17 "Me gustas"

No puedo explicar el sentimiento que invade desde la punta de mi cabeza hasta los pies.
Cómo penetra cada rincón de mis órganos y los revuelve hasta deshacerse de ellos.

Pero él hace que esta sensación sea hermosa.

Si el Jisung de antes, el que vio al mesero en el centro de la cafetería, con el deseo de solo besar esos labios, hubiera sabido que se iba a enamorar de esta manera, se habría muerto de la risa.

Pero es inevitable.
Todo en él es adictivo.

Es como si quisiera dejar de comer, solo para comer a Minho.
Sus besos, sus caricias, se volvieron mi comida. Sus ojos, su bello rostro, se volvieron algo digno del cuál admirar.

Es cómo un niño cuando se va de viaje. Admira la vista, el paisaje que tiene por delante. Con la boca abierta, a punto de derramar un poco de saliva solo por comer algo que nunca probó o el entusiasmo al salir de paseo.

Él es mi viaje.

Ahora entiendo por qué se me escapo aquel "te quiero", porque en verdad lo hago.

Lo quiero.

Mierda, ¿Cómo fue que me atrapó de esta manera?

El juego acabó, él ya no es mi juguete.

Nunca lo fué, solamente me engañaba a mí mismo porque no quería admitirlo desde un principio.
Pero eso ya no. Soy capaz de gritarlo a los cuatro vientos y no me importa si a Minho no le gusta, lo haré porque así lo siento.
Me gusta tanto.

Minho está apoyado en mi brazo estirado. Ya perdí la cuenta de los minutos que llevo mirándolo desde que desperté.
Tiene la boca un poco abierta, con su cabello que cubre sus ojos.

Sus hermosos ojos.

Sonrío inconscientemente.
Lo atraigo más a mí, con cuidado de no despertarlo, solo para sentirlo más cerca.
Mi mano acaricia su rostro y mi vista aprecia su belleza.
No parece real, más bien es cómo si fuera tallado por los mismos ángeles.

Una escultura.

Al diablo.
Mis labios empiezan a dejar besos por toda su cara.
Sonrío aún más cuando comienza a quejarse.

—Para, Jisung —ríe levemente.

—Buenos días, dormilón —dejo un beso en la punta de su nariz, mientras él trata de abrir sus adormilados ojos.

—Buenos días —estira su cuerpo —. ¿Dormilón? —se sienta en la cama, refregandose sus párpados.

—Sí, ya son las doce pasadas.

—¿¡Las doce pasadas!? —se levanta rápidamente y se encierra en el baño.

Fue como la primera vez que se quedó aquí, estaba encima de mi pecho y se asustó por ello.

Jodidamente hermoso.

Apoyo mi cabeza en una de mis manos, con mi mirada puesta en esa puerta.
Sale con ese pantalón que a mí tanto me gusta y con la camisa media prendida.
Se pone delante del espejo de pie, prendiendo uno por uno los botones faltantes.
Lo miro, atentamente. Paso mi lengua por mis labios tratando de no pensar en como quitarle ese pantalón o la misma tela blanca que cubre su torso.

—¿Qué tanto me miras? —acomoda un poco su cabello y empieza colocarse la camisa dentro de su pantalón.

—Te miro porque me gustas —me levanto de la cama y comienzo a caminar hacia él —. Y ese pantalón me distrae, te vez tan sexy.

—Jisung, solo es un jean —lo abrazo por la cintura, dejando mi mentón a la altura de su oído.

—Lo sé —pone sus manos arriba de mi agarre, apoyando su cuerpo sobre el mío y ambos observamos la imagen en el espejo —. ¿Te lo puedo quitar con los dientes?

—¡Jisung! —pellizca levemente la piel de mi mano y sus mejillas se tornan en un tono rosa.

—Solo decía —dejo un beso en el costado de su mandíbula —. Aunque, si tú quieres...—mi boca empieza a bajar por su cuello, dejando suaves y húmedos besos.

—Tengo que ir a trabajar, ¿Qué hora es?

Trata de salirse de mi agarre pero yo solo lo doy vuelta y estampo mis labios sobre los suyos.

Son suaves, nunca me cansaré de besarlos.

—Me hiciste perder un día de universidad, no quiero llegar tarde a mi trabajo —trata de salirse nuevamente pero yo no lo dejo —. ¡Jisung! —

—¿A caso no sabes qué día es? —pregunto con una sonrisa.

—¿Lunes? ¿Martes? No lo sé, Jisung, estoy llegando tarde.

—Tercer lunes del mes, lo que significa que tienes el día libre —me mira sorprendido —. ¿Qué?

—¿Cómo sabes que cada tercer lunes del mes es mí día libre? —apoya sus manos en mí cuello.

—Seungmin me dió tu horario y digamos qué... Me lo aprendí —lo beso.

—¿Y que hiciste para que haga tal cosa? —se ríe y yo me escondo en su cuello.

—Me tuve que arrodillar y suplicar —ríe aún más —. Pero solo lo hice por tí —salgo de mi escondite —. Porque me gustas —lo beso —. Mucho —lo vuelvo a besar —. Demasiado —y lo vuelvo a besar.

—Estás loco —sonrie acariciando mí cabello.

—Ajá, eso es tu culpa, precioso —vuelvo a encerrar sus labios con los míos —. ¿Te quedas conmigo? —bajo nuevamente hacia su cuello —. Podemos pasar el día aquí, tú arriba mío y yo...—

—¡Jisung! —largo una carcajada y dejo un beso en su mejilla.

—Solo bromeaba —vuelvo hacia su cuello y sus manos pasan a mi espalda  —. Podemos ir al cine o al lugar dónde te pedí que seas mi novio, dónde tú quieras.

—¿Y si te digo que quiero ir contigo, pero sin algún destino? —lo miro y sonrío.

—Entonces, tendré listo el GPS —lo vuelvo a besar.

Mi viaje.
Mi paisaje.
Mi amor.

—Perdón por hacerte faltar hoy —formo un puchero con mis labios.

—Es la primera vez, no te preocupes —su voz es cálida.

—Es que dormías jodidamente tranquilo y me quedé embobado mirandote, lo siento.

—Ya, no te preocupes, Hannie —me abraza.

Lo que siento por él se incrementa cada vez más.
Cada vez que lo beso.
Cada vez que lo miro.
Cada vez que lo acaricio.
Aumenta de una manera que no puedo controlar.

Nunca pensé que me pasaría esto y por ello estoy feliz.
Por fin siento un amor que me nace, a mí manera, sin apuros, sin nada.

Estamos abrazados hace minutos, en el mismo sitio.

Me gusta tanto, que hasta podría tatuarme su nombre, pero ni en mi sano juicio lo haría, aunque quisiera.

Porque hay algo que no le he dicho.

Y tú, Lee Minho, eres muy inteligente y te darás cuenta, tarde o temprano de la clase de persona que soy, lo que me llevó a acercarme a tí.

Pero yo jamás te lo diré.

Me costó mucho darme cuenta de mi amor por él y sé que nadie quisiera algo como esto. Sé que lo tengo que decir, pero no soportaria la idea de verlo llorar por mí culpa.

Pero lo sabrás.
Aunque a mí me cueste el alma.

Solo necesito estar abrazado a tí, como ahora, para toda la vida, porque así lo quiero.

—Cambiate la camisa y agarra alguna mía, iré a ducharme —lo miro a los ojos —. ¿O te quieres duchar conmigo?

—Ya me duché —larga una risa nerviosa.

—Pero te puedes duchar una vez más —mis manos comienzan a bajar lentamente por su espalda —. Tengo muchas ganas de enjabonar tu cuerpo —beso su adictivo cuello.

—Iré a preparar algo para comer, así no tendremos hambre.

su rostro esta todo rojo y yo largo una carcajada mientras él baja las escaleras.
Me acerco hacia el marco de la puerta para verlo adentrarse en la cocina.

—¡Me debes un ducha, Minho! —grito, sonriendo.

Y me encierro en el baño.
El agua tibia corre por mi piel y me libera de los pensamientos sobre la apuesta.

Pero no de la culpa.

¿Que haré si se entera?
Enamorarlo, follarlo y tirarlo. Ahora esas palabras suenan demasiadas pesadas para mí.
Porque lo enamoré, lo follé y me enamoré. Cómo un loco.

Y eso es irremediablemente irreparable.

Salgo de la ducha y me visto rápidamente para no hacerlo esperar.
Bajo las escaleras y me adentro a la cocina.
Está de espaldas poniendo algunos recipientes dentro de una bolsa.

—¿Te dije que eres precioso? —lo abrazo por la cintura, dejando un beso en su mejilla.

—Me asustaste —voltea su cuerpo para dejar un beso en mis labios.

—Sí, eres jodidamente precioso —lo vuelvo a besar.

¿Cómo explico el sentimiento que invade todo mi cuerpo?
Es como no querer soltarlo. Quiero estar con él todo el tiempo.
Besando sus labios, acariciando sus mejillas, perderme en sus ojos y enamorarme de su voz, suave y cálida.

Estoy perdido, por él. Solo por él.

—Esa camiseta te queda tan sexy que te podría dar todas las demás.

—Con esta me conformo —sonríe.

—Entonces, es tuya —agarro ambas mejillas y dejo un beso en su nariz.

Ya se está volviendo mi lugar favorito para dejar besos.
Luego de su boca, sus mejillas y su bello rostro.

—Vamos que si no, te voy a comer.

Agarra la bolsa y toma mi mano, como si ya supiera que se la iba a extender.
Su piel es tan blanquecina, como si estuviera hecho de porcelana.

Frágil. Es frágil y lo tengo que cuidar para que no se rompa.

Nos adentramos en el auto y comienzo a andar por las calles, sin destino alguno, como él dijo, aunque eso me preocupa.

—¿Seguro no quieres ir a un lugar en específico? —lo miro.

Él piensa en su respuesta mirando por la ventanilla.

Mirarlo cuando está distraído.
Hyunjin tenía razón.
Es hermoso.

—Podemos ir a las afueras de Seúl, hay un campo lleno de flores —sus ojos iluminados al mencionar aquel lugar, se encuentran con los míos.

—Ahí iremos —sonrío.

Felicidad.
Lo que siento cuando estoy con él es pura felicidad. ¿Por qué no me dí cuenta antes?

Él es el único que despierta en mí un amor que nunca conocí, que nunca logré sentir.
Me hace quererlo de una manera incontrolable, pero me gusta.
Es jodidamente hermoso.

El trayecto entre los dos está yendo en silencio, a pesar de la música a bajo volúmen que suena en la radio.
Mi vista está plantada en la carretera. Siento como la mirada de Minho me penetra, pero yo no quiero mirarlo.

No quiero entrar en una clase de trance.

Mi mano descansa en la palanca de cambios y siento como sus dedos tocan ésta, pero yo la rechazo.
Muevo mi mano nuevamente para entrelazar los dedos y volverla a posicionar en la palanca, de modo que la mía esta arriba de la suya.
Lo miro sonriente.

—Pensé que te sucedía algo —dijo, apartando la vista.

—Me sucede algo —mi voz suena seria y él vuelve a mirarme, frunciendo su ceño —. Te quiero.

Le doy una sonrisa de oreja a oreja y su rostro se torna un poco rojo.
Me encanta sonrojarlo con tan simples palabras.

—Y yo a tí —me mira y hacemos contacto visual.

Mierda, jamás en la vida, me habia gustado tanto el café en unos ojos.

—Deja de mirarme así, que te voy a besar —hago el esfuerzo de volver mi vista hacia la carretera.

Acariciando su mano.
Así. Definitivamente quiero estar así, me gusta.

—Ya vamos a tener tiempo para eso —sonríe, volteando hacia la ventanilla.

—¿Ah, sí? —lo miro de reojo, él solo sigue sonriendo.

—Es aquí, puedes dejar el auto apartado, para que no interponga en el camino —saca su cinturón al dejar el vehículo inmóvil a un costado de la calle.

—Amor, nadie pasa por aquí, hasta te podría follar en medio de las flores —largo una carcajada y él esconde su rostro en sus manos —. La carretera principal está del otro lado, tomé un pequeño atajo.

—¿Cómo lo conocías? —me mira.

—Cuando era pequeño, solía viajar con mi padre, él siempre tomaba este camino, ¿Y tú? —suelto su mano para sacar las llaves del auto.

—Mí madre nos traía aquí, a mí y Lisa.

—Te trae recuerdos, ¿No es así? —asiente.

—Pero contigo voy a tener nuevos —sonríe al igual que yo.

Acaricio su cabello.
Podría vivir mirando sus ojos y jamás aburrirme.

—Minho, si te sigo viendo así, te voy a comer —no he pestañeado.

—¿Te refieres a que vas follarme?

—Exacto —me acerco a él para besarlo, pero abre la puerta para salirse.

—Venimos a pasar el día afuera, no adentro del auto —cierra la puerta y se adentra en el campo.

Con el sol dandole en la espalda y su piel blanca, parece más que porcelana.

Salgo rápidamente del auto, buscando la bolsa y una manta para sentarnos.

—¡Oye, Minho! —grito y se voltea a verme —. ¡No seas malo y bésame!

—¡Ven, Jisung!

¿Cómo fue que llegó tan lejos? Apenas él caminaba por el campo.
Corro hacia él. Mi estado físico está bien, pero entre tantos arbustos, es difícil.
Minho está de espaldas, justo en un pequeño claro.

—Con esas pequeñas piernas, caminas rápido —dejo las cosas en el suelo, apoyando mis manos en mis rodillas, intentando recuperar el aire.

Él se acerca a mí, apoyando sus dedos en mi cuello, haciendo que me enderece y besa mis labios.
Y de la nada, mi corazón baja su ritmo apresurado.

Mí oxígeno.

—Ya —me separo de sus labios —. Muero de hambre.

Toma la bolsa y yo estiro la manta sobre el césped.

—¿Tú preparaste esto? —miro por adentro de los recipientes, llenos de bocadillos deliciosos.

—En realidad, Jisoo los preparó para el almuerzo, no quería que perdiera tiempo cocinando.

—Preferiría que fueran hechos con tus manos —pruebo uno —. Aunque, no están mal.

Se lleva uno a la boca, mientras yo lo veo detenidamente.
Me acerco a él y se gira con una sonrisa.

—¿Ya te dije que eres precioso? —limpia sus labios con una servilleta.

—Sí, ya es la quinta vez —deja un beso en mi mejilla.

—Pues acostumbrate, te lo diré cada dos segundos —lo vuelvo a besar —. Precioso.

Vuelvo hacia el recipiente, tomando otro bocadillo.

—Jodidamente precioso —digo en un susurro.

—¿Qué? —me mira frunciendo el ceño.

—Nada —elevo mis hombros, tomando otro bocadillo.

Miro hacia el cielo, totalmente despejado. Estiro mis piernas, recargando todo el peso de mi cuerpo en mis brazos.
Minho apoya su cabeza en mi muslo y permanece con sus ojos cerrados, con sus dedos entrelazados en su cintura.
Me enderezo un poco para acariciarle el cabello.

—No me mires —largo una risa.

—Es tu culpa por ser tan hermoso —mi otra mano se encuentra con las de él.

No sé que haré si se entera sobre la apuesta.
Todo de mí estará perdido y de la peor forma.

—Minho —miro hacia cielo.

—¿Sí?

—¿Puedo preguntarte algo? —sus dedos acarician mi mano —. Pero tienes que saber la respuesta.

—Claro, pregunta.

Lo vuelvo a mirar, y el sigue con sus ojos cerrados. Elevo su cabeza, haciendo que los abra y me acerco a su rostro.

—¿Por qué me gustas tanto? —lo beso.

Recuerdo cuando lo besé por primera vez. Y por segunda vez. Tercera y cuarta.
Y esto lo hace solo él.
Hace que me olvide de todo y que mi mente sea solo para él.
Es como una clase de egoísmo.

Uno que me gusta si se trata de Minho.

—¿Aún tengo que responder? —nos separamos por falta de aire.

—Ya lo hiciste —dejo un beso sobre su pómulo y luego uno sobre su frente.

Mi jodido y hermoso primer amor.

Ya encontré el por qué de ese cosquilleo, que aparece solo cuando tú me tocas.
Ya encontré el por qué me gusta tanto tu café, no importa si es de cafetera o el de tus ojos.
Ya encontré el por qué tu voz me tranquiliza.

Pero aún no encuentro el por qué me gustas cada vez más.

¿Les gustaría una historia sobre el Changlix y HyunIn?
Nada concretado aún, solo estoy pensando.

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