18 "Te amo"【2/2】

Él me roba el control.
El de mis pensamientos, el de mi hablar, con cosas que no he dicho antes, a nadie.
Él roba mi respiración y me la devuelve cuando solo me besa o está junto a mí.
Robó por completo mi corazón.

Todo lo que hizo por mí, nadie lo haría mejor.

—¿En qué piensas? —apoya una mano en mi pierna, deshaciendo cada pensamiento.

—En nada —tomo su mano y entrelazo los dedos.

—Seguro pensabas en mí —voltea a mirarme, sonriente.

—¿Me prometes algo? —lo miro.

—Claro, amor.

—¿Prometes no meterte en el baño y no...—

—¿Excitarte? —asiento con el rostro enrojecido—. Trataré.

—Promételo, Jisung —aprieto un poco más su mano.

—Está bien, no entraré al baño a follarte —para en un semáforo y los dos volteamos la vista hacia el frente.

—¿Prometes no mirarme? —arranca el vehículo, doblando hacia la izquierda, estacionando en la cafetería—. Me pones nervioso -me mira sonriendo y agarra mis mejillas.

—Eso, nunca —besa mis labios.

Se aparta para quitarse el cinturón. Busco mi mochila y salgo del auto.
Jisung me sigue por detrás, rodeando mis hombros con su brazo, mientras abro el lugar.

—Iré a cambiarme —trato de ir al baño pero él me lo impide.

—¿Te ayudo? —sonríe pícaro, para luego dejar un beso en mi mejilla.

—Jisung, ¿Qué fue lo que te dije?

—Amor, solo dije ayudarte a cambiar de ropa, no ir a follar —agarra mi cintura y me atrae a él—. ¿En la promesa también decía que no debo follarte en la cocina?

—En ningún lugar de aquí, ¿Entiendes? —agarro con mis manos su cuello y dejo un beso en sus labios.

Salgo de sus brazos para ir a cambiarme.

Mierda, me hace perder el control por completo.

Me quito la camisa blanca, doblandola con cuidado, devolviéndola a la mochila. La reemplazo por una camiseta negra, colocándome el delantal por encima.
Salgo nuevamente hasta la cocina. Prendo las cafeteras, llenándolas con granos de cafés.

Miro de reojo a Jisung, quién ya está mirándome, y sí, me pongo nervioso.
Corto algunos trozos de pastel y lleno el plato de muffins de muestra.
Agarro un trapo y un poco de desinfectante para limpiar las mesas.
Comienzo a bajar algunas sillas, sintiendo la pesada mirada de mi novio.
La madera negra comienza a brillar cuando paso el desinfectante.

A veces, este trabajo es muy cansador. Ya no sé de dónde saco fuerzas para ésto.

Trato de limpiar otra mesa, cuando siento que Jisung se pega a mí, abrazándome por la cintura.
Con nuestros cuerpos pegados y su respiración en mí oído, empieza a tocar mi abdomen por debajo de la camiseta. Cierro los ojos ante su tacto.

—¿Qué sucede, amor? ¿Te excita? —susurra.

Me giro sobre su cuerpo y lo miro serio.

—Ya te dije, no es el lugar, Hannie —aunque, hay que admitir que me gusta.

—No hay nadie —muerde el lóbulo de mi oreja.

—En cualquier momento, Félix y Changbin van a estar aquí y los clientes.

—No te preocupes, podemos ir al baño, ya sabes —comienza a besar mi cuello—. Como la otra vez o a la oficina de tu jefe.

—¡Jisung!

—Bueno, bueno, ya entendí —se separa de mí levantando sus dos manos en forma de defensa.

Largo una risa ante aquella acción y vuelvo a limpiar la mesa que fue interrumpida.

—¿No te irás?

—Mmmh, no, me voy a quedar hasta que salgas —lo miro—. ¿O quieres que me vaya?

—No es eso, es que son muchas horas de espera y no quiero que te aburras.

—No es aburrido si se trata de mirarte toda la tarde —sonríe, al igual que yo—. Además, Hyunjin vendrá a darme clases.

—¿Esa es una excusa? —arqueo una ceja y él se acerca a mí.

—Claro que lo es —toma de mis manos, jalándome hacia él, haciendo que rodee su cintura y me besa.

Sus labios suaves y su lengua junto a la mía, se mueven a la perfección.

—¡Ay, hemos interrumpido el nido de amor! —Changbin entra por la puerta, interrumpiendonos.

—Cállate, Bin —resopla Félix.

—¿Qué sucede, bebé? ¿Quieres tener el nuestro también? ¿En el baño? —dice con una sonrisa pero solo se gana un golpe del pelirosa.

—¡El baño es nuestro! —exclama Jisung con seriedad.

Mis dos amigos me miran fijo, con sus bocas un poco abiertas, haciendo que empieze a ganar calor en mi rostro.

—¡Jisung! —volteo hacia él y golpeo levemente su brazo.

—¿Qué? ¡Defiendo nuestro territorio, amor! —largo una carcajada.

—Siéntate, Jisung —ordeno riendo.

Él solo me besa en la mejilla y se sienta en la mesa de siempre.

—Lo olvidé —se levanta—. Iré a buscar buscar algo en el auto.

Sale del lugar y yo me adentro en la cocina a prepararle un café.
Pongo una cápsula nueva a la cafetera, para comenzar a hacer el Americano.
Abajo, pongo el vaso con la medida que le gusta.
El café espresso está cayendo en el vaso de cartón, mientras le pongo agua para que su sabor no sea tan amargo. Le coloco la cantidad de azúcar adecuada.
Escucho cómo entra y veo de reojo que se sienta nuevamente en su lugar.
Dejo el vaso sobre la mesa, sacando un trozo de pastel de fresa.

—Así que, el baño, eh —Félix me sobresalta, pero sigo cortando un poco más de pastel, para ya tener preparado.

—Cállate —le coloco la tapa de vidrio sobre los trozos recién cortados.

—¡Dios mío, no te tenía así! —golpea mi hombro, haciendo que mi cara, otra vez, se vuelva a enrojecerse.

Tomo el vaso y el plato con el postre y se lo llevo a Jisung, quién revisa algunos papeles.

—Ten —dejo lo que tenía en manos sobre la madera y dejo un beso sobre su cabeza. Me mira y me sonríe.

—Voy a venir todos los días —acaricio su cabello. Me inclino hasta quedar a la altura de su oído.

—Mientras no te excites a mitad de mi turno, puedes venir —beso su mejilla.

Me voy detrás del mostrador, sonriendo.

La cafetería comenzó a llenarse, con los mismos clientes de siempre.
Hyunjin llegó y se sentó junto a Jisung y empezaron con sus clases.

Mientras yo lo miraba de reojo.

Porque aunque quisiera, no puedo dejar de mirarlo.

Me robó la concentración.

Mi jodida concentración. A veces se iba pensando en mi padre o en los estudios.
Ahora apareció él y ya no sé que hacer. Se me olvidó tanto pensar en la enfermedad, que me convertí en un egoísta.

Pero me encanta tanto pensar en él.

Toda mi vida he buscado a la persona correcta. No quería sufrir desilusiones amorosas, por eso, jamás me dí la oportunidad de tener a alguien a cual amar.

Amar.

Cómo lo hacia mi padre con mi madre. Ellos se querían tanto.
Yo era pequeño, pero lo veía, aún lo veo. Lo sigo recordando después de todo.

¿Él es mi persona correcta? ¿Debería amarlo como lo hacían mis padres?
Porque lo estoy comenzando a amar y tengo miedo de equivocarme.
Pero correría el riesgo.

Él no haría nada para lastimarme, ¿Verdad?
No, claro que no.

Los clientes malhumorados llegan a cada minuto. Te piden lo que quieren en un tono agresivo, te entregan el dinero tirandote el billete. Hasta algunos se saltean la fila solo porque quieren un simple café negro y amargo.

Jisung no me quita la vista de encima, lo que no me ayuda, en lo absoluto. Pienso que no ha estudiado nada en toda la tarde.

Ya está anocheciendo.

Saco el celular de mi bolsillo y busco el contacto de mi padre.

Papá, me quedaré a estudiar con un amigo, volveré mañana luego del trabajo, ¿Estás bien?

Apago la pantalla, pero el artefacto vibra en mis manos.

Diviértete con tu novio.
Estaré bien, Lisa me cuida.

No respondo, solo lo guardo donde estaba antes.
Agarro una bandeja redonda para entregar una orden.
Vuelvo a estar detrás del mostrador, recordando el mensaje de papá.

—¿Por qué estas todo rojo? —Changbin se asoma.

—Creo que mi padre sabe de mí relación con Jisung —digo en un susurro, colocando nuevos muffins.

—¿No se lo has dicho?

—No, tengo miedo —comienzo a cortar pastel.

—Ni pensarlo, los padres de Lix es la primer razón del porque vivimos juntos —lo miro, abriendo los ojos como platos—. Claro que no todos los padres son iguales, olvida lo que dije —agarra nervioso una bandeja y se va.

¿Y si cuándo conozca a la madre de Jisung, no le gusto?
Es demasiado cuando amas a una persona, pero a su madre no le caes bien.

Lo amo.

Félix chasquea sus dedos cerca de mi rostro.

—¿Estás bien? —sonrío mirándolo—. Bien raro, ¿Qué te sucede?

—Nada, olvídalo —paso mis manos con el delantal—. Limpia las mesas, Félix, estamos por cerrar.

Miro a Jisung, quién está sentado mirando su celular, solo. Ni siquiera me dí cuenta cuando su compañero se había ido.

—Voy a cambiarme y luego me iré, tú cierras.

Me encierro en el baño, mirándome al espejo y todas las dudas comienzan a correr por mí mente.

¿Le agradaré a su madre?
¿Él estará conmigo cuando mi padre muera? Porque si los pierdo a los dos, no sé que haré.

Abro el grifo, mojándome la cara, haciendo que cada pensamiento se borre.

—Es absurdo —digo en voz alta.

Me quito el delantal, doblándolo con cuidado.
Salgo del baño y la cafetería está vacía. Entro por detrás del mostrador y dejo guardado el delantal, agarrando mi mochila.
Me acerco hacia Jisung, quién se endereza, también tomando su mochila.

—¿Estás listo? —extiende su mano para que la tome, la cual acepto.

—Vamos —tiro de él hasta que estamos afuera.

El viento pega en nuestros rostros, pero uno agradable.

Al igual que la sensación que produce en mí cuando toma mi mano y la acaricia con su dedo pulgar.

Abre la puerta del vehículo, pero me detiene antes de entrar.

—Bésame —agarro su mejilla y presiono mis labios con los suyos—. Casi te arrastro conmigo al baño —vuelve a besarme—. Entra, que sino te comeré aquí.

lo beso nuevamente y hago lo que me pide. Se coloca el cinturón, mientras lo miro fijamente. Pone en marcha el auto.

—¿Qué haremos esta noche? —pregunto, apartando la vista.

—No lo sé —lo vuelvo a mirar.

—¿Vemos una película?

—Yo estaba pensando en hacerte gemir toda la noche —mi rostro se vuelve rojo, el cual intento ocultar con mis manos.

—¡Jisung! —estaciona el auto en la entrada.

Toma mi brazo, haciendo que lo aparte de mi rostro enrojecido salga a la luz. Golpeo levemente su hombro.

—De acuerdo, lo siento —tira un poco de mí para besarme.

Ambos salimos del auto y nos adentramos en la casa.
Dejo mi mochila en el sofá y él se pega a mí cintura.

—¿Te dije que estás hermoso? —me besa—. Porque lo estás —vuelve a besarme.

El beso se vuelve suave, pero intenso y sediento. Consigo separarlo de mí.

—La película, Jisung, la película —tomo sus manos, que yacen en la parte baja de mi espalda—. Buscaré una y tú, vas a hacer las palomitas, ¿sí? —asiente—. Te espero arriba.

Camino rápidamente hacia las escaleras y las subo de a dos escalones.
Me meto en su habitación, tomando el control remoto, encendiendo el televisor, buscando algo bueno para ver.

Jisung entra. Acomodándose en la cama, apoyando su cabeza en mi pecho.

—Qué película tan fantasiosa —dice, llevándose un poco de palomitas a la boca.

No le presté atención a lo que está pasando en la pantalla. Ante mis ojos solo está él y en como mis dedos acarician su suave cabello.
Pego mi cabeza junto a la de Jisung, poniendo un poco de importancia a la película.

—Qué lindo cielo estrellado —me mira y nuestros ojos se encuentran—. En la película.

—Ven conmigo —se reincorpora y tira de mi brazo.

Salimos de la habitación hacia el balcón.

—Sube con cuidado —hace seña hacia una escalera de mano.

—¿A dónde vamos? —pregunto, tratando de subir.

—A la azotea —mis pies tocan el suelo de la superficie plana.

Jisung aparece por detrás y ambos apreciamos la vista.

—Siéntate, con cuidado.

Él rodea mis hombros, haciendo que mi cabeza quede en su pecho, mientras acaricia mi brazo.

—Esto es hermoso, debes hacer esto seguido, ¿no? —pregunto sin dejar de ver el cielo totalmente estrellado.

—Siempre quise hacer esto con alguien especial, así que, esta es mi primera vez, aquí arriba —lo miro—. ¿Qué sucede?

Todo lo que pensé en el día de hoy, se está haciendo presente. Aparto la vista, aferrándome más a él.

—Si mi padre muere, no me dejarás, ¿verdad? —siento su mirada sobre mí.

—¿Cómo podría hacer eso? Claro que no, estaré contigo, te lo prometo —deja un beso sobre mi cabeza.

—¿Le agradaré a tu madre? —suelto.

—La pregunta sería, ¿A quién no le agradarías?

—Jisung, lo pregunto en serio.

—Claro que le agradarás, lo que a mí me preocupa... Tal vez no, si es que a tí te agradaría.

—Eres malo —lo miro.

—Y tú eres hermoso —hundo mis labios en los suyos.

Aparto la mirada hacia la luna.
Pensé demasiado las cosas, no debí preocuparme por algo tan absurdo.

—Jisung —digo en un susurro, sin quitarle la vista del cielo.

Siento el latido su corazón y sus caricias en mi brazo y tambien que su mirada es apartada para posarla en mí.

—Te amo —mi ritmo cardíaco comienza a apresurarse, haciendo que mis músculos comiencen a temblar.

Sigo mirando a la luna. Tengo miedo de que no me corresponda, tal vez, fue muy apresurado.
Cierro mis ojos con fuerza, tratando de no llorar, ante no oir ninguna respuesta.

Pasa su mano por mi brazo hasta detenerse en mi nuca, haciendo que mis párpados se abran y que mi cabeza se direccione hacia donde está él, encontrándome con el brillo de sus pupilas.

—Y yo te amo, con locura —sonrío.

Presiona sus labios con los míos, en un suave y delicioso beso.

Él robo por completo mi mente y mi corazón.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top