16 "Dos semanas"

Han pasado dos semanas desde aquel día. Desde que le pedí que sea mi novio.
Fue todo tan de repente. Ni siquiera lo había pensado, solamente esas palabras salieron de mi boca sin control, sin mí permiso.

Ésto lo hace él. Hace que todas mis palabras sean totalmente lo contrario a mis pensamientos.

Minho está metido todo el tiempo en mi mente, es como si viviera allí.
Si hubiera sabido que él me causaría una confusión cómo esta, jamás habría aceptado la apuesta.

No conozco este sentimiento, nunca lo sentí tan profundo.
Pero ahí vive. Inunda cada rincón de mi mente como si fuera dueño de mi cerebro.

Y de mi corazón.

Lo tenía todo claro, enamorarlo, follarlo y luego tirarlo.

Pero se me salió de las manos.

Dos semanas. Tratando de mirarlo a los ojos, convenciendome de que todo sigue siendo un juego, pero me perdía en ellos.
Ni siquiera quiero mencionar sus labios. Pero fueron dos semanas en las que su boca se volvió mi comida favorita.
Su piel. Su jodida suave y hermosa piel, que tanto me gusta acariciar.

Estoy perdido.

Perdido en pensamientos sobre él. Cada vez que lo recuerdo, una estúpida sonrisa aparece en mi rostro.

Es algo que yo ya sé, pero que no quiero asimilar.

Dos semanas en las cuales, los viajes nocturnos desde la cafetería hasta su casa, se volvían una espera eterna para mí.

No dejo de pensar en tí, Lee Minho, ni en la montaña rusa de sentimientos y emociones que produces en mí cada vez que sonríes o escucho tus carcajadas.

Cuando lo único que ansío cada vez que despierto, es poder darte los buenos días y esperar como un bobo a tu respuesta.
O esas tardes, en las que iba más temprano solo para verte trabajar.

Y solo pensaba una cosa, besarte.

Besarte hasta que esos labios estén rojos e hinchados.
Abrazarte, acariciar tu cabello, delinear con mis dedos tu mandíbula o tus pómulos.
Sentir el latido de tu corazón cada vez que te pones nervioso.

Dos semanas, pensando solamente en tí.

Mierda estoy totalmente perdido.
Y yo ya no sé que hacer. Éste no soy yo.
¿Qué diablos me hiciste?

—¡Han Jisung! ¿Estás aquí? —alza la voz, haciendo que todos nos miren.

—Cállate, solo estaba pensando.

—Parecías poseído, no pestañeabas, hasta podría decir que no respirabas.

—Creo que estoy enamorado, Hyunjin —abre levemente la boca, dejando unas hojas caer sobre la diminuta mesa.

—¿Quién eres y qué hiciste con mi amigo?

—Hyunjin, no estoy bromeando.

—Pues deberías estar muy enamorado, te quedaste hipnotizado mirando a Minho.

—¿Él lo notó? —pregunto un poco preocupado.

—No lo creo —mira a su alrededor a la cantidad de personas —. Debe estar ocupado.

—¿Qué hago ahora? —pregunté, más bien para aclarar mis pensamientos.

Hyunjin no contesta, solo se me queda mirando.

Me acomodo apoyando mi espalda sobre el ventanal, ampliando el perímetro de mi vista.

Observando lo precioso que es.

Saco el celular, coloco la cámara y desactivo el flash y el sonido.
Mi dedo aprieta el botón del centro, sin parar.

Foto trás foto.

¿Cómo alguien puede ser tan lindo?

—¿Quieres dejar de sacar fotos? Hay que centrarnos en este tema, Jisung, no soy Dios, tampoco entiendo.

—No estoy sacando fotos, deja de alucinar —trato de sonar un poco más serio, tratando de borrar mi sonrisa.

—Quién lo diría, Jisung, el que solo quería sexo sin compromiso, ahora está loco por un mesero.

—No estoy loco —guardo el aparato en mi bolsillo, luego de capturar unas cincuenta fotos.

Claro que no lo estoy.

—Más que enamorado, diría que eres un acosador —vuelve a escribir sobre su cuaderno.

—Cómo si tú no tuvieras fotos de Jeongin —lo miro fijamente.

—¡Ja! ¡Lo sabía! —grita nuevamente, llamando la atención de los demás presentes.

—No grites, Hyunjin —revuelvo mi cabello junto con un suspiro —. Hablando de él, ¿Dónde se encuentra?

—Lo quise traer conmigo, pero tenía otro proyecto con un tal...—trata de recordar el nombre —. Mark, sí, así se llama.

—¿Por qué tan serio? Estabas desbordando de la felicidad hace un momento.

Saca su gorro para acomodar su cabello largo y colocarselo nuevamente.

—Desbordaba de felicidad hasta que me hiciste acordar de que no me fío de ese chico —largo una carcajada.

Vuelvo a mirar hacia el mostrador, en donde Minho solo toma nota en su libreta.
Y sin darme cuenta, sus ojos se encuentran con los míos y sonríe.

Esa jodida sonrisa.

Minho comienza a caminar hacia nosotros.

—¿Se les ofrece algo más?

Miro mi vaso de café vacío y mi sonrisa se agranda.

—Un Americano —esta vez con voz grave y segura.

—Estoy bien, gracias —dice Hyunjin, al saber que mi novio estaba esperando una respuesta.

—En seguida —me echa una mirada y se retira para volver a su lugar.

Si no se marchaba lo iba a besar.

Noto como le pasa la orden a Félix, mientras Minho se quita el delantal para dirigirse al baño, al cual solo el personal está permitido. Pero como a mi no me importa, me levanto de mi silla.

—Voy al baño —miro Hyunjin, para que no me espere.

Me dirijo a aquel lugar, sin que nadie me vea, para hacerle muchas cosas en poco tiempo.
Abro la puerta sin previo aviso, haciendo que Minho se sobresalte.

—Está ocup...—

Intenta hablar pero lo callo de un beso. Se torna salvaje y delicioso, como si no nos hubiéramos besado en mucho tiempo.
Su lengua recorre mi boca a la perfección, cómo si estuvieran hechas la una para la otra.
Voy bajando lentamente por todo su cuello, apretando con un poco de fuerza mis labios contra su piel.

—Me... Vas a... Dejar... Marcado Jis —lo vuelvo a besar.

—Mejor, así sabrán que eres mío —mi respiración choca contra su oído y mis dientes atrapan el lóbulo de su oreja.

Con mis manos voy acariciando toda su espalda por debajo de la camiseta,  hasta que mis dedos tocan la hebilla de su cinturón.
Por encima del pantalón, comienzo a acariciar su miembro, sin dejar de besarlo.
La respiración de Minho es entrecortada, largando pequeños jadeos cada vez que intenta tomar aire, lo que me calienta aún más.

—No podemos hacer esto —logra articular, mientras yo agarro con mas fuerza su ya despertado falo, haciendo que largue un gemido —. No aquí.

—Entonces, ¿Por qué no me detienes? ¿O acaso me quieres dentro tuyo? —mi boca va dejando saliva alrededor de todo su cuello.

—Mierda, Jisung —gime en mi oido —hazlo, solo tengo cinco minutos.

Sonrío y lo empujo hacia uno de los cubículos del baño, poniendo llave.
Lo estampo sobre la pared, desabrochando y bajando su pantalón.
Agarro su miembro, frotándolo con fuerza.
Minho trata de disimular sus gemidos.
Mis labios presan los suyos, en un intento de callarlos, pero eso fue más excitante para mí.
Un par de movimientos más y el líquido seminal y está por todo el retrete que se encuentra en el costado.

Lo doy vuelta. Minho apoya ambas manos al costado de su cabeza y su frente sobre la pared, cerrando con fuerza su boca para que no nos escuchen.

—¡Mmmm! ¡Jisung! —metí un dedo en su trasero, sin aviso, solo para que gima mi nombre.

Comienzo a penetrarlo con más velocidad al entrar el segundo dedo.
Con mi otra mano desabrocho el botón de mi pantalón y comienzo a frotar un poco la erección de mi miembro.

Su jodido cuerpo es delicioso.

—Has silencio, bebé —saco mis dedos para introducir mi falo palpitante.

—¡Hannie! —gime en un susurro.

Su cabeza cae en mi hombro mientras que mi boca saborea su clavícula y mis manos se encierran en su cintura.

—Solo un par más de embestidas, amor.

Cómo me gusta que gima mi nombre.

Una, dos, tres embestidas más y acabo dentro de él.
Agarro un poco de papel para limpiar y lo vuelvo a besar.

—Déjame vestirme —me empuja un poco con sus manos para levantar su pantalón —. Me vas a pagar, Jisung —su mirada es seria, pero yo sonrío.

—Si es en la cama, mejor —susurro en su oído, dejando un corto beso sobre su mejilla.

Alzo mis pantalones y acomodo mi camiseta dentro de éste, mientras Minho abre el cubículo y yo lo sigo por detrás.
Se detiene enfrente del espejo del lavabo, inspeccionando su cuello.
Lo abrazo por la cintura, dejando descansar mi mentón en su hombro.

—Por lo menos no dejaste marcas.

—Eso piensas, pero la próxima, vas a gritar mi nombre hasta que te quedes sin cuerdas vocales y con un trasero rojo como un tomate.

Se da vuelta entre mis brazos y yo me enderezo para besarlo.

—Sales tú y luego yo, sino, van a sospechar.

—¿Van a sospechar que te follé? Todo el mundo folla en baños, no hay reglas que te prohíban y menos aquí.

—¡Jisung, esto es un lugar público! —su rostro se vuelve un poco rojo y yo me quedo mirándole con una sonrisa.

—Te quiero.

¿Qué diablos dije?

La vergüenza me invade y aún más cuando el se quedó callado de repente.
Me escondo en su cuello, para que no vea que el tomate soy yo.
Sus manos acarician mi espalda y besa mi mejilla, en forma de consuelo.

—Y yo a tí, Jisung.

Mierda.

¿Y ahora qué? ¿Cómo lo miro a los ojos?
Es la primera vez en toda mi vida que digo algo así y todavía no sé si es parte del juego o si lo estoy sintiendo de verdad.

—Ya sal, que tengo que volver —hago un puchero al separarme.

Abro la puerta del baño, mirando a ambos lados para que nadie "sospeche".
Todo normal. Nadie gira a mirarme o susurra.

Minho hace excelentemente bien su trabajo.

Me siento nuevamente en mi silla, notando que Hyunjin me mira serio.

—¿Te jodió el intestino tantos cafés? —largo una carcajada —. Tardaste bastante.

—Se me presentó un inconveniente.

—Claro que sí, sigamos si queremos aprobar esta materia, tengo que pasar por Innie.

¿Qué me está pasando? ¿Cómo pude haber dicho eso?

El corazón está apunto de salirse por mi boca. Mi sangre hierve en mis mejillas y mis dedos tiemblan al tomar la lapicera.
Tomo del vaso con la bebida un poco fría, pero eso ya no importa.
Hyunjin me mira raro, pero no dice nada.

Claramente éste no soy yo.

Nunca reaccioné ante una persona de esta manera.
Y él es la primera que genera esto en mí.

Algo que no conocía antes.
Despertó algo en mí que suelo odiar.

Él es mi esperanza a un cambio que tanto he buscado, pero que nunca conseguí por mí mismo.

Han pasado dos semanas, en las que me he convertido en alguien nuevo.

Solo por él.

Dos semanas con un sentimiento que es imposible darle nombre, pero así lo llamo yo a Minho.

Amor.

¿Es esto en serio? ¿Me estoy dando cuenta de los sentimientos que despertó en mí desde que lo ví? ¿O fue cuando tomo de mi mano por primera vez y una sensación de cosquillas invadió todo mi cuerpo? ¿Cuándo fue que me enamoré de él? ¿Cuándo fue que me dí cuenta que mis pensamientos traicionaron mis acciones?

O que mi corazon traicionó mi cerebro.

¿Cuándo fue que pasó?
¿Fueron estas dos semanas? ¿Fue su sonrisa? ¿Sus ojos, sus labios? ¿O fue todo de él?

Todo de él me gusta.

—¡Jisung! —Hyunjin grita una vez más, sacándome de mis muy profundos pensamientos —. Te estaba diciendo, que ya me tengo que ir, ya es tarde.

Miro mi reloj, el cual marcaba siete y treinta.

—Sí, sí, ve —digo, tratando de volver a la realidad de mi reflexión.

Esto ya no es un juego.

—La próxima, que no prestes atención, me iré y te dejaré solo, porque eres tú el que va a reprobar, no yo —me señala con el dedo.

Guardando sus últimos cuadernos, decido hacer lo mismo que él.

Fue una excelente tarde en el baño.
Jodidamente ardiente y delicioso.

Cierro mi mochila, colgándola en la silla, retomando mi posición sobre el ventanal, sacando mi celular y pasar una por una las fotos.

Sexy.

Lindo.

Sexy y lindo. Sí así es mi novio.

Ya es la tercera vez, una por una, viéndolas con una sonrisa.

Jodidamente enamorado.

Alzo la vista hacia el interior de la cafetería y ya no hay nadie.
Minho limpia mesas mientras el pelirosa levanta las sillas.

—Changbin ya está aquí, las llaves sobre el mostrador, ya limpie todo, solo cierra bien, nos vemos mañana —se inclina hacia Minho y hace lo mismo conmigo.

Yo solo me limito a levantar la mano y hacer una seña en forma de saludo.
No era tan malo como pensé.

Veo como el pelirosa se sube al auto de su novio.
Me levanto de mi silla y voy hacia Minho, quién sigue limpiando.
Lo abrazo por la cintura y éste se sobresalta un poco.

—Estamos solos —beso su cuello —.¿Quieres hacerlo sobre la mesa o volvemos al baño? —golpea levemente mis manos aferradas a su abdomen.

—Ya, Jisung, déjame terminar, estoy cansado —esboza una sonrisa que parece más una mueca.

—¿Te agité el día, amor? —beso aún más su cuello.

—Me has mirado toda la tarde, me puse nervioso y cuando me pongo así, hago las cosas más rápido y me cansa.

—Como no mirar semejante preciosura y más con ese pantalón que te marca el trasero, en fin, eres tú quién me distrajo de mis estudios.

—Pero tú decidiste venir a aquí en primer lugar.

—Bueno ya, es un cincuenta - cincuenta, cada uno hizo lo suyo —dejo besos en su mejilla.

Lo doy vuelta y el apoya sus manos en mi cuello y mis ojos se concentran en los suyos.

—¿Ya te dije que me gustas? —me acerco a él —. Me encantas —preso sus labios con los míos —. ¿Sabías que te extrañé?

—Jisung, solo fue una hora desde que...—su rostro se vuelve rojo.

—Desde que follamos —termino por él —. Pero una hora es demasiado y más si te tengo tan cerca —lo vuelvo a besar —. Por cierto, no te tenía tan rebelde.

—Tú eres la mala influencia.

—Y si mejor dejamos de hablar de quién es la mala influencia, te vienes conmigo a casa y...—

—¿Dormimos? —dice como un nene de cinco años.

—Yo pensaba en hacerte...—

—Mimos mientras yo duermo, así, sí voy —largo una risa.

—De acuerdo —sonrio.

Sabe manipular, que salvaje.

—Solo espérame, iré dejarle un mensaje a Lisa y luego vamos —dejo un suave beso sobre su nariz.

—Ve.

Se sale de mis brazos dejándome con una sonrisa.

Jodidamente perdido.

Voy hacia mi lugar, recogiendo mis cosas, esperando como un bobo en la puerta a mi novio.

Mi novio. Qué bien suena eso.

—¿Vamos? —estiro mi brazo para que tome mi mano.

Asiente y el cosquilleo se hace presente.
El cosquilleo al que tanto le busqué un por qué, al fin tengo su respuesta.

Salimos al aire frío de la noche y Minho suelta mi mano para cerrar el lugar.
Se gira envolviendo su cuerpo con sus brazos y yo largo un suspiro.

—¿Qué sucede? —pregunta con preocupación.

—Nada, solo que dejé el auto un poco lejos —comienzo a quitarme mi chaqueta —. Y tú, tienes frío —se la coloco por los brazos hasta ver que la tiene bien puesta.

—¿Y tú? —sonrie.

—Estoy bien —vuelvo a tomar su mano y comenzamos a caminar.

Sí, le queda mejor que a mí.

—Tienes que abrigarte más.

—Lo sé, es que hoy hacia calor —me mira con un puchero.

—No me mires así que te voy a besar.

Mi dedo pulgar acaricia la suave piel de su mano, en silencio hasta llegar al vehículo.
Lo acorralo contra el auto, apoyando ambas manos en la ventana.

—¿Ya te he dicho que me gustas, demasiado? —él solo baja su rostro sonrojado con una sonrisa —. ¿También te dije que te vez realmente hermoso con tus mejillas rojas?

Mis manos levantan su cabeza para tener alcance a su boca.
Adictivo. Él es jodidamente adictivo.

—¿Me das permiso para abrir la puerta asi llegamos a casa? ¿O me quieres besar justo aquí toda la noche?

Se corre rápidamente y yo abro para que pueda entrar. Corro hacia mi lugar para poner el motor en marcha.

El vehículo va a la velocidad permitida por las calles de Seúl.
Mis ojos no pueden dejar de ver al chico que me acompaña.

A mí chico.

Luego de unos minutos al fin llegamos.

—Bien, ¿Que quieres hacer? —pregunto, entrando a la casa.

—Ducharme —cierro la puerta principal.

—¿Y si nos duchamos juntos? —sonrio, pero largo una risa al ver su rostro rojo.

—No —rie.

—De acuerdo, puedes ducharte en el baño de mi habitación, aunque no veo el problema de hacerlo, no hay nada que no haya visto.

Agarro de su cintura para atraerlo a mí y besarlo.

—¿Quieres comer algo?

—No, solo quiero ducharme y dormirme —larga un bostezo y yo acaricio su cabello mientras asiento ante lo que dice.

—Sube, te prepararé un pijama y te lo dejaré dentro de unos minutos —trata de irse pero lo detengo —. Primero bésame —y así lo hace.

Salvaje y obediente.

Se va y sube las escaleras mientras yo me quedo tieso en el medio de la sala.

—Estoy completo y perdidamente enamorado de tí, Lee Minho —me digo a mi mismo, mientras subo las escaleras.

Me adentro en mi habitación, escogiendo un pijama adecuado para él.
Agarro la prenda y voy hacia el baño y las imágenes de hoy se me vienen a la mente, haciéndome sonreir.
Toco dos veces antes de entrar.
Me quedo nuevamente tieso, lo único que cubre a Minho son las puertas de vidrio. Claramente, por la mitad el material transparente está cubierto, pero es suficiente para mí, ver como el agua corre por su cuerpo o como acaricia su cabeza pasando el shampoo.

—Aquí te... Te dejo el pijama —me voy para no tener que lidiar con una erección.

¿Acaso tartamudeé?
Me cambio de ropa rápidamente.
Apago las dos lámparas a los costados de mi cama y me acuesto, dejando que solo la luna alumbre.

La habitación es iluminada por la luz del baño solo por unos segundos.

Minho se acomoda en la cama, dejando nuestros rostros a escasos centímetros.
Mi mano divaga por su mejilla para luego tocar su cabello húmedo.

—Hace frío y no te has secado, no quiero verte con un resfriado —lo regaño.

—Lo siento, es que estoy muy cansado —tiene sus ojos cerrados y su voz esta ronca, llena de cansancio.

—¿Estás bien cubierto, verdad? —me levanto un poco para ver si la manta tapa todo su cuerpo.

—Lo estoy, Jisung.

—Te secaría el cabello, pero el secador está lejos —ríe como puede —. Ven.

Elevo un poco mi cuerpo, pasando mi brazo por debajo de su cabeza, haciendo que quede en mi pecho, rodeando con el otro su cuerpo.
Dejo un beso en su frente.

—Vendré a dormir todas las noches si es así —

—Pudes venir cuando quieras —mis dedos acarician su brazo —. Duérmete, tienes que ir a la universidad temprano.

—Buenas noches, Hannie.

—Buenas noches, amor.

Completo, perdido y locamente enamorado de tí.

Otra vez, lo dejé largo :(
Espero que lo disfruten, ya falta poco.

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