Mis labios están por toda su piel. Pasan de la clavícula a sus pectorales, deteniéndose en sus tetillas.
Mi lengua se encarga de lamer y chupar su tetilla izquierda, mientras mi dedo pulgar hace pequeños círculos con el otro.

La habitación es inundada por sus jadeos, haciendo que mi miembro comience a palpitar.

Qué excitante es ver su rostro mientras se muerde el labio.

Avanzo hacia abajo, despacio. Lamiendo y succionando cada rincón de su piel.
Llego al borde de su pantalón y paso mi lengua por el ancho de su abdomen.
Me separo y vuelvo a besar su boca. Él clava sus dedos en la toalla y la quita.

—¿Qué quieres hacer? —arqueo una ceja y vuelvo a besar su cuello, pero él detiene mis movimientos con sus manos, haciendo que lo mire nuevamente.

—Hazme tuyo —sonrío y muerdo su labio inferior.

Minho toma fuertemente mis hombros y me empuja apoyando mi espalda sobre el colchón y queda arriba mío. Sonríe, mirándome a los ojos.

—Pero antes, déjame hacer una cosa.

Comienza a besarme el cuello, mientras sus manos agarran las mías a cada lado de mi cabeza.
Su boca cálida, deliciosa y húmeda corre por toda mi clavícula. Y tal como lo hice yo, se detiene en mis pectorales, lame y succiona la punta, y con el otro, hace movimientos circulares con sus dedos.
Sus labios se deslizan hacia abajo, apretando fuertemente mi piel, para dejar marcas.
Me mira mientras va bajando por mi cuerpo, y para disfrutar aún más, me apoyo en mis codos.
Sus manos, ahora están en mis muslos y mi miembro ya esta despierto.
Agarra mi falo en toda su extensión y comienza a hacer un vaivén cada vez más rápido, lo que me hace largar algunos jadeos.

Dios, qué bien lo hace.

Su saliva cubre todo mi pene, excitándome aún mas. Su cabeza se mueve de arriba hacia abajo, haciéndome perder la cordura entre gemidos.
Sus pómulos y su mandíbula se marcan al succionar. Trata de respirar y un  hilo de saliva se forma en sus labios.

—Mierda... —vuelve a meter mi miembro en mi boca, succionando mi glande—. Qué bien lo haces, amor.

Sus movimientos aumentan haciendo que arquee un poco mi espalda al gemir.
Lame con su lengua mi extensión y comienza el vaivén nuevamente, aún con más velocidad, haciendo que todo el líquido blanco acabe entre las sábanas y mi abdomen.
Minho lame la zona en donde hay semen y sube por mi cuerpo, sonriendo.
Sus labios se estampan con los míos, en un sediento beso.
Empujo su cuerpo, quedando en la misma posición inicial.
Comienzo a bajar, nuevamente succionando su piel con mi boca.

Su piel se sigue erizando con cada beso.

Agarro el borde de su pantalón tirándolo, junto a sus bóxers, hasta dejar la ropa en el suelo.
Su duro miembro queda descubierto. Lo doy vuelta para ver su lindo trasero. Levanto sus caderas para tener un mejor acceso.

Si supiera lo loco que me vuelve su cuerpo.

Chupo mis dedos para penetrarlo.

—¡Ah! —comienza a gemir cuando aumento la velocidad.

Me posiciono mejor entre sus piernas, sin dejar de entrar y salir.
Meto el segundo dedo con fuerza

—¡Ah! ¡Hannie! —gime—. ¡Más! ¡Dame más! —sonrío, sin dejar de penetrarlo.

—¿Quieres más? —saco mis dedos de su entrada, ya dilatada, dejando algunos besos en su cadera.

—Mierda, sí —me enderezo, con mis rodillas aún en el colchón.

Lo penetro despacio, hasta que todo mi miembro está dentro suyo.
Entro y salgo lentamente, así por algunos segundos.

Lo doy vuelta, para dejar su espalda en el colchón. Elevo sus rodillas, haciendo que sus nalgas se abran, para penetrarlo con más velocidad.
Su espalda se arquea, sus manos toman con fuerza de la sábana y su cabeza es echada hacia atrás al gemir, con cada estocada.

Hasta que doy en su punto dulce.
La casa es inundada por nuestros gemidos y nuestras pieles bañadas en sudor, haciendo que suenen con cada penetrada.

—¡Mierda! ¡Hannie! —gime cada vez más.

Que sonido tan excitante.

—Hazlo, córrete para mí.

Aumento la velocidad, apoyando mis manos en su cadera para hacerlo mejor.

—¡Ah! —el semen nuevamente está por la sábana.

Con un par de estocadas más, el liquido espeso acaba dentro de Minho.
Salgo de su interior. Sus piernas se ablandan y su cuerpo se relaja sobre el colchón. Avanzo hacia él para besar sus dulces labios.

—Vístete, sino, te enfermarás —dejo un beso sobre su mejilla.

Voy hacia el armario, para tomar mi pijama y cambiarme rápidamente.
Tomo una sábana nueva, para reemplazar la otra.
Camino hacia la cama y Minho está sentado al borde con solo su pantalón puesto.
Largo una risa y me acerco tomando su rostro en mis manos.

—¿Estás bien? —asiente y sonríe—. ¿Quieres otra ronda?

—¡Jisung! —golpea mi hombro y ríe.

—Bien, ayúdame a cambiar las sábanas —beso su boca y luego muerdo su labio inferior, esta vez, suavemente—. Mmmh, eres tentador.

Se endereza y agarra la tela que quedo en el suelo.
Saca lo que cubría el colchón y lo lleva al baño, mientras yo pongo la sábana limpia.
Doy la vuelta a la cama, apagando la luz y acomodandome entre las mantas.
Minho hace lo mismo, acomodándose en mi pecho.
El brillo de la luna, como siempre, está alumbrando.

Él es tan cálido, solo necesito estar en sus brazos para no pasar frío.

Mi brazo rodea su cintura mientras que mis dedos acaricia su cabello.

—Esa fue la mejor mam...—

—¡Jisung! —largo una carcajada y dejo un beso en su frente.

—Te amo —digo con una voz ronca y él me mira.

—Te amo —me besa y vuelve a acomodarse en mi pecho.

Si esto es amar, mierda que es hermoso.

Si hay incoherencias, solo mencionen y trataré de arreglarlo.
¡Gracias, ya somos 5k vistas!

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